15 de febrero del 2022: martes de la sexta semana del tiempo ordinario
(Santiago
1, 12-18) No debemos negar nuestros anhelos profundos: son vida. Pero
dejarse llevar por todos estos deseos efímeros que van y vienen y que remarcan la
publicidad, las modas y demás trampas del materialismo, es ilusionarse, es engañarse.
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago (1,12-18):
Dichoso el hombre que soporta la prueba, porque, una vez aquilatado,
recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman.
Cuando alguien se ve tentado, no diga que Dios lo tienta; Dios no conoce la
tentación al mal y él no tienta a nadie. A cada uno le viene la tentación
cuando su propio deseo lo arrastra y seduce; el deseo concibe y da a luz el
pecado, y el pecado, cuando se comete, engendra muerte. Mis queridos hermanos,
no os engañéis. Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre
de los astros, en el cual no hay fases ni periodos de sombra. Por propia
iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la
primicia de sus criaturas.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 93,12-13a.14-15.18-19
R/. Dichoso
el hombre a quien tú educas, Señor
Dichoso el hombre a quien tú educas,
al que enseñas tu ley,
dándole descanso tras los años duros. R/.
Porque el Señor no rechaza a su pueblo,
ni abandona su heredad:
el justo obtendrá su derecho,
y un porvenir los rectos de corazón. R/.
Cuando me parece que voy a tropezar,
tu misericordia, Señor, me sostiene;
cuando se multiplican mis preocupaciones,
tus consuelos son mi delicia. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos
(8,14-21):
En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían más
que un pan en la barca.
Jesús les recomendó: «Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de
Herodes.»
Ellos comentaban: «Lo dice porque no tenemos pan.»
Dándose cuenta, les dijo Jesús: «¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No
acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis,
y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras recogisteis cuando
repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis?»
Ellos contestaron: «Doce.»
«¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro
mil?»
Le respondieron: «Siete.»
Él les dijo: «¿Y no acabáis de entender?»
Palabra del Señor
¿Cuál es tu levadura?
Jesús les recomendó: «Tened cuidado con la levadura de los fariseos
y con la de Herodes.»
¿Qué es esta “levadura” de la que habla Jesús? Después
de dar esta advertencia a sus discípulos, Jesús les da una explicación de lo
que quiere decir y lo que no quiere decir. Pero incluso la explicación
parece estar por encima de sus cabezas. Así que concluye diciendo:
"¿Aún no entienden?" Hasta el día de hoy, Jesús sigue
haciéndonos esta pregunta a cada uno de nosotros.
Este era ciertamente Jesús tratando de
hacerlos pensar, escuchar y mirar más profundamente. Les estaba
advirtiendo: “¡Cuidado!” Cuidado con esta levadura. Es una advertencia
de amor para ayudarlos a ver y comprender un peligro muy real.
Todo el que hornea pan conoce el efecto de un
poco de levadura (como la levadura) en la masa. Agregue solo un poco y
afecta a todo el pan. Si un niño está ayudando a hornear, este niño puede
regresar varias veces, viendo cómo la masa sube poco a poco. Puede
convertirse en algo fascinante de ver. Y todo resultó de esta pequeña
levadura.
Entonces, ¿qué es esta levadura de los
fariseos y Herodes? Son las malas palabras, las malas intenciones y los
errores que difunden. Para los fariseos, puede ser que sea solo un pequeño
concepto erróneo o una tergiversación de lo que Jesús dijo o hizo. Pueden
torcer Sus palabras o simplemente dar opiniones no verbales a otros. Esto
es contagioso y tiene el potencial de afectar a todos. Poco a poco, sus
pequeñas semillas de duda y disidencia pasan factura a los demás.
Es posible que tendamos a pensar en todas
“esas” personas que conocemos que hacen esto. Pero perderíamos una
importante oportunidad de crecimiento si no nos miramos primero a nosotros
mismos. ¿Hago esto a veces? ¿Digo cosas que inducen a error de forma
pequeña o sutil? ¿O engaño a los demás con mis actitudes negativas no
verbales? ¿Soy una “persona negativa” a veces?
No es necesario que nos sintamos culpables o
nos deprimamos si nos sentimos culpables. Más bien, debemos mirar esta
pequeña lección de Jesús para darnos cuenta del gran poder de nuestras
palabras. La más pequeña de las palabras puede hacer mucho daño con el
tiempo.
Pero eso no es todo en lo que debemos
centrarnos. Es igualmente importante darse cuenta de que las pequeñas
palabras de amor que decimos también tienen el potencial de marcar una gran
diferencia con el tiempo. Tal vez sea solo esa pequeña sonrisa que damos o
una acción amable que creemos que pasa desapercibida. Estas pequeñas
acciones y palabras son la levadura del Evangelio. Marcan la diferencia y
también pueden volverse contagiosos.
Reflexiona, hoy, sobre las pequeñas cosas de
la vida. Debes saber que estos pequeños pecados y actos de amor hacen una
gran diferencia al final.
Mi atento Señor, ayúdame a ser honesto y ver
qué tipo de levadura siembro todos los días. Ayúdame a ser limpiado de lo
malo y lleno de lo bueno. Que me inspires a ser esa buena levadura en
todas las muchas interacciones diarias que tengo. Jesús, en Ti confío.
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