7 de marzo del 2023: martes de la segunda semana de Cuaresma

 

(Isaías 1, 10.16-20) Isaías nos invita a limpiarnos nosotros mismos primero: "Lavaos, purificaos". Esta gran limpieza es esencial para un verdadero encuentro con Dios. Porque es él, en última instancia, quien puede liberarnos de nuestras prisiones internas.


(Mateo 23, 1-12) En todo tiempo y lugar, las personas siempre han tenido fardos, pesadas cargas sobre sus espaldas. Jesucristo no nos agrega otras, ¡al contrario! Viene a habitar en nosotros para darnos valor, a liberarnos del peso innecesario que ahoga la vida.

 


Primera lectura

 Lectura del libro de Isaías (1,10.16-20):


OÍD la palabra del Señor,
príncipes de Sodoma,
escucha la enseñanza de nuestro Dios,
pueblo de Gomorra.
«Lavaos, purificaos, apartad de mi vista
vuestras malas acciones.
Dejad de hacer el mal,
aprended a hacer el bien.
Buscad la justicia,
socorred al oprimido,
proteged el derecho del huérfano,
defended a la viuda.
Venid entonces, y discutiremos
—dice el Señor—.
Aunque vuestros pecados sean como escarlata,
quedarán blancos como nieve;
aunque sean rojos como la púrpura,
quedarán como lana.
Si sabéis obedecer,
comeréis de los frutos de la tierra;
si rehusáis y os rebeláis,
os devorará la espada
—ha hablado la boca del Señor—».


Palabra de Dios

 

 

Salmo

 

Sal 49,8-9.16bc-17.21.23

R/.
 Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios


V/. No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños. R/.

V/. ¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos? R/.

V/. Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios». R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,1-12):

EN aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a los discípulos, diciendo:
«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.
Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Palabra del Señor

 

 

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La verdadera grandeza



“El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Mateo 23: 11-12

 

 

¿Quieres ser realmente genial? ¿Quieres que tu vida realmente marque una diferencia en la vida de los demás? En el fondo, nuestro Señor deposita en nosotros este deseo de grandeza, y nunca desaparecerá. Incluso los que viven eternamente en el infierno se aferrarán a este deseo innato, que para ellos será la causa del dolor eterno, ya que ese deseo nunca se cumplirá. Y a veces es útil reflexionar sobre esa realidad como motivación para asegurarnos de que este no es el destino que encontramos.

 

En el evangelio de hoy, Jesús nos da una de las claves de la grandeza. “El primero entre vosotros será vuestro servidor”. Ser un sirviente significa que se antepone a los demás a sí mismo. Prioriza las necesidades de los demás en lugar de tratar de que estén atentos a sus necesidades. Y esto es difícil de hacer.

 

Es muy fácil en la vida pensar en nosotros mismos primero. Pero la clave es que nos ponemos "primero", en cierto sentido, cuando prácticamente ponemos a los demás antes que nosotros. Esto se debe a que la decisión de poner a los demás en primer lugar no solo es buena para ellos, sino que también es exactamente lo mejor para nosotros. Fuimos hechos para el amor. Fuimos hechos para servir a los demás. Fuimos creados con el propósito de entregarnos a los demás sin contar el costo. Pero cuando hacemos esto, no nos perdemos. Por el contrario, es en el acto de darnos a nosotros mismos y ver al otro privilegiado que realmente descubrimos quiénes somos y nos convertimos en lo que fuimos creados para ser. Nos convertimos en el amor mismo. Y una persona que ama es una persona que es grande ... y una persona que es grande es una persona a la que Dios exalta.

 

Reflexione hoy sobre el gran misterio y la vocación de la humildad. Si le resulta difícil poner a los demás en primer lugar y actuar como su sirviente, hágalo de todos modos. Tome la decisión de humillarse antes que los demás y ante los demás. Eleve sus preocupaciones. Esté atento a sus necesidades. Escuche lo que dicen. Muéstreles compasión y esté listo y dispuesto a hacerlo en la mayor medida posible. Si lo hace, se cumplirá ese deseo de grandeza que vive en lo profundo de su corazón.


 

Mi humilde Señor, gracias por el testimonio de Tu humildad. Decidiste poner a todas las personas en primer lugar, hasta el punto de permitirte experimentar el sufrimiento y la muerte que fueron consecuencia de nuestros pecados. Dame un corazón que sea humilde, querido Señor, para que puedas usarme para compartir Tu perfecto amor con los demás. Jesús, en Ti confío.

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