19 de junio del 2020: Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús



Cómo es de grande el corazón de Dios! Nosotros somos de Él, no en razón de nuestro valor, ya que Él nos ama con un amor infinito.
Cuándo comprenderemos por fin que todo lo que Dios nos pide, es amarle y ser fieles?

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( 1 Juan  4, 7-16)  Si existo, es gracias a Dios. Me dio la vida, el mundo. Se acerca a mí a través de su Hijo Jesús. Veo rasgos faciales en las personas que me rodean. Entonces, ¿también se benefician de todo el amor que Dios ha depositado en mí?



Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio (7,6-11):

En aquellos días, Moisés habló al pueblo, diciendo: «Tú eres un pueblo santo para el Señor, tu Dios: él te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Si el Señor se enamoró de vosotros y os eligió, no fue por ser vosotros más numerosos que los demás, pues sois el pueblo más pequeño, sino que, por puro amor vuestro, por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto. Así sabrás que el Señor, tu Dios, es Dios: el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor con los que lo aman y guardan sus preceptos, por mil generaciones. Pero paga en su persona a quien lo aborrece, acabando con él. No se hace esperar, paga a quien lo aborrece, en su persona. Pon por obra estos preceptos y los mandatos y decretos que te mando hoy.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 102,1-2.3-4.6-7.8.10

R/. La misericordia del Señor dura siempre,
para los que cumplen sus mandatos


Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel. R/.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.


Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (4,7-16):

Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación para nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.

Palabra de Dios


Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,25-30):

En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Palabra del Señor

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Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

El 13 de junio de 1899 el papa León Pio XI, consagró la humanidad al Sagrado Corazón de Jesús. Esta fiesta la venimos celebrando el segundo viernes después de Pentecostés. La solemnidad nos ayuda tomar conciencia de las acciones salvíficas de Dios a lo largo de la historia, si, porque honrar al Hijo es también honrar al Padre.

La primera lectura nos muestra lo que le ocurrió al pueblo de Israel, pueblo elegido por Dios  y que también nos puede pasar hoy a nosotros discípulos suyos. Una vez instalados en el confort del país prometido, el pueblo corre el riesgo de olvidar lo que Dios ha hecho por él. Hoy sigue existiendo el mismo riesgo de caer en la trampa (de la ingratitud, la insensibilidad), Si no se presta la suficiente atención a la relación que se tiene con los bienes materiales, el confort, la televisión, el internet…uno corre peligro de no darle el lugar indicado y necesario a Dios.

En el Evangelio, Jesús nos invita a acercarnos a Él con nuestro fardo de fatigas, penas y tristezas, y nos promete alivio, confort, paz. La gran novedad del mensaje de Jesús reside en su compasión, su misericordia por quienes sufren y en llamar a Dios, Abba, o sea "Papito", Dios tierno. A lo largo del Evangelio no vemos más que eso, el amor de Jesús, la misericordia, la delicadeza que tiene para quienes sufren a causa del pecado y la enfermedad. Sí, Cristo tiene el mismo corazón del Padre, de su Padre que es compasivo , misericordioso, lento a la ira y rico en piedad y leal (o sea es Fiel).

Pidamos una vez más en esta solemnidad con mucha fe a Dios Padre que nos dé un corazón semejante al suyo y al de su Hijo, Pastor Bueno y sencillo. Amén.


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“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso.”

Mateo 11:29 (Año A Evangelio)



El corazón del amor perfecto y el don de sí mismo



¡Feliz solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús!

Para algunos, esto puede parecer una celebración antigua y anticuada en la Iglesia. Se puede ver como una de esas fiestas antiguas que tienen poco significado en nuestras vidas hoy. ¡Nada mas lejos de la verdad!

El Sagrado Corazón de Jesús es exactamente lo que necesitamos saber, experimentar y recibir en nuestras vidas hoy. Su corazón, ese corazón que fue atravesado por la lanza y del que fluyó sangre y agua, es el signo, símbolo y fuente del ardiente amor de su alma. La sangre es una imagen de la Santísima Eucaristía y el agua es una imagen de las aguas limpiadoras del bautismo.  

Esta celebración del Sagrado Corazón de Jesús es una celebración de Jesús derramando sobre nosotros toda su vida y todo su amor. No retuvo nada, lo cual está simbolizado por el derramamiento de la última gota de esta sangre y agua de Su Corazón mientras yacía allí muerto en la Cruz. Aunque es una imagen muy gráfica, es gráfica para rectificar el punto esencial. El punto, de nuevo, es que no retuvo nada. Tenemos que darnos cuenta de que Jesús continúa dándonos todo si estamos dispuestos a recibirlo.  

Si descubres que necesitas conocer Su amor más profundamente en tu vida este día, trata de pasar tiempo reflexionando sobre esta Escritura: "... pero un soldado empujó su lanza hacia su costado e inmediatamente salió sangre y agua"Juan 19 : 33-34 ). 

Pasa tiempo reflexionando sobre ese último auto regalo, el regalo de esa agua y sangre que fluye de Su Corazón herido. Es una señal de su infinito amor por ti. Reflexiona sobre cómo se derrama especialmente para ti. Mírale, sumérgete en él y permanece abierto a él. Deja que su amor te transforme y te llene.  

Sagrado Corazón de Jesús, ten piedad de nosotros. Te agradezco, querido Señor, por darme todo. No me ocultaste nada y continúas derramando tu vida por mi bien y por el bien de todo el mundo. ¿Puedo recibir todo lo que me das y no retener nada de ti? Jesús, confío en ti.

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