9 de junio del 2023: viernes de la novena semana del Tiempo Ordinario (I)

 

(Marcos 12, 35-37) Jesús es más que un hombre e incluso más que un simple mesías. Para toda la humanidad, encarna la llamada y el misterio de Dios. No nos cansemos nunca de buscar al Padre a través de Él, con Él y en Él.


(Marcos 12, 35-37) Las autoridades del Templo querían arrestar a Jesús para que dejara de enseñar. Los fariseos y los seguidores de Herodes querían atraparlo con el tema de los impuestos. Los saduceos querían razonar en contra de la resurrección, pero se desviaron de buena fe. El escriba que quería vivir los mandamientos se acercó al Reino. Y la gran multitud escucha con placer. Entre ella, escondida, una viuda ha preparado su ofrenda. Escuchar pone en acción. ■

Nicolás Tarralle, sacerdote asuncionista


Primera lectura

Lectura del libro de Tobías (11,5-17):

En aquellos días, Ana estaba sentada, oteando el camino por donde tenía que llegar su hijo.
Tuvo el presentimiento de que llegaba, y dijo al padre: «Mira, viene tu hijo con su compañero.»
Rafael dijo a Tobías, antes de llegar a casa: «Estoy seguro de que tu padre recuperará la vista. Úntale los ojos con la hiel del pez; el remedio hará que las nubes de los ojos se contraigan y se le desprendan. Tu padre recobrará la vista y verá la luz.»
Ana fue corriendo a arrojarse al cuello de su hijo, diciéndole: «Te veo, hijo, ya puedo morirme.»
Y se echó a llorar. Tobit se puso en pie y, tropezando, salió por la puerta del patio.
Tobías fue hacia él con la hiel del pez en la mano; le sopló en los ojos, le agarró la mano y le dijo: «Ánimo, padre.»
Le echó el remedio, se lo aplicó y luego con las dos manos le quitó como una piel de los lagrimales.
Tobit se le arrojó al cuello, llorando, mientras decía: «Te veo, hijo, luz de mis ojos.»
Luego añadió: «Bendito sea Dios, bendito su gran nombre, benditos todos sus santos ángeles. Que su nombre glorioso nos proteja, porque si antes me castigó, ahora veo a mi hijo Tobías.»
Tobías entró en casa contento y bendiciendo a Dios a voz en cuello.
Luego le contó a su padre lo bien que les había salido el viaje: traía el dinero y se había casado con Sara, la hija de Ragüel: «Está ya cerca, a las puertas de Nínive.»
Tobit salió al encuentro de su nuera, hacia las puertas de Nínive. Iba contento y bendiciendo a Dios, y los ninivitas, al verlo caminar con paso firme y sin ningún lazarillo, se sorprendían. Tobit les confesaba abiertamente que Dios había tenido misericordia y le había devuelto la vista.
Cuando llegó cerca de Sara, mujer de su hijo Tobías, le echó esta bendición: «¡Bien venida, hija! Bendito sea tu Dios, que te ha traído aquí. Bendito sea tu padre, bendito mi hijo Tobías, y bendita tú, hija. ¡Bien venida a ésta tu casa! Que goces de alegría y bienestar. Entra, hija.»
Todos los judíos de Nínive celebraron aquel día una gran fiesta.


Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 145, 1-2. 6b-7. 8-9a. 9bc-10

R/.
 Alaba, alma mía, al Señor

Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista. R/.

Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R/.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,35-37):

En aquel tiempo, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó: «¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, dice: "Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies." Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?»
La gente, que era mucha, disfrutaba escuchándolo.

Palabra del Señor

 

*********

 

Una verdadera imagen de Cristo


Mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó: «¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, dice: "Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies."

 

Marcos 12: 35–36

 

 

En el momento del ministerio de Jesús, los judíos entendieron que el Mesías vendría del linaje de David. Además, muchos pensaron que el Mesías sería simplemente un líder nacionalista que sacaría a la nación judía de la opresión de los romanos. Por lo tanto, redujeron al Mesías a un descendiente de David que los liberaría de una manera más política.


En el pasaje anterior, Jesús aclara este entendimiento común del Mesías como el "hijo de David". El Mesías no solo descendería en forma humana de la línea ancestral de David, también era el "Señor" de David. Jesús muestra esto al señalar el Salmo 110 en el que David se refiere al Mesías como su Señor. Y aunque esta sutil distinción puede no parecernos tan importante hoy en día, Jesús claramente hace un esfuerzo intencional para enseñar esto.

 

Una lección clave que debemos aprender de este pasaje es que debemos trabajar diligentemente para tener una imagen correcta de Jesús. Aunque hoy no veamos a nuestro Señor como un líder nacionalista que vino a liberarnos de la opresión política, a menudo podemos formarnos otras imágenes erróneas de Él. Para los judíos de esa época, la idea de que el Mesías era también el "Señor" del rey David era nueva. Esto apunta a la divinidad del Mesías y su naturaleza eterna. Jesús da esta sutil aclaración y La gente, que era mucha, disfrutaba escuchándolo... También debemos trabajar para disfrutar en una comprensión clara y correcta de Quién es Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios y el Hijo del Hombre. Entonces, ¿quién es él?

 

Para responder a esta pregunta, primero considera cómo ves a Jesús en tu vida. Jesús es tu amigo, un maestro sabio, una personalidad inspiradora, un alma amable, un líder misericordioso y un modelo para todos nosotros. Pero también es mucho más. Elegir solo una imagen de Quién es Jesús y luego darle a esa imagen un enfoque excesivo en nuestras vidas es un error similar al error que muchos de los judíos tenían en el momento en que Jesús les enseñó.

 

El “mucho más” es la parte en la que debemos enfocarnos al considerar la identidad de nuestro Señor. Debemos verlo como Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Como Dios, debe ser adorado y alabado. Y aunque fue Dios desde toda la eternidad, también tomó carne humana, uniendo a la humanidad con la divinidad. Y como humano, se permitió morir para poder resucitar en su naturaleza humana. De esta manera, si nos unimos a Él a través de una entrega total de nuestras vidas, también moriremos en nuestro pecado, pero luego resucitaremos con Él a una nueva vida. Al hacerlo, se nos da el don de la salvación eterna y se nos permite participar de la vida eterna de la Santísima Trinidad. Aunque podría y debería decirse mucho más sobre la identidad de nuestro Señor, este pequeño vistazo a Su vida debería ayudarnos a evitar la trampa de limitar Quién es Él en nuestras mentes y corazones.

 

Reflexiona hoy sobre la imagen que tienes de Jesús. Busca formas en las que involuntariamente puedas limitar Su grandeza y gloria en tu mente y corazón. Trata de expandir esa imagen de nuestro Señor que tienes y mantente abierto a todo lo que Él desee revelarte acerca de Sí mismo. Cuanto más lo hagas,  tú también mucho más estarás lleno de "deleite" a medida que la Persona de nuestro Señor se te revele con mayor claridad.


 

Mi infinito y glorioso Señor, estás mucho más allá de nuestro entendimiento y comprensión, sin embargo, nos invitas a venir a Ti para que podamos conocerte más plenamente. Dame la gracia que necesito, querido Señor, para deshacerme de las imágenes erróneas y limitadas que tengo de Ti, para llegar a conocerte tal como eres. Jesús, en Ti confío.

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