domingo, 11 de junio de 2023

12 de junio del 2023: lunes de la décima semana del Tiempo Ordinario (I)


(2 Corintios 1:1-7; Mateo 5, 1-12) “Hay una gran ternura en la experiencia del amor de Dios”, dice el Papa Francisco, haciéndose eco de la carta de San Pablo a los cristianos de Corinto. 

Las Bienaventuranzas despliegan esta ternura como un velo de benevolencia y dulzura sobre las situaciones más difíciles de nuestra vida. En su Hijo, Dios atraviesa lo más frágil de nosotros. Él transfigura nuestras lágrimas, él “de quien viene todo consuelo”. ■

Benito de la Cruz, Cisterciense



(2 Corintios 1, 1-7) Ser consolado es ser apoyado en el dolor, en el sufrimiento. Ésta es una de las características del amor que sabe acercarse al otro y mostrarle toda su ternura. El consuelo es un atributo de Dios, una manifestación de su ser.



Primera lectura

Comienzo de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,1-7):

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y el hermano Timoteo, a la Iglesia de Dios que está en Corinto y a todos los santos que residen en toda Acaya: os deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. ¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo! Él nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de Dios. Si los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, gracias a Cristo rebosa en proporción nuestro ánimo. Si nos toca luchar, es para vuestro aliento y salvación; si recibimos aliento, es para comunicaros un aliento con el que podáis aguantar los mismos sufrimientos que padecemos nosotros. Nos dais firmes motivos de esperanza, pues sabemos que si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor


Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
 R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12):

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron.
Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»

Palabra del Señor

*************

 

Las alturas de la santidad



Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron.
Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

 

Mateo 5: 1-3

 

Hoy se nos hace el llamado increíblemente alto de las Bienaventuranzas para reflexionar. Jesús enseñó estas lecciones en una colina al norte del mar de Galilea. Muchos venían a Jesús para escucharlo predicar y presenciar sus muchos milagros. Acudieron a Él en este lugar remoto, y Jesús hizo que se reclinaran mientras predicaba lo que ahora se conoce como "El Sermón de la montaña ". Este sermón se encuentra en el capítulo 5 al 7 del Evangelio de Mateo y tiene lugar poco después de que Jesús comenzara su ministerio público.

 

¡Qué manera de comenzar Su ministerio público! Esta enseñanza de Jesús era nueva y debe haber dejado sorprendidas, hipnotizadas a muchas personas . Jesús ya no enseñó solo los preceptos del Antiguo Testamento, como los Diez Mandamientos; Ahora elevó la ley moral a un nivel nunca concebido.

 

Mientras la gente escuchaba a este nuevo maestro hablar con nueva autoridad y sabiduría, es posible que se sintieran emocionados y confundidos al mismo tiempo. Tener hambre y sed de justicia, ser misericordioso y limpio de corazón, y ser un pacificador podría haber sido aceptado. Pero ¿por qué ser pobre, triste y manso se consideraba una bendición? Y aún más desafiante, ¿por qué es bueno ser perseguido por causa de la justicia o insultado y acusado falsamente a causa de Jesús?

 

Cuando se comprende claramente la nueva y radical enseñanza de Jesús, no son sólo sus primeros discípulos quienes pueden haber estado confundidos y emocionados al mismo tiempo. Tú también, si escuchas verdaderamente sus enseñanzas y comprendes lo que Él quiere decir, encontrarás que Jesús está desafiado hasta lo más profundo de tu ser. Las enseñanzas de Cristo deben aceptarse plenamente y sin vacilación.

 

Las Bienaventuranzas son nuestro llamado a la perfección. Nos trazan el camino por el cual viajamos a las alturas de la santidad y obtenemos la gloria del cielo. Son nuestro manual de instrucciones, es como un mapa afinado y detallado hacia la plenitud de la felicidad y la alegría. Pero también nos llaman a una transformación radical de nuestra mente y nuestras acciones. No se aceptan “fácilmente”, en el sentido de que requieren que nos alejemos de cada tendencia egoísta que tengamos y elijamos vivir libres de toda tentación, apego y pecado terrenales. La perfección aguarda a quienes escuchan, comprenden y abrazan las Bienaventuranzas.

 

Reflexiona hoy sobre el comienzo de este desafiante Sermón de la Montaña. Trata de encontrar tiempo para llevar cada bienaventuranza a la oración. Solo a través de la oración y la meditación se comprenderá el significado completo de cada una de estas invitaciones a la santidad. 

 

Empieza por la llamada a la pobreza interior de espíritu. Esta bienaventuranza nos llama a un completo desapego de todo lo que no es parte de la voluntad de Dios. A partir de ahí, considera la importancia de lamentar tu pecado, de buscar la pureza de corazón y la humildad en todas las cosas. 

 

Reflexiona sobre cada bienaventuranza y pasa tiempo con la que te resulte más desafiante. Nuestro Señor tiene mucho que decirte a través de este sermón. No dudes en permitirle que te lleve a las alturas de la santidad a través de él.

 


Señor de toda santidad, eres perfecto en todos los sentidos. Viviste todas las virtudes y Bienaventuranzas a la perfección. Dame la gracia de abrirme a Ti para que te escuche llamarme a la perfección de vida y pueda responder generosamente con toda mi existencia. Hazme santo, querido Señor, para que encuentre la felicidad y la plenitud que deseas otorgar. Jesús, en Ti confío.

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