(Lucas 1, 57-66.80) Juan Bautista seguirá siendo un enigma
para sus contemporáneos: «¿Qué
va a ser este niño?»; " Quién eres? (Jn 1,19),
etc. Su nacimiento recuerda los “milagrosos” de Isaac, Sansón y tantos
otros. Dios puso su mano sobre él. Lámpara que ilumina, voz al
servicio de la Palabra, amigo del Esposo llamado a hacerse a un lado ante el
que anuncia, nos remite a nuestra vocación cristiana, que puede expresarse con
esta afirmación: "Es necesario que él crezca ; y yo disminuya” (Jn
3, 30). ■
Emmanuelle Billoteau, ermitaña
De la mano con el Señor
Juan crece y se fortalece. Esta mano también se me extiende a mí para dejarme
guiar hacia la plena realización de lo que soy en verdad, piedra viva de la
bella Iglesia de Cristo.
Primera
lectura
Lectura del
libro de Isaías (49,1-6):
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el
Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi
boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha
bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy
orgulloso.» Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he
gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo
tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo
suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel –tanto me
honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza–: «Es poco que seas mi siervo y
restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel;
te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de
la tierra.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal
138,1-3.13-14.15
R/. Te doy gracias, porque me has escogido
portentosamente
Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R/.
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma. R/.
No desconocías mis huesos,
cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R/.
Segunda
lectura
Lectura del
libro de los Hechos de los apóstoles (13,22-26):
En aquellos días, dijo Pablo: «Dios nombró rey a David, de quien hizo esta
alabanza: “Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que
cumplirá todos mis preceptos.” Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia
un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan predicó a todo
Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía:
“Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle
las sandalias.” Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a
Dios: A vosotros se os ha enviado este mensaje de salvación.»
Palabra de Dios
Lectura del
santo evangelio según san Lucas (1,57-66.80):
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron
sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y
la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban
Zacarías, como a su padre.
La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió
una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a
Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de
Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este
niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su
carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.
Palabra del Señor
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Nacimiento de San Juan
Bautista
Quizás algunos de ustedes no sepan que la fiesta de la
santidad de cada hombre y mujer está marcada por la muerte. Es decir, se
propone como el día del santo, esa fecha en que partió de este mundo, naciendo
así para la vida eterna. Por ejemplo San Antonio de Padua, murió el 13 de junio
de 1231, por eso su fiesta se fijó un 13 de junio. San Antonio tiene su fecha
precisa, pero hay otros que por falta de cupo, su fiesta ha sido fijada un día
después de su muerte o en otra fecha que fue igualmente importante para la vida
del santo; v.g Juan Pablo II se celebra el 22 de octubre porque en esa fecha de
1978, se entronizó como Papa.
Bueno y esto viene a cuento porque en el calendario litúrgico
católico, aparte del de Jesús (24/25 de diciembre), se celebra o subraya excepcionalmente sólo 2
nacimientos:; el de la Virgen María 8 de diciembre y éste que celebramos hoy,
de San Juan Bautista, precursor de Jesucristo).
En primera lectura que se nos propone hoy y que es el segundo
poema de Isaías, concierne al llamado "servidor del Señor". Dios
quiere que su mensaje de liberación sea transmitido por este servidor, como una
luz que ilumina mismo hasta los pueblos más lejanos. La pregunta es a quién
trata de describir Isaías en estos poemas? A sí mismo? o bien a Israel,
escogido por Dios, para ser su testigo? La tradición cristiana también ha visto
aquí una figura de Jesús, el Mesías, llamado a llevar la salvación al mundo.
De igual modo en la Segunda Lectura de los Hechos de los
Apóstoles, San Pablo en su predicación a los judíos, presenta a Jesús como el
Salvador prometido por Dios y esperado por su pueblo.
El pasaje del Evangelio, como es de esperarse, nos narra cómo
fue el nacimiento de Juan Bautista. Zacarías, sacerdote anciano del templo y
padre de Juan, ha comprendido todo, deja a un lado las tradiciones, y llama a
su hijo Juan, que significa "El Señor da la gracia". Juan será
profeta, anunciará la Palabra de Dios. Él abre el camino hacia el Salvador. El
proyecto de Dios se hace comunicativo y visible. Cómo participaremos nosotros activamente
en ese proyecto hoy? Cómo podemos ser profetas?
2
Él nos enseña a vivir un permanente adviento
San Juan Bautista es poco conocido, poco celebrado, poco
amado por el pueblo cristiano. Y sin embargo, la liturgia (Servicio del pueblo. El conjunto de signos y símbolos con los que la
Iglesia rinde culto a Dios y se santifica. El modo como la Iglesia en su cabeza y en su
cuerpo místico o miembros puede ponerse en contacto y comunicación con Dios, a
través de gestos, palabras, ritos, acciones y así poder participar de la
maravillosa gracia de Dios, santificarnos y entrar en esa vida íntima de Dios.)
le concede dos fiestas: la del nacimiento el 24 de junio (el único santo
del que se celebra la fiesta aparte de la Virgen María) y la de su martirio el
29 de agosto.
Además sabemos que el tiempo de Adviento (el tiempo de
preparación para la navidad) está lleno de su presencia, pero en la piedad del
cristiano, de la cultura, el pensamiento y la teología, Juan es como
escamoteado, ignorado. En la llamada Iglesia de Oriente "el precursor
ocupa una plaza más importante"…Allí se le representa en una imagen
rodeando a Cristo y a la Virgen María…En la liturgia bizantina, todos los
martes se le consagran a él.
El es el primer santo
canonizado en el Evangelio, entre las dos únicas que hay. Sí, hay dos
canonizaciones por el Señor mismo: aquella "in extremis", la del buen
ladrón y la de Juan "el más grande entre los nacidos de mujer" (Lucas
7,28), según las palabras de Jesús. El Evangelio atestigua también que él
estaba "lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre", es por
eso que como el de María, festejamos su nacimiento. Él no es la Inmaculada
Concepción preservada de pecado original desde su concepción, pero él está
lleno del Espíritu Santo, por consiguiente es santo desde antes de nacer.
Este misterio de Juan Bautista nos indica el lugar, el sitio
tan particular que él ha recibido al lado de la Virgen María en la historia o
plan de salvación de Dios para la humanidad.
El ministerio de Juan
Es sorprendente constatar el lugar que ocupa "el
precursor" en el prólogo del cuarto evangelio.
Qué nos enseña Juan Bautista? En el Adviento, durante el
transcurso de esas 4 semanas (que significan también nuestra espera constante,
pues nuestra vida es un constante y permanente adviento, de la segunda venida del Mesías) la Iglesia en
todos los textos que nos ofrece para
meditar cada día, nos invita a estar atentos a algunos puntos precisos y por
los que Juan Bautista es un maestro.
La Iglesia nos invita ante todo, como se ha dicho, a
despertar nuestra esperanza. La esperanza cristiana abarca todas las pequeñas
esperanzas de los hombres y mujeres de todos los tiempos. Todas esas esperanzas
que habitan cada una de nuestras vidas:
- esperanza de una reconciliación en familia o en parroquia,
- esperanza de un trabajo, de un empleo,
-esperanza de encontrar una esposa, un esposo,
- esperanza de tener un hijo, de una curación o de una
conversión de corazón…
Todas estas esperanzas son bien legítimas y la Iglesia las
hace suyas durante ese tiempo del Adviento… El corazón del hombre está hecho
así, habitado de una gran cantidad de pequeños y grandes deseos. El hombre
tiene una infinita sed de felicidad.
El mundo que vive sin Dios se ha especializado en
proporcionarle al ser humano una infinidad de juguetes, de placeres para calmar
su sed pero que lo dejan finalmente en una especia de amargura y de
adormecimiento del corazón.
Cuantos de nuestros jóvenes entre los 13, 14 años están ya
heridos por la vida, como si ya hubieran visto todo, todo probado. Esta sed de
felicidad es legítima y la Iglesia en tiempo de adviento y siempre nos invita a
escrutar nuestras esperanzas, a satisfacer de buena manera nuestros deseos, a
no quedarnos encerrados en nosotros mismos, sino a descender hasta lo profundo
de nuestro corazón para encontrar al gran deseo, la gran esperanza, la única
que puede colmarnos, llenarnos totalmente: la venida del Señor. .."mi
corazón estará inquieto hasta no descansar en ti", decía San Agustín. La
sed infinita de nuestros corazones no podrá ser calmada sino por el Infinito,
Él mismo, el amor infinito que es Dios.
Para descender a esta profundidad, Juan bautista nos lleva al
desierto con él. Si estar a solas con DIos nos provoca miedo, nosotros podemos
partir con este experto del desierto, de quien el evangelio testimonia, va
desde muy temprano al desierto (Lucas 1,80), (Marcos 1, 1 ss). Y es en esta
intimidad con Dios que el Señor le prepara para su misión. El tiempo de
oración, los tiempos para la oración son vitales para la misión que el Señor
nos confía a todos, en calidad de padres de familia, miembros de la parroquia,
de la comunidad, sacerdotes o religiosos…El adviento es el tiempo privilegiado
de la oración…Preguntémonos qué vamos hacer para acrecentar, para mejorar
nuestra vida de oración. Concretamente, individualmente y en parroquia podemos
preguntarnos qué voy a hacer? Qué va hacer usted para apaciguar, satisfacer el
gran deseo de su corazón? Es la pregunta que Juan Bautista nos hace.
Tenemos enseguida que Juan Bautista nos enseña por su
sobriedad de vida, el vigor de un corazón que vigila. La oración, es la
vigilancia del corazón, y la sobriedad es la vigilancia del cuerpo. Todos
somos UNO. Trate de orar después de haber comido demasiado. Juan Bautista con sus langostas y su
miel salvaje nos invita a una sobriedad en nuestra mesa y con su manto hecho de
pelos de camello y su cinturón de cuero en la cintura a una sencillez de
vida". Vida confortable y vida de oración no hacen buena combinación"
(Teresa de Avila).
Juan Bautista nos cuestiona sobre nuestra manera o modo de
vivir. Dónde busca usted la felicidad, el bienestar, la alegría? En su plato,
en sus vestidos, en su carro o en Dios? Que su vida testimonie que su esperanza
está en otra parte. El estilo de vida de Juan nos invita a cierto vigor. Mientras
el mundo nos dice, nuestros amigos o propia familia "no te esfuerces
tanto, no te canses tanto, cuídate bien", la vida y la muerte de Juan
decapitado injustamente en su prisión nos llevan a amar con un amor fuerte, un
amor violento, de esta violencia del amor de la cual nos habla Jesús: " el reino de los cielos sufre
violencia, y los violentos lo conquistan por la fuerza" (Mateo 11,12).
Matricularse, meterse en la escuela de Juan y de Jesús, es
aprender a dar su vida, a crecer en la alegría de donarse, de dar. Dar su vida,
es muy concreto, es dar su tiempo. Uno escucha que "el tiempo es
oro", en otras palabras "el tiempo es dinero"…Y no! El tiempo es
el amor. El amor se nutre del tiempo perdido juntos. Nosotros quizás no estemos llamados a un martirio sangriento,
pero estamos de manera parecida, todo invitados a donar nuestra vida, nuestro
tiempo. El celo de Juan Bautista nos lleva nos conduce entonces a dar la vida,
puesto que su vida y su muerte, anunciaban las de Jesús. Muchas personas cerca
y lejos de nosotros esperan una visita, una llamada telefónica, un pequeño
gesto de fraternidad y de amor. El adviento es el tiempo de atención a los más
pobres, a preocuparnos por los que viven y deambulan permanentemente por las
calles de nuestras ciudades y pueblos. Por quienes viven a nuestro lado. Ese
tiempo que nos prepara para la Navidad nos invita a dar a donarnos.
La alegría y la
humildad
En el adviento la Iglesia nos invita a
cultivar la alegría. Todos los textos del adviento están imbuidos, llenos de
una alegría indecible. Es la alegría de la salvación, la alegría de ser salvados,
la alegría que prodiga la presencia de Dios quien viene a realizar su promesa…Juan
Bautista está ahí bien indicado, bien ubicado para aprender a vivir de esta
alegría.
Juan Bautista nos abre a la alegría de la venida del Mesías,
a la alegría de la presencia de Jesús. Después que Cristo resucitó, cada nuevo
día es una fiesta porque Él está con nosotros "todos los días hasta el fin
del mundo". Esta alegría del encuentro con el Salvador, Juan la tiene
joven, desde el vientre de su madre: "
Mira, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura dio un salto de gozo
en mi vientre!", exclama su madre Isabel en el Evangelio de Lucas (1,44).
Juan Bautista, desde el vientre de su madre, testimonia y lo hace por la
alegría.
Juan Bautista todavía nos enseña otra alegría la del servicio
y la de la humildad. Él nos testimonia en el evangelio de San Juan capítulo. Jesús
Poco después de haber comenzado su ministerio o misión y una vez ya bautizado
por el mismo Juan. Tristes sentimientos de rivalidad se apoderan de los
discípulos de Juan, al ver que la acción de Jesús se despliega, toma fuerza, y
a él les parece que su maestro está frustrado. Y en realidad es todo lo
contrario lo que ocurre en el corazón de Juan. Él les dirá: "Quien se lleva a la
novia es el novio. El amigo del novio que está escuchando se alegra de oír la
voz del novio. Por eso mi gozo es perfecto. Él debe crecer y yo disminuir"
(Juan 3, 22-29).
Queridos hermanos que podamos crecer durante el tiempo que
nos queda de vida (no solamente durante los tiempos litúrgicos puntuales como
el Adviento) para que al celebrar la Navidad próxima en 6 meses celebremos la
humildad de Dios, con el sentimiento de estar alegres de verdad, sirviéndoles en
la oración, en el cuidado de los más pobres y de aquellos que Él nos ha
confiado y que nos permita disminuir, borrarnos ante Él.
La más grande libertad es la humildad , la pobreza del
corazón. "Bienaventurados los pobres de corazón": esta es la
enseñanza del pesebre. Pidámosle al Señor la alegría de disminuir y poderlo ver
crecer a la vez en nosotros.
Gracias San Juan Bautista!
Otra reflexión anterior sobre esta solemnidad:
https://padregusqui.blogspot.com.co/2014/06/24-de-junio-del-2014-solemnidad-del.html
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