"No tengáis miedo"
Como bautizados somos portadores de una Buena Noticia para todo el
mundo. Testimoniar nuestra fe puede despertar reacciones negativas. A menudo,
la Buena Noticia incomoda, interpela, cuestiona. Ante todo esto, el Señor nos
asegura su presencia y su sostenimiento. "No tengáis miedo", nos dice
Jesús: "yo estoy aquí para liberarlos de sus miedos y sus temores."
Jesús trabaja para
tranquilizar a sus discípulos ante las dificultades de la misión que les
espera. Por ello, el estribillo que puntúa este discurso: "No tengáis
miedo...
" La misión es exigente y
la audiencia puede resistir incluso lo que es una buena noticia. Pero no es suficiente
no temer:
tienes que atreverte.
Atreverse a anunciar el Evangelio “en el techo" y atreverse a declararse,
"frente a los hombres", seguidor de Jesús. Confía en el amor del Padre
y en la intercesión de Jesús ante el Padre.
Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías
(20,10-13):
Dijo Jeremías: «Oía el cuchicheo de la
gente: "Pavor en torno; delatadlo, vamos a delatarlo." Mis amigos
acechaban mi traspié." A ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo
cogeremos y nos vengaremos de él." Pero el Señor está conmigo, como fuerte
soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su
fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará. Señor de los ejércitos, que
examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que
tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa. Cantad al Señor, alabad al
Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 68,8-10.14.17.33-35
R/. Que me escuche tu gran bondad,
Señor
Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R/.
Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mí. R/.
Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos.
Alábenlo el cielo y la tierra,
las aguas y cuanto bulle en ellas. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los Romanos (5,12-15):
Hermanos:
Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el
mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres,
porque todos pecaron. Porque, aunque antes de la Ley había pecado en el mundo,
el pecado no se imputaba porque no había Ley. A pesar de eso, la muerte reinó
desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una
transgresión como la de Adán, que era figura del que había de venir, Sin
embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por la transgresión de
uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia
que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san
Mateo (10,26-33):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No tengáis
miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada
hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno
día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a
los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede
destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos
cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro
Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso,
no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones. Si uno se
pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi
Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante
mi Padre del cielo.»
Palabra del Señor
A guisa de introducción:
Es el ser humano malo por naturaleza?
William
Golding, escritor inglés ganó el Premio Nobel de Literatura en 1983. Él es el
autor de la famosa novela llevada al cine "El señor de las moscas" y
donde se pregunta si el hombre es bueno o malo por naturaleza? A partir de su
experiencia militar donde presenció torturas, abuso de poder que causaron
tantas muertes; en toda su obra literaria Golding cuestionará lo que le había
inculcado su padre sobre la fe en la bondad innata del hombre.
La
Biblia desde el principio y a partir del relato de la caída del hombre, del
pecado de Adán y Eva nos quiere hacer comprender "el defecto de fábrica del ser
humano"- como llamaba cierto autor- y que la teología llamará el pecado original. En todo ser humano
conviven esas dos tendencias, tanto a hacer el bien como a hacer el mal. Si
Dios creó al hombre bueno porqué apareció la soberbia, la desobediencia, el
homicidio? Este es el misterio del mal.
Las
lecturas de este domingo hacen alusión precisamente a malos comportamientos
humanos. En la primera lectura Jeremías, profeta que vivió a mediados del Siglo
VII, está en la mira de sus perseguidores, quienes no lo quieren y desean su
muerte por ser fiel a su vocación de
profeta que anuncia y denuncia. Recuerda al pueblo la alianza hecha con Dios y
por otro lado les echa en cara su maldad e infidelidad, a las autoridades que
abusan del poder, oprimiendo y explotando sobre todo a los pobres. Lógicamente
esto no le agrada mucho a sus enemigos que "cuchichean", hablan
contra el emisario de Dios y desean su muerte.
Toda
la historia sagrada no es sino una constante batalla entre el bien y el mal, desde el
Génesis hasta el Apocalipsis, asistimos a la trascendental lid que se prolongará hasta el día en
que Dios declare su victoria total contra el mal, el pecado y la muerte;
aclarando que por la muerte de Jesús tanto el mal como el pecado han sido ya
vencidos, la última enemiga a ser vencida será la muerte (1 Corintios 15,26), cuando Jesucristo vuelva
por segunda vez a instaurar su Reino y a juzgar a vivos y muertos.
Tanto
Jeremías, Pablo como Jesús, quienes nos ofrecen sus experiencias de fe en este
domingo, comprendieron que donde hay fe en Dios, donde hay amor, no puede haber
temor ante los malvados.
Ante
el mal, el creyente no puede acobardarse, mucho menos amilanarse ni hacerse
cómplice de los malvados. Si la confianza se pone totalmente en Dios, si se
cree que Él camina al lado de quienes son fieles y justos, éstos no tienen por
qué temer a sus enemigos. Pablo corrobora la misión que ha cumplido Cristo, quien
por su muerte y resurrección por la humanidad, ha vencido definitivamente sobre
el mal de este mundo; la gracia
sobreabunda. En el triunfo de su Hijo, Dios Padre nos dice que el justo por su
fe vivirá (Habacuc 2,1-4).
Alegrémonos
pues en este domingo 12o ordinario, que está llamado a que lo vivamos
extraordinariamente. Que el Señor nos evite preguntarnos tanto sobre el por qué
de la existencia del mal y más bien nos inspire e ilumine con su Espíritu para
colocarnos del lado de la bondad, al ejemplo de Jeremías.
Que
hoy como San Pablo tengamos la seguridad de que la muerte y resurrección de
Jesús nos otorga por el bautismo la gracia de luchar contra el mal y vencerlo.
Que a pesar de las malas noticias que nos informan diariamente el aparente
triunfo del mal, no nos tornemos inseguros, miedosos ni titubeemos, ni mucho
menos reneguemos de nuestra fe, pues Jesús nos dice en el evangelio que se debe
tener preferiblemente miedo a hacer el mal y ser privados de la salvación
eterna prodigada por el sacrificio de Cristo.
Que
María, Madre de gracia y de Misericordia, nos acompañe en nuestro caminar, que
ella nos inspire la oración y en nuestro trabajo diario para hacer de nuestro
mundo, de nuestras comunidades, de nuestra Iglesia, lugares más fraternos, más
justos y más humanos, venciendo las tentaciones y triunfando como su Hijo
Jesucristo sobre el mal. Amén!
Aproximación psicológica al texto del
Evangelio:
Vivan su fe mismo ante
la amenaza y en el peligro
Jesús introduce en el misterio del Reino a quienes lo escuchan,
no comunicándoles informaciones teológicas suplementarias sino a partir de sus vivencias
inmediatas. Él los sensibiliza sobre la dimensión espiritual de su existencia,
a partir de lo que ellos ya saben, de lo que ya hacen, y lo que ellos son ya.
Él no se propone emprender una religión marginada de la vida
o un nuevo sistema de conocimientos para iniciados. Jesús se limita a ayudar a
la gente a abrir sus ojos, a llegar a ser conscientes de lo que viven, Él se
propone darles acceso al misterio que cada hombre, cada mujer porta en su
propia profundidad.
Pero atención! Jesús no viene para encerrar a la gente en su
experiencia interior. Si Él quiere liberarlos de la opresión de la Ley o de la
superficialidad de una existencia sumergida o fundida en los bienes materiales,
no es para hacerles caer en la alienación de una fe individualista.
Es en el gran día (o sea en el día del peligro, de las
amenazas, de los miedos) que la fe debe ser proclamada, y esto, con los riesgos
de los peligros que corre aquel que la proclama con sus actos y con su vida
(testimonio).
En este sentido, la famosa frase: "El Reino de Dios está dentro de ustedes", no es más que
un error de traducción! Todos los exegetas traducen ahora este pasaje de la
siguiente manera: "El Reino de Dios
está entre ustedes" (Lucas 17,20-21). El Reino de Dios es una realidad
que nos toca íntimamente, pero que también nos supera. La fe es el reconocimiento por el hombre del
misterio de Dios, que lo engloba, pero ella también es una adhesión concreta al
proyecto de Dios que se construye en la historia.
De tal modo que, llegar a ser discípulo de Jesús, es por una
parte entrar en sí mismo para buscar
a Dios en su propia profundidad, como Jesús lo ha hecho. Pero también llegar a
ser discípulo de Jesús es salir de sí
mismo, para "buscar el Reino y
la justicia de Dios" (Mateo 6,33) en un compromiso también concreto
como el de Jesús en la búsqueda de Dios y de la liberación del hombre. No hay una
fidelidad interior que no deba ser
descubierta en gestos concretos, no hay una opción personal para el
evangelio que no deba ser conocida a
través de un estilo de vida totalmente visible que provoque enfrentamientos con el ambiente.
Jesús no ha escondido ni su opción por Dios ni su solidaridad
con los que sufren (pecadores, enfermos, marginados…), y El espera que nosotros
en calidad de discípulos suyos hagamos lo mismo. Y en este llamado, Él nos da
la seguridad que, como Él, la asistencia de Dios nos hará sobrevivir ante todos
los conflictos que nuestra fe nos hará vivir en el ambiente agreste donde vivimos.
Reflexión Central:
No tengáis miedo
Llevar la Palabra del Señor siempre ha sido una gran y bella
misión. Pero todos sabemos que esta tarea implica dificultades y sufrimientos.
La liturgia de este domingo nos ha permitido escuchar en la
primera lectura las lamentaciones o quejas del profeta Jeremías: " Oía el cuchicheo de la gente… delatadlo!"
A él le cuesta mucho proclamar la palabra que Dios le ha confiado y ha
puesto en sus labios. Su fe es una puesta a prueba, pero él se vuelve al Señor
para que lo defienda. Dios le ha prometido estar con él para librarlo de sus
perseguidores.
Hasta en la adversidad Dios permanece cercano a nosotros. En
signo de agradecimiento, el profeta termina su oración con una alabanza: " Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró
la vida del pobre de manos de los impíos.» Esta misma acción de gracias es
la que elevamos hacia el Señor nosotros hoy. Como dice el apóstol Pablo:
"Nada nos podrá separar de su amor". En su carta a los Romanos, Pablo
hoy nos habla de la humanidad hundida en el pecado: "…por un solo hombre
entró el pecado en el mundo…" Esta presencia del mal, nosotros la
constatamos todos los días. Mas este régimen de pecado no puede tener la última
palabra. Por su muerte y resurrección, Cristo ha inaugurado el régimen universal
de la salvación. En otra ocasión Pablo dirá: "Allí donde el pecado ha abundado, la gracia ha
sobreabundado". Se ha hablado mucho del "pecado original",
pero quizás poco de la "gracia original" obtenida por Cristo.
Entonces sí, no debemos temer; es lo que Jesús nos recuerda este
domingo. Con el profeta Jeremías, el apóstol Pablo y muchos otros, nosotros
somos enviados a anunciar la Palabra de Dios. Nuestra misión es revelar aquel
que tiene "palabras de vida
eterna". Esta misión no está exenta de dificultades. Los cristianos en
todo el mundo, cada día se ven enfrentados a la incredulidad, a la
indiferencia, a la burla…Se les acusa de propagar una "ideología
oscurantista", pero el Señor nos alienta, nos da la seguridad diciéndonos:
"no tengáis miedo…Yo estoy con
ustedes".
Cuando San Mateo escribe su evangelio, los cristianos son
perseguidos, torturados y condenados a muerte. Y esto aún se constata hoy, por
eso necesitamos escuchar de nuevo esta palabra del Señor: "No tengáis miedo…no
temáis". Los hombres más mal intencionados pueden matar el cuerpo pero no
pueden matar el alma. Ellos no pueden luchar contra nuestro dinamismo, nada
pueden contra nuestra confianza. Ellos
no pueden hacernos dudar del amor de Dios. No es el momento de claudicar, de
tirar la toalla, pues el mal no tendrá la última palabra. Cristo Resucitado
quiere asociarnos a todos a su victoria sobre el pecado y la muerte.
Hermanos, como cristianos en el mundo de hoy, estamos
entonces llamados a acoger a Cristo y ponerlo en el centro de nuestra vida.
Este amor que Él pone en nosotros, debemos anunciarlo, irradiarlo alrededor de
nosotros. Muchos cristianos se organizan para difundir su mensaje en la
televisión, la prensa, el Internet y por todos los medios que están a su
disposición. Cristo cuenta con el compromiso de todos sus discípulos para que
su evangelio sea proclamado a todas las naciones…
El Evangelio de este domingo se termina con una advertencia
muy seria: "Si uno se pone de mi
parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del
cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre
del cielo.»
No debemos temer comprometernos sin reticencia, sin peros,
por Cristo.
En ambientes hostiles, indiferentes, no es fácil testimoniar
su fe. Y por lo tanto, hasta los niños
nos dan ejemplo. Muchos prefieren morir antes que renegar de su fe en Cristo.
Esto es importante para nosotros: nosotros podemos contar siempre con Cristo, mismo,
cuando todo va mal.
La Buena Nueva de este domingo es que Dios no nos abandona;
por el contrario, Él nos protege, nos cuida. Él está a nuestro lado en nuestro
combate contra las fuerzas del mal. Su amor nos ha adquirido a todos una vez y
para siempre y nada podrá separarnos de Él. Más allá de la Cruz, se encuentra
la certeza de la resurrección, que celebramos cada domingo.
Al igual que Jeremías, que Jesús y Pablo, somos enviados.
Ahora, en el trabajo, en vacaciones, en nuestros momentos de descanso, es
también el momento favorable para ser simples y auténticos testigos.
Que el Espíritu Santo esté siempre con nosotros para que nos
ayude a dar razón de la esperanza que nos anima. Y que María, nuestra madre del
cielo, nos acompañe en nuestro caminar. Amén!
Cristo tuvo miedo?
Por: P. Alberto Ramírez Mozqueda
El miedo, la angustia y la ansiedad han llegado a ser los malestares comunes de nuestro tiempo. Ciertamente los hombres de todos los tiempos han tenido que soportar los miedos desde el momento de nacer hasta la muerte. El niño tiene miedo de la oscuridad, de los que le gritan o le abandonan, el adolescente en una primerísima etapa tiene miedo del otro sexo y se encierra en complejos de timidez y de inferioridad, y el adulto experimenta la angustia del mundo, del futuro, de la violencia y los asaltos, el que va llegando a los cuarenta, siente que ya no habrá oportunidades para él, etc., pero la época actual tiene sus propios miedos, acentuados definitivamente desde aquél fatídico 11 de septiembre en New York.
Hoy tenemos miedo de nuestros propios adelantos científicos creados por el hombre mismo, y nos angustia una guerra nuclear, la contaminación ambiental, e incluso tonteras como las niñas y las adolescentes que evitan a toda costa tener un kilo o un gramo de más que les haría verse “tremendamente gordas”.
Por eso me llama poderosamente la atención repasando el capítulo 10 de San Mateo, que hace decir a Cristo tres veces en el término de unos cuántos renglones: “No tengan miedo...”. Y eso me hizo preguntarme: ¿Cristo mismo no tendría miedo alguna vez? Y como saben que soy muy atrevido, pues quise preguntarle directamente: “Señor Jesús, sabemos que tú eres el Hijo de Dios, que vives siempre en la presencia del Padre y que eso llena por completo tu corazón. Sin embargo, también eres hombre, y por los días de tu vida terrenal, quisiste tomar sobre ti todas las situaciones que acompañan la vida de los hombres. Por eso quiero preguntarte si alguna vez experimentaste el miedo de los hombres”.
Y la respuesta vino espontánea: “Si efectivamente, no hubiera sido hombre si no hubiera experimentado a ese hermano gemelo que llevan todos los hombres desde que nacen y con el que tienen que convivir hasta la muerte. Pero el miedo crucial al que yo tuve que enfrentarme, vino precisamente en aquellas horas pasadas en el huerto de Getsemaní en Jerusalén, la noche de mi aprensión. Yo venía de la cena de despedida de mis apóstoles, de mis queridos apóstoles. Ahí experimenté toda la gama de sentimientos que puede tener un hombre en esas circunstancias, el miedo a dejar a los mío, el miedo a la suerte que pudieran correr en el mundo, el miedo de no volverlos a ver más en este mundo, pero al mismo tiempo la alegría de que ya se avecinaba: el envío del Espíritu Santo que haría mis hombres, gentes valientes e intrépidas, para llevar a todos los hombres la palabra de salvación que pronto se les confiaría. Esa noche experimenté el consuelo de la compañía de mis hermanos y confidentes, los apóstoles, de manera que ya te puedes imaginar mi estado de ánimo, y así llegué al huerto para hacer oración. Invité a mis apóstoles, pero sería por la cena, sería por el cierto temor ante lo que veían como algo inminente, se me quedaron dormidos, y me encontré de pronto solo ante el fin que ya preveía, mi propia muerte en condiciones de verdadera injusticia y de atormentadora crueldad. Y el miedo que experimenté fue crucial, de manera que mis vasos capilares no resistieron tanta presión, al grado de reventarse, y de pronto me vi manchado de sangre de la frente que bañaba mi rostro y mis manos. Esa noche supliqué a mi Padre que pasara de mí aquél tormento terrible que se avecinaba, pero también le dije que dispusiera de mí a su antojo, pues primero estaba el mensaje y la salvación que él mismo me había confiado. Y vino la consolación, sentí la presencia de mi Buen Padre Dios, me sentí amado por él y aunque las circunstancias indicaran otra cosa, sentí que el Padre nunca me abandonaría, ni abandonaría a la humanidad a la que venía a salvar. Por eso, pude levantarme sereno, al encuentro con mis enemigos, que ya se encontraban en el mismo huerto, esperando el momento propicio para aprehenderme. Me vi tremendamente sorprendido al darme cuenta que uno precisamente de los míos, de los que yo había escogido, de los que yo había instruido y precisamente uno de los que yo había amado, viniera al frente, para entregarme con un beso a los que había venido a aprenderme”.
Yo seguí con verdadera emoción las palabras de Jesús, y así pude comprender el porqué el miedo a lo desconocido, al futuro y a la muerte, no tiene ya razón de ser, porque Jesús venció a todo ello y nos invita a situarnos ante el Buen Padre Dios, en los que desaparecerán todos nuestros miedos y nuestras angustias. Y así recordé que esa palabra: “No tengan miedo”, es crucial y abundantísima en toda la Escritura santa, y muchas personas la escucharon, así Abraham cuando fue invitado a dejarlo todo para ir tras de un Dios desconocido, para fundar un pueblo a mucha distancia de su propio lugar, lo mismo que Moisés cuando fue enviado a liberar al pueblo hebreo de la mano de los egipcios. Cómo se resistió el pobre de Moisés, y cómo se resistían los profetas del pueblo hebreo, poniendo miles de pretextos para cumplir con las misiones que se les confiaban: Yo no sé hablar, yo soy muy pequeño, yo no soy digno... Pero al final el Señor los convencía y les daba su gracia, y así podemos escuchar a Jeremías, que fue muy perseguido por las cosas que tenía que anunciarle al pueblo: “Pero el Señor, guerrero poderoso, está a mi lado: por eso mis perseguidores caerán por tierra y no podrán conmigo”. Bendita palabra “El Señor está conmigo”, que todos podemos repetir, pues Cristo mismo aseguró como última palabra sobre la tierra: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”.
Y recordé que gentes muy importantes cercanos al corazón de Cristo también escucharon el famoso “No tengan miedo”, los mismos apóstoles, muchas veces como cuando atravesaban con mucha dificultad el lago de Galilea y vieron venir de pronto a Jesús avanzado sobre las aguas en medio de la noche. José el esposo virginal de María, experimentó aquél “No tengas miedo”, cuando se dio cuenta que su amada esposa estaba esperando un hijo, que no era suyo. El ángel le revela la verdad en aquel sueño que hizo que él se levantara gozoso a preparar todo para la boda. ¡Y qué delicia! La mismísima Virgen María, cuando se siente cercana al ángel de luz que le anunciaba que con su consentimiento sería la Madre de Jesús, el Hijo de Dios, ella se atemoriza, se angustia, no sabe qué contestar, no sabe cómo reaccionar, y el ángel tiene que tranquilizarla primero: “No temas María...” dándole luego la explicación natural que ella pedía para poder decir entonces luminosamente: “He aquí la esclava del Señor”.
Por eso hoy podemos escuchar como dirigido a nosotros el triple bendito: “No temas”, de parte de Jesús, de parte del Buen Padre Dios y de parte del Espíritu Santo. Ahí está el secreto para vencer nuestros miedos, nuestros temores y nuestras angustias, en el momento en que experimentemos la agradable presencia del Señor en nuestras vida, en el momento en que pongamos toda nuestra voluntad en sus manos y en el momento en que nos confiemos totalmente en su providencia amorosa, para poder decir con San Pablo: “Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros?” O con el mismo Pablo: “Pero en todo esto salimos más que vencedores gracias a aquel que nos ha amado”, o con el mismísimo Salmo 27: “Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor no me abandonará”.
Esa es nuestra convicción, Dios no nos abandonará, por eso saldremos triunfantes, haremos a un lado nuestros temores, y ayudaremos a construir un mundo de paz, de cordialidad y de profunda comunión con todos los hombres de la tierra.
3
Del Padre Calixto:
De parte de Dios
“Si uno se pone de mi
parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del
cielo”. San Mateo,
cap.10.
Yo no entiendo, explicaba un joven. A uno le nacen deseos,
iniciativas, pero la gente no ayuda. Ahora todo se reduce a dinero y
diversiones. Si yo les cuento a mis amigos que trabajo los sábados en un barrio
pobre, me van a decir que soy un tonto. Alguna vez he pensado ser sacerdote
para ayudar a los más necesitados. Pero ni en mi casa me van a entender.
Los primeros cristianos debieron confesar a Cristo ante los
tribunales del imperio romano. Hoy nos toca a nosotros ponernos de parte de
Jesús en circunstancias diversas, pero siempre difíciles.
Monseñor Dominique Tang, administrador apostólico de Cantón,
pasa veintidós años como prisionero en una cárcel china.
Monseñor Helder Cámara se coloca de parte de los pobres, de
los oprimidos, aunque tenga que sufrir amenazas y persecuciones.
El doctor Avery se sumerge en un campo de refugiados de
Somalia. Allí todo escasea menos la muerte. El consumo diario de agua se limita
a tres cucharaditas por persona. Otros médicos llegan, pero regresan a los
pocos días, desconsolados ante tanta miseria. El doctor Avery permanece. Se ha
colocado definitivamente de parte de Cristo.
En la junta directiva de una empresa, alguien defiende a los
más débiles, aunque los intereses de los dueños corran riesgo.
Una maestra rural rehúsa su traslado a la ciudad, porque sabe
que nadie vendrá a reemplazarla.
Un estudiante de bachillerato rechaza un dinero que tiene por
objeto comprar su conciencia.
Un sacerdote emprende una obra social sin recursos, contando
únicamente con la providencia. No puede esperar que los niños sigan padeciendo.
Un abogado gana menos, pero se siente mejor defendiendo la
causa de los pobres.
Nos ponemos de parte de Dios, cuando en nuestra conciencia
tomamos partido por la paz, la honradez, la justicia, el progreso. Cuando
luchamos por un sólido cambio social, comunitario y cristiano.
Cuando unimos nuestras inquietudes a las de nuestros amigos
para defender la dignidad de nuestro pueblo. Cuando mentalizamos de evangelio
nuestro hogar, nuestra clase, nuestro grupo, nuestro círculo de amistades.
Recordemos que nos aguarda una admirable recompensa: “Si uno
se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi
Padre del Cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante
mi Padre del cielo”.
4
"No temer a nadie"
dijo Jesús
a sus apóstoles: «No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que
no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse…”
Mateo 10:26
Esta línea es pronunciada por
nuestro Señor en el contexto de la preparación de los Doce para las
persecuciones que están por venir.
Antes de este pasaje, Jesús
dijo: “Pero guardaos de la gente, porque os entregarán a los tribunales y os
azotarán en sus sinagogas, y seréis llevados ante gobernadores y reyes por
causa de mí, para testimonio ante ellos y los paganos.” Después de
decir mucho más acerca de las persecuciones por venir, Jesús les da cierta
esperanza y aliento en el pasaje anterior.
En primer lugar, Jesús aborda
directamente uno de los efectos que sufren muchas personas cuando se encuentran
con algún tipo de persecución: el miedo. “No temáis a nadie”,
dice. El miedo puede consumir a una persona cuando carece de fe en el
cuidado de Dios por ella, permitiendo que la ansiedad y la preocupación se
apoderen de ella. Cuando podamos mantener nuestros ojos fijos firmemente
en Cristo y disipar los ataques que recibimos en la vida, permaneceremos
confiados en la verdad de Dios y no seremos disuadidos por las mentiras.
Jesús también es muy
consciente del hecho de que el miedo puede volverse abrumador. Este es
especialmente el caso cuando debemos soportar cualquier forma de persecución o
prueba severa.
Por lo tanto, Él dice unas
palabras consoladoras a los Doce para ayudarlos a tener esperanza. “Nada
hay encubierto que no haya de ser revelado, ni secreto que no haya de saberse”. Esta
es una referencia al final de los tiempos cuando Jesús regrese a la tierra para
el Juicio Final.
En ese momento, cada ataque
engañoso que la gente ha soportado saldrá a la luz para que todos lo
vean. Todas las virtudes, incluidas todas las virtudes ocultas, también
saldrán a la luz. Al final, la verdad reinará y todos serán juzgados por
la Verdad de Dios. Esto debería ser muy consolador para aquellos que han
sufrido injusticias en la vida.
La persecución viene en muchas
formas. Por supuesto, la persecución en nuestra contra debido a la fe es
la peor forma de persecución. Pero la mayoría de las veces, la persecución
se presenta de otras formas.
Los celos hacia otro podrían
llevar a chismes sobre ellos.
Revelar los pecados de otro de
manera pública es el pecado de detracción y es una forma de persecución.
La agresión pasiva, la
calumnia, el “tratamiento silencioso” y mucho más son todas formas de
persecución.
Cada vez que una persona
intenta infligir algún tipo de daño a otra, esto es persecución.
Una tendencia común que
encuentran las personas cuando alguien les ha hecho daño de alguna manera es
devolver el daño causado.
No hay nada de malo en
defendernos diciendo la verdad con amor. Pero con demasiada frecuencia, el
dolor experimentado se convierte en un miedo que nos consume o en un ataque
contra quien nos hizo daño. Cuando se siente esta tentación, las palabras que Jesús nos dirige hoy son de gran ayuda y
liberación. Al final, ninguna injusticia será ignorada. Todo mal será
tratado por la justicia y la misericordia de Dios, y el orden perfecto y la
verdad serán completamente restaurados para la eternidad.
Reflexiona hoy sobre cualquier
lucha que tengas con el miedo. Mientras lo haces, reflexione sobre las
palabras de Jesús una y otra vez. "No temer a nadie." No
te dejes controlar por ninguna injusticia que te inflijan. Por el
contrario, mantente confiado en la verdad y, si alguna injusticia no puede
corregirse aquí y ahora, mira hacia el final de los tiempos cuando todo saldrá
a la luz de acuerdo con la mente y la justicia de Dios.
Mi valiente Señor, soportaste
tantas burlas y tratos duros, pero nunca permitiste que eso te detuviera de tu
divina misión de amor. Por favor, libérame de todo temor y dame coraje
cuando enfrente las injusticias de la vida para confiar en que Tú corregirás
cada error al final. Jesús, en Ti confío.
Para la revisión de
vida:
1. Hoy Jesús por tres
veces dice: "No tengáis miedo"…No temáis. Sera acaso porque el miedo es
común entre nosotros? Si, sin ninguna duda, pero Jesús no dice que tener miedo
sea malo. Él nos invita, a partir de esos miedos que se apoderan de nosotros, a
escuchar su voz cerca de nosotros: "no tengáis miedo" porque Dios es
fiel, su voz puede animarnos a que dejemos de lado, en su justo lugar, los
miedos pasajeros. Estemos atentos, en estos días, a aquello que puede causarnos
miedo: tal persona, tal vivencia…Escuchemos cómo esa voz amante diciéndonos
"no tengáis miedo", llega para convertir nuestros corazones.
2. La historia de los
gorriones, la pequeña alusión a estas avecillas, aparentemente anecdótica, es
central. Jesús nos invita a descubrir, gracias a la contemplación de lo que
vemos y vivimos, la bondad activa de Dios, en la obra de la creación, y su
preocupación por cada uno de nosotros. Es de ahí que nacerá, ante todo, una
verdadera confianza en Dios, fruto de nuestra experiencia, visitada por el
Espíritu. Es de ahí que nacerán, con esta confianza, la gratitud y la alegría
ante un Dios tan bueno. Esta alegría, preciosa, también es frágil: Jesús lo
sabe, es por ello que Él nos invita a la vigilancia. No nos dejemos robar esta
alegría…por los miedos de todo tipo.
La Eucaristía nos
mantiene dentro de este impulso fundamental de acción de gracias por el don de
Dios en Jesús: celebremos esta alegría, este domingo!
Oración-
contemplación
Bendito seas tú, Dios
nuestro Padre,
desde los orígenes tú
has estado cerca de nosotros
y tu gracia nos hace
crecer en la fe.
Bendito seas tú por los
profetas
que nos han dado a conocer
tu palabra
y tu plan de salvación.
Bendito seas por tu
Hijo Jesús
que ha venido a
revelarnos lo que estaba escondido
y nos ha recordado tu
amor incondicional
para todos tus hijos.
Él ha dado su vida en
la cruz
para que seamos
liberados del pecado
y vivamos en plenitud.
Bendito seas tú, Señor
por nuestra comunión
del pan de vida.
Sabemos que tú estás ahí, en la Eucaristía
presente en nuestros corazones,
y que podemos siempre
contar contigo.
Amén!
Referencias
bibliográficas:
http://vieliturgique.ca
http://prionseneglise.ca
http://ciudadredonda.org
(para los textos integrales de la liturgia)
HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus
http://catholic.es
http://dimancheprochain.org
http://versdimanche.com
http://tejasarriba.org
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por visitar mi blog, Deje sus comentarios que si son hechos con respeto y seriedad, contestaré con mucho gusto. Gracias. Bendiciones