15 de febrero del 2024: jueves después del miércoles de Ceniza
Opción de vida
(Deuteronomio 30, 15-20; Lucas 9, 22-25) Aunque tantos factores nos condicionan, siempre tenemos margen de maniobra para dirigir nuestra vida. Por tanto, los textos de hoy nos invitan a elegir. El libro de Deuteronomio nos exhorta a elegir la vida, escuchando las “leyes de vida” dadas por Dios. Jesús nos invita a seguirlo, aquel que acepta perderlo todo en fidelidad a su parte esencial: ser testigo del amor infinito del Padre. ■
Jean-Marc Liautaud, Fondacio
(Deuteronomio 30, 15-20) Elegir la vida es elegir al Señor, sus mandamientos, sus caminos. Es vivir en su amor y dejar que este amor nos guíe, nos inspire. Es caminar de la mano con los hermanos que han puesto el mismo amor en el corazón de sus vidas. Elegir la vida, es siempre elegir el amor.
Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio (30,15-20):
MOISÉS habló al pueblo, diciendo:
«Mira: hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Pues yo
te mando hoy amar al Señor, tu Dios, seguir sus caminos, observar sus
preceptos, mandatos y decretos, y así vivirás y crecerás y el Señor, tu Dios,
te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para poseerla.
Pero, si tu corazón se aparta y no escuchas, si te dejas arrastrar y te postras
ante otros dioses y les sirves, yo os declaro hoy que moriréis sin remedio; no
duraréis mucho en la tierra adonde tú vas a entrar para tomarla en posesión una
vez pasado el Jordán.
Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra. Pongo delante de
ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que
viváis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz,
adhiriéndote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que juró
dar a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 1
R/. Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza en el Señor
V/.
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.
V/. Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
V/. No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(9,22-25):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos,
sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».
Entonces decía a todos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz
cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que
pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo
entero si se pierde o se arruina a sí mismo?».
Palabra del Señor
¿El mundo o tu alma?
¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se
arruina a sí mismo?».
Muchas personas sueñan con ganar la lotería. Y muchas veces, el sueño es por muchos millones de dólares. Imagina lo que harías si te convirtieras en millonario o multimillonario al instante. ¿Te encuentras soñando despierto con esto?
Si es así, tal vez la pregunta anterior sea buena para reflexionar. ¿De qué te sirve si ganas la lotería más grande de la historia, te conviertes en la persona más rica sobre la faz de la Tierra, pero te falta la gracia de Dios en tu vida y te falta fe? ¿Cambiarías tu fe por ser excepcionalmente rico y ganar el mundo entero? Muchas personas probablemente lo harían, de lo contrario Jesús no habría hecho esta pregunta.
Muy a menudo en la vida tenemos las prioridades equivocadas. Buscamos la satisfacción y la gratificación instantáneas por encima de la plenitud eterna. Es difícil para muchas personas vivir con una perspectiva eterna.
Algunos pueden decir: “¡Bueno, elijo ambos! ¡Quiero el mundo entero y la salvación de mi alma!” Pero la pregunta de Jesús presupone que no podemos tener ambos. Debemos decidir cuál elegimos seguir. Elegir una vida de fe y la salvación de nuestras almas requiere que dejemos muchas cosas en este mundo. Incluso si Dios fuera a bendecirnos con mucho en este mundo, debemos esforzarnos por vivir de tal manera que estemos listos y dispuestos a “renunciar” si fuera beneficioso para nuestra salvación eterna o la salvación de los demás. Esto es difícil de hacer y requiere un amor muy profundo de Dios. Requiere que estemos convencidos, en el nivel más profundo, de que la búsqueda de la santidad es más importante que cualquier otra cosa.
Reflexiona hoy sobre esta profunda pregunta de Jesús. Has de saber que Él te lo plantea. ¿Cómo respondes? No dudes en hacer de Dios y de su abundante misericordia el foco central de tu vida. La Cuaresma es una de las mejores épocas del año para mirar seriamente el deseo y la meta más fundamental de tu corazón. Elígelo a Él por encima de todo y estarás eternamente agradecido de haberlo hecho.
Mi eterno Señor, al entrar en esta temporada de Cuaresma, dame la gracia que necesito para ver mis prioridades. Ayúdame a discernir honestamente cuál es la motivación más fundamental y central de mi vida. Ayúdame a elegirte por encima de todo para que ayudes a que todo en mi vida se ordene de acuerdo con tu santa voluntad. Jesús, en Ti confío.
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