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14 de marzo del 2025: viernes de la primera semana de Cuaresma

 

Cuestión de prioridad

Mateo 5:20-26

“Deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve primero y reconcíliate con tu hermano.”»

Más que una invitación, es casi una orden que Jesús nos dirige hoy: ¡prioridad a la reconciliación fraterna! El misterio de un Dios que acepta hacerse a un lado y pasar a un segundo plano. Lo cual no significa que lo olvidemos: en el corazón del gesto fraterno del perdón y de la reconciliación se manifiestan precisamente su amor y su misericordia.

Bertrand Lesoing, sacerdote de la comunidad de San Martín


(Ezequiel 18: 21-28) En cualquier momento, es posible que nos apartemos de la justicia y hagamos lo que está mal a los ojos de Dios. Lo que importa entonces es la actitud del corazón que se reconoce frágil: reprimir constantemente nuestras malas inclinaciones esforzándonos por vivir día tras día en fidelidad al Señor.


(Mateo 5, 20-26) Jesús no me dispensa de ajustarme a los mandamientos de Dios. Al contrario, me pide que me amolde a él hasta lo más profundo de mi ser. Me llama a entrar, incluso en mis fibras más íntimas, en la moral de Dios.

 


 

Primera lectura

Lectura de la profecía de Ezequiel (18,21-28):

ESTO dice el Señor Dios:
«Si el malvado se convierte de todos los pecados cometidos y observa todos mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá. No se tendrán en cuenta los delitos cometidos; por la justicia que ha practicado, vivirá. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado —oráculo del Señor Dios—, y no que se convierta de su conducta y viva?
Si el inocente se aparta de su inocencia y comete maldades, como las acciones detestables del malvado, ¿acaso podrá vivir? No se tendrán en cuenta sus obras justas. Por el mal que hizo y por el pecado cometido, morirá.
Insistis: No es justo el proceder del Señor. Escuchad, casa de Israel: ¿Es injusto mi proceder? ¿No es más bien vuestro proceder el que es injusto?
Cuando el inocente se aparta de su inocencia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él salva su propia vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá».


Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 129,1-2.3-4.5-7a.7bc-8


R/.
 Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?



V/. Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.

V/. Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor. R/.

V/. Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R/.


V/. Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y el redimirá a Israel
de todos sus delitos. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,20-26):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil” tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la “gehena” del fuego.
Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo».

Palabra del Señor

 

 

*************

1

Homilía: La Misericordia de Dios y la Reconciliación

Lecturas:

Ezequiel 18, 21-28: Dios no se complace en la muerte del pecador, sino en que se convierta y viva.

Salmo 130(129): "Desde lo hondo a ti grito, Señor."

Mateo 5, 20-26: La justicia del Reino de Dios exige reconciliación y pureza del corazón.

 

Introducción


Queridos hermanos y hermanas, en este tiempo de Cuaresma la Iglesia nos invita a reflexionar sobre la conversión, el perdón y la reconciliación. Las lecturas de hoy nos muestran el corazón misericordioso de Dios, que no quiere la muerte del pecador sino su conversión. Y Jesús nos lleva más allá: nos llama a una justicia mayor, que no solo evite el pecado externo, sino que transforme nuestro corazón.

 

1.    La Conversión: Un Camino de Vida

En la primera lectura, el profeta Ezequiel nos recuerda que Dios no condena a nadie por su pasado, sino que espera la conversión del pecador. No importa cuán lejos hayamos caído, siempre hay esperanza si nos volvemos a Dios con sinceridad. A la vez, es un llamado a no confiarnos en nuestros méritos pasados, porque la salvación es un camino constante de fidelidad.

2.    La Justicia del Reino: Más Allá del Legalismo

Jesús, en el Evangelio, nos dice que nuestra justicia debe superar la de los escribas y fariseos. No basta con cumplir externamente la ley; Dios quiere un corazón reconciliado, sin resentimientos ni odios. Nos pide que busquemos la paz con nuestros hermanos antes de acercarnos al altar. Esto nos recuerda que la verdadera conversión implica sanar relaciones rotas y ofrecer perdón sincero.

3.    Unidos a Cristo en la Cruz

En este camino de conversión, muchos sufren las consecuencias del pecado, ya sea por sus propias caídas o por la injusticia del mundo. A ellos Jesús los llama a unirse a su Cruz. Cada dolor ofrecido con amor tiene un sentido redentor, pues en la Cruz de Cristo se transforman las penas en gracia y la injusticia en salvación. Oremos especialmente por quienes sufren y, con fe, unen sus heridas a las llagas del Señor.

Conclusión


Hermanos, la Cuaresma es tiempo de gracia para abrirnos a la misericordia de Dios y reconciliarnos con los demás. Acerquémonos al sacramento de la confesión, pidamos a Dios un corazón nuevo y ofrezcamos nuestro sufrimiento como signo de redención. Que la Virgen María nos ayude a caminar en este camino de conversión y amor.

Amén.


2

Más allá del perdón

 

Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo».

 

Mateo 5:26

 


 

¿Nuestro Señor estaba aquí dando consejo legal con respecto a un caso criminal o civil y cómo evitar el enjuiciamiento? Ciertamente no. Nos estaba presentando una imagen de sí mismo como el Juez justo. Y nos exhortaba a mostrar misericordia a todos los que pudieran ser vistos como nuestros "oponentes".

 

El perdón de otro es esencial. Nunca se puede retener. Pero el perdón en realidad ni siquiera es suficiente. El objetivo final debe ser la reconciliación, que va mucho más allá. 

 

En este Evangelio, Jesús nos exhorta a “conformarnos” con nuestros oponentes, lo que implica reconciliación. La versión RSV de la Biblia lo dice de esta manera: “Hazte amigo rápidamente de tu acusador…” Trabajar para fomentar una “amistad” con alguien que te ha acusado, especialmente si es una acusación falsa, va mucho más allá de simplemente perdonarlo.

 

Reconciliarse con otro y restablecer una verdadera amistad significa que no solo perdonas, sino que también haces todo lo posible para asegurarte de restablecer una relación de amor con esa persona. Significa que ambos dejarán atrás su queja y empezarán de nuevo. Por supuesto, eso requiere que ambas personas cooperen en amor; pero, por tu parte, significa que debes trabajar duro para establecer esta reconciliación.

 

Piensa en alguien que te ha hecho daño y, como resultado, tu relación con esa persona se ha visto dañada. ¿Has perdonado en oración a esa persona ante Dios? ¿Has orado por esa persona y le has pedido a Dios que la perdone? Si es así, ahora estás listo para el siguiente paso de acercarte a ella con amor para reparar su relación. Esto requiere mucha humildad, especialmente si la otra persona fue la causa del dolor y especialmente si no te ha dicho palabras de dolor, pidiéndote perdón. No esperes a que lo haga. Busca formas de demostrarle a esa persona que la amas y que deseas curar el dolor. No guardes tu pecado ante ella ni guardes rencor. Busca sólo amor y misericordia.

 

Jesús concluye esta exhortación con palabras fuertes. Esencialmente, si uno no hace todo lo posible para reconciliarse y restablecer su relación, será responsable de ello. Aunque esto pueda parecer injusto al principio, claramente no lo es, porque esta es la profundidad de la misericordia que nuestro Señor nos ofrece todos los días. 


Nunca lamentaremos adecuadamente nuestro pecado, pero Dios perdona y se reconcilia con nosotros de todos modos. ¡Qué gracia! Pero si fallamos en ofrecer esta misma misericordia a los demás, esencialmente limitamos la capacidad de Dios para ofrecernos esta misericordia, y se nos pedirá que paguemos “el último centavo” de nuestra propia deuda con Dios.

 

Reflexiona, hoy, sobre aquella persona que te viene a la mente, con quien necesitas reconciliarte por completo y reavivar una relación de amor. Ora por esta gracia, comprométete con ella y busca oportunidades para hacerlo. Hazlo sin reservas y nunca te arrepentirás de tu decisión.

 


Mi misericordioso Señor, te agradezco por perdonarme y amarme con tanta perfección y totalidad. Gracias por reconciliarte conmigo a pesar de mi contrición imperfecta. Dame un corazón, querido Señor, que siempre busque amar al pecador en mi vida. Ayúdame a ofrecer misericordia en toda su extensión a imitación de Tu divina misericordia. Jesús, en Ti confío.

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