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25 de marzo del 2025: Fiesta de la Anunciación del Señor

 

Anunciación del Señor.

 El Espíritu del Señor toma posesión de la humilde Virgen María y suscita en ella la misma Palabra de Dios: la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Efusión eterna de vida que todavía se realiza todos los días en el corazón de los cristianos.


El misterio del don

(Isaías 7:10-14; 8, 10; Hebreos 10:4-10; Lucas 1:26-38) Los textos de hoy hablan de un misterio de ofrenda gratuita que exige por nuestra parte una acogida confiada.

Dios toma la iniciativa de dar y de entregarse: recibir nos hace colaboradores de su generosidad. Acaz se resiste a esta experiencia, mientras que María la acepta humildemente. En el corazón de este misterio se sitúa Jesús, que ha hecho de su existencia una ofrenda, en respuesta al don recibido.

Jean-Marc Liautaud, Fondacio 



Primera lectura

Lectura del libro de Isaías (7,10-14;8,10):

En aquel tiempo, el Señor habló a Acaz: «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.»
Respondió Acaz: «No la pido, no quiero tentar al Señor.»
Entonces dijo Dios: «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»


Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 39,7-8a.8b-9.10.11

R/.
 Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy.» R/.

«Como está escrito en mi libro
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R/.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R/.

No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia
y tu lealtad ante la gran asamblea. R/.

 

 

Segunda lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (10,4-10):

Es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados. Por eso, cuando Cristo entró en el mundo dijo: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad."» Primero dice: «No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni victimas expiatorias», que se ofrecen según la Ley. Después añade: «Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.» Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.


Palabra de Dios

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,26-38):


A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.


Palabra del Señor

 

 

Dios se hace hombre: nueve meses antes de Navidad

 

El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»

 

Lucas 1:30–33

 

¡Feliz Solemnidad! Celebramos hoy una de las fiestas más gloriosas del año. Hoy faltan nueve meses para Navidad y es el día en que celebramos que Dios Hijo asumió nuestra naturaleza humana en el seno de la Santísima Virgen. Es la celebración de la Encarnación de nuestro Señor.

 

Hay muchas cosas que celebrar hoy y muchas cosas por las que debemos estar eternamente agradecidos. 

 

En primer lugar, celebramos el hecho profundo de que Dios nos ama tanto que se hizo uno de nosotros. ¡El hecho de que Dios tomó nuestra naturaleza humana es digno de regocijo y celebración ilimitados! Si tan solo entendiéramos lo que esto significa. Si tan solo pudiéramos entender los efectos de este increíble evento en la historia. El hecho de que Dios se haya hecho hombre en el seno de la Santísima Virgen es un don que escapa a nuestra comprensión. Es un regalo que eleva a la humanidad al reino de lo divino. Dios y el hombre están unidos en este glorioso evento y debemos estar eternamente agradecidos.

 

Vemos también en este acontecimiento el glorioso acto de perfecta sumisión a la voluntad de Dios. Vemos esto en la Santísima Madre misma. Es interesante notar que a nuestra Santísima Madre se le dijo que “concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo…” El ángel no le preguntó si estaba dispuesta, sino que le dijo lo que iba a suceder. ¿Por qué esto así?

 

Sucedió así porque la Santísima Virgen dijo sí a Dios durante toda su vida. Nunca hubo un momento en que le dijera que no a Dios. Por eso, su perpetuo sí a Dios permitió al ángel Gabriel decirle que “concebirá”. En otras palabras, el ángel pudo decirle aquello a lo que ella ya había dicho sí en su vida.

 

Qué glorioso ejemplo es este. El “Sí” de nuestra Santísima Madre es un testimonio increíble para nosotros. Estamos llamados a decir diariamente sí a Dios. Y estamos llamados a decirle sí a Él incluso antes de saber lo que Él nos pide. Esta solemnidad nos brinda la oportunidad de decir una vez más “Sí” a la voluntad de Dios. No importa lo que Él te pida, la respuesta correcta es “Sí”.

 

Reflexiona, hoy, sobre tu propia invitación de Dios para decirle “Sí” a Él en todas las cosas. Tú, como nuestra Santísima Madre, estás invitado a traer al mundo a nuestro Señor. No de la manera literal que ella lo hizo, pero tú estás llamado a ser un instrumento de Su continua Encarnación en nuestro mundo. Reflexiona sobre cuán completamente respondes a este llamado y arrodíllate hoy y di "Sí" al plan que nuestro Señor tiene para tu vida.

 

 

Señor, la respuesta es "¡Sí!" Sí, elijo tu voluntad divina. Sí, puedes hacer conmigo lo que quieras. Que mi “Sí” sea tan puro y santo como el de nuestra Santísima Madre. Hágase en mí según tu voluntad. Jesús, en Ti confío.


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