25 de octubre del 2023: miércoles de la vigésima novena semana del tiempo ordinario


(Lucas 12, 39-48) La irrupción de la venida de Dios en nuestras vidas es del orden de lo inesperado. Él viene a unirse a nosotros para llenarnos de felicidad. Para acoger al Señor es imprescindible velar. Observar, estar preparados, reside en nuestra capacidad de esperar en el tiempo. Velar es desear la venida del Señor, es ser centinela que espera sin cesar la aurora. ■

Jean-Paul Musangania, sacerdote asuncionista


 (Romanos 6, 12-18) Ser "esclavos de la justicia…expresión rara, no? Teniendo en cuenta el contexto de la época en que escribe Pablo, cuando la esclavitud está expandida y socialmente aceptada, hoy, nosotros bien podríamos decir también: "enteramente al servicio de la justicia". Así, quién entonces sabría oponerse a esto?


(Lucas 12, 39-48) Comprometerse con el Señor es asumir la responsabilidad de trabajar todos los días por su reino. Es comprometer cuerpo y alma explotando todos los dones que son propios de todos y cada uno de nosotros.



Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (6,12-18):

Que el pecado no siga dominando vuestro cuerpo mortal, ni seáis súbditos de los deseos del cuerpo. No pongáis vuestros miembros al servicio del pecado, como instrumentos para la injusticia; ofreceos a Dios como hombres que de la muerte han vuelto a la vida, y poned a su servicio vuestros miembros, como instrumentos para la justicia. Porque el pecado no os dominará: ya no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia. Pues, ¿qué? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia? ¡De ningún modo! ¿No sabéis que, al ofreceros a alguno como esclavos para obedecerle, os hacéis esclavos de aquel a quien obedecéis: bien del pecado, para la muerte, bien de la obediencia, para la justicia? Pero, gracias a Dios, vosotros, que erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquel modelo de doctrina al que fuisteis entregados y, liberados del pecado, os habéis hecho esclavos de la justicia.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 123,1-3.4-6.7-8

R/.
 Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
–que lo diga Israel–,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros. R/.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes.
Bendito el Señor, que no nos entregó en presa a sus dientes. R/.

Hemos salvado la vida,
como un pájaro de la trampa del cazador;
la trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,39-48):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»
Pedro le preguntó: «Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?»
El Señor le respondió: «¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.»

Palabra del Señor

 

 

El Señor viene hoy



dijo Jesús a sus discípulos: «Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»

Lucas 12: 39–40

 

 

Estas palabras de Jesús deberían hacernos sentar y tomar nota. Esta parábola, seguida por el resto del evangelio de hoy, nos exhorta a estar siempre preparados para nuestro juicio particular al final de nuestra vida terrena. Hay varias razones por las que se debe prestar atención a estas palabras.

 

En primer lugar, la razón obvia es que la vida de cualquiera de nosotros podría terminar en cualquier momento. Solo necesitamos recordar varias tragedias en las que personas murieron repentinamente a causa de un accidente automovilístico o por alguna otra razón inesperada. Además, verdaderamente habrá un momento específico en el tiempo en el que nuestro Señor regrese a la tierra para el Juicio Final. Ese momento tendrá lugar en un instante sin previo aviso. Es fácil suponer que este fin del mundo cuando nuestro Señor "venga a juzgar a los vivos y a los muertos" no sucederá hasta dentro de cientos o quizás incluso miles de años. Pero la simple verdad es que podría ser en cualquier momento, cuando los que están vivos menos lo esperan.

 

Dicho esto, hay otra razón importante para estar siempre preparados y listos para encontrarnos con nuestro Señor para nuestro juicio particular. Si bien nuestro juicio particular tendrá lugar de manera definitiva al final de nuestra vida cuando veamos a nuestro Señor cara a cara, también lo encontramos todos los días, todo el día, recibiendo recompensas diarias por nuestra fidelidad o juicio por nuestros pecados.. .Es útil ver esta “hora que no esperas” como cada momento de cada día. Si puedes vivir todos los días con esta expectativa constante de que nuestro Señor viene a ti, hoy, entonces cada momento puede convertirse en un momento de mucha gracia.

 

Piensa en tu día de hoy. ¿Dios quiere venir a ti, inspirarte y guiarte a cumplir su santa misión hoy? De hecho, lo hace. Él tiene una misión específica para ti hoy puesto que no estarás aquí mañana. Él quiere que estés consciente de Su presencia ahora mismo para que puedas responderle con mucha generosidad.

 

Reflexiona hoy sobre la importancia de estar siempre alerta y atento a la presencia de Dios en tu vida. Quiere hablar contigo día y noche para guiarte a una vida de verdadera santidad. Si puedes desarrollar el hábito de estar atento a Sus continuas venidas, entonces estarás verdaderamente preparado para esa venida final cuando te encuentres con nuestro Señor cara a cara.

 

 

Mi siempre presente Señor, Tú vienes a mí día y noche, hablándome, inspirándome y guiándome. Por favor lléname con el don de la santa vigilancia para que siempre esté preparado para encontrarte y escuchar tu santa voz. Que pueda aprender a desarrollar el hábito de responderte siempre. Y que esté especialmente preparado para ese momento glorioso en el que tenga la bendición de verte cara a cara. Jesús, en Ti confío.

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