9 de octubre del 2023: lunes de la vigesima septima semana del tiempo ordinario- San Luis Beltrán
Testigo de la fe:
San Luis Beltrán o Bertrán
Nació en Valencia, España, en 1526. Desde muy niño se caracterizó por su humildad y obediencia. A los 18 años ingresó a la Orden de Santo Domingo y en 1547 fue ordenado sacerdote por Santo Tomás de Villanueva. En 1562, San Luis Beltrán fue enviado a predicar el Evangelio a los indígenas de América y llegó al puerto de Cartagena, Colombia. Sólo hablaba español, pero Dios le concedió el don de lenguas, profecía y milagros.Tras una dolorosa enfermedad San Luis Beltrán, patrono de Colombia, murió el 9 de octubre de 1581, a los 55 y fue canonizado en 1671.
(Lucas 10, 25-37) . “Haz esto y tendrás la vida “ …”Anda, haz tú lo mismo”.
Hacer ... Las palabras suaves y reconfortantes son esenciales, pero no son suficientes. El samaritano no le dice nada al herido, pero hace todo por él. Y entonces, así demuestra que realmente ama a su prójimo.
Jonás, hijo de Amitai, recibió la palabra del Señor: «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama en ella: "Su maldad ha llegado hasta mí."» Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor; bajó a Jafa y encontró un barco que zarpaba para Tarsis; pagó el precio y embarcó para navegar con ellos a Tarsis, lejos del Señor. Pero el Señor envió un viento impetuoso sobre el mar, y se alzó una gran tormenta en el mar, y la nave estaba a punto de naufragar. Temieron los marineros, e invocaba cada cual a su dios. Arrojaron los pertrechos al mar, para aligerar la nave, mientras Jonás, que había bajado a lo hondo de la nave, dormía profundamente.
El capitán se le acercó y le dijo: «¿Por qué duermes? Levántate e invoca a tu Dios; quizá se compadezca ese Dios de nosotros, para que no perezcamos.»
Y decían unos a otros: «Echemos suertes para ver por culpa de quién nos viene esta calamidad.»
Echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás. Le interrogaron: «Dinos, ¿por qué nos sobreviene esta calamidad? ¿Cuál es tu oficio? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿De qué pueblo eres?»
Él les contestó: «Soy un hebreo; adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme.»
Temieron grandemente aquellos hombres y le dijeron: «¿Qué has hecho?» Pues comprendieron que huía del Señor, por lo que él había declarado.
Entonces le preguntaron: «¿Qué haremos contigo para que se nos aplaque el mar?» Porque el mar seguía embraveciéndose.
Él contestó: «Levantadme y arrojadme al mar, y el mar se aplacará; pues sé que por mi culpa os sobrevino esta terrible tormenta.»
Pero ellos remaban para alcanzar tierra firme, y no podían, porque el mar seguía embraveciéndose. Entonces invocaron al Señor, diciendo: «¡Ah, Señor, que no perezcamos por culpa de este hombre, no nos hagas responsables de una sangre inocente! Tú eres el Señor que obras como quieres.»
Levantaron, pues, a Jonás y lo arrojaron al mar; y el mar calmó su cólera. Y temieron mucho al Señor aquellos hombres. Ofrecieron un sacrificio al Señor y le hicieron votos. El Señor envió un gran pez a que se comiera a Jonás, y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches seguidas. El Señor dio orden al pez, y vomitó a Jonás en tierra firme.
Palabra de Dios
R/. Sacaste mi vida de la fosa, Señor
En mi aflicción clamé al Señor
y me atendió;
desde el vientre del abismo pedí auxilio,
y escuchó mi clamor. R/.
Me arrojaste a lo profundo en alta mar,
me rodeaban las olas,
tus corrientes y tu oleaje
pasaban sobre mí. R/.
Yo dije: «Me has arrojado de tu presencia;
quién pudiera ver de nuevo tu santo templo.» R/.
Cuando se me acababan las fuerzas
me acordé del Señor;
llegó hasta ti mi oración,
hasta tu santo templo. R/.
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»
Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»
Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.»
Díjole Jesús: «Anda, haz tú lo mismo.»
Palabra del Señor
Por medio de signos y de historias
Jesús nos dejó claro
que el amor hacia ti y hacia nuestro prójimo
es el corazón de la vida cristiana.
Déjanoslo claro y obvio de verdad a nosotros también:
que entendamos de una vez para siempre
que cualquier persona en necesidad es nuestro prójimo
y que, sirviendo a los que nos rodean,
te amamos y te servimos a ti,
Dios nuestro que vives y reinas
por los siglos de los siglos. Amén.
Apertura al Evangelio
se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»
Lo que es interesante y útil para reflexionar en este intercambio es la forma en que Jesús responde a este erudito. Debido a que Jesús conocía el corazón del erudito, y porque sabía que este erudito no preguntaba con humildad y franqueza, Jesús respondió con gran prudencia, invitando al mismo estudioso de la ley a responder su propia pregunta. Aunque no podemos leer el corazón de otra persona de la manera en que lo hizo nuestro Señor, debemos aprender una lección de Él sobre cómo responder a otras personas que tienen como objetivo engañar, atrapar, probar y tergiversar nuestras palabras si no están de acuerdo con nosotros. Esto es especialmente importante en cuestiones de fe y moralidad. Si te esfuerzas por vivir el Evangelio con todo tu corazón y encuentras la “prueba” de otros como resultado de la vida santa por la que estás luchando, reflexiona aquí sobre las acciones de Jesús. Con demasiada frecuencia, cuando otro nos desafía o nos pone a prueba, nos ponemos a la defensiva e incluso nos ofendemos. Como resultado, podemos entablar discusiones de ida y vuelta que dan poco o ningún fruto. Jesús no discutió. No permitió que esta prueba lo hiciera tropezar. Más bien, solo ofreció respuestas que no se podían poner en duda. Jesús sabía que este erudito no estaba interesado en las verdades espirituales más profundas. Solo le interesaba encontrar fallas. Por lo tanto, no se pudo ofrecer el mensaje del Evangelio más profundo y completo.
También debemos aprender de este pasaje la importancia de venir a Jesús con el corazón abierto, buscando sinceramente las respuestas espirituales más profundas a la vida. Nunca debemos probar a Jesús. En cambio, con humildad, debemos creer que Él es la fuente de toda verdad y que Él tiene todas las respuestas en la vida que buscamos.
Reflexione hoy sobre dos cosas. Primero, reflexione sobre cuán completamente abierto está a todo lo que Jesús tiene que decir. Si le hiciera esta pregunta a nuestro Señor: “¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?”, ¿Qué le diría Jesús? ¿Solo podría ofrecerle respuestas generales en forma de preguntas? ¿O vería Jesús la naturaleza abierta y sincera de su corazón y podría hablarle con gran profundidad y detalle? En segundo lugar, reflexione sobre cualquier persona con la que tenga que defenderse constantemente para la práctica de su fe. Si esta es su experiencia, quizás reconsidere su enfoque, dándose cuenta de que las perlas más profundas de su fe solo deben compartirse con aquellos que están sinceramente abiertos y buscan abrazarlas con todo su corazón.
Mi profundo y sabio Señor, Tú y solo Tú tienes todas las respuestas a la vida. Tú y solo Tú puedes revelarme todo lo que necesito saber en la vida para alcanzar la santidad y la plenitud. Abre mi corazón para que pueda acudir a Ti con humildad y sinceridad, abierto a todo lo que quieras revelarme. Jesús, en Ti confío.
Luis
Beltrán, Santo
Por: P. Angel Amo |
Religioso
Presbítero
Martirologio Romano: En Valencia, en España, san Luis Bertrán,
presbítero de la Orden de Predicadores, que en América meridional predicó el
evangelio de Cristo y defendió a varios pueblos indígenas (1581).
Etimología: Luis = Aquel que es famoso en la guerra, viene del
germano
Breve
Biografía
Luis Beltrán nació en Valencia (España) el l de
enero de 1526, de familia rica y muy virtuosa. Su padre, Juan Luis, después de
haber quedado viudo, quiso hacerse monje del monasterio de Porta-Coeli que
queda cerca de Valencia. Pero cuando ya iba llegando al monasterio, se le
aparecieron san Vicente Ferrer y san Bruno quienes le dijeron que la voluntad
de Dios no lo quería en el convento sino en el mundo. Obedeció, regresó y al
poco tiempo se casó con la virtuosa Juana Angela Eixarch, hija de Juan Eixarch,
rico mercader.
Luis fue el primogénito de esta pareja, y fue bautizado en la parroquia de San
Esteban, en la misma pila bautismal en donde dos siglos antes había sido
bautizado san Vicente Ferrer. Desde muy niño dio claras muestras de su afición
a la oración y a la penitencia. Se cuenta que a los siete años de edad pasaba
largas horas en oración durante la noche y luego se acostaba en el suelo; y
para no ser descubierto, desarreglaba la cama.
Lector asiduo de las vidas de los santos, se entusiasmó tanto con el ejemplo de
san Alejo y san Roque, quienes por amor a Dios dejaron casa y parientes para
peregrinar mendigando su sustento, que resolvió seguir su ejemplo. Sacó dinero
prestado, preparó algo de ropa y alimento, buscó un compañero que compartiera
su camino y su vida, y partieron camino de Santiago. Como la madre se
encontraba enferma y sabía el dolor que estaba causando a su padre, le escribió
una carta que todavía hoy se conserva y que comenzaba así:
“Tengo por muy cierto el enojo que Vuestra Merced y la señora han recibido con
la resolución que he tomado. Mas ciertamente no lo debían recibir, pensando que
esta es la voluntad de Dios...”.
Como es de suponer, poco después fue encontrado por el criado que envió su
padre a buscarlo. Lo encontró cerca de Buñol, descansando tranquilamente junto
a una fuente cerca del pueblo que todavía hoy se conserva como entonces, y que
es centro de mucha devoción.
A los veinte años ingresó a la Orden de Predicadores y después de su Ordenación
sacerdotal se dedicó a la predicación. En 1562 fue enviado a América. En
Colombia se dedicó a la catequización, a bautizar y a levantar iglesias. Su
celo y su caridad le ganó el afecto de los indígenas, que acudían a él de todas
partes y lo acompañaban constantemente. En 1570 regresó a España y continuó su
labor apostólica, y en 1574 el Capítulo general de Aragón lo nombró predicador
general.
Él mismo define su estilo: “Yo predico en estilo que todos lo entiendan. Y como
Dios dijo a Isaías: Stilo hominis. Quiere decir en buen romance claro, que lo
entienda todo el mundo. Esto es: estilo llano. Ningún cronista ha guardado tan
bien las reglas de los historiadores como los sagrados evangelistas. ¡Qué
cortos en contar las grandezas y hazañas de Cristo! ¡Qué sin elocuencia! ¡Qué
sin afectos! ¡Qué sin retóricas! Para que resplandezca la verdad, sin color ni
afeite, sin ayuda de elocuencia y saber humano”.
Desempeñó varios cargos en su Orden y murió el 9 de octubre de 1581, a los 55
años de edad, en el palacio del patriarca San Juan de Ribera, que era su amigo.
Fue canonizado por Clemente X en 1671, y la Iglesia colombiana lo ha venerado
siempre como uno de sus principales abogados y patronos.
La devoción de San Luis Beltrán por las almas del purgatorio
San Luis tenía una gran devoción
por las almas del Purgatorio. Después de su ordenación sacerdotal, su padre,
que había muerto ocho años antes, se le apareció y le pidió su ayuda. Un día,
después de muchas misas ofrecidas a Dios en su nombre, el Santo vio el alma de
su padre muy resplandeciente y liberado de las penas del Purgatorio.
En una oportunidad, en una
noche, después de la oración de maitines en el coro, San Luis vio a un hermano
compañero de su orden que había fallecido, y estaba todo rodeado por llamas que
lo hacía sufrir mucho, el difunto se le arrojó a sus pies para pedirle perdón
por aquella expresión ofensiva dirigida al santo hace algunos años.
San Luis Beltrán, ruega por
nosotros y por las almas del Purgatorio.
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