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20 de octubre del 2023: viernes de la vigésima octava semana del tiempo ordinario

 

(Lucas 12, 1-7) Jesús invita a sus discípulos a confiar. Una declaración para ser escuchada e interiorizada. Sin olvidar pedir a Dios que nos ilumine sobre los miedos que nos paralizan, que nos impiden asumir compromisos que nos hagan crecer en humanidad y que demos cuenta de nuestra fe anunciando la Buena Nueva del Resucitado. Imploremos el Espíritu de discernimiento y de audacia y tomemos el tiempo para contemplar el camino de liberación de quienes están cerca de Jesús después de su resurrección ■

Emmanuelle Billoteau, ermitaña



(Romanos 4, 1-8) No es fácil relajarse, ni abandonar el control de todas las facetas de mi vida! No es evidente dejar mi pequeño mundo para confiarme a la misericordia divina. Es exigente, pero es totalmente liberador, entrar en la alegría que da Dios.


(Lucas 12,1-7) Lejos de condenar nuestra cobardía, Jesús no nos deja solos. Cada uno es demasiado precioso a sus ojos. Él nos dona el Espíritu Santo para ayudarnos a encontrar las palabras. Rechazar acogerlo, sería “insultar” a un Dios tan pleno de atenciones con nosotros.



Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (4,1-8):

Veamos el caso de Abrahán, nuestro progenitor según la carne. ¿Quedó Abrahán justificado por sus obras? Si es así, tiene de qué estar orgulloso; pero, de hecho, delante de Dios no tiene de qué. A ver, ¿qué dice la Escritura?: «Abrahán creyó a Dios, y esto le valió la justificación.» Pues bien, a uno que hace un trabajo el jornal no se le cuenta como un favor, sino como algo debido; en cambio, a éste que no hace ningún trabajo, pero tiene fe en que Dios hace justo al impío, esa fe se le cuenta en su haber. También David llama dichoso al hombre a quien Dios otorga la justificación, prescindiendo de sus obras: «Dichoso el hombre que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le cuenta el pecado.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 31,1-2.5.11

R/.
 Tú eres mi refugio,
me rodeas de cantos de liberación


Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito. R/.

Habla pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mí culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero. R/.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,1-7):

En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros.
Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»

Palabra del Señor


1

Calcular o confiar?

Abraham es considerado por los judíos, los cristianos y los musulmanes, como "el padre de los creyentes". Él dio su fe a Dios, confió en Él, mismo cuando las promesas parecían irrealizables. La circuncisión que será retomada en la Ley de Moisés, no apareció sino después como signo de la alianza entre Dios y la descendencia de Abraham. Lo que es decisivo es la fe de Abraham, existente antes de la práctica de la circuncisión.
Abrahán se salvó no por lo que hizo,  sino porque, cuando era un pagano y pecador, descubrió a un Dios bondadoso en quien creyó. Él sabía que estaba ante Dios con manos vacías y aceptó recibir gratuitamente de las manos del mismo Dios.
 Hoy para nosotros también, la apertura al don de Dios puede ser nuestra primera respuesta.


No tengan miedo!

En el Evangelio, Jesús no cesa de animar, darle aliento a aquellos que le son fieles…Pero a veces, a pesar de la supuesta fe que se tiene, es difícil dar siempre razón de la esperanza. Uno no sabe más que decir, uno es desestabilizado, entonces, uno prefiere aterrarse o callarse! Lejos de condenar nuestras flaquezas, debilidades o temores, Jesús no nos deja solos. Cada uno es muy precioso a sus ojos y nos da su Espíritu para ayudarnos a encontrar las palabras. Negarse a acogerlo, sería un "insulto", a un Dios tan atento.

Por otra parte, Cristo continúa denunciando a los fariseos. En las contradicciones de una vida que quiere ser fiel al evangelio, los cristianos tienen que seguir los caminos de Dios,  no los suyos propios. Se confían a las manos de Dios que cuida de ellos y que los aprecia profundamente.

La levadura de los fariseos

En el Evangelio Jesús habla de la levadura de los fariseos, este fermento que penetra en la masa, simboliza la corrupción y la impureza. 
La levadura significa la enseñanza de los fariseos, que lleva a la ruina. El peligro de su doctrina se oculta bajo una máscara. El hipócrita es aquel que muestra una cara que contradice lo que él es interiormente…En ocasiones adoptamos o nos ponemos una máscara de acuerdo a la persona con quien nos encontramos…Somos francos con quienes nos encontramos? La hipocresía produce consecuencias nefastas…la hipocresía destruye las relaciones con todo el mundo y lleva al hipócrita al aislamiento…La hipocresía daña al ser humano es como un cáncer o la esquizofrenia.
Al denunciar la hipocresía, Jesús nos compromete a realizar la unidad en nosotros mismos, para nuestra salud física  y moral, que es condición fundamental para vivir. Como cristianos debemos ser transparentes.
El Evangelio es el tesoro que enseña el único verdadero camino de la vida…No tiene paralelo con ninguna creencia de los tiempos de Jesús ni de hoy.
Aquel que ha eliminado la hipocresía de su vida y que no esconde nada es una persona franca y libre, a quien todos estiman.

El primer motivo para un cristiano para no temer a nada se desprende del Evangelio, que es la verdad sobre el sentido de su vida y que asegura lo sólido de su esperanza. Esta Buena Noticia viene de Dios, que vela sobre todo lo que ha creado, mismo sobre la pequeña hierba, según los antiguos rabinos. Cuánto más el Señor protege al discípulo de su Hijo, que anuncia y vive el Evangelio, sin miedo, ni disimulación.




Oración

Señor Dios nuestro:
Nos paramos ante ti con manos vacías.
Nuestras buenas intenciones
y todas las obras que hacemos
son impotentes para salvarnos.
Oh Dios, ayúdanos a aceptar esta verdad,
ya que hiere nuestro orgullo.
Enséñanos a recibir gratuitamente
tu gracia, tu amor misericordioso,
así como la ayuda y el amor de nuestro prójimo.
 



2

Sinceridad e integridad




Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. 

Lucas 12: 2-3

 

Inmediatamente antes de este pasaje, Jesús les dijo a sus discípulos: "Cuidado con la levadura, es decir, la hipocresía, de los fariseos". Esto viene después de que Jesús da una serie larga y muy directa de condenas de estos líderes en el capítulo anterior. Jesús se toma muy en serio sus acciones destructivas. Entonces, después de confrontarlos directamente, se dirige a sus discípulos para advertirles sobre estos líderes hipócritas.

 

Un hipócrita es aquel que pretende tener algunas virtudes morales, pero, en verdad, solo se engaña a sí mismo y trata de engañar a los demás. Por esa razón, Jesús ayuda a sus discípulos al compartir con ellos el hecho de que toda la verdad eventualmente saldrá a la luz. Por lo tanto, toda buena acción eventualmente será vista por todos por su bondad, y toda mala intención, no importa cuán oculta sea, eventualmente saldrá a la luz. 

 

Aunque la tentación inmediata para muchos al escuchar este pasaje será pensar o creer que son los demás los que caen en el pecado de la hipocresía, puede ser mucho más útil reflexionar sobre estas verdades por uno mismo. El mensaje simple que predica Jesús es que debemos ser personas veraces en todos los sentidos. Debemos ser honestos con nosotros mismos y asegurarnos de que somos plenamente conscientes de nuestra vida interior, viéndonos a nosotros mismos solo en la forma en que Dios nos ve. Este acto de honestidad e integridad es una de las mejores formas en que nos preparamos para la vida eterna. Qué triste sería si pasáramos por la vida fingiendo, en la superficie, ser algo que no somos, solo para que se divulgue toda la verdad en nuestro juicio final cuando ya sea demasiado tarde para cambiar.

 

Ser honestos con nosotros mismos puede resultar difícil. Es normal que queramos ser buenos, que queramos ser santos y que los demás piensen de esta manera sobre nosotros. Por eso, es muy común que propongamos solo la mejor imagen de nosotros mismos, ocultando muchas otras cosas que pueden avergonzarnos e incluso humillarnos. Y aunque no tenemos ninguna obligación moral de contarles a todos sobre cada pecado con el que luchamos interiormente, es moralmente esencial que lo enfrentemos nosotros mismos y lo hagamos con la gracia de Dios.

 

Una forma práctica de hacer esto es reflexionando con este pasaje evangélico. Jesús deja en claro que, en algún momento, de alguna manera, todo dentro de nosotros, en nuestro corazón y mente, saldrá a la luz. Para algunos, esto sucederá, por la gracia de Dios, durante esta vida como una forma de cambiar. Para otros, estos secretos solo saldrán a la luz en su juicio final. La verdad, sin embargo, es que todo lo que somos, todo lo que pensamos y todo lo que hacemos de forma oculta saldrá a la luz. Y si eso te asusta de alguna manera, está bien. A veces necesitamos un temor santo que nos anime a mirar hacia adentro y a enfrentarnos a todo lo que mantenemos oculto a los demás.

 

Reflexiona hoy sobre la importancia de luchar por una vida de verdadera transparencia e integridad. La mejor manera de hacer esto es vivir todos los días como si todo dentro de tu corazón fuera visible para que todos lo vean. Si eso significa que necesitas cambiar de alguna manera para estar en paz con lo que eventualmente saldrá a la luz, entonces trabaja diligentemente para hacer ese cambio aquí y ahora. Lo opuesto a la hipocresía, por la que los fariseos fueron firmemente condenados, es la honestidad y la sinceridad. Dedica tiempo a reflexionar sobre estas hermosas virtudes y ora para que el Señor te las regale para que puedas vivir una vida de verdadera integridad aquí y ahora en preparación para ese glorioso día del juicio, cuando todo será "conocido" y "proclamado en las azoteas ".

 

Mi revelador Señor, Tú ves todas las cosas. Conoces mi corazón en todos los sentidos. Por favor, ayúdame a verme a mí mismo como Tú me ves y a conocer mi corazón interior como Tú me conoces. A medida que las verdades más profundas de quién soy me salen a la luz para que las vea, oro para que también tenga la gracia de cambiar con sinceridad para poder realmente glorificarte con mis acciones y convertirme en una fuente de auténtica inspiración para todos. Jesús, en Ti confío.

 

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