lunes, 30 de septiembre de 2024

1 de octubre del 2024: martes de la vigésima sexta semana del tiempo ordinario- año II- Santa Teresita del Niño Jesús, Virgen y Doctora de la Iglesia


Testigo de la fe

Santa Teresa del Niño Jesús


1873-1897. Desde hace más de un siglo, el “caminito, muy recto, muy corto […] nuevo” para “ir al cielo”, descrito por la humilde carmelita de Lisieux, sigue tocando a creyentes de todos los países.

Thérèse Martin nació en una familia muy cristiana en Alençon, Normandía. Entrando en el Carmelo de Lisieux a los quince años, está en el origen de una espiritualidad de infancia espiritual y abandono al amor del Padre. Su oración se extendió a toda la Iglesia misionera. 

Murió en 1897 a la edad de 24 años. Fue declarada Doctora de la Iglesia por el Papa Juan Pablo II el 19 de octubre de 1997.


Dar el giro

(Lucas 9, 51-56) La cuestión de la gratuidad, planteada ayer en Job, vuelve a surgir hoy en Lucas.

Ser capaz de gratuidad es, de hecho, ante todo saber renunciar a la reciprocidad de la venganza hacia quienes nos han herido o frustrado. Devastar la aldea samaritana sería, en última instancia, imitar a Satanás, quien arrasó con las posesiones de Job.

Los discípulos deben guardarse de esta influencia, que proviene de un espíritu hostil al Reino. 

Jean-Marc Liautaud, Fondacio


(Lucas 9, 51-56) Jesús denuncia la intención violenta de los apóstoles Santiago y Juan con respecto a los samaritanos y se lanza con bastante valentía hacia Jerusalén. 

Al negarse a emprender acciones contra los habitantes de Samaria, muestra a sus discípulos la actitud que deberán adoptar ante la injusticia y el escándalo de la cruz.

Primera lectura

Lectura del libro de Job (3,1-3.11-17.20-23):

Job abrió la boca y maldijo su día diciendo: «¡Muera el día en que nací, la noche que dijo: "Se ha concebido un varón"! ¿Por qué al salir del vientre no morí o perecí al salir de las entrañas? ¿Por qué me recibió un regazo y unos pechos me dieron de mamar? Ahora dormiría tranquilo, descansaría en paz, lo mismo que los reyes de la tierra que se alzan mausoleos, o como los nobles que amontonan oro y plata en sus palacios. Ahora sería un aborto enterrado, una criatura que no llegó a ver la luz. Allí acaba el tumulto de los malvados, allí reposan los que están rendidos. ¿Por qué dio luz a un desgraciado y vida al que la pasa en amargura, al que ansía la muerte que no llega y escarba buscándola más que un tesoro, al que se alegraría ante la tumba y gozaría al recibir sepultura, al hombre que no encuentra camino porque Dios le cerró la salida?»

Palabra de Dios

 

Salmo

Sal 87

R/. Llegue hasta ti mi súplica, Señor

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
de noche grito en tu presencia;
llegue hasta ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor. R/.

Porque mi alma está colmada de desdichas,
y mi vida está al borde del abismo;
ya me cuentan con los que bajan a la fosa,
soy como un inválido. R/.

Tengo mi cama entre los muertos,
como los caídos que yacen en el sepulcro,
de los cuales ya no guardas memoria,
porque fueron arrancados de tu mano. R/.

Me has colocado en lo hondo de la fosa,
en las tinieblas del fondo;
tu cólera pesa sobre mí,
me echas encima todas tus olas. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,51-56):

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?»
Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea.


Palabra del Señor

 

 

El deseo de venganza

 

«Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?»
Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea.


Lucas 9:54-56

 

Estas palabras, pronunciadas por Santiago y Juan, son palabras que muchas personas tienen ganas de decir en algunos momentos de sus vidas. Tal vez usted puede sentirse identificado. 

Estos Apóstoles hablaron así porque Jesús no fue recibido en un pueblo samaritano al que acababan de entrar. Quería cenar allí y la gente del pueblo lo rechazó a Él ya Sus Apóstoles. Como resultado, Santiago y Juan estaban heridos y enojados y querían invocar la ira de Dios sobre ese pueblo.

Cada vez que experimentamos dolor en la vida, es comprensible que nos sintamos así. Tendemos a querer justicia y venganza y queremos que aquellos que nos lastimaron paguen por su pecado. Pero la actitud de Jesús fue muy diferente. Reprendió a Sus Apóstoles por su deseo de ira y siguió adelante para no permitir que este rechazo lo afectara.

El rechazo y otras formas de dolor causado por otros pueden ser difíciles de dejar de lado. Puede asentarse fácilmente dentro de nuestros corazones, actuando como un molde que crece lentamente y toma el control. Cuando esto sucede, es posible que a usted le resulte muy difícil perdonar y dejar ir el dolor.

La mejor manera de abordar el dolor causado por otro es actuar de inmediato como lo hizo nuestro Señor. Debe dejarlo ir de inmediato y debe seguir adelante. Dios es el único que se venga, no nosotros. Cuando fallamos en hacer esto y albergamos sentimientos heridos, en última instancia, nos hacen más daño que nadie.

Reflexione hoy sobre cualquier sentimiento de ira o dolor que aún albergue en su corazón. Tome la decisión consciente de perdonar y seguir adelante. Perdonar no significa que usted actúe como si el dolor que le causaron estuviera bien. Por el contrario, un acto de perdonar a otro es también un reconocimiento de que hubo un mal. El perdón le permite a usted evitar que ese dolor le haga más daño innecesario. Al final, es también una invitación abierta al otro para que se arrepienta y se reconcilie con usted. Deje la venganza y la ira al Señor y busque mantener su corazón en paz.

 

Señor de misericordia, te pido la gracia de perdonar. Perdono especialmente a los que más me han hecho daño y te los ofrezco. Libérame de cualquier sentimiento de venganza que albergue y ayúdame a amar con Tu corazón puro y misericordioso. Te amo, amado Señor. Ayúdame a amar a los demás como Tú amas. Jesús, en Ti confío.



Teresita del Niño Jesús

 

Una sensible campesina se encierra en un convento y escribe sobre verdades espirituales

 


Teresa Martin era una niña llorona, emocionalmente frágil como la porcelana. Ella se ofendía fácilmente, pero también se recomponía fácilmente. Una ceja fruncida o una mirada de reojo de su padre la hacía llorar. Una flor hermosa o una palabra amable y ella sonreía. Creció en un hogar sin hermanos. Su padre, un tío y sacerdotes eran los hombres de su vida. Sus padres fueron canonizados en 2015, la única pareja casada que alguna vez subió a los altares. 

Teresa y sus cuatro hermanas se convirtieron en monjas, y la causa de beatificación y canonización de su hermana Léonie se abrió en 2015. La casa Martin estaba totalmente absorta en los misterios de Dios, la oración, los santos, los sacramentos y la Iglesia. 

Teresa creció en Normandía, una región del norte de Francia. Partió solo una vez, para realizar una peregrinación de un mes a Italia, donde conoció al Papa León XIII en una audiencia pública y le pidió permiso especial para entrar en las Carmelitas antes de la edad requerida. En este viaje también fue objeto de tiernas miradas masculinas. Consciente de sus delicadas emociones y ansiosa por huir del "aliento venenoso" del mundo, al regresar de Italia, Teresa tiró de todas las palancas para entrar en su Carmelo local. Finalmente ingresó a la edad de quince años en 1888. Se le dio el nombre religioso “del Niño Jesús” y recibió permiso para adoptar también un segundo nombre, “de la Santa Faz”. Una vez que la puerta del convento se cerró detrás de ella, nunca volvió a abrirse. Su corta vida terminó allí solo nueve años después. Teresa era una monja dedicada que seguía estrictamente la exigente regla carmelita. Guardaba silencio cuando era necesario, evitaba buscar a sus hermanas de sangre, ayunaba, se congraciaba con las monjas que naturalmente no encontraba simpatizantes y pasaba largas horas en oración y trabajo. 

En el convento, la dulzura infantil de Teresa maduró hasta convertirse en una espiritualidad más duradera. Su sensibilidad se suavizó. Ella pudo aceptar las críticas. Su presunción juvenil de que todos los sacerdotes eran tan perfectos como los diamantes se volvió más realista, y rezó y se sacrificó ardientemente por los sacerdotes. 

Las duras realidades de la vida del convento redujeron los objetivos espirituales de Teresa. Ya no deseaba ser una gran alma como Santa Juana de Arco. Pero con este estrechamiento vino una profundización, un enfoque concentrado. Decidió que ella sería el corazón de Dios, no sus manos, ni sus pies, ni su mente. Decidió que la única forma en que podría volar cerca del sol ardiente de la Santísima Trinidad sería haciéndose pequeña. Su pequeña voie ("Pequeño camino" o "por pequeños medios") era reducirse espiritualmente a una pequeña criatura llevada en las garras del águila divina, Jesucristo. Mientras Cristo se elevaba en los cielos, ella estaría a Su alcance, yendo solo a donde Él pudiera ir, hasta que se quemara en el amor Padre-Hijo-Espíritu de la bola de fuego de la Trinidad. Este no era un camino ancho sino un camino pequeño para una gran alma. El objetivo era reducirse a la nada para que el Señor pudiera transportarla. El objetivo era eliminar el "yo"… 

Cuando la hermana de Teresa, Céline, entró en el convento en 1894, le dieron permiso para traer su cámara. Las fotografías que Céline le tomaría a Teresa estarían entre las primeras que se tomaron de un santo. Complementaron a la perfección las cartas y los escritos espirituales de Teresa, aumentando el interés por Teresa después de su muerte. Las intrigantes fotos y los profundos escritos insinuaban las profundidades secretas que se esconden detrás de las cuatro paredes de un convento. 

Santa Teresa sufrió intensamente de tuberculosis y murió a una edad en la que muchas vidas apenas comienzan a florecer. Fue canonizada en 1925, declarada copatrona de Francia en 1944, y nombrada trigésimo tercer Doctor de la Iglesia por el Papa San Juan Pablo II en 1997, la Doctora más joven hasta la fecha y probablemente la más joven que la Iglesia jamás reconocerá. 

 

Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, descubriste verdades profundas en un espacio reducido. Tu alma fue terreno fértil para los misterios de nuestra fe. Presta ayuda celestial a todos los que tratan de imitar tu ejemplo de sufrimiento, oración y tierna dedicación a Dios.

30 de septiembre del 2024: lunes de la vigésima sexta semana del tiempo ordinario-año II- San Jerónimo, presbítero y Doctor de la Iglesia


Testigo de la fe

San Jerónimo

Alrededor de 347-420. “Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo”, afirmó el autor de la Vulgata (traducción de la Biblia al latín a partir de textos hebreos y griegos). Padre y Doctor de la Iglesia.

Originario de Dalmacia (hoy Croacia), Jerónimo vivió en Roma, como secretario del Papa Dámaso, y luego en Belén. Pasó la mayor parte de su vida traduciendo y comentando las Escrituras, para que la gente participara en la liturgia en su idioma. Murió a los noventa años en 420.


 

¿Relación gratuita?

 (Job 1, 6-22; Lucas 9, 46-50) Dios es comparado, en el evangelio de Lucas, al más pequeño, a un niño al que acoger y parecerse.

El autor del libro de Job lo imagina más bien como un soberano rodeado de cortesanos, uno de los cuales desea poner a prueba su satisfacción. Sin duda somos más receptivos a la imagen evangélica.

Job, sin embargo, nos lleva a una pregunta fundamental: ¿somos capaces de gratuidad en nuestra relación con Dios?

Jean-Marc Liautaud, Fondacio


(Lucas 9, 46-50) La humildad permitirá a los Apóstoles presentarse como simples servidores de la Palabra. Su apertura de corazón y de espíritu los llevará a tratar sus semejantes con amor y benevolencia. Dentro de una sociedad abierta y multicultural como la nuestra, es bueno hacer vínculos con el más grande número de personas para abatir los prejuicios.

 


Primera lectura

 

Lectura del libro de Job (1,6-22):

Un día, fueron los ángeles y se presentaron al Señor; entre ellos llegó también Satanás.
El Señor le preguntó: «¿De dónde vienes?»
Él respondió: «De dar vueltas por la tierra.»
El Señor le dijo: «¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él: es un hombre justo y honrado, que teme a Dios y se aparta del mal.»
Satanás le respondió: «¿Y crees que teme a Dios de balde? ¡Si tú mismo lo has cercado y protegido, a él, a su hogar y todo lo suyo! Has bendecido sus trabajos, y sus rebaños se ensanchan por el país. Pero extiende la mano, daña sus posesiones, y te apuesto a que te maldecirá en tu cara.»
El Señor le dijo: «Haz lo que quieras con sus cosas, pero a él no lo toques.»
Y Satanás se marchó.
Un día que sus hijos e hijas comían y bebían en casa del hermano mayor, llegó un mensajero a casa de Job y le dijo: «Estaban los bueyes arando y las burras pastando a su lado, cuando cayeron sobre ellos unos sabeos, apuñalaron a ¡os mozos y se llevaron el ganado. Sólo yo pude escapar para contártelo.»
No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo: «Ha caído un rayo del cielo que ha quemado y consumido tus ovejas y pastores. Sólo yo pude escapar para contártelo.»
No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo: «Una banda de caldeos, dividiéndose en tres grupos, se echó sobre los camellos y se los llevó, y apuñaló a los mozos. Sólo yo pude escapar para contártelo.»
No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo: «Estaban tus hijos y tus hijas comiendo y bebiendo en casa del hermano mayor, cuando un huracán cruzó el desierto y embistió por los cuatro costados la casa, que se derrumbó y los mató. Sólo yo pude escapar para contártelo.»
Entonces Job se levantó, se rasgó el manto, se rapó la cabeza, se echó por tierra y dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor.»
A pesar de todo, Job no protestó contra Dios.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

 

Sal 16,1.2-3.6-7

R/.
 Inclina el oído y escucha mis palabras

Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño. R/.

Emane de ti la sentencia,
miren tus ojos la rectitud.
Aunque sondees mi corazón,
visitándolo de noche,
aunque me pruebes al fuego,
no encontrarás malicia en mí. R/.

Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu misericordia,
tú que salvas de los adversarios
a quien se refugia a tu derecha. R
/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,46-50):

En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante.
Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo: «El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante.»
Juan tomó la palabra y dijo: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir.»
Jesús le respondió: «No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro.»

Palabra del Señor

 

 

1

 

En este última día del mes de la biblia  nos encontramos en la liturgia con el libro de Job. Y es bueno preguntarnos ¿por qué leer el Libro de Job?

¿Quién no se ha preguntado alguna vez o cuestionado sobre la ausencia de Dios? ¿Dónde está Dios cuando yo voy mal o alguno de mis seres queridos sufre? El libro de Job aborda estas cuestiones a través de la experiencia vivida por un hombre.

Cada uno de nosotros cuando es golpeado por la desgracia, puede identificarse con la rebeldía y las preguntas de Job, y gritar a Dios su incomprensión y su tristeza.

El pasaje de hoy donde se omite los primeros cinco versículos del capítulo 1 (que, en un primer acto, presenta al personaje Job, gratificado por la vida, con una gran familia, hombre excepcional de gran fe y a quien nada se le puede reprochar).

Lo que leemos hoy es como el segundo acto, donde se introduce a Satanás, el “Adversario “o “acusador”. En el Antiguo Testamento esta es una de las raras apariciones de este personaje enigmático.  Su papel es el de engañar, o poner trampas a los inocentes, y acusarlos ante el Señor. Quién quiera que sea, Job va a encontrarse bien, a pesar suyo, en el centro de un debate que lo supera y que ocupa todo el libro: sufrir por causa de qué, ¿en vista de qué? ¿Y por qué Dios deja que esto suceda?

En el acto III que va de los versículos 13 al 22 del capítulo 1, vemos que al igual que un castillo de naipes, la vida de Job se desmorona. Adiós rebaños, sirvientes, riquezas y fin de la familia feliz. Por lo tanto, Job reacciona con un raro dominio de sus sentimientos. Gestos tradicionales de duelo o luto expresan su desesperación (v.20). Pero su fe en Dios permanece incólume, intacta. ¿Es posible acaso permanecer tan confiado, cuando se ven tantos dramas en tan poco tiempo?

 

En el Evangelio, Jesús que acaba de hablar de su próxima muerte, ve con decepción cómo los apóstoles no parecen haberlo escuchado, pues ellos no piensan sino en sí mismos y cada uno se ve bien en el primer lugar. Sin embargo, para Jesús, no es ubicarse o ponerse de primero lo que hace feliz, lo que llena de satisfacción el corazón, es ponerse al servicio de los demás. Acoger los otros, sobre todo los más débiles, es acoger a Dios mismo.

Por otra parte, hay que decir que en la antigüedad no se hablaba de los derechos de los niños. Nadie los ponía como ejemplo. Pero Dios privilegia a los pequeños. Los discípulos de Jesús deberán comprender que, para entrar en el Reino de Dios, es necesario cambiar de perspectiva y dejarse acoger por un amor incondicional.

 

 

2

 

Apoyarnos unos a otros

 

Juan tomó la palabra y dijo: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir.»
Jesús le respondió: «No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro.»

Lucas 9: 49-50

 

¿Por qué los apóstoles tratarían de evitar que alguien expulsara un demonio en el nombre de Jesús? Jesús no se preocupó por eso y, de hecho, les dice que no se lo impidan. Entonces, ¿por qué estaban preocupados los apóstoles? Probablemente a causa de los celos.

 

Los celos, que vemos en este caso entre los Apóstoles, es un problema que a veces puede infiltrarse en la Iglesia. Tiene que ver con el deseo de poder y control. Los apóstoles estaban molestos porque la persona que echaba fuera los demonios no los siguió. En otras palabras, los Apóstoles no pudieron hacerse cargo de esta persona.

 

Aunque esto puede ser difícil de entender, puede ser útil verlo en un contexto moderno. Digamos que alguien está a cargo de un ministerio en la iglesia y otra persona o personas comienzan un nuevo ministerio. El nuevo ministerio es bastante exitoso y, como resultado, aquellos que han estado trabajando en los ministerios establecidos más antiguos, pueden enojarse y ponerse un poco celosos.

 

Esto es una tontería, pero también es una realidad. Sucede todo el tiempo, no solo dentro de la iglesia, sino también en nuestra vida diaria. Cuando vemos a otra persona haciendo algo que tiene éxito o dando buenos frutos, podemos sentir envidia o celos.  

 

En este caso, con los Apóstoles, Jesús es bastante comprensivo y compasivo con todo el asunto. Pero también lo tiene bastante claro. «No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro.»


¿Ves las cosas en la vida de esta manera? Cuando alguien lo hace bien, ¿te alegras o eres negativo? Cuando otro hace cosas buenas en el nombre de Jesús, ¿eso llena tu corazón de gratitud porque Dios está usando a esa persona para bien o te da envidia?

 

Reflexiona hoy sobre las muchas cosas buenas que suceden a tu alrededor. Reflexiona, especialmente, sobre aquellos que están promoviendo el Reino de Dios. Y reflexiona sobre cómo te sientes por ellos. Ora para que los veas como tus compañeros de trabajo en la viña de Cristo y no como tus competidores.  


 

Señor, te agradezco por las muchas cosas buenas que están sucediendo en Tu Iglesia y en la sociedad. Ayúdame a regocijarme en todo lo que haces a través de otros. Ayúdame a dejar ir cualquier lucha que tenga con la envidia. Jesús, en Ti confío.



30 de septiembre:

San Jerónimo, Sacerdote y Doctor—Memorial

C. 340-420 Patrón de arqueólogos, archiveros, estudiosos de la Biblia, bibliotecarios, escolares, estudiantes y traductores 

Declarado Doctor de la Iglesia por el Papa Benedicto XIV en 1724 


Interpreto como debo, siguiendo el mandato de Cristo: "Escudriña las Escrituras" y "Busca y encontrarás". Porque si, como dice Pablo, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios, y si el hombre que no conoce las Escrituras no conoce el poder y la sabiduría de Dios, entonces la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo. 

~San Jerónimo, Comentario sobre Isaías

 

Eusebio Sofronio Jerónimo, más tarde conocido como Jerónimo, nació en la ciudad de Stridon, en algún lugar de los Balcanes. 

Treinta años antes del nacimiento de Jerónimo, el emperador Constantino legalizó la práctica del cristianismo en el Imperio Romano, pero muchos todavía se aferraban a las religiones y filosofías romanas y griegas. Jerónimo tenía al menos un hermano y los dos fueron criados por buenos padres cristianos que creían en la importancia de la educación. 

Mientras Jerónimo era adolescente o adolescente, sus padres lo enviaron a Roma para estudiar lengua, gramática, retórica, teología y filosofía. Aprendió griego, además del latín que conocía desde pequeño, y se sumergió en los clásicos: Virgilio, Cicerón y Terencio. Aunque Jerónimo había sido criado como cristiano, su moral decayó en Roma y cayó en pecados de la carne. Esto lo dejó lleno de culpa y pasaba muchos domingos visitando las catacumbas para recordar la muerte y la posibilidad del infierno. Como era costumbre en aquella época, no había sido bautizado de niño, por lo que antes de partir de Roma decidió bautizarse y comenzó una conversión.

Alrededor de los treinta años, después de su bautismo, Jerónimo viajó a varios sitios históricos cristianos. Viajó a Aquileia, en el actual norte de Italia, donde pasó tiempo con una ferviente comunidad cristiana bajo el liderazgo del obispo Valeriano. 

Luego viajó al desierto de Calcis, al sur de lo que hoy es Alepo y Antioquía en Siria, y se convirtió en ermitaño durante varios años. En el desierto, oró, estudió más griego y comenzó a aprender hebreo. 

También tradujo varios libros cristianos al latín. Durante ese tiempo, tuvo una visión en la que fue “arrebatado en el espíritu y arrastrado ante el tribunal del juez”. El juez le preguntó quién era. Jerónimo respondió: "Soy cristiano". Insatisfecho con la respuesta, el juez le dijo: “Mientes, eres seguidor de Cicerón y no de Cristo. Para' donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón'”.

Esto afectó profundamente a Jerónimo, porque se dio cuenta de que estaba aún más apegado a la literatura pagana que a Cristo y Su sagrada Palabra. Al darse cuenta de ello, Jerónimo se comprometió más plenamente con Cristo y con una vida de celibato, prometiendo dedicarse únicamente a la Palabra de Dios y la voluntad de Dios, y alejarse de su interés por la literatura secular. Después de varios años en el desierto, regresó a Antioquía donde fue ordenado sacerdote. 

Una vez ordenado, Jerónimo viajó a Constantinopla, donde pasó algunos años estudiando con el futuro santo, el arzobispo Gregorio Nacianceno. En Constantinopla, su conocimiento de la fe ortodoxa consagrada en el Credo de Nicea creció inmensamente. Continuó traduciendo obras al latín común y entró más profundamente en la vida de oración.

Alrededor del año 382, ​​el padre Dámaso convocó al padre Jerónimo a Roma para convertirse en secretario y consejero del Papa. El santo padre le animó a preparar una nueva traducción de la Biblia a partir de las traducciones griega y hebrea. En aquella época había muchas versiones de la Biblia en latín que habían sido mal traducidas. El Papa quería una buena versión y el padre Jerónimo estuvo a la altura de las circunstancias. Comenzó con el Nuevo Testamento, traduciéndolo del griego al latín.

El padre Jerónimo continuó viviendo una vida de oración y asceta y no tuvo reparos en confrontar la corrupción que vio dentro del clero y la sociedad romanos. 

Algunos biógrafos afirman que tenía un temperamento feroz, pero otros lo ven como la pasión con la que predicaba contra el pecado y llamaba a la gente al arrepentimiento. 

También reunió a su alrededor un grupo de mujeres santas (mujeres nobles, viudas y vírgenes) con quienes compartió su conocimiento de las Escrituras. Debido a que pasaba tanto tiempo con estas mujeres, otros lo acusaron de comportarse inapropiadamente con ellas, especialmente algunos miembros del clero romano que se ofendieron personalmente contra él. Cuando murió el Papa Dámaso, las acusaciones solo empeoraron e incluyeron críticas a las traducciones del Nuevo Testamento hechas por Jerónimo. Como resultado de la hostilidad, Jerónimo decidió que era hora de abandonar Roma, y ​​algunas de las santas mujeres se fueron con él.

Después de Roma, Jerónimo viajó de regreso a Antioquía y luego a Tierra Santa. Llegó a Belén, donde pasaría el resto de su vida. Se convirtió en ermitaño en las cuevas cercanas a la Iglesia de la Natividad y continuó con su oración, estudio, traducciones y muchos otros escritos. Formó un monasterio para hombres, y las mujeres que lo acompañaban establecieron un convento cercano.

En Belén, Jerónimo continuó su labor de traducir la Biblia al latín. Pasó unos ocho años traduciendo el Nuevo Testamento del griego original y luego pasó unos quince años traduciendo el Antiguo Testamento de los manuscritos hebreos originales, algo que nunca se había hecho antes. El trabajo completo recibió la aceptación de los eruditos de la Iglesia occidental debido a su precisión y claridad. Su traducción se conoció como la “Vulgata”, es decir, la traducción común, porque tenía el objetivo de presentar la Biblia de una manera que fuera fácil de entender y clara para la gente común, en su propio idioma. Durante el siguiente milenio, su uso se hizo más amplio. Finalmente, tras la Reforma Protestante, en 1546, el Concilio de Trento declaró la Vulgata de San Jerónimo como la traducción oficial latina de la Iglesia.

Con su profundo conocimiento de las Escrituras, el padre Jerónimo también escribió comentarios sobre muchos libros de la Biblia, ofreciendo especialmente las ideas obtenidas de su trabajo de traducción. Escribió sobre la vida de los santos, dejando algunos de los primeros documentos históricos sobre sus vidas heroicas. Escribió extensamente sobre la Santísima Virgen María, sobre el valor de la virginidad, combatió las herejías y dejó muchas cartas extensas que revelan profundas ideas espirituales e históricas.

Después de unos treinta y ocho años en Belén, el padre Jerónimo murió, pero sus escritos siguen vivos. Poco después de su muerte, fue reconocido como santo por consentimiento popular, que era el método de canonización en la Iglesia primitiva. Aunque desde entonces ha tenido un profundo impacto en la Iglesia, no fue declarado Doctor de la Iglesia hasta 1724.

San Jerónimo fue un cristiano devoto, teólogo, sacerdote y monje. Predicó la verdad, incluso cuando la gente se opuso o se ofendió. Su dedicación a las Sagradas Escrituras es insuperable, y el impacto de sus traducciones y escritos se sigue sintiendo hoy.

Mientras honramos a este primitivo santo, reflexione sobre su propio compromiso con una reflexión en oración sobre la Palabra de Dios. San Jerónimo debería inspirarnos a dedicar más atención a un mejor amor por la Palabra de Dios a través del estudio, la reflexión y la oración. Comprométete con este ideal y busca al mismo tiempo la intercesión de San Jerónimo.

 

San Jerónimo, Dios te dio un llamado único y te usó para brindarle a la Iglesia una comprensión fundamental de las Escrituras. Vuestra dedicación a la oración, el ascetismo y el estudio muestra claramente vuestro amor por Dios y Su Iglesia. Por favor, orad por mí, para que llegue a la misma profundidad de amor por las Escrituras que vos, para que también llegue al mismo amor por Dios que vos teníais. San Jerónimo, ruega por mí. Jesús, en Ti confío.

sábado, 28 de septiembre de 2024

29 de septiembre del 2024: vigésimo sexto domingo del tiempo ordinario- ciclo B


San Miguel, San Gabriel, San Rafael

Los nombres de estos tres arcángeles, mensajeros de Dios, significan en hebreo “quién es como Dios” (Michel), “Dios muestra su fuerza” (Gabriel) y “Dios sana” (Rafael).

 

Increíblemente simple

Al parecer, para Juan y sus amigos, pertenecer al grupo de los Doce les confiere el derecho de decidir quién es legítimo para actuar en su nombre y quién no.

Como parte de esta membresía, los amigos de Jesús tomaron la iniciativa de impedir que un hombre realizara un exorcismo.

El evangelio de hoy cuenta cómo Juan luego se jacta ante su Maestro de haber realizado tal acto de autoridad. Pero Jesús tiene cuidado de no entrar en un juego que acabe enfrentando a unos contra otros. Destaca lo único que le importa: actuar en su nombre. Luego pone una condición para ser contado entre los suyos: sólo tienes que no estar en contra de él y sus amigos. Ni siquiera es necesario declararse para ello. ¿No es realmente increíble esta condición que se cumple tan fácilmente?

Pero Jesús no se queda ahí e invita a Juan –y a nosotros con él– a ir más allá.

Conociendo nuestra tendencia a buscar enemigos afuera, Jesús nos anima a mirar hacia adentro, dentro de nosotros mismos. Aquí es donde debemos buscar lo que se declara “contra” Cristo y lo que nos hace caer.

Estamos invitados a arrancar en nosotros lo que se opone a Cristo y nos aleja de él, “tu mano”, “tu pie”, “tu ojo”, aunque nos cueste. Porque a veces estamos tan apegados a ideas o hábitos que nos separan del Señor como a nuestra mano, nuestro pie, nuestro ojo... hasta el punto de que separarnos de ellos se vuelve tan impensable como una amputación.

¿Qué declaraciones hace Jesús que me conmueven en este evangelio? o quien me lastimó?


¿Qué es para mí hoy una fuente de esperanza en este texto? ¿qué palabra? ¿Qué actitud de Jesús?
 

Marie-Caroline Bustarret, teóloga, profesora en las facultades de Loyola París


El Evangelio no cesa de invitarnos a la tolerancia y a la acogida de los otros.  

Para sostenernos y darnos fuerzas en esta tarea, contamos con el Espíritu Santo que sopla donde quiere, más allá de todas las fronteras. 
Que sea Él, quien cree la unidad de nuestra asamblea alrededor de Cristo Resucitado presente y actuante en nuestra celebración.




Primera lectura
Lectura del libro de los Números (11,25-29):


El Señor bajó en la nube y habló a Moisés; tomó parte del espíritu que había en él y se lo pasó a los setenta ancianos. Cuando el espíritu de Moisés se posó sobre ellos, comenzaron a profetizar, pero esto no volvió a repetirse. Dos de ellos se habían quedado en el campamento, uno se llamaba Eldad y otro Medad. Aunque estaban entre los elegidos, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu vino también sobre ellos y se pusieron a profetizar en el campamento. 
Un muchacho corrió a decir a Moisés: «Eldad y Medad están profetizando en el campamento.»
Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino diciendo: «¡Señor mío, Moisés, prohíbeselo!»
Moisés replicó: «¿Tienes celos por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo profetizara y el Señor infundiera en todos su espíritu!»

Palabra de Dios





Salmo
Sal 18

R/.
 Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R/.

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R/.

Aunque tu siervo vigila
para guardarlos con cuidado,
¿quién conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta. R/.

Preserva a tu siervo de la arrogancia,
para que no me domine:
así quedaré libre e inocente
del gran pecado. 
R/.




Segunda lectura
Lectura de la carta de Santiago (5,1-6):

Vosotros los ricos, gemid y llorad ante las desgracias que se os avecinan. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos son pasto de la polilla. Vuestro oro y vuestra plata están oxidados y este óxido será un testimonio contra vosotros y corroerá vuestras carnes como fuego. ¿Para qué amontonar riquezas si estamos en los últimos días? Mirad, el jornal de los obreros que segaron vuestros campos y ha sido retenido por vosotros está clamando y los gritos de los segadores están llegando a oídos del Señor todopoderoso. En la tierra habéis vivido lujosamente y os habéis entregado al placer; con ello habéis engordado para el día de la matanza. Habéis condenado, habéis asesinado al inocente, y ya no os ofrece resistencia.


Palabra de Dios

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,38-43.45.47-48):

En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo.»
Jesús replicó: «No se lo prohibáis, porque nadie que haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros está a favor nuestro. Os aseguro que el que os dé a beber un vaso de agua porque sois del Mesías no quedará sin recompensa. Al que 
sea ocasión de pecado para uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran del cuello una piedra de molino y lo echaran al mar. Y si tu mano es ocasión de pecado para ti, córtatela. Más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al fuego eterno que no se extingue. Y si tu pie es ocasión de pecado para ti, córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida, que ser arrojado con los dos pies al fuego eterno. Y si tu ojo es ocasión de pecado para ti, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser arrojado con los dos ojos al fuego eterno, donde el gusano que roe no muere y el fuego no se extingue.»
Palabra del Señor



1

Cambiar el corazón


Las lecturas bíblicas de este domingo nos revelan un Dios que quiere conducirnos por el camino de la Vida. Por eso viene a liberarnos de todo lo que nos distrae. En el camino a la tierra prometida, los hebreos eran sólo un grupo de esclavos. Moisés había sido elegido por Dios para conducirlos a la libertad. Pero como la carga se volvió demasiado pesada, distribuyó su poder nombrando funcionarios. Dios le prometió derramar su espíritu sobre ellos.

Pero surge un problema: dos hombres, Eldad y Médad, empiezan a profetizar, aunque no han sido designados. Josué los denuncia a Moisés. Los acusa de “ejercicio ilegal de profecía”. Pero no podemos impedir que el Espíritu de Dios sople donde quiera. Nadie tiene el monopolio sobre ello.

Esto también es válido para nosotros hoy.

Durante mucho tiempo se ha pensado que el Papa, los obispos y los sacerdotes son los únicos con derecho a hablar en nombre de Dios.

Hoy en día, vemos cristianos que están siendo capacitados para ejercer la enseñanza religiosa y responsabilidades de capellanía en escuelas intermedias, secundarias u hospitales. Y lo extraordinario es que el Espíritu actúa incluso fuera de la Iglesia. Interviene también en el corazón de los que son de otra religión y en el de todos los hombres.

En el Evangelio, es más o menos la misma pregunta que se le hace a Jesús.

Recordemos, que ya la semana pasada, los 12 simplemente discutían compitiendo por las primeras posiciones. Creen que son los únicos con este poder.

Están molestos al ver a un hombre expulsando demonios en el nombre de Jesús. Esta es una competencia desleal. A Cristo le gustaría darles un poco más de humildad. El que actúa en el nombre de Jesús no debe ser impedido. Entendamos, el demonio es quien nos lleva por caminos de perdición. Si lo ahuyentamos, no podemos estar en contra de Jesús.

El resto del Evangelio nos muestra las severas advertencias contra quien provoca la caída de un pequeño. Derribar a un discípulo que ha decidido seguir a Jesús es gravísimo.

Cuando San Marcos escribe su Evangelio, piensa en aquellos que no son de “nuestra Iglesia”. Entre ellos se encuentran simpatizantes que están dispuestos a cruzar el umbral. No debemos rechazarlos. Al contrario, somos enviados a trabajar por la salvación de todos los hombres. Dios los ama a todos y no quiere que ninguno se pierda.

En el Evangelio encontramos tres ejemplos para evitar la caída.

Jesús nos habla primero de la mano. Está hecho para recibir los dones de Dios y compartirlos. La mano que lleva al pecado es la que busca acumular riquezas en detrimento de los más pobres. Ella no duda en atacar para conseguir aún más. Es esta sed de riquezas la que puede llevar a la ruina de un pequeño. Esto es extremadamente serio, especialmente cuando viene de un cristiano.

El pie es independencia y autonomía. Nos permite ir y venir. Hoy entendemos que Jesús nos llama a todos a seguirlo. Él es el camino, la Verdad y la Vida. Es por él que vamos al Padre. Podemos pecar con los pies cuando corremos hacia el mal y llevamos a otros a él. Pecar con el pie es alejarse de Dios y emprender caminos de perdición.

El pecado del ojo es ver bien lo que Dios declara malo. Los ojos pueden llevarnos a la ilusión y alejarnos de Dios y de los demás. Pensemos en el hombre rico que no vio al pobre Lázaro al pie de su puerta. Su pecado fue verse sólo a sí mismo y a sus intereses personales inmediatos.

Esto es exactamente lo que denuncia la carta de Santiago (2ª lectura). Ataca a quienes acumulan riqueza y dinero para sí mismos.

Ataca a quienes explotan a los trabajadores a su cargo. Estas riquezas que acumulan “están podridas”. Sólo distorsionan las relaciones de fraternidad y justicia.

Si Dios nos da más y abundantes bienes es para hacer felices a más personas. Lo que hace que la vida sea valiosa es el amor.

En el Evangelio, Jesús nos pide que cortemos y decidamos. Esto no es una mutilación; lo que se nos pide es romper categóricamente con aquellos hábitos que nos llevan al pecado.

El Señor espera de nosotros un verdadero cambio de rumbo: que nuestra mano esté siempre extendida hacia Dios y hacia los demás, que nuestros pies sigan las huellas de Jesús, que nuestros ojos vean a los demás con la misma mirada de Dios, una mirada llena de amor y ternura…

Sí Señor, haz que mi mirada sobre los demás y sobre mí mismo sea a la medida de tu mirada de misericordia sobre nuestro mundo y sobre cada uno de nosotros.

María Santísima, madre nuestra intercede por nosotros, inspírame para

que yo sepa alegrarme por todo lo bueno que se hace alrededor de mí; y que, en toda cosa, yo busque la más grande Gloria para tu Hijo Jesucristo. Amén.


2

Estar con Cristo...Discípulos aquí y allá!

En el evangelio, Jesús no condena la gente que no camina con Él. 
La única exigencia o requisito que pide para reconocer su actividad, es esto: “Aquel que hace un milagro en mi nombre no puede al mismo tiempo hablar mal de mí”. Lo que cuenta antes que nada es la “pertenencia a Cristo”, es actuar en nombre de Cristo y ser reconocidos como personas (miembros) de Cristo: “aquel que les dé un vaso de agua por su pertenencia a Cristo no se quedara sin ser recompensado”.  Entonces, Todo el mundo puede obrar “en nombre de Cristo” con la condición de que le pertenezca! 
El anuncio del Evangelio de Cristo no está reservado a algunos misioneros patentados, oficiales, a los sacerdotes o a los diáconos ordenados! 
La evangelización concierne a todos los que son de Cristo, es decir, a todos los cristianos, a toda la Iglesia!

En materia de misión, no hay especialistas! Aquellos que son de Cristo, todos los bautizados, son “sacerdotes, profetas y reyes”, es lo que decimos siempre al hacer la unción con el oleo sagrado en el bautismo. El “especialista de la misión”, si yo puedo decirlo así, el animador de la actividad misionera de la Iglesia, es en efecto El Espíritu Santo!  “El Espíritu Santo es el agente principal de la evangelización: es Él quien empuja a cada uno a anunciar el Evangelio” (Ecclesia in África,20). Es el Espíritu que Jesús ha derramado desde lo alto de la cruz al “expirar” y sobre sus apóstoles soplando sobre ellos el atardecer de la resurrección. Es este mismo Espíritu que ha sido expandido y ha venido sobre todos los que estaban presentes el día de Pentecostés, sin importar sus orígenes.

“Si el Señor podía poner su espíritu en ellos para hacer de todo su pueblo un pueblo de profetas!” : si ese gran deseo de Moisés pudiera realizarse hoy! No habría todos esos falsos profetas que engañan los ignorantes y los pobres, en diversos lugares y ambientes de nuestro mundo…todos esos se dicen profetas, detentores de poderes misteriosos de curación, para atraer las multitudes, colectar el dinero de los débiles y volverse  ricos como aquellos de los que habla Santiago en su carta o como aquellas gentes a las que Jesús condena porque conducen a la perdición y a la caída los pequeños que Dios ama.

Todos los bautizados deberían ser verdaderos profetas! Todos  nosotros deberíamos ser profetas puesto que pertenecemos a Cristo! 

Para ser verdaderos profetas, es necesario al menos dos condiciones según nos dice la Palabra de Dios de este día. 
La primera, es pertenecer verdaderamente a Cristo. Haber apostado (echarse toda la vida al hombro como una manta ) por Él. No simplemente con palabras, sino también con todo lo que somos. Esto supone que hayamos renunciado a toda búsqueda de nuestro propio interés y a nuestras actitudes egoístas.  Poner atención a no comportarnos como esos ricos de los cuales habla Santiago! Ellos no se preocupan más que de sus bienes: “sus”  riquezas, “sus vestidos , “su” oro, “su” dinero, “sus” tierras…
Hay peligro cuando nos preocupamos solo de nosotros mismos, de nuestros bienes, de nuestras carreras! En el  evangelio, Jesús pone como imagen los miembros del cuerpo que nos pide cortar, arrancar si ellos nos incitan a pecar.

Nosotros sabemos que nuestras manos, nuestros pies, nuestros ojos, nos llevan a pecar de múltiples maneras. Que los ojos desean con lujuria o ambición cualquier cosa, los pies conducen para que la mano pueda ampararse por si misma: es así como se da el robo, el adulterio y todas las conductas graves. Jesús nos llama a que seamos profetas renunciando, mismo a  pesar que sea difícil, a todo lo que nos lleva a traicionar la misión evangélica que hemos recibido en el bautismo.

La segunda condición para ser profeta, es ser conducido por el Espíritu de Dios.
Se puede decir de otro modo, a la  manera de San Pablo y es siendo “cristianos espirituales”. Dejémonos modelar interiormente por la fuerza evangélica del Espíritu Santo que hemos recibido en el bautismo. Porque el deseo de Moisés se ha hecho realidad en Pentecostés. El objetivo de la misión de Jesús era de dar el Espíritu Santo a todos los que creyeran en su nombre. En efecto, todos los que renuncian a  mismos, a sus falsas riquezas, y que hacen la opción por pertenecer a Cristo, realizan verdaderos milagros en nombre de Jesús; ellos son profetas de Cristo ahí donde viven y en todos los lugares donde van. 

Es la fuerza de Cristo que nos ha sido dada para que nuestra vida esté animada y que nuestra manera de vivir esté marcada por el servicio y el respeto a los demás y no por nuestros intereses egoístas.

Es el Espíritu Santo que actúa en la vida de los verdaderos profetas y mismo en la de los niños. Él hace grandes milagros en aquellos que son de Cristo!

Los textos de hoy nos invitan a reflexionar sobre nuestros perjuicios, nuestras exclusiones, nuestro rechazo al otro. 

La apertura no nos obliga a renunciar a nuestra propia identidad cristiana, al contrario ella la fortalece, no en el enfrentamiento pero si en el dialogo. Dialogar para comprender, maravillarse, enriquecerse! Cuando uno se acerca a los otros, ya sean anglicanos, metodistas, mormones, musulmanes, hindúes, judíos, no creyentes, ateos, animistas, se descubren perlas de humanidad y de espiritualidad. 

Uno se da cuenta que fuera de la Iglesia, hay muchos signos de vida, que muchos exorcizan demonios, es decir que luchan contra el mal, la enfermedad, los prejuicios y la discriminación. Existen muchas personas que hacen un trabajo excepcional en  un gran espíritu de fraternidad y compromiso…

Ni el grupo de los Doce, ni ninguna Iglesia es la sola depositaria del Espíritu de Dios. Fuera de nuestros cenáculos, el Espíritu sopla, imprevisible, libre como el viento (Juan 3,8).

Cristo nos invita hoy a abrirnos, a estar abiertos a aquellos que quieren hacer el bien, ser edificados por sus compromisos, a admirar el bello trabajo que realizan aquellos que no pertenecen a nuestro grupo, a nuestro partido político, a nuestra nacionalidad. “No se lo impidan, mismo si no son de los nuestros”.



3

Eliminar las ocasiones de pecado

“…Y si tu mano es ocasión de pecado para ti, córtatela. Más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al fuego eterno que no se extingue. Y si tu pie es ocasión de pecado para ti, córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida, que ser arrojado con los dos pies al fuego eterno. Y si tu ojo es ocasión de pecado para ti, sácatelo...”

Marcos 9:43–47

A veces necesitamos despertar al horror del pecado.

El pecado, y sólo el pecado, es capaz de enviarte al infierno.

El infierno es real, y es posible que vayas allí por la eternidad.

Por lo tanto, debemos hacer lo que sea necesario para evitar esa terrible posibilidad.

Esta enseñanza de Jesús puede que no se considere, al principio, una de sus enseñanzas más inspiradoras, pero debería serlo. No es inspiradora en el sentido de que sea muy gráfica, pero sí lo es en el sentido de que tiene el potencial de motivarnos a la acción.

¿Está usted motivado a hacer todo lo que puede para evitar el pecado? ¿Iría tan lejos como para cortarse una mano o un pie, y sacarse un ojo para evitar el pecado?

En primer lugar, esto no debe verse como un mandato literal en el que Jesús nos está diciendo que nos mutilemos. Pero es Él quien eligió un lenguaje tan gráfico. Por lo tanto, no debemos evitar reflexionar sobre estas imágenes en forma de oración para poder ver más claramente aquellas cosas que nos llevan al pecado. Cuando las veamos, debemos dar el paso radical de eliminarlas por completo de nuestra vida.

Muchos de los Padres de la Iglesia dicen que la mano, el pie y el ojo en esta enseñanza se refieren a nuestros amigos.

Así como una mano, un pie y un ojo son buenos en sí mismos, también lo son los amigos. Estamos hechos para la amistad con Dios y con los demás. Sin embargo, no toda amistad nos ayuda a acercarnos a Dios. Por lo tanto, cuando un amigo terrenal se convierte en una fuente de pecado, debemos eliminar esa amistad.

La amistad es diferente de la caridad.

Debemos caridad a todas las personas, incluso a las más pecadoras. Pero actuar con caridad hacia los demás es diferente de ser amigos de ellos.

Ser amigo implica dar y recibir mutuamente. Y aunque siempre debemos darnos a los demás, no siempre debemos recibir de ellos cuando lo que tienen para ofrecer es una invitación al pecado. Así es como los “cortamos” y “los arrancamos”.

Cuando otra persona intenta relacionarse con nosotros de tal manera que nos lleva al pecado, debemos tomar esa tentación muy en serio y rechazarla con mucho vigor.

La mano, el pie y el ojo en esta enseñanza también representan cada situación en la vida que nos tienta a pecar. Por ejemplo, pensemos en las posesiones materiales. Si comprar un coche, una casa o un aparato electrónico muy caros nos tienta a volvernos más materialistas, entonces debemos evitar comprarlos.

Las personas se sienten atraídas por las cosas bonitas. Pero ¿poseer cosas bonitas ayuda a que nuestra alma se vuelva santa? Se podría argumentar que podemos tener cosas bonitas y al mismo tiempo permanecer espiritualmente desapegados de ellas. Pero es difícil vivir así.

Cuanto más lujosas sean nuestras posesiones materiales, más tentados estaremos a depender de ellas para nuestra felicidad. Por lo tanto, elegir vivir con sencillez es casi siempre mejor para nuestra alma que elegir vivir en el lujo. Esta enseñanza también se aplica a cualquier otra cosa que pueda convertirse en una fuente de tentación.

Reflexione hoy sobre aquellas cosas o personas en tu vida que se han convertido en ocasión de pecado para usted. No se engañe creyendo que puede controlar la tentación. Si tiene alguna fuente de tentación constante en su vida, necesita eliminarla. Medite sobre esta enseñanza muy gráfica de Jesús y trate de aplicarla a su vida. Identifique aquellas cosas que le llevan a pecar y elimínelas con mucha determinación.

Señor radical, Tú llamas a todos tus hijos a una vida de santidad y perfección. Ayúdame a tomar en serio tus enseñanzas para eliminar de mi vida todas las ocasiones de pecado. Que tenga ojos para ver estas tentaciones y el valor para rechazarlas con todas mis fuerzas. Jesús, en Ti confío.


ORACIÓN-MEDITACIÓN

Sobre tu pueblo Señor, envías tu Espíritu.
Haces surgir profetas de todas las razas y culturas.
Múltiples obreros que envías a la viña del mundo.
Ellos hablan en tu nombre. Ellos sirven en tu nombre.
Ellos viven, sufren y mueren a causa de tu evangelio.

Con sus manos, crean nuevos semilleros,
y siembran la paz, la justicia y la solidaridad.
Con sus pies atraviesan nuevas fronteras
y hacen recular la ignorancia, la miseria y el miedo.
Con una mirada pura, ellos se levantan para celebrar la belleza de la vida,
para llamar al respeto de todo ser humano.
Sobre tu pueblo, Señor, haz reposar tu Espíritu.
Tu suscitas profetas de todas las razas y culturas;
profetas que espantan los malos espíritus;
Profetas que nos cuestionan y nos incomodan.
Profetas que portan un fuego que pensamos apagado.
Es por eso que nos dices: “no se lo impidan!”
Déjenles llevar de nuevo la esperanza a sus hijos.
Déjenles entrar en el templo de la cotidianidad
Mientras dicen también:
“El Espíritu del Señor está sobre mí,
Él me ha consagrado y me ha enviado a llevar la Buena Nueva a los pobres.”



28 de septiembre del 2024: sábado de la vigésima quinta semana del tiempo ordinario- año II- San Lorenzo Ruiz y compañeros mártires

Santo del día

San Lorenzo Ruiz y sus compañeros

Siglo XVII. Estos dieciséis mártires de Nagasaki – entre ellos el laico filipino Lorenzo Ruiz y el dominico francés Guillaume Courtet – dieron su vida por el Evangelio en Japón, entre 1633 y 1637.

Fueron canonizados por Juan Pablo II en 1987.

 

Poesía prosaica

(Eclesiastés 11, 9 – 12, 8) La poesía con la que Qohèleth describe la vejez – con el cierre de los sentidos (vista, oído) y la disminución de las fuerzas – sugiere una entrada en uno mismo que puede conducir a una interioridad favorable a nuestro camino hacia la “morada de la 'eternidad'.

Sin embargo, no idealiza en absoluto estos días que nos pueden resultar difíciles de superar y de los que diremos: “No me gustan.» De ahí la importancia de vivir plenamente el hoy que es nuestro.

Emmanuelle Billoteau, ermitaña


Carpe diem

Eclesiastés (11,9–12,8) La juventud es un momento privilegiado. Con frecuencia, se piensa que la fe, es renunciar a sus deseos, respetar las prohibiciones. Pero Dios no me pide frenarme, o limitarme, al contrario, Él me invita a disfrutar de la vida. Quizás, mismo, Él habita mis sueños más locos, ¿mis deseos más profundos? ¡Todo es posible!  ¡Pero Dios me invita también a reflexionar sobre lo que me conviene o no!


(Lucas 9, 43b-45), Ninguna filosofía, ninguna teología, fuera del evangelio, aporta una solución, o una salida a la tragedia de la muerte, la angustia central de toda vida humana. 

Jesús nos ha mostrado que la muerte, libremente aceptada en la confianza y el amor, abre a la presencia de Dios. 

La muerte nos vacía de nosotros mismos y de nuestro egoísmo para acoger el amor trascendental. 

La cruz nos despoja de todo, ella nos reduce a la más profunda pobreza.



Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiastés (11,9–12,8):

Disfruta mientras eres muchacho y pásalo bien en la juventud; déjate llevar del corazón, de lo que atrae a los ojos; y sabe que Dios te llevará a juicio para dar cuenta de todo. Rechaza las penas del corazón y rehúye los dolores del cuerpo: niñez y juventud son efímeras. Acuérdate de tu Hacedor durante tu juventud, antes de que lleguen los días aciagos y alcances los años en que dirás: «No les saco gusto.» Antes de que se oscurezca la luz del sol, la luna y las estrellas, y a la lluvia siga el nublado. Ese día temblarán los guardianes de casa y los robustos se encorvarán, las que muelen serán pocas y se pararán, las que miran por las ventanas se ofuscarán, las puertas de la calle se cerrarán y el ruido del molino se apagará, se debilitará el canto de los pájaros, las canciones se irán callando, darán miedo las alturas y rondarán los terrores. Cuando florezca el almendro, y se arrastre la langosta, y no dé gusto la alcaparra, porque el hombre marcha a la morada eterna y el cortejo fúnebre recorre las calles. Antes de que se rompa el hilo de planta, y se destroce la copa de oro, y se quiebre el cántaro en la fuente, y se raje la polea del pozo, y el polvo vuelva a la tierra que fue, y el espíritu vuelva a Dios, que lo dio. Vanidad de vanidades, dice Qohelet, todo es vanidad.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

 Sal 89,3-4.5-6.12-13.14.17


R/.
 Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación


Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó;
una vela nocturna. R/.

Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R/.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R/.

Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R
/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,43b-45):

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: «Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres.»
Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido. 
Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

Palabra del Señor

 

 

 


2

«Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres.»
Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

 

 Lucas 9:44-45

 

Entonces, ¿por qué “les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido”  de lo que Jesús les dijo? “Interesante. Aquí Jesús les dice que "presten atención a lo que les está diciendo." Y entonces comienza a explicar que sufrirá y morirá. Pero no consigue ser entendido inmediatamente. No entendían lo que quería decir y "tenían miedo de preguntarle sobre el asunto”

La verdad es que Jesús no se sintió ofendido por su falta de comprensión. Se dio cuenta de que no lo entenderían inmediatamente. Pero esto no le impidió decírselo de todos modos. ¿Por qué? Porque sabía que llegarían a comprender a tiempo. Pero, al principio, los Apóstoles sólo escucharon con un poco de confusión.

¿Cuándo llegaron a comprender los apóstoles? Entendieron una vez que el Espíritu Santo descendió sobre ellos guiándolos a toda La Verdad. Se necesitaron las acciones o la obra del Espíritu Santo para entender tales misterios tan profundos.

Ciertamente, es lo mismo que pasa con nosotros. Cuando nos enfrentamos al misterio de los sufrimientos de Jesús, y cuando nos enfrentamos a la realidad del sufrimiento en nuestra propia vida o en la de quienes amamos, a menudo podemos confundirnos al principio. Se necesita un don del Espíritu Santo para abrir nuestra mente para entender. El sufrimiento es más a menudo inevitable. Todos lo soportamos. Y si no permitimos que el Espíritu Santo trabaje en nuestra vida, el sufrimiento nos llevará a la confusión y a la desesperación. Pero si permitimos que el Espíritu Santo abra nuestra mente, comenzaremos a entender cómo Dios puede obrar en nosotros a través de nuestros sufrimientos del mismo modo que él trajo la salvación al mundo a través de los sufrimientos de Cristo.

 

Reflexiona, hoy, sobre lo bien que comprendes tanto los sufrimientos de Jesús como los tuyos. ¿Estás permitiendo que el Espíritu Santo te revele el significado e incluso el valor del sufrimiento? Di una oración al Espíritu Santo pidiendo esta gracia y deja que Dios te guíe a este profundo misterio de nuestra fe.

 

Señor, sé que sufriste y moriste por mi salvación. Sé que mi propio sufrimiento puede tener un nuevo significado en Tu Cruz. Ayúdame a ver y a entender más plenamente este gran misterio y a encontrar un valor aún mayor en Tu Cruz, así como en la mía.

Jesús, confío en Ti.



 

28 de septiembre: Santos Lorenzo Ruiz y compañeros, mártires—Memoria opcional

c. 1600–1637 Santo Patrón de Filipinas, los filipinos, los inmigrantes, los pobres, las familias separadas y los monaguillos 

Canonizado por el Papa Juan Pablo II el 18 de octubre de 1987 



“Soy católico y acepto de todo corazón la muerte por Dios. Si tuviera miles de vidas, las ofrecería todas por él. Nunca apostataré. Puedes matarme si eso es lo que quieres. Morir por Dios, ésa es mi voluntad”.

~Últimas palabras de San Lorenzo Ruiz

 

En 1549, San Francisco Javier y dos compañeros jesuitas llegaron por primera vez a suelo japonés con el Evangelio.

A finales de siglo, Japón contaba con unos 300.000 conversos a la fe. En la década de 1580, el shogun Tokugawa había empezado a sospechar del cristianismo occidental, temiendo que su propagación pudiera conducir a la colonización europea. Como resultado, se emitieron edictos que proscribían el cristianismo. Esto condujo a miles de martirios entre los años 1597 y 1639.

De esos mártires, veintiséis fueron canonizados como santos en 1862, 205 fueron beatificados en 1867, dieciséis fueron canonizados en 1987, dos fueron beatificados en 1989 y 188 fueron beatificados en 2008.

 Los santos conmemorados hoy, San Lorenzo Ruiz y compañeros, son los dieciséis que fueron canonizados en 1987 por el Papa Juan Pablo II.

Lorenzo (Lawrence) Ruiz nació de padre chino y madre filipina en Binondo, Manila. La ciudad de Binondo fue fundada sólo seis años antes del nacimiento de Lorenzo por el gobernador español para los colonos chinos que se habían convertido al catolicismo. Pronto se convirtió en un distrito vibrante y multicultural, marcado por muchos matrimonios mixtos entre chinos y filipinos, que desempeñaron un papel importante en la vida comercial y cultural de Manila.

De niño, Lorenzo aprendió chino de su padre y filipino de su madre, ambos católicos. Fue monaguillo en la iglesia local dirigida por dominicos, donde también recibió una educación. Destacaba en caligrafía, y consiguió empleo como escribano, redactando documentos oficiales, registrando transacciones y llevando otros registros escritos. A medida que crecía, siguió participando en la vida parroquial, se unió a la Cofradía del Santísimo Rosario y vivió una vida normal. Al final de su adolescencia o principios de sus veinte años, Lorenzo se casó con una mujer llamada Rosario y tuvieron tres hijos: dos varones y una niña.

Durante la vida de Lorenzo, los colonizadores españoles gobernaron las Filipinas. Aunque aportaron muchos beneficios a la tierra, incluidos numerosos misioneros, los colonizadores también gobernaron a menudo con injusticia. Por ejemplo, si un filipino nativo mataba a un español, el crimen se castigaba con una retribución rápida y un castigo severo, desproporcionadamente duro para los nativos. Aunque existía un sistema legal establecido, favorecía a los españoles, por lo que cuando un filipino era acusado de un delito, no siempre se garantizaba una justicia verdadera e igualitaria.

Por desgracia, la vida de Lorenzo dio un giro trágico cuando, en 1636, cuando tenía unos treinta y seis años, fue acusado falsamente de un crimen contra un español, probablemente un asesinato, aunque los registros no son definitivos. Para escapar de una persecución injusta, Lorenzo se escondió de las autoridades y se embarcó en un barco con tres sacerdotes dominicos, un sacerdote japonés y un laico. Aunque el barco podría haber estado inicialmente destinado a un pacífico puerto japonés, atracó en Okinawa, Japón, donde la persecución católica era intensa.

Poco después de la llegada de los seis, el shogun Tokugawa se percató de su presencia y ordenó que arrestaran al grupo. Los interrogaron y les informaron de que debían abandonar Japón, a lo que accedieron. Sin embargo, el shogun, insatisfecho con que se fueran, también les exigió que renunciaran a su fe. Esta era una táctica común en Japón, destinada a erradicar la fe del país. La creencia era que, si los cristianos denunciaban públicamente su fe, otros japoneses lo verían como un signo de debilidad y también abandonarían la fe. El grupo se negó.

Durante más de un año, este grupo de seis permaneció encarcelado y finalmente fue trasladado a Nagasaki. Durante su cautiverio, soportaron una crueldad inimaginable. Les echaban agua por la garganta, les colocaban tablas sobre el abdomen y luego saltaban sobre ellos, forzándolos a salir por la boca, la nariz y las orejas. Los cortaban y pinchaban con bambú afilado y soportaban una severa tortura psicológica. Un sacerdote murió el 24 de septiembre de 1637.

Después de eso, otros dos consideraron renunciar a su fe, pero encontraron su resolución y se mantuvieron firmes. Lorenzo preguntó a los torturadores: "Me gustaría saber si, apostatando, me perdonarán la vida". No hubo respuesta, y Lorenzo permaneció firme en su fe. Luego los ataron fuertemente para restringir el flujo de sangre y los colgaron sobre fosas. Con un brazo libre, les dijeron que solo necesitaban señalar la apostasía con ese brazo. Se negaron y permanecieron en ese estado durante tres días. Lorenzo finalmente proclamó: "Soy católico y acepto de todo corazón la muerte por Dios. Si tuviera miles de vidas, las ofrecería todas por Él. Nunca apostataré. Puedes matarme si eso es lo que quieres. Morir por Dios, tal es mi voluntad”.

Lorenzo y su compañero laico Lázaro murieron poco después, y los tres sacerdotes restantes fueron decapitados. Murieron el 28 o 29 de septiembre de 1637.

Entre los seis mártires se encontraban dos laicos: Lorenzo Ruiz y Lázaro de Kioto; dos sacerdotes dominicos españoles, los padres Antonio González y Miguel González de Aozaraza de Leibar; el sacerdote francés, el padre Guillaume Courtet; y el padre dominico japonés Vincentius Shiotsuka. También se honra hoy a cinco sacerdotes, dos hermanos religiosos y tres laicos que fueron martirizados en 1633 y 1644.

Los sacerdotes fueron los padres Domingo Ibáñez de Erquicia Pérez de Lete, Jordán Ansalone, Lucas del Espíritu Santo Alonso Gorda, Jacobo Kyushei Gorōbyōe Tomonaga de Santa María y Tomás Rokuzayemon. Los hermanos religiosos fueron Francisco Shōyemon y Mateo Kohioye. Los laicos fueron Marina de Omura, Magdalena de Nagasaki y Miguel Kurobioye.

Al honrar a estos heroicos testigos de la fe católica, reflexionemos sobre el hecho de que sus vidas concluyeron con un dolor y sufrimiento excepcionales. Aun así, su vida eterna en el Cielo se celebra ahora con las mayores alabanzas.

San Lorenzo Ruiz, recordado en la conmemoración de hoy, fue el primer mártir filipino, por lo que su testimonio es muy reverenciado entre los católicos filipinos que buscan su intercesión.

San Lorenzo, junto con los numerosos otros mártires japoneses de finales del siglo XVI y XVII, hicieron más por la fe sacrificando valientemente sus vidas de lo que hubieran podido haber hecho viviendo cómodamente. El amor es sacrificial y, aunque no estemos llamados a ser mártires en sangre, debemos alimentar una fe tan profunda que dé el mismo testimonio, dedicando sacrificialmente nuestras vidas a Cristo y a la salvación de las almas en cualquier forma en que seamos llamados.

 

San Lorenzo Ruiz y compañeros, ustedes soportaron crueles y constantes torturas para obligarlos a renunciar a su fe, pero se mantuvieron firmes hasta el final. Por favor, oren por mí, para que nunca permita que la persecución o cualquier otra forma de sufrimiento me impida ofrecer mi vida en sacrificio a Cristo, para su gloria y la salvación de las almas, comenzando por la mía. San Lorenzo Ruiz y compañeros, oren por mí. Jesús, en Ti confío.

22 de julio del 2025: Fiesta o Memoria obligatoria de Santa María Magdalena,

  Santo del día: Santa María Magdalena Siglo I. Nacida en Magdala, a orillas del mar de Galilea, estuvo al pie de la cruz cuando Jesús m...