lunes, 2 de septiembre de 2024

3 de septiembre del 2024: martes de la vigésima segunda semana del tiempo ordinario- año II- San Gregorio Magno, Papa


Santo del día

San Gregorio Magno

Alrededor de 540-604. “Cuanto más perfecta es un alma, más compasión tiene por el sufrimiento de los demás”, afirmó este monje benedictino, elegido Papa en el año 590.

Dejó numerosos escritos de carácter pastoral, moral y espiritual.

Doctor de la Iglesia.


¡Por fin libres!

(Lucas 4, 31-37) He aquí un hombre “poseído por el espíritu de un demonio impuro”.

Jesús le dice al espíritu que salga y el hombre se encuentra arrojado al suelo.

¿Qué nos puede decir este evangelio que viene directamente de otro tiempo?

Quizás también hoy Jesús continúa su obra de liberación. Por supuesto, no estamos poseídos, pero podemos estar "retenidos", por el desánimo, por la amargura o más simplemente por una cuenta bancaria o una preocupación que acaba invadiendo nuestra mente.

¡Jesús ahuyenta todo esto para devolvernos nuestra verdadera libertad!

Bertrand Lesoing, sacerdote de la comunidad de Saint-Martin



 (1 Corintios 2:10b-16) Pablo afirma con certeza: “¡Tenemos la mente de Cristo!” Sin embargo, no demos nada por sentado y atrevámonos a ser humildes. En nuestra oración diaria, pidamos a Dios que nos dejemos atrapar por su Espíritu, el único que puede conducirnos a toda la verdad.



(Lucas  4, 31-37) El espíritu demoniaco que interviene en la sinagoga, grita a Jesús, y éste le impone  el silencio.
¿No será a veces, ésta la primera etapa hacia el apaciguamiento: callarse y retirarse en el silencio? Es cuestión de volver a dejar escuchar en nosotros las interpelaciones de Cristo.



Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2,10b-16):

El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios. ¿Quién conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre, que está dentro de él? Pues, lo mismo, lo íntimo de Dios lo conoce sólo el Espíritu de Dios. Y nosotros hemos recibido un Espíritu que no es del mundo, es el Espíritu que viene de Dios, para que tomemos conciencia de los dones que de Dios recibimos. Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu, no las exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano, sino en el que enseña el Espíritu, expresando realidades espirituales en términos espirituales. A nivel humano, uno no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de percibirlo, porque sólo se puede juzgar con el criterio del Espíritu. En cambio, el hombre de espíritu tiene un criterio para juzgarlo todo, mientras él no está sujeto al juicio de nadie. «¿Quién conoce la mente del Señor para poder instruirlo?» Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo.

Palabra de Dios



Salmo

Sal 144, 8-9. 10-11. 12-13ab. 13cd-14

R/.
 El Señor es justo en todos sus caminos

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.

El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan
R/.






1

Gracias Espíritu!

La primera lectura hoy nos dice que la inteligencia humana no es suficiente para captar el pensamiento de Dios. Sólo el Espíritu de Dios la revela, Él dona la capacidad particular para examinar las situaciones y actuar en consecuencia (v. 15)…Pero, ¡ojo con delirar. Nosotros no somos Dios!


Galilea, carrefour de naciones…donde se sana y todavía más…


Galilea era una provincia fronteriza, un gran carrefour de comercio y de pueblos, y no era bien vista por Jerusalén. Nazaret era un pequeño pueblo en lo alto y Cafarnaún, al bordo del lago, un puerto de pesca muy activo. En la sinagoga, donde el pueblo se congrega para la oración y la enseñanza, Jesús pone en práctica sus palabras…sus palabras se vuelven actos.
En la época de Jesús, las enfermedades físicas o mentales, se atribuían a espíritus o demonios que tomaban posesión de una persona. Ésta era entonces excluida y rechazada. La fuerza de la Palabra de Jesús libera de las fuerzas del mal, restablece la persona y la reintegra en la vida social. Y más todavía, ella la abre a una vida nueva: y es posible verla de nuevo de pie, al servicio de los demás.


2

Autoridad y poder

Todos comentaban estupefactos: «¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen.»

Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca.

Lucas 4:36-37


Jesús acababa de enfrentarse a la ira de muchos en su ciudad natal de Nazaret, así que se fue de allí y viajó unos 50 kilómetros hasta Cafarnaúm, una ciudad al norte del Mar de Galilea. Esta se convertiría en su nuevo hogar durante su ministerio público. La reacción que recibió en Cafarnaúm fue muy diferente a la que recibió en Nazaret. Mientras enseñaba en la sinagoga de Cafarnaúm, un hombre que tenía un demonio se le acercó, Jesús reprendió al demonio y lo echó fuera, y la gente quedó asombrada. La noticia acerca de Jesús se difundió rápidamente. Después de esto, Jesús realizó muchos otros milagros, y la gente siguió sintiendo admiración por Él.

¿Qué fue lo que impresionó a la gente de Cafarnaúm?

En parte fue la “autoridad y el poder” con que Jesús habló y actuó. Pero no fue sólo eso, ya que Jesús había hecho lo mismo también en Nazaret, donde la gente no creyó en Él. En Cafarnaúm no es que Jesús fuera diferente, parece que la gente era diferente. Jesús conquistó muchos corazones en Cafarnaúm porque la gente estaba abierta al don de la fe. De hecho, cuando Jesús se disponía a salir de Cafarnaúm, la gente le rogó que se quedara. Aunque con el tiempo Jesús también encontraría resistencia por parte de la gente de allí, su reacción inicial fue de fe.

¿Quieres que Jesús actúe poderosamente en tu vida? ¿Quieres que actúe sobre ti con autoridad y poder? Muchas personas, de vez en cuando, pueden sentir que sus vidas están un poco fuera de control. Experimentan debilidad, confusión, falta de dirección y cosas por el estilo. Por esa razón, la verdadera “autoridad y poder” espiritual es muy bienvenida. ¿Qué tipo de autoridad y poder necesitas que Jesús ejerza sobre tu vida hoy?

Pensemos en un niño pequeño que tiene miedo. Cuando esto sucede, el niño se dirige a un padre amoroso en busca de consuelo y seguridad. El abrazo de un padre ayuda inmediatamente a disipar el miedo y la preocupación del niño. Lo mismo sucede con nosotros. Debemos ver a Jesús como la fuente de calma en nuestras vidas. Él es el único que es capaz de ordenar nuestras vidas, liberándonos de los ataques del maligno, trayendo paz y calma a nuestras emociones desordenadas y claridad a nuestras preguntas y dudas. Pero esto solo será posible si estamos abiertos. Su poder nunca cambia, pero solo puede entrar en nuestras vidas cuando cambiamos y cuando reconocemos nuestra debilidad y nuestra necesidad de que Él tome el control.

Reflexiona hoy sobre la infinita autoridad espiritual y el poder de nuestro Señor. Es un poder que va más allá de cualquier otra cosa que podamos imaginar. Él quiere ejercer esta autoridad en tu vida por amor.

¿Qué le impide tomar un mayor control de tu vida? ¿Qué pecado o tentación quiere reprender Jesús en tu vida? ¿De qué opresión quiere liberarte?

Reflexiona sobre ti mismo como miembro del pueblo de Cafarnaúm que recibe plenamente a Jesús, se maravilla de Él y lo desea en su vida. Su obra en tu vida depende de ti y de tu respuesta a Él. Invócalo y déjalo entrar.

Señor mío, poderosísimo, Tú y sólo Tú eres capaz de tomar autoridad sobre mi vida y traer orden y paz. Por favor, quita toda duda y terquedad de mi corazón para que pueda abrirme a Ti y a Tu gracia. Toma autoridad de mi vida, querido Señor, y guíame hacia Tu santísima voluntad. Jesús, en Ti confío.


3 de septiembre: San Gregorio Magno, Papa y Doctor—Memoria

c. 540–604 Santo Patrón de los niños del coro, educadores, albañiles, músicos, papas, estudiantes y cantantes Invocado contra la gota y la peste

Declarado Doctor de la Iglesia por el Papa Bonifacio VIII en 1295




No debe tenerse la pretensión de enseñar un arte sin antes haberlo aprendido con esmerado estudio. ¿Cuál no será, pues, la temeridad de aquellos ignorantes que aspiran al magisterio pastoral, siendo el gobierno de las almas el arte de las artes?  ¿Quién habrá que ignore que las llagas del alma son aún más ocultas que las mismas llagas de las entrañas? Y, sin embargo, cuántos hay que, sin haber aprendido las reglas y preceptos del espíritu, no titubean en darse por médicos del corazón; mientras se avergonzaría de llamarse médico del cuerpo quien no conociera las virtudes de los medicamentos.

Pero como ya, por la gracia de Dios, han doblado la cerviz todas las eminencias del mundo actual ante la augusta grandeza de la religión, hay muchos que, so pretexto de gobernar las almas, se introducen en la Iglesia para conquistar honores, pretenden pasar por maestros, pugnan por colocarse por encima de los demás, en una palabra, como afirma la eterna Verdad, aman ser saludados en las plazas, los primeros asientos en los banquetes y las sillas principales en las sinagogas (Mt 23,7): estos tales son tanto menos dignos de desempeñar dignamente el ministerio pastoral que han recibido, en cuanto, sólo movidos por su soberbia, han alcanzado este magisterio de humildad. 

~San Gregorio Magno, Regla Pastoral, Libro I

San Gregorio Magno nació en la ciudad de Roma en el seno de una familia aristocrática cuyos miembros ocupaban cargos políticos y religiosos. El padre de Gregorio fue senador y más tarde se convirtió en Prefecto de Roma, un cargo similar al de alcalde. Su madre, Silvia, era una mujer virtuosa que más tarde fue reconocida como santa, al igual que dos de sus tías. Así, la influyente, rica y santa familia de Gregorio le proporcionó una educación estelar y lo nutrió en la fe católica desde muy joven.

Durante los primeros catorce años de su vida, Gregorio fue testigo de cómo la guerra y las enfermedades asolaban la ciudad de Roma. Los ostrogodos habían gobernado Roma desde el año 479, pero entre los años 535 y 554 el emperador romano de Oriente libró una guerra en un intento de recuperar el control.

La guerra causó una destrucción significativa en Roma y provocó muchas muertes. Es posible que Gregorio y su familia incluso tuvieran que huir durante un tiempo.

Una vez que se restableció la paz en el año 554 e Italia quedó bajo el control del emperador romano de Oriente, la gente comenzó a regresar a Roma, a reconstruir la ciudad y a restablecer el orden.

Entre 554 y 574, Gregorio siguió los pasos de su padre y asumió diversos cargos de liderazgo civil. Alrededor del año 573, fue elegido para el mismo puesto que su padre había ocupado anteriormente: Prefecto de Roma. Sin embargo, poco después de que Gregorio asumiera este cargo, su padre falleció, lo que impulsó a Gregorio a dar un giro importante a su vida. Renunció al cargo de Prefecto, convirtió la casa familiar en un monasterio y tomó los votos monásticos. Ese tiempo de profunda oración fue inestimable para él y lo prepararía para las importantes tareas que Dios le confiaría más tarde.

Como monje, Gregorio pasó los siguientes cuatro años inmerso en la oración y el estudio en silencio. Estos años fueron algunos de los más felices de su vida. En 578, el papa Pelagio II ordenó a Gregorio como uno de los siete diáconos de Roma y lo envió a Constantinopla un año después como su apocrisiario, o embajador papal. A pesar de los desafíos de sus seis años allí, el diácono Gregorio mantuvo su vida monástica de oración y estudio mientras cumplía con sus deberes en la corte imperial. Durante este tiempo, el diácono Gregorio comenzó a escribir su famoso comentario sobre el Libro de Job, que proporcionaba enseñanzas sobre la naturaleza de Dios, el problema del mal, la comprensión cristiana del sufrimiento humano y la virtud de la paciencia.

Tras completar su servicio en Constantinopla, el diácono Gregorio regresó a Roma, fue elegido abad de su monasterio y disfrutó de varios años más de vida monástica pacífica. En 590, murió el papa Pelagio II y el pueblo de Roma eligió a Gregorio como su sucesor. Él aceptó esta responsabilidad, aunque de mala gana. Fue el primer monje en ser elegido papa.

Durante los catorce años siguientes, a pesar de su constante mala salud, el Papa Gregorio I se consagró como uno de los Papas más importantes de la historia. Entre sus logros, implementó reformas significativas en la administración y la liturgia de la Iglesia. En el plano administrativo, reformó la forma en que se administraban las propiedades y las finanzas de la Iglesia. Implementó pautas estrictas para garantizar el uso responsable de estos recursos, puso en marcha medidas para prevenir abusos como el nepotismo, aumentó la transparencia y amplió enormemente las obras de caridad, hasta el punto de vaciar el tesoro papal. También forjó importantes alianzas estratégicas militares y políticas que fortalecieron el papado y garantizaron la seguridad y el bienestar de quienes estaban bajo su cuidado. Muchos líderes civiles incluso recurrieron a él en busca de orientación.

En el ámbito litúrgico, el papa Gregorio contribuyó a la estandarización de la liturgia ofreciendo pautas y rúbricas claras. Estableció las oraciones, el desarrollo de la misa y el año litúrgico, y ayudó a desarrollar el canto litúrgico, que llegó a conocerse como “canto gregoriano”.

El Papa Gregorio también demostró su espíritu misionero. En particular, inició una misión que inició la conversión de los pueblos anglosajones en Inglaterra.

Se dice que el Papa Gregorio una vez se encontró con unos niños esclavos en el mercado romano. Preguntó de dónde eran y le dijeron que eran anglos de Inglaterra. Gregorio respondió que los niños eran ángeles. Ver a los niños vendidos como esclavos plantó en el corazón de Gregorio el deseo de convertir a esa nación pagana y la determinación de enviar misioneros a los anglos y sajones en Inglaterra. Estas misiones finalmente tuvieron mucho éxito gracias a los esfuerzos de San Agustín de Canterbury y cuarenta de sus hermanos monjes, que fueron enviados desde el propio monasterio del Papa Gregorio.

Además de sus comentarios sobre las Sagradas Escrituras, el Papa Gregorio fue autor de la “Regla Pastoral” (Regula Pastoralis), una influyente guía para obispos y otros líderes de la Iglesia. En ella se describen sus responsabilidades pastorales y la conducta que se espera de ellos en sus vidas personales y públicas. Sus “Diálogos” son una colección de visiones inspiradoras, milagros e historias de las vidas de los santos, incluida una biografía temprana de San Benito. Las aproximadamente 800 cartas del Papa Gregorio ofrecen una valiosa perspectiva del panorama eclesiástico, social y político de su tiempo. Estas cartas contienen consejos teológicos y pastorales prácticos que han formado un legado perdurable e influido significativamente en el liderazgo de la Iglesia a lo largo de los siglos.

Los legados perdurables no se pueden fabricar, comprar ni idear. Son el resultado de un liderazgo verdadero y del profundo impacto que uno deja atrás.

El Papa Gregorio I es conocido hoy como San Gregorio Magno. Es “grande” porque no sólo ejerció una gran influencia sobre la gente de su tiempo, tanto religiosa como políticamente, sino también porque su influencia y sus escritos consolidaron la dirección que tomaría la Iglesia después de él. Sus primeros amores fueron Cristo y el estilo de vida monástico. Dios utilizó el estilo de vida humilde de Gregorio como fundamento sobre el cual continuaría edificando Su Iglesia.

Al honrar a este gran Papa, reflexionemos sobre la importancia de hacer de nuestra vida una base sobre la cual otros puedan crecer y florecer. Establecemos una base firme para nuestra vida espiritual y para la vida de quienes nos rodean solo cuando hacemos de la oración y la unión con Dios nuestra misión principal. San Gregorio lo hizo bien, y Dios lo utilizó de manera gloriosa. Que lo mismo se pueda decir de cada uno de nosotros.

San Gregorio Magno, tu primer deseo fue amar a Dios, llegar a conocerlo a través de la oración y el estudio, y servirlo con todo tu corazón. Dios tomó lo que tú diste y lo transformó en una base sólida sobre la cual Él continuaría haciendo crecer Su Iglesia. Por favor, reza por mí, para que mi vida esté siempre cimentada sobre una fe sólida para que Dios pueda usarme de cualquier manera que Él elija para Su gloria y la salvación de las almas. San Gregorio Magno, reza por mí. Jesús, en Ti confío.

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