10 de septiembre del 2024: martes de la vigésima tercera semana del tiempo ordinario- año II
Bajo el cielo estrellado
(Lucas 6, 12-19) “Jesús
pasó toda la noche orando a Dios.»
¡Qué misterio en una frase tan pequeña!
El Verbo hecho carne siente la necesidad de este corazón a
corazón con su Padre.
Bajo el cielo estrellado de Palestina, este silencio feliz
y reconfortante permite a Jesús saciar su sed. De allí saca nuevas fuerzas para
sumergirse en el corazón de la angustia humana, para enseñar, para curar, para
liberar.
Siguiéndolo, hagamos pausa para recuperar el aliento.
Benedicta de la Cruz, cisterciense
(1 Corintios 6, 1-11) Si el espíritu de las bienaventuranzas impregnara todas nuestras relaciones humanas, ¿Cuántos desacuerdos se resolverían antes de degenerar en conflictos abiertos? ¿Cuántas acciones legales se evitarían? Probablemente sea más fácil decirlo que hacerlo... tal vez. Pero vale la pena intentarlo.
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (6,1-11):
Cuando uno de vosotros está en pleito con otro, ¿cómo tiene el descaro de llevarlo a un tribunal pagano y no ante los santos? ¿Habéis olvidado que los santos juzgarán el universo? Pues si vosotros vais a juzgar al mundo, ¿no estaréis a la altura de juzgar minucias? Recordad que juzgaremos a ángeles: cuánto más asuntos de la vida ordinaria. De manera que para juzgar los asuntos ordinarios dais jurisdicción a ésos que en la Iglesia no pintan nada.
¿No os da vergüenza? ¿Es que no hay entre vosotros ningún entendido que sea capaz de arbitrar entre dos hermanos? No señor, un hermano tiene que estar en pleito con otro, y además entre no creyentes. Desde cualquier punto de vista ya es un fallo que haya pleitos entre vosotros. ¿No estaría mejor sufrir la injusticia? ¿No estaría mejor dejarse robar? En cambio, sois vosotros los injustos y los ladrones, y eso con hermanos vuestros. Sabéis muy bien que la gente injusta no heredará el reino de Dios. No os llaméis a engaño: los inmorales, idólatras, adúlteros, afeminados, invertidos, ladrones, codiciosos, borrachos, difamadores o estafadores no heredarán el reino de Dios. Así erais algunos antes. Pero os lavaron, os consagraron, os perdonaron en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y por Espíritu de nuestro Dios.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 149,1-2.3-4.5-6a.9b
R/. El Señor ama a su pueblo
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey. R/.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. R/.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca;
es un honor para todos sus fieles. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,12-19):
En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salta de él una fuerza que los curaba a todos.
Palabra del Señor
ORAR ANTES DE ACTUAR
En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles…
Esa mañana, después de que Jesús pasó la noche en oración, tomó algunas decisiones bastante importantes. Eligió a Sus primeros doce obispos, los Doce Apóstoles. Es interesante notar que tomó esta decisión solo después de pasar la noche en oración.
En cierto sentido, Jesús no “tenía” que orar. Pero lo hizo. Él oró por lo que Él es. Él es el Hijo del Padre y Su relación más importante fue la que tenía con el Padre en el Cielo. Por lo tanto, Su oración era natural para Su vida y esencia divinas. Pasar la noche en oración, separados de todo menos de Su Padre, era una expresión normal de Su perfecto amor y comunión con el Padre.
Pero su tiempo en oración también fue una forma normal de prepararse para las decisiones que tomaría al día siguiente. Nuevamente, no es que Él necesitara orar para tomar la decisión correcta. Más bien, Su oración fue simplemente parte del proceso divino de tomar la decisión correcta. Era una manera de entregar diariamente su naturaleza humana a la voluntad del Padre en perfección para continuar viviendo diariamente la voluntad del Padre en este mundo.
Jesús también establece una maravillosa precedencia para nosotros. Nosotros, a diferencia de nuestro Señor, necesitamos orar para conocer y cumplir la voluntad del Padre. No caminamos en perfecta armonía con Dios todos y cada uno de los días y cada momento del día. Así, mientras que la oración de Cristo fue una expresión terrenal de Él viviendo quien ya era, nuestra oración es una entrega a quien estamos llamados a convertirnos. Debemos convertirnos en Cristo, esforzándonos por vivir en perfecta comunión con Él y de acuerdo con la perfecta voluntad del Padre.
Reflexiona hoy sobre la necesidad que tienes de dedicar tiempo a la oración para entrar más profundamente en la unión con nuestro Señor. Reflexiona, especialmente, sobre la importancia de hacerlo antes de tomar las diversas decisiones que debes tomar en la vida. Ora antes de actuar y permite que sea nuestro Señor quien entre en tu vida y te dirija de acuerdo con su santa voluntad.
Señor, dame un corazón que anhele estar contigo en oración, todos los días. Ayúdame a entregarte diariamente mi vida entera sin reservas. Mientras entrego mi vida, te agradezco por entrar y dirigir todas mis acciones. Mi vida es Tuya, amado Señor, mi vida es Tuya. Jesús, en Ti confío.
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