14 de septiembre del 2024: sábado de la vigésima tercera semana del tiempo ordinario- El Señor de los Milagros de Buga
El Señor de los Milagros de Buga
El Señor se sirvió de una mujer sencilla y pobre, de una indiecita lavandera, para entregarnos por ella la imagen que en Buga veneramos.
Buga era una población recién fundada a mediados del siglo XVI. La mujer sencilla, iniciada ya en lo fundamental de la vida cristiana, ahorraba dinero y trabajaba con el fin de encargar una imagen de Jesús Crucificado. Pero ella sabía muy bien que el prójimo, sobre todo el más necesitado, es imagen viva del Señor, sabía aquello del Evangelio: “Todo lo que hicieron por uno de estos mis hermanos, por humildes que sean, por mí mismo lo hicieron”. (Mateo 25, 40).
El Señor de los Milagros de Buga que ilumina nuestra liturgia de hoy, nos recuerda toda la misericordia y el amor que Jesucristo desde la cruz derramó sobre la humanidad, pues a propósito en otras partes del mundo, este día se consagra a la veneración de la santa cruz que nosotros en Colombia, celebramos el 3 de mayo.
(Lucas 6, 43-49) Las relaciones amistosas y familiares que resisten el paso del tiempo se asientan sobre sólidos cimientos: la confianza, la comprensión, el respeto... Señor, ayúdame a consolidar los cimientos de mi fe.
Amigos míos, no tengáis que ver con la idolatría. Os hablo como a gente sensata, formaos vuestro juicio sobre lo que digo. El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan. Considerad a Israel según la carne: los que comen de las víctimas se unen al altar. ¿Qué quiero decir? ¿Que las víctimas son algo o que los ídolos son algo? No, sino que los gentiles ofrecen sus sacrificios a los demonios, no a Dios, y no quiero que os unáis a los demonios. No podéis beber de los dos cálices, del del Señor y del de los demonios. No podéis participar de las dos mesas, de la del Señor y de la de los demonios. ¿Vamos a provocar al Señor? ¿Es que somos más fuertes que él?
Palabra de Dios
R/. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R/.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. ¿Por qué me llamáis "Señor, Señor" y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida. El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó desplomándose.»
Palabra del Señor
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