25 de septiembre del 2024: miércoles de la vigésima quinta semana del tiempo ordinario- año II

 

El camino del rey

 

(Proverbios 30, 5-9) Se afirma claramente el papel eminente de la palabra de Dios.

A nosotros nos corresponde experimentar su carácter mediador y mantener con ella una relación justa que nos lleve a Dios.

Porque podemos hacerla mentir por exceso de celo, añadiéndole, o por mediocridad, embotando su filo.

Esto nos invita a emprender ese “camino real” (del Rey) del que habla Juan Casiano (siglos IV-V), que supone equilibrio y discernimiento y no cae en la presunción o la laxitud. ■

Emmanuelle Billoteau, ermitaña


(Lucas 9, 1-6) Jesús envía los doce a sanar a los afligidos y a los enfermos, como Él mismo no cesó de hacerlo a lo largo de su misión. Y hoy, es a nosotros quien Él envía teniendo como equipaje total al Espíritu Santo, para guiarnos e inspirarnos en tiempo oportuno.

 


Primera lectura

Lectura del libro de los Proverbios (30,5-9):


La palabra de Dios es acendrada, él es escudo para los que se refugian en él. No añadas nada a sus palabras, porque te replicará y quedarás por mentiroso. Dos cosas te he pedido; no me las niegues antes de morir: aleja de mí falsedad y mentira; no me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan; no sea que me sacie y reniegue de ti, diciendo: «¿Quién es el Señor?»; no sea que, necesitando, robe y blasfeme el nombre de mi Dios.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 118,29.72.89.101.104.163



R/. Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor



Apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu voluntad. R/.

Más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata. R/.

Tu palabra, Señor, es eterna,
más estable que el cielo. R/.

Aparto mi pie de toda senda mala,
para guardar tu palabra. R/.

Considero tus decretos,
y odio el camino de la mentira. R/.

Detesto y aborrezco la mentira,
y amo tu voluntad. 
R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,1-6):

En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando el Evangelio y curando en todas partes.


Palabra del Señor

 


 

Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»

Lucas 9: 5

 

Esta es una declaración audaz de Jesús. También es una declaración que debería animarnos ante la oposición.

Jesús acababa de decirle a sus discípulos que fueran de pueblo en pueblo predicando el Evangelio. Les indicó que no llevaran comida o ropa extra durante el viaje, sino que confiaran en la generosidad de aquellos a quienes predicaban. Y reconoció que algunos no los aceptarán. En cuanto a aquellos que de hecho los rechazan a ellos ya su mensaje, deben “sacudirse el polvo” de sus pies al salir de la ciudad.

¿Qué significa esto? Especialmente nos dice dos cosas. Primero, cuando nos rechazan puede doler. Como resultado, es fácil para nosotros enfurecernos por el rechazo y el dolor. Es fácil sentarse y enojarse y, como resultado, permitir que el rechazo nos haga aún más daño.

Sacudir el polvo de nuestros pies es una forma de decir que no debemos permitir que el dolor que recibimos nos afecte. Es una forma de hacer una declaración clara de que no seremos controlados por las opiniones y la malicia de los demás. Esta es una decisión importante que uno debe tomar en la vida cuando se enfrenta al rechazo.

En segundo lugar, es una forma de decir que debemos seguir adelante. No solo tenemos que superar cualquier dolor que tengamos, sino que debemos seguir adelante para buscar a aquellos que recibirán nuestro amor y nuestro mensaje del Evangelio. Entonces, en cierto sentido, esta exhortación de Jesús no se trata primero de lidiar con el rechazo de los demás; más bien, se trata principalmente de buscar a aquellos que nos recibirán y recibirán el mensaje del Evangelio que estamos llamados a dar. 

Reflexiona hoy sobre cualquier herida que todavía tengas en tu corazón debido al rechazo de los demás. Trata de dejarlo ir y ten por seguro que Dios te está llamando a buscar a otros con amor para que puedas compartir el amor de Cristo con ellos.

Señor, cuando experimente el rechazo y el dolor, ayúdame a soltar cualquier enojo que tenga. Ayúdame a continuar con mi misión de amor y a seguir compartiendo Tu Evangelio con quienes lo recibirán. Jesús, en Ti confío.

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