5 de mayo del 2023: viernes de la Cuarta Semana de Pascua

(Juan 14,1-6) Creer en Jesucristo y seguirlo es la misma cosa. Para poder amar a mi prójimo como a mí mismo, debo tener confianza en este Dios de amor que mora en mí, de lo contrario, yo tendría mucho miedo de amar.

 

(Juan 14, 1-6) Cristo es el camino que lleva a Dios. Tanto con su ejemplo como con su enseñanza, nos muestra el camino hacia el Reino de los Cielos. Resucitado, él mismo es el Camino, por su palabra, su pan de vida y su Iglesia.



Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13,26-33):

EN aquellos días, cuando llegó Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga:
«Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación. En efecto, los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que se leen los sábados, pero las cumplieron al condenarlo. Y, aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Durante muchos días, se apareció a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo. También nosotros os anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús. Así está escrito en el salmo segundo:
“Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy”».

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 2,6-7.8-9.10-11

R/. Tu eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy

«Yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».
Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: «Tú eres mi Hijo:
yo te he engendrado hoy. R/.

Pídemelo:
te daré en herencia las naciones,
en posesión, los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza». R/.

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (14,1-6):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí».


Palabra del Señor

 

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dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí"


Juan 14: 1

 

En el Evangelio de Juan, los capítulos 14 al 17 nos presentan lo que se conoce como los "Discursos de la Última Cena" o los "Discursos finales" de Jesús, también se les llama “la oración sacerdotal”. Estos son una serie de sermones que nuestro Señor dio a los discípulos la noche que fue arrestado. Estos discursos son profundos y están llenos de imágenes simbólicas. Hablan del Espíritu Santo, del Abogado o paráclito (El Espíritu Santo), de la vid y los sarmientos, del odio del mundo, y estos discursos concluyen con la idea del Sumo Sacerdocio de Jesús. Estos  discursos comienzan con el Evangelio de hoy en el que Jesús se dirige al temor venidero, a los corazones atribulados, que Él sabe que sus discípulos tendrán.

 

Comencemos por considerar esta primera línea hablada por Jesús arriba: "No se turbe vuestro corazón". Este es un mandato. Es una orden gentil, pero, no obstante, una orden. Jesús sabía que sus discípulos pronto lo verían arrestado, acusado falsamente, burlado, golpeado y asesinado. Sabía que se sentirían abrumados por lo que pronto experimentarían, por lo que aprovechó esta oportunidad para reprender gentil y amorosamente el miedo que pronto enfrentarían.

 

El miedo puede provenir de muchas fuentes diferentes. Algunos miedos nos ayudan, como el miedo presente en una situación peligrosa. En este caso, ese miedo puede aumentar nuestra conciencia del peligro para que procedamos con precaución. Pero el miedo del que hablaba Jesús aquí era de otro tipo. Era un miedo que podía llevar a decisiones irracionales, confusión e incluso desesperación. Este era el tipo de miedo que nuestro Señor quería reprender gentilmente.

 

¿Qué es lo que te hace temer a veces? Muchas personas luchan contra la ansiedad, la preocupación y el miedo por muchas razones diferentes. Si esto es algo con lo que luchas, es importante permitir que las palabras de Jesús resuenen en tu mente y corazón. La mejor manera de vencer el miedo es reprenderlo desde su origen. Escucha a Jesús decirte: "No se turbe tú corazón". Luego escucha Su segundo mandamiento: “Ten fe en Dios; ten fe también en mí”. La fe en Dios es la cura para el miedo. Cuando tenemos fe, estamos bajo el control de la voz de Dios. Es la verdad de Dios la que nos dirige en lugar de la dificultad que enfrentamos. El miedo puede llevar a un pensamiento irracional, y el pensamiento irracional puede llevarnos a una confusión cada vez más profunda. La fe atraviesa la irracionalidad con la que somos tentados, y las verdades que nos presenta la fe aportan claridad y fuerza.

 

Reflexiona hoy sobre aquello que te causa más ansiedad, preocupación y miedo en tu vida. Permite que Jesús te hable, te llame a la fe y reprenda esos problemas con suavidad, pero con firmeza. Cuando tienes fe en Dios, puedes soportar todas las cosas. Jesús soportó la Cruz. Los discípulos finalmente soportaron sus cruces. Dios también quiere fortalecerte. Deja que Él te hable para que puedas vencer lo que sea más problemático para tu corazón.


 

Mi amado Pastor, Tú lo sabes todo. Conoces mi corazón y las dificultades que enfrento en la vida. Dame el valor que necesito, querido Señor, para enfrentar cada tentación de temer con confianza y confianza en Ti. Trae claridad a mi mente y paz a mi corazón atribulado. Jesús, en Ti confío.

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