1 de mayo del 2023: Lunes de la cuarta semana de Pascua- Fiesta de San José Obrero
Testigo de la fe
San José, obrero
Muchos países celebran hoy el
Día del Trabajador. Tomando el ejemplo del carpintero José, padre adoptivo
de Jesús, la liturgia nos recuerda la nobleza y las miserias del trabajo
humano, en un mundo desgarrado por la injusticia.
(Hechos 11, 1-18) La
palabra de Dios no está reservada para nadie. Dios es gratuito con sus
dones y su palabra circula donde no pensamos, porque la Palabra al venir a este
mundo ilumina a todos. Sus semillas se encuentran por todas partes.
(Juan
10, 1-10) Entre todas las voces que me llaman, ¿Cuál sabe mi
nombre y me habla personalmente? ¿Cuál nunca me defrauda, sino que va a mi
encuentro en el camino de la vida para iluminar mis pasos y guiarme con amor?
Esa voz es la de Cristo.
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos
de los apóstoles (11,1-18):
EN aquellos días, los apóstoles
y los hermanos de Judea se enteraron de que también los gentiles habían
recibido la palabra de Dios. Cuando Pedro subió a Jerusalén, los de la
circuncisión le dijeron en son de reproche:
«Has entrado en casa de
incircuncisos y has comido con ellos».
Pedro entonces comenzó a
exponerles los hechos por su orden, diciendo:
«Estaba yo orando en la ciudad
de Jafa, cuando tuve en éxtasis una visión: una especie de recipiente que
bajaba, semejante a un gran lienzo que era descolgado del cielo sostenido por
los cuatro extremos, hasta donde yo estaba. Miré dentro y vi cuadrúpedos de la
tierra, fieras, reptiles y pájaros del cielo. Luego oí una voz que me decía:
“Levántate, Pedro, mata y come”. Yo respondí:
«De ningún modo, Señor, pues nunca
entró en mi boca cosa profana o impura”. Pero la voz del cielo habló de nuevo:
«Lo que Dios ha purificado, tú no lo consideres profano”. Esto sucedió hasta
tres veces, y de un tirón lo subieron todo de nuevo al cielo.
En aquel preciso momento
llegaron a la casa donde estábamos tres hombres enviados desde Cesarea en busca
mía. Entonces el Espíritu me dijo que me fuera con ellos sin dudar. Me
acompañaron estos seis hermanos, y entramos en casa de aquel hombre. Él nos
contó que había visto en su casa al ángel que, en pie, le decía: “Manda recado
a Jafa y haz venir a Simón, llamado Pedro; él te dirá palabras que traerán la
salvación a ti y a tu casa”.
En cuanto empecé a hablar, bajó
sobre ellos el Espíritu Santo, igual que había bajado sobre nosotros al principio;
entonces me acordé de lo que el Señor había dicho: “Juan bautizó con agua, pero
vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo”. Pues, si Dios les ha dado a
ellos el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor
Jesucristo, ¿Quién era yo para oponerme a Dios?».
Oyendo esto, se calmaron y
alabaron a Dios diciendo:
«Así pues, también a los
gentiles les ha otorgado Dios la conversión que lleva a la vida».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 41,2-3;42,3.4
R/. Mi alma tiene sed de
ti, Dios vivo
Como busca la cierva corrientes
de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios
mío;
mi alma tiene sed de Dios, del
Dios vivo:
¿Cuándo entraré a ver el
rostro de Dios? R/.
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte
santo,
hasta tu morada. R/.
Me acercaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría,
y te daré gracias al son de la
cítara,
Dios, Dios mío. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Juan (10,1-10):
EN aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de
las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que
entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las
ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las
saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las
ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que
huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba.
Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que
han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los
escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y
encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para
que tengan vida y la tengan abundante».
Palabra del Señor
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Reconociendo la voz de Dios
…el
que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra
parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de
las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va
llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas
las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su
voz:
¿Reconoces la voz del Pastor? ¿Te guía
todos los días, guiándote hacia Su santa voluntad? ¿Cuán atento estás a lo
que Él habla cada día? Estas son algunas de las preguntas más importantes
para reflexionar.
Reconocer la voz de Dios es algo con lo que muchas personas luchan. A menudo hay muchas “voces” en competencia que nos hablan todos los días. Desde las últimas noticias en los titulares, a las opiniones de amigos y familiares, a las tentaciones que nos rodean dentro del mundo secular, a nuestras propias opiniones auto-dibujadas, estas "voces" o "ideas" que llenan nuestras mentes pueden ser difíciles. para clasificar. ¿Qué es de Dios? ¿Y qué es de otras fuentes?
Reconocer la voz de Dios es posible. En primer lugar, hay muchas verdades generales que Dios ya nos ha dicho. Por ejemplo, todo lo que contienen las Sagradas Escrituras es la voz de Dios. Su Palabra está viva. Y cuando leemos las Escrituras, nos familiarizamos cada vez más con la voz de Dios.
Dios también nos habla a través de suaves inspiraciones que resultan en Su paz. Por ejemplo, al considerar una determinada decisión que quizás debas tomar, si presentas esa decisión a nuestro Señor en oración y luego permaneces abierto a lo que Él quiera de ti, a menudo Su respuesta llega en la forma de una profunda y segura paz de corazón.
Aprender a reconocer la voz de Dios en tu vida diaria se logra construyendo un hábito interior de escuchar, reconocer, responder, escuchar un poco más, reconocer y responder, etc. Cuanto más escuches la voz de Dios, más reconocerás Su voz de la manera más sutil, y cuanto más llegues a escuchar las sutilezas de Su voz, más podrás seguirlo. Al final, esto solo se logra mediante un hábito continuo de oración profunda y sustentadora. Sin eso, será muy difícil reconocer la voz del Pastor cuando más lo necesites.
Reflexiona hoy sobre lo atento que estás a Dios en la oración. ¿Cómo es tu oración diaria? ¿Pasas tiempo cada día, escuchando la dulce y hermosa voz de nuestro Señor? ¿Buscas formar un hábito mediante el cual Su voz se vuelva cada vez más clara? Si no es así, si te cuesta reconocer Su voz, entonces toma la decisión de establecer un hábito más profundo de oración diaria para que sea la voz de nuestro amoroso Señor quien te guíe todos los días.
Jesús, mi Buen Pastor, me hablas todos los días. Constantemente me revelas tu santísima voluntad para mi vida. Ayúdame a reconocer siempre Tu suave voz para que pueda ser guiado por Ti a través de los desafíos de la vida. Que mi vida de oración se vuelva tan profunda y sostenida que tu voz siempre resuene en mi corazón y en mi alma. Jesús, en Ti confío.
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Jesús
vino a su pueblo natal y enseñaba a la gente en su sinagoga. Se asombraron
y dijeron: “¿De dónde saca este hombre tanta sabiduría y proezas? ¿No es
el hijo del carpintero?
El 8 de diciembre de 2020, el Papa Francisco anunció el
inicio de la celebración universal del “Año de San José”. Presentó este
año con una Carta Apostólica titulada “Con Corazón de Padre”. En la
introducción a esa carta, el Santo Padre dijo: “Cada uno de nosotros puede
descubrir en José, el hombre que pasa desapercibido, una presencia diaria,
discreta y escondida, un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de
dificultad”.
El Evangelio anterior, tomado de las lecturas de este
memorial, señala el hecho de que Jesús era “el hijo del carpintero”. José
era un trabajador. Trabajó con sus manos como carpintero para proveer a
las necesidades diarias de la Santísima Virgen María y del Hijo de
Dios. Les proporcionó un hogar, comida y las demás necesidades diarias de
la vida. José también los protegió a ambos siguiendo los diversos mensajes
del ángel de Dios que le habló en sueños. José cumplió sus deberes en la
vida de manera tranquila y oculta, sirviendo en su papel de padre, esposo y
trabajador.
Aunque José es universalmente reconocido y honrado hoy en
día dentro de nuestra Iglesia e incluso como una figura histórica mundial
prominente, durante su vida habría sido un hombre que pasó desapercibido en
gran medida. Habría sido visto como un hombre ordinario que cumplía con su
deber ordinario. Pero en muchos sentidos, eso es lo que hace de San José
un hombre ideal a imitar y una fuente de inspiración. Muy pocas personas
están llamadas a servir a otros en el centro de atención. Muy pocas
personas son elogiadas públicamente por sus deberes cotidianos. Los
padres, especialmente, a menudo no son apreciados en gran medida. Por eso,
la vida de san José, esta vida humilde y escondida vivida en Nazaret, sirve de
inspiración a la mayoría de las personas para su propia vida cotidiana.
Si tu vida es algo monótona, oculta, poco apreciada por las
masas, tediosa e incluso aburrida a veces, entonces busca inspiración en San
José. El memorial de hoy honra especialmente a José como un hombre que
trabajó. Y su trabajo era bastante ordinario. Pero la santidad se
encuentra especialmente en las partes ordinarias de nuestra vida
diaria. Elegir servir, día tras día, con pocos o ningún elogio terrenal,
es un servicio de amor, una imitación de la vida de San José y una fuente de tu
propia santidad en la vida. No subestimes la importancia de servir de
estas y otras formas ordinarias y ocultas.
Reflexiona, hoy, sobre la vida cotidiana ordinaria y
“ordinaria” de San José. Si encuentra que su vida es similar a lo que él
habría experimentado como trabajador, cónyuge y padre, entonces regocíjese por
ese hecho. Alegraos de que también vosotros estáis llamados a una vida de
santidad extraordinaria a través de los deberes ordinarios de la vida
diaria. Hazlos bien. Hazlos con amor. Y hacedlas por inspiración
de san José y de su esposa, la santísima Virgen María, que habrían compartido
esta cotidianidad ordinaria. Sabed que lo que hacéis cada día, cuando lo
hacéis por amor y servicio a los demás, es para vosotros el camino más seguro
hacia la santidad de vida.
Jesús mío, Hijo del carpintero, te doy gracias por el don y
la inspiración de tu padre terrenal, San José. Te agradezco por su vida
ordinaria vivida con gran amor y responsabilidad. Ayúdame a imitar su vida
cumpliendo bien mis deberes diarios de trabajo y servicio. Que reconozca
en la vida de San José, un modelo ideal para mi propia santidad de
vida. San José Obrero, ruega por nosotros. Jesús, en Ti confío.
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