13 de mayo del 2023: sábado de la quinta semana de Pascua
(Hechos
16, 1-10) Lo que da valor a Pablo y su compañero es la certeza de responder
al llamado de Dios. Cuando nuestros proyectos no se concretan ni producen los
resultados deseados, preguntémonos si están inspirados por el Señor. A veces,
sin darnos cuenta demasiado, lo que pasa es que estamos tratando de satisfacer
nuestras propias necesidades.
(Juan 15, 18-21) Si el
horizonte abierto por Jesús es el del amor, el de la plenitud, no está exento
de lucha.
Como miembros del cuerpo de
Cristo, no nos sorprendamos de suscitar cierta hostilidad: a veces por nuestra
torpeza, a veces por el hecho de que el mensaje cristiano puede ser inquietante
en su dimensión profética -ya se trate de respeto por la persona en todas sus dimensiones,
de la coherencia de la vida... Dimensión profética que podemos estar tentados a
callar para evitar temas indeseados o polémicos.
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles
(16,1-10):
EN aquellos días, Pablo llegó a Derbe y luego a Listra. Había alli un discípulo
que se llamaba Timoteo, hijo de una judía creyente, pero de padre griego. Los
hermanos de Listra y de Iconio daban buenos informes de él. Pablo quiso que
fuera con él y, puesto que todos sabían que su padre era griego, por
consideración a los judíos de la región, lo tomó y lo hizo circuncidar.
Al pasar por las ciudades, comunicaban las decisiones de los apóstoles y
presbíteros de Jerusalén, para que las observasen. Las iglesias se robustecían
en la fe y crecían en número de día en día.
Atravesaron Frigia y la región de Galacia, al haberles impedido el Espíritu
Santo anunciar la palabra en Asia. Al llegar cerca de Misia, intentaron entrar
en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo consintió. Entonces dejaron
Misia a un lado y bajaron a Tróade.
Aquella noche Pablo tuvo una visión: se le apareció un macedonio, de pie, que
le rogaba: «Pasa a Macedonia y ayúdanos».
Apenas tuvo la visión, inmediatamente tratamos de salir para Macedonia, seguros
de que Dios nos llamaba a predicarles el Evangelio.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 99,1-2.3-5
R/. Aclama
al Señor, tierra entera
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.
El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan
(15,18-21):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del
mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os
odia.
Recordad lo que os dije: “No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han
perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra,
también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que
me envió».
Palabra del Señor
El odio del mundo
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a
vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del
mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os
odia.”
Este es un pensamiento aleccionador: "el mundo os
odia". Es decir, si usted está entre los que nuestro Señor
ha sacado del mundo. En ese caso, Jesús dice que el mundo lo odiará.
Nadie quiere ser odiado. Nadie quiere experimentar la ira, la persecución, los ataques o el ridículo de otro. El odio es feo, doloroso y difícil de soportar. Pero eso es parte de la naturaleza del odio. No es solo una forma de persecución, también es una forma de manipulación. El odio es un ataque a otro mediante el cual el que odia busca infligir daño y manipularlo para que cambie y se ajuste a su voluntad. El “mundo” secular y no cristiano quiere conquistarlo y alejarlo de Dios.
Jesús ofrece esta
enseñanza, en parte, para prepararnos para que cuando experimentemos el odio
del mundo, no seamos afectados ni manipulados para alejarnos de Él. Por lo
tanto, esta enseñanza es una revelación de mucha misericordia de nuestro Señor.
Recuerde que Jesús habló de tres enemigos de nuestra alma. La carne, el diablo y el mundo. En este pasaje del Evangelio, "pertenecer al mundo" significa que (o cuando) una persona se deja influenciar negativamente por las innumerables mentiras incrustadas en el mundo.
Los medios seculares, la cultura pop, las opiniones sesgadas, las presiones sociales, las imágenes falsas de felicidad y cosas por el estilo buscan desviarnos constantemente y atraernos.
Regularmente nos sentimos tentados a
creer que la satisfacción se encuentra en el dinero, nuestra apariencia física,
el reconocimiento. de nuestros logros y mucho más. El mundo nos dice que
nuestras opiniones deben ajustarse a los valores seculares de la época, y si no
lo hacen, entonces somos críticos (o criticones), de mente cerrada (conservadores), extremistas y debemos ser
rechazados y “eliminados” o silenciados.
Estas tentaciones y presiones mundanas son reales y, por eso, las
palabras de Jesús son liberadoras. Nos liberan de las manipulaciones y los
engaños que experimentaremos cuando vivamos nuestra fe abiertamente para que
todos la vean. Cuando lo hagamos, seremos odiados por el mundo. Pero
saber eso proporciona paz en el corazón cuando sucede.
Reflexione hoy sobre estas poderosas y consoladoras palabras de
Jesús. Si no experimenta ninguna forma de odio por parte del mundo, entonces
esto debería ser una preocupación y un motivo de reflexión. Y si
experimenta alguna forma de odio, debe saber que nuestro Señor le preparó
para esto y le ofrece Su fuerza y valor para soportarlo con gozo. Al
final, lo único que importa es lo que piensa nuestro Señor y nada más. Al
final, si experimenta el odio del mundo en cualquier forma, debe saber que
esto le asemeja más al mismo Cristo.
Mi perseguido Señor, soportaste el odio y el ridículo de muchos
que fueron engullidos por los falsos valores del mundo. Oro para poder
participar no solo de Tu vida de amor y misericordia, sino también de Tu fuerza
durante los momentos en que yo también soporto el odio del mundo. Me
comprometo contigo y oro para que continuamente me saques del mundo y me acerques
a ti. Jesús, en Ti confío.
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