10 de mayo del 2023: miércoles de la quinta semana de Pascua
(Juan 15, 1-8) Si permanecemos unidos a Cristo, podemos
confiar plenamente en el Padre. Por su palabra y su pan de vida, Dios dispone en
nosotros las ramas de nuestra fe para que demos fruto en abundancia.
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles
(15,1-6):
EN aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los
hermanos que, si no se circuncidaban conforme al uso de Moisés, no podían
salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé;
y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más de entre ellos subieran a
Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia.
Ellos, pues, enviados por la Iglesia provistos de lo necesario, atravesaron
Fenicia y Samaría, contando cómo se convertían los gentiles, con lo que
causaron gran alegría a todos los hermanos. Al llegar a Jerusalén, fueron
acogidos por la Iglesia, los apóstoles y los presbíteros; ellos contaron lo que
Dios había hecho con ellos.
Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se
levantaron, diciendo:
«Es necesario circuncidarlos y ordenarles que guarden la ley de Moisés».
Los apóstoles y los presbíteros se reunieron a examinar el asunto.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 121,1-2.4-5
R/. Vamos
alegres a la casa del Señor
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestro pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor. R/.
Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan
(15,1-8):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da
fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más
fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí,
y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así
tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese
da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en
mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan
al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que
deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis
discípulos míos».
Palabra del Señor
Firmemente Conectados con Cristo
“Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y
yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.”
Lo primero que debes reconocer en este pasaje es el simple hecho
de que Dios quiere producir buenos frutos en tu vida. También quiere traer
Su gracia y misericordia al mundo a través de ti. La vid no produce el
fruto sola, sino que lo hace a través de los sarmientos. Entonces, si
tomamos esta enseñanza al pie de la letra, Dios está diciendo que ha elegido
traer Su gracia y misericordia a tu vida y al mundo a través de ti.
Para añadir mayor claridad a esta santa misión que se nos ha
encomendado a todos, Jesús hace una declaración muy profunda. Él dice
"sin mí no podéis hacer nada". Al considerar esta línea
pronunciada por nuestro Señor, puede ser útil reflexionar sobre lo que
significa la palabra "nada". San Agustín señala que Jesús agregó
“no ´podéis hacer nada” para enfatizar el hecho de que, por nosotros
mismos, por nuestro propio esfuerzo, ni siquiera podemos producir un “poco” de
buen fruto. Por ejemplo, sería como cortar una ramita de un manzano y
esperar que la ramita produzca una manzana.
El fruto que Dios quiere producir también tiene lugar dentro de tu alma, en forma de Frutos del Espíritu Santo. Estos frutos consisten en amor, gozo, paz, paciencia, bondad, longanimidad, fidelidad, mansedumbre y continencia (véase Gálatas 5: 22–23 ). Cada uno de estos dones de Dios tendrá el efecto de transformarte más plenamente en una imagen de Dios mismo en nuestro mundo.
Trata de tomar un momento para considerar cada uno de esos Frutos
del Espíritu Santo. Cada uno es muy deseable. Crecer en el deseo por
ellos te ayudará a crecer en el deseo del Espíritu Santo en tu vida.
Cuando el pasaje del Evangelio citado anteriormente se considera en sus dos partes, también está claro que, si nos separamos de Dios, entonces es imposible experimentar cualquiera de los Frutos del Espíritu Santo.
Sin
una conexión firme con nuestro Dios, no tendremos amor, gozo, paciencia,
bondad, etc. Nada de eso es posible a menos que nuestras vidas estén firmemente
conectadas a la Vid, quien es Cristo mismo. De modo que es útil fomentar
un deseo positivo por estos buenos frutos, así como un santo temor de
perderlos.
Reflexiona hoy sobre la imagen hermosa y significativa que nos dio
Jesús de la vid y los sarmientos. Piensa en una vid y luego piensa en ti
mismo firmemente atado a esa vid. Siéntate con esa imagen en tu oración y
deja que Dios te hable. Él quiere hacer grandes cosas en ti y a través de
ti. Si tan sólo te aferras a Él con todo tu corazón, se producirá una
abundancia de buenos frutos.
Jesús, la Vid, Tú eres la fuente de toda bondad y, sin Ti, no
puedo hacer nada. Ayúdame a recordar siempre cuán profundamente te
necesito en mi vida y ayúdame a aferrarme a Ti siempre. Que produzcas abundancia
de buenos frutos en mi vida y, a través de mí, en el mundo. Jesús, en Ti
confío.
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