9 de enero del 2024: martes de la primera semana del tiempo ordinario (año par)

Confianza y desconfianza

 

(Marcos 1, 21-28) Con Jesús, la perspectiva radicalmente nueva de Dios se convierte en enseñanza humana. Y su palabra sana al hombre atormentado. Ella salva al mundo. El espíritu impuro ilustra por el contrario el pecado contra el Espíritu Santo: asocia la santidad de Dios con la perdición. Su conocimiento está desfigurado por la desconfianza. La santidad, viniendo de Dios, es amor y verdad. Nuestra salvación y nuestra paz son la confianza. ■

Nicolás Tarralle, sacerdote asuncionista


(Marcos 1, 21-28) Jesús enseña con autoridad. La intimidad con su padre le da una confianza que le hace hablar con fuerza de las cosas de arriba. ¿Dónde estoy en mi intimidad con Dios? ¿Comparto, al menos en parte, la confianza de Jesús?

 


Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel (1,9-20):

En aquellos dias, después de la comida en Siló, mientras el sacerdote Elí estaba sentado en su silla junto a la puerta del templo, Ana se levantó y, con el alma llena de amargura, se puso a rezar al Señor, llorando a todo llorar.
Y añadió esta promesa: «Señor de los ejércitos, si te fijas en la humillación de tu sierva y te acuerdas de mí, si no te olvidas de tu sierva y le das a tu sierva un hijo varón, se lo entrego al Señor de por vida, y no pasará la navaja por su cabeza.»
Mientras ella rezaba y rezaba al Señor, Elí observaba sus labios. Y, como Ana hablaba para sí, y no se oía su voz aunque movía los labios, Elí la creyó borracha y le dijo: «¿Hasta cuándo te va a durar la borrachera? A ver si se te pasa el efecto del vino.»
Ana respondió: «No es así, Señor. Soy una mujer que sufre. No he bebido vino ni licor, estaba desahogándome ante el Señor. No creas que esta sierva tuya es una descarada; si he estado hablando hasta ahora, ha sido de pura congoja y aflicción.»
Entonces Elí le dijo: «Vete en paz. Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido.»
Ana respondió: «Que puedas favorecer siempre a esta sierva tuya.»
Luego se fue por su camino, comió, y no parecía la de antes. A la mañana siguiente madrugaron, adoraron al Señor y se volvieron. Llegados a su casa de Ramá, Elcaná se unió a su mujer Ana, y el Señor se acordó de ella.
Ana concibió, dio a luz un hijo y le puso de nombre Samuel, diciendo: «Al Señor se lo pedí.»

Palabra de Dios


Salmo

1S 2,1.4-5.6-7.8abcd

R/.
 Mi corazón se regocija por el Señor, mi salvador

Mi corazón se regocija por el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R/.

Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R/.

El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece.R/.

Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,21-28):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él.»
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.»
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

Palabra del Señor

 

 

La autoridad de Jesús es clara



Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.

Marcos 1:21-22

 



Al entrar en esta Primera Semana del Tiempo Ordinario, se nos da la imagen de Jesús enseñando en la sinagoga. Y mientras enseña, está claro que hay algo especial en él.  Y es que Él enseña con una nueva autoridad.  

 

Esta declaración en el Evangelio de Marcos contrasta a Jesús con los escribas que aparentemente enseñan sin esta autoridad inconfundible. Esta afirmación no debe pasar desapercibida.

 

Jesús ejerció Su autoridad en Su enseñanza no tanto porque quería, sino porque tenía que hacerlo. Esto es quien es Él. Él es Dios y cuando habla, habla con la autoridad de Dios. Habla de tal manera que la gente sabe que sus palabras tienen un significado transformador. Sus palabras producen cambios en la vida de las personas. 

 

Esto debería invitarnos a cada uno de nosotros a reflexionar sobre la autoridad de Jesús en nuestras vidas. ¿Te das cuenta de que Su autoridad te habla? ¿Ves Sus palabras, dichas en la Sagrada Escritura, teniendo un efecto en tu vida?  

 

Reflexiona hoy sobre esta imagen de Jesús enseñando en la sinagoga. Has de saber que la “sinagoga” representa tu propia alma y que Jesús desea estar allí hablándote con autoridad. Deja que sus palabras penetren y cambien tu vida.

 

 

Mi Señor que hablas con Autoridad, me abro a Ti y a Tu voz de autoridad. Ayúdame a permitirte hablar con claridad y verdad. Mientras lo haces, ayúdame a estar abierto a permitirte cambiar mi vida. Jesús, en Ti confío

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