18 de enero del 2024: jueves de la segunda semana del tiempo ordinario (año par)

 

Una multitud conmovedora

 

(Marcos 3, 7-12) Jesús se ve obligado a subir a una barca para dirigirse a la multitud para que “no lo estrujen”

Cuando leemos el evangelio estamos a años luz de imaginar las multitudes provocadas por el rabino de Nazaret. ¿Quién de nosotros no ha cambiado de acera para evitar a una mujer o a un hombre que le tiende la mano? El Hijo del Hombre no sólo se deja tocar, sino que se conmueve hasta lo más profundo de su ser, hasta llorar… ■

Benedicta de la Cruz, cisterciense


¿Reconoces en Jesús sólo a un taumaturgo o crees en él como el enviado de Dios? ¿Lo admiras sólo como un hombre extraordinario o te entregas a él como al que da sentido a tu vida?

Fray Emilio García Álvarez O.P.


Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel (18,6-9;19,1-7):

Cuando volvieron de la guerra, después de haber matado David al filisteo, las mujeres de todas las poblaciones de Israel salieron a cantar y recibir con bailes al rey Saúl, al son alegre de panderos y sonajas.
Y cantaban a coro esta copla: «Saúl mató a mil, David a diez mil.»
A Saúl le sentó mal aquella copla, y comentó enfurecido: «iDiez mil a David, y a mí mil! iYa sólo le falta ser rey!»
Y, a partir de aquel dia, Saúl le tomó ojeriza a David. Delante de su hijo Jonatán y de sus ministros, Saúl habló de matar a David.
Jonatán, hijo de Saúl, quería mucho a David y le avisó: «Mi padre Saúl te busca para matarte. Estate atento mañana y escóndete en sitio seguro; yo saldré e iré al lado de mi padre, al campo donde tú estés; le hablaré de ti y, si saco algo en limpio, te lo comunicaré.»
Así, pues, Jonatán habló a su padre Saúl en favor de David: «¡Que el rey no ofenda a su siervo David! Él no te ha ofendido. y lo que él hace es en tu provecho: se jugó la vida cuando mató al filisteo, y el Señor dio a Israel una gran victoria; bien que te alegraste al verlo. ¡No vayas a pecar derramando sangre inocente, matando a David sin motivo!»
Saúl hizo caso a Jonatán y juró: «¡Víve Dios, no morirá!»
Jonatán llamó a David y le contó la conversación; luego lo llevó adonde Saul, y David siguió en palacio como antes.

Palabra de Dios

 

Salmo

Sal 55,2-3.9-10.11-12.13

R/.
 En Dios confío y no temo

Misericordia, Dios mío, que me hostigan,
me atacan y me acosan todo el día;
todo el día me hostigan mis enemigos,
me atacan en masa. R/.

Anota en tu libro mi vida errante,
recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío.
Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios. R/.

En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo;
¿qué podrá hacerme un hombre? R/.

Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias. R/.


Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,7-12):

EN aquel tiempo, Jesús se retira con sus discípulos a la orilla del mar y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea.
Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, Jerusalén, Idumea, Transjordania y cercanías de Tiro y Sidón.
Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una barca, no lo fuera a estrujar el gentío.
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.
Los espíritus inmundos, cuando lo veían, se postraban ante él y gritaban:
«Tú eres el Hijo de Dios».
Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

Palabra del Señor

 

 

Resuelta devoción

 

Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una barca, no lo fuera a estrujar el gentío.
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.

Marcos 3:9–10

 

Es fascinante reflexionar sobre el gran entusiasmo que Jesús despertaba entre la gente.

En el pasaje anterior, vemos que Jesús les pidió a sus discípulos que le prepararan una barca para que no lo aplastaran mientras enseñaba a la multitud. Él había estado curando a muchos que estaban enfermos, y la multitud lo presionaba para tratar simplemente de tocarlo.

Esta escena nos proporciona una ilustración de lo que debe suceder en nuestra vida interior con respecto a nuestro Señor. Se puede decir que la gente se ha mostrado decidida en su devoción a Jesús y ferviente en su deseo por Él. Por supuesto, su deseo puede haber sido algo egoístamente motivado por el deseo de obtener curaciones físicas de sus dolencias y las de sus seres queridos, pero, sin embargo, su atracción era real y poderosa, impulsándolos a poner su atención completa en nuestro Señor.

La decisión de Jesús de subirse a una barca y distanciarse un poco de la multitud fue también un acto de amor. ¿Por qué? Porque este acto le permitió a Jesús ayudarlos a reenfocarse en Su misión más profunda. 

Aunque hizo milagros por compasión y para manifestar su poder todopoderoso, su objetivo principal era enseñar a las personas y guiarlas a la Verdad completa del mensaje que predicaba. Por lo tanto, al separarse de ellos, fueron invitados a escucharlo en lugar de simplemente tratar de tocarlo por el bien de un milagro físico. 

Para Jesús, la plenitud espiritual que deseaba dar a la multitud era mucho más importante que cualquier curación física que también diera.

En nuestras propias vidas, Jesús puede “separarse” de nosotros de manera un tanto superficial para que estemos más abiertos al propósito más profundo y transformador de Su vida. Por ejemplo, puede quitarnos ciertos sentimientos de consuelo o permitirnos encontrarnos con alguna prueba a través de la cual Él parece estar menos presente para nosotros. Pero cuando esto sucede, siempre es para que nos volvamos a Él en un nivel más profundo de confianza y apertura para ser atraídos más profundamente a una relación de amor.

Reflexiona hoy sobre cuán decidida es tu devoción a nuestro Señor. A partir de ahí, reflexiona, también, si eres más apegado a los buenos sentimientos y consuelos que buscas o si tu devoción es más profunda, más enfocada al mensaje transformador que nuestro Señor te quiere predicar. Mírate a ti mismo en esa orilla, escuchando a Jesús hablar, y permite que sus santas palabras transformen tu vida más profundamente.

 

Mi Dios salvador, me dirijo a Ti, este día, y busco ser firme en mi amor y devoción por Ti. Ayúdame, ante todo, a escuchar Tu Palabra transformadora ya permitir que esa Palabra se convierta en el foco central de mi vida. Jesús, en Ti confío.

 

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