16 de enero del 2024: martes de la segunda semana del tiempo ordinario (año par)
El secreto de la
mirada
(1 Samuel 16, 1-13) “Dios no ve
como los hombres; el Señor ve el corazón.» Una conmovedora declaración del Señor a su profeta, que le revela así
el secreto de sus elecciones, la fuente de su misericordia.
Soy
incapaz de conocerme a mí mismo como Dios me conoce. ¿No es él mi Creador
y Padre? ¡Qué alegría confiar en él como lo hizo Samuel al conferir la
unción a David, el último de sus hermanos, el improbable! ■
Benedicta de la Cruz,
cisterciense
(Marcos
2, 23-28) ¿Qué podemos decir de Dios a nuestros
contemporáneos? Que sus mandamientos tienen un solo fin: nuestra
felicidad, nuestra liberación. ¡Que no sean en modo alguno una carga, sino
una fuente de alegría y de paz de la que todos y cada uno de nosotros podamos
sacar siempre provecho!
Primera
lectura
Lectura del primer libro de
Samuel (16,1-13):
En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: «¿Hasta cuándo vas a estar
lamentándote por Saúl, si yo lo he rechazado como rey de Israel? Llena la
cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus
hijos me he elegido un rey.»
Samuel contestó: «¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl, me mata.»
El Señor le dijo: «Llevas una novilla y dices que vas a hacer un sacrificio al
Señor. Convidas a Jesé al sacrificio, y yo te indicaré lo que tienes que hacer;
me ungirás al que yo te diga.»
Samuel hizo lo que le mandó el Señor. Cuando llegó a Belén, los ancianos del
pueblo fueron ansiosos a su encuentro: «¿Vienes en son de paz?»
Respondió: «Sí, vengo a hacer un sacrificio al Señor. Purificaos y venid
conmigo al sacrificio.»
Purificó a Jesé y a sus hijos y los convidó al sacrificio. Cuando llegó, vio a
Eliab y pensó: «Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.»
Pero el Señor le dijo: «No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura.
Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor
ve el corazón.»
Jesé llamó a Abinadab y lo hizo pasar ante Samuel; y Samuel le dijo: «Tampoco a
éste lo ha elegido el Señor.»
Jesé hizo pasar a Samá; y Samuel le dijo: «Tampoco a éste lo ha elegido el
Señor.»
Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: «Tampoco a
éstos los ha elegido el Señor.»
Luego preguntó a Jesé: «¿Se acabaron los muchachos?»
Jesé respondió: «Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas.»
Samuel dijo: «Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no
llegue.»
Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y
buen tipo.
Entonces el Señor dijo a Samuel: «Anda, úngelo, porque es éste.»
Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel
momento, invadió a David el espiritu del Señor, y estuvo con él en adelante.
Samuel emprendió la vuelta a Ramá.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 88,20.21-22.27-28
R/. Encontré a David, mi
siervo
Un día hablaste en visión a tus amigos:
«He ceñido la corona a un héroe,
he levantado a un soldado sobre el pueblo.» R/.
«Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso.» R/.
«Él me invocará: "Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora";
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra.» R/.
Lectura del santo evangelio
según san Marcos (2,23-28):
SUCEDIÓ que un sábado Jesús
atravesaba un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando
espigas.
Los fariseos le preguntan:
«Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?».
Él les responde:
«¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron
faltos y con hambre, cómo entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo
sacerdote Abiatar, comió de los panes de la proposición, que solo está
permitido comer a los sacerdotes, y se los dio también a quienes estaban con
él?».
Y les decía:
«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el
Hijo del hombre es señor también del sábado».
Palabra del Señor
Santificando
el sábado
SUCEDIÓ
que un sábado Jesús atravesaba un sembrado, y sus discípulos, mientras
caminaban, iban arrancando espigas.
Los fariseos le preguntan:
«Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?».
Los
fariseos estaban muy preocupados por muchas cosas que eran distorsiones de la
ley de Dios. El tercer mandamiento nos llama a “santificar el día de
reposo”. Además, leemos en Éxodo 20:8–10 que no debemos hacer ningún
trabajo en sábado, sino que debemos usar ese día para descansar. A partir
de este mandamiento, los fariseos desarrollaron un extenso comentario sobre lo
que estaba permitido y prohibido hacer en sábado. Determinaron que
arrancar las espigas era una de las acciones prohibidas.
En
muchos países hoy en día, el descanso sabático casi ha
desaparecido. Lamentablemente, el domingo rara vez se dedica a un día de
adoración y descanso con la familia y los amigos. Por esa razón, esta
condenación hipercrítica de los discípulos por parte de los fariseos es difícil
de relacionar. El problema espiritual más profundo parece ser el enfoque
hiper "quisquilloso" adoptado por los fariseos. No estaban tan
preocupados por honrar a Dios en el día de reposo como por juzgar y
condenar. Y aunque hoy en día puede ser raro encontrar personas demasiado
escrupulosas y quisquillosas con respecto al descanso sabático, a menudo es
fácil encontrarnos quisquillosos con muchas otras cosas en la vida.
Piensa
en tu familia y en las personas más cercanas a ti. ¿Hay cosas que hacen y
hábitos que han formado que te dejan criticándolos constantemente? A veces
criticamos a otros por acciones que son claramente contrarias a las leyes de
Dios. En diferentes momentos, criticamos a otros debido a alguna
exageración de nuestra parte. Aunque es importante hablar caritativamente
contra las violaciones de la ley externa de Dios, debemos tener mucho cuidado
de no erigirnos en jueces y jurado de otros, especialmente cuando nuestra
crítica se basa en una distorsión de la verdad o una exageración de la verdad.
algo menor En otras palabras, debemos tener cuidado de no volvernos
quisquillosos.
Reflexiona
hoy sobre cualquier tendencia que tengas en tus relaciones con tus allegados a
ser excesiva y distorsionada en tus críticas. ¿Te obsesionas regularmente
con las aparentes faltas menores de los demás? Trata hoy de alejarte de la
crítica y renueva, en cambio, tu práctica de misericordia hacia todos. Si
lo haces, es posible que descubras que tus juicios sobre los demás no reflejan
completamente la verdad de la ley de Dios.
Mi
Juez misericordioso, dame un corazón de compasión y misericordia hacia
todos. Quita de mi corazón todo juicio y crítica. Te dejo todo juicio
a Ti, amado Señor, y que sólo busque ser un instrumento de Tu amor y
misericordia. Jesús, en Ti confío.
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