8 de abril del 2025: martes de la quinta semana de Cuaresma

  

Pecado mordedor

(Números 21:4-9; Juan 8:21-30) Las serpientes abrasadoras no son el peligro más serio que amenaza a la gente en marcha. Son más bien una señal enviada a los hebreos para que sintieran en su carne los efectos del desánimo y de las recriminaciones.

Que también nosotros sintamos las punzadas del pecado para dirigir nuestra mirada hacia el Hijo del Hombre elevado en la Cruz. El Padre que lo envió quiere despertar nuestra fe a través de su perdón.

Nicolas Tarralle, sacerdote asuncionista


(Juan 8, 21-30) Jesús no desprecia a sus interlocutores. Son más bien ellos quienes se burlarán de él clavándolo en una cruz. Dios los dejará ir tan lejos en la mentira para que todo su ser finalmente se abra a su misericordia.

Jesús tiene un solo deseo: hacer la voluntad de su Padre para que participemos activamente en el vínculo de amor que nos une unos a otros. Así nos asegura que nunca más estaremos solos.

 



Primera lectura

Lectura del libro de los Números (21,4-9):

EN aquellos días, desde el monte Hor se encaminaron los hebreos hacia el mar Rojo, rodeando el territorio de Edón.
El pueblo se cansó de caminar y habló contra Dios y contra Moisés:
«¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náuseas ese pan sin sustancia».
El Señor envió contra el pueblo serpientes abrasadoras, que los mordían, y murieron muchos de Israel.
Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:
«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes».
Moisés rezó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió:
«Haz una serpiente abrasadora y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla».
Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 101,2-3.16-18.19-21



R/.
 Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti


V/. Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro
el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco,
escúchame enseguida. R/.

V/. Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R/.

V/. Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (8,21-30):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros».
Y los judíos comentaban:
«¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?».
Y él les dijo:
«Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados: pues, si no creéis que Yo soy, moriréis en vuestros pecados».
Ellos le decían:
«¿Quién eres tú?».
Jesús les contestó:
«Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él».
Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.
Y entonces dijo Jesús:
«Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada».
Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

Palabra del Señor

 

***********


1

🕊Homilía – Martes de la Quinta Semana de Cuaresma

Lecturas:

  • Primera lectura: Números 21, 4-9
  • Salmo: 102(101),2-3a.3b+16.17-19a.19b-21 (R. cf. 14)
  • Evangelio: Juan 8, 21-30

 

1. El pueblo impaciente y la serpiente de bronce (Núm 21,4-9)

En la primera lectura vemos al pueblo de Israel que, en medio del desierto, se cansa del camino y empieza a murmurar contra Dios y contra Moisés. Es un texto profundamente humano: ¿quién no se ha sentido cansado, frustrado, incluso tentado a renegar de Dios en momentos de desolación?

Dios permite entonces que serpientes venenosas ataquen al pueblo, y muchos mueran. Pero no como castigo puro, sino como un llamado urgente a la conversión, al arrepentimiento, al reconocimiento de que la vida lejos de Dios se envenena. Cuando el pueblo suplica, Dios manda a Moisés a levantar una serpiente de bronce, para que quienes la miren con fe, sean salvados.

Este gesto prefigura claramente a Cristo elevado en la cruz, como nos recordará el mismo Jesús en el Evangelio de hoy.

🕯 Comentario espiritual: Todos pasamos por desiertos: el de la enfermedad, el de la falta de sentido, la crisis familiar, la soledad… Y en esos momentos, también podemos murmurar. Pero Dios no nos abandona. Nos ofrece un signo: su Hijo crucificado, elevado como medicina de salvación para los que miren con fe.

 

🕊 2. El salmo: un grito de los que sufren

El salmo 102 es uno de los más conmovedores de la Escritura. Un lamento del que se siente olvidado, débil, rodeado de ruinas, pero que no pierde la esperanza. Dice: “Señor, escucha mi oración… cuando el Señor reconstruya a Sion y aparezca en su gloria”.

Es un salmo que podemos rezar por nuestros seres queridos , sobre todo por aquellos que están atravesando tiempos oscuros. Los que están enfermos, los que han perdido el trabajo, los que están lejos de Dios.

🕯 Oración sugerida: "Señor, escuche nuestra oración por nuestros padres, hermanos, amigos, vecinos, y todos aquellos que han sido buenos con nosotros. No olvides sus nombres ni sus obras, y si alguno sufre, consuélalo. Si alguno está lejos, tráelo de nuevo. Si alguno se ha ido, recíbelo en tu gloria."


3. “Cuando hayan levantado al Hijo del hombre…” (Jn 8,21-30)

En el Evangelio, Jesús habla con fuerza y ​​misterio. Les dice a los judíos que Él viene de lo alto, mientras ellos están anclados “en lo de abajo”. Hay una distancia espiritual que no es sólo de comprensión, sino de orientación del corazón.

Jesús no los condena; más bien les abre la puerta a la fe: “Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy”. Aquí hay una clara referencia a su crucifixión: será en la cruz donde Jesús revelará quién es. La cruz no será un fracaso, sino el trono desde el que reinará con amor salvador.

🕯 Comentario pastoral: A veces esperamos que Dios se manifieste con poder, con milagros, con gloria. Pero la verdadera gloria de Dios está en el amor que se entrega hasta la muerte. En la cruz, Jesús nos muestra el rostro de Dios: humilde, compasivo, totalmente entregado. Allí, y no en otro lugar, podemos descubrir quién es Él y cuánto valemos para Él.


🙏 Aplicación y oración final

Hoy es un día propicio para levantar la mirada a Jesús crucificado y decirle: “Señor, creo que estás ahí por mí”. También es un día para presentarle el nombre de todos aquellos que amamos: nuestros familiares, amigos, bienhechores… Aquellos que nos han ayudado en momentos difíciles, que han rezado por nosotros, que han creído en nuestro camino.

Te invitamos a hacer una oración sencilla pero poderosa:

"Señor Jesús, elevado en la cruz por amor,
te presento hoy a quienes han sido parte de mi vida:
a mi familia, a mis amigos, a quienes me han ayudado,
a quienes he herido o me han herido.
Mira tú, desde la cruz, sus sufrimientos y necesidades.
Bendícelos, consuélalos, sánalos, acompáñalos.

Y que también yo, al mirarte,
sea sano del veneno del pecado,
de la tristeza y del cansancio.

Que tu cruz me dé vida,
y me lleve contigo hacia la resurrección.
Amén."

 

🌿 Conclusión

Este martes cuaresmal es un llamado a mirar al Crucificado como los israelitas miraron la serpiente de bronce. No para admirar el dolor, sino para descubrir en Él la medicina, el perdón y la esperanza.

Que esta Eucaristía nos renueve la fe, y que, al orar por nuestros seres queridos, sintamos que también nosotros somos sostenidos por la oración de los demás y, sobre todo, por el amor infinito de Cristo.


2

El lenguaje de Jesús 


"Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él."

 

Juan 8:30

 

Jesús había estado enseñando de manera velada pero muy profunda acerca de quién era él. En pasajes anteriores, se refirió a sí mismo como el "pan de vida", el "agua viva", la "luz del mundo", e incluso asumió el antiguo título de Dios "YO SOY". Además, continuamente se identificaba con el Padre Celestial como Su Padre con quien estaba perfectamente unido y por quien fue enviado al mundo para hacer Su voluntad. 

Por ejemplo, justo antes del pasaje que leemos hoy, Jesús dice claramente: "Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado" (Juan 8:28). Y fue por esto que muchos llegaron a creer en Él. ¿Pero por qué?

 

Mientras continúa el Evangelio de Juan, la enseñanza de Jesús sigue siendo misteriosa, profunda y velada. Después de que Jesús dice verdades profundas sobre quién es Él, algunos oyentes llegan a creer en Él, mientras que otros se vuelven hostiles hacia Él. ¿Cuál es la diferencia entre los que llegan a creer y los que finalmente matan a Jesús? La respuesta simple es la fe. Tanto los que llegaron a creer en Jesús como los que orquestaron y apoyaron Su asesinato escucharon la misma enseñanza de Jesús. Sin embargo, sus reacciones fueron muy diferentes.


Lo mismo es cierto para nosotros hoy. Al igual que aquellos que escucharon estas enseñanzas por primera vez de los propios labios de Jesús, también se nos presenta la misma enseñanza. Se nos da la misma oportunidad de escuchar sus palabras y recibirlas con fe o rechazarlas o ser indiferentes. ¿Es usted uno de los muchos que llegaron a creer en Jesús por estas palabras?

 

La lectura de estas enseñanzas veladas, misteriosas y profundas de Jesús tal como se presentan en el Evangelio de Juan requiere un regalo especial de Dios, así estas palabras tendrán algún impacto en nuestras vidas. La fe es un don. No es solo una decisión ciega para creer. Es una elección basada en ver. Pero es un ver hecho posible sólo por una revelación interior de Dios a la que damos nuestro asentimiento. 


Por lo tanto, Jesús como el Agua Viva, el Pan de Vida, el gran YO SOY, la Luz del Mundo y el Hijo del Padre solo tendrá sentido para nosotros y solo tendrá un efecto en nosotros cuando estemos abiertos y recibamos la luz interior del don de la fe. Sin esa apertura y recepción, seremos hostiles o indiferentes.

 

Reflexione hoy sobre el lenguaje profundo, velado y misterioso de Dios. Cuando lee este lenguaje, especialmente en el Evangelio de Juan, ¿Cuál es su reacción? Reflexione cuidadosamente sobre su reacción; y, si descubre que usted es menos que alguien que ha llegado a comprender y creer, busque la gracia de la fe este día para que las palabras de nuestro Señor transformen poderosamente su vida.


 

Mi Señor, Tu enseñanza acerca de Quién eres está más allá de la razón humana. Es profunda, misteriosa y gloriosa, más allá de toda comprensión. Por favor, dame el don de la fe para que pueda llegar a saber quién eres mientras medito en la riqueza de tu santa Palabra. Creo en ti, querido Señor. Ayuda a mi incredulidad. Jesús, en Ti confío.

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