Santo del día:
San Pío V, papa
Miguel Ghislieri nació en Italia en 1504 y entró en la Orden a los quince años tomando el nombre de Pío. Fue prior, inquisidor, obispo, cardenal y elegido Papa el 7 de enero de 1566. Restauró el culto cristiano y la disciplina eclesiástica, poniendo en práctica, sobre todo con su misma vida, las normas del concilio de Trento.
La Luz vino al mundo
(Hechos 5,17-26, Juan 3,16-21) Dios
es siempre más grande que nuestras faltas y miedos. Su bondad es un faro que
nos guía y nos invita a caminar en la luz, en la confianza de que su amor nunca
falla.
¿En qué situaciones encuentro
caminos abiertos donde parecía no haber salida?
¿Me vence el miedo o confío en
que Dios me sostiene para testimoniar su amor?
¿Estoy recibiendo el amor
incondicional de Dios con confianza o con dudas?
¿Cuáles son esos obstáculos en
mi corazón que me impiden vivir plenamente? ¿Estoy dispuesto a enfrentarlos y
superarlos?
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(Juan 3, 16-21) Nosotros que buscamos hacer el bien y la verdad en nuestra vida no tengamos miedo de salir a la luz. Presentémonos al Señor como somos, sin vergüenza. Y reconozcamos nuestras buenas obras, así como son buenas las obras de Dios.
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,17-26):
EN aquellos días, el sumo sacerdote y todos los suyos, que integran la secta de los saduceos, en un arrebato de celo, prendieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero, por la noche, el ángel del Señor les abrió las puertas de la cárcel y los sacó fuera, diciéndoles:
«Marchaos y, cuando lleguéis al templo, explicad al pueblo todas estas palabras de vida».
Entonces ellos, al oírlo, entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el sumo sacerdote con todos los suyos, convocaron el Sanedrín y el pleno de los ancianos de los hijos de Israel, y mandaron a la prisión para que los trajesen. Fueron los guardias, no los encontraron en la cárcel, y volvieron a informar, diciendo:
«Hemos encontrado la prisión cerrada con toda seguridad, y a los centinelas en pie a las puertas; pero, al abrir, no encontramos a nadie dentro».
Al oír estas palabras, ni el jefe de la guardia del templo ni los sumos sacerdotes atinaban a explicarse qué había pasado. Uno se presentó, avisando:
«Mirad, los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo».
Entonces el jefe salió con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por miedo a que el pueblo los apedrease.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9
R/. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.
El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan (3,16-21):
TANTO amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.
Palabra del Señor
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1
🕊️ Monición
Inicial
Queridos
hermanos:
Celebramos
hoy la Eucaristía en este tiempo de Pascua, iluminados por la Palabra del Señor
que nos habla del poder de la luz frente a las tinieblas, del coraje de los
apóstoles, y del amor sin medida de Dios por el mundo.
En
este quinto día del novenario por el eterno descanso del Papa Francisco,
pedimos al Señor que le conceda el premio prometido al siervo bueno y fiel que
guio a la Iglesia con esperanza, misericordia y alegría. Que su testimonio de
vida sencilla, su amor por los pobres, y su incansable impulso misionero, nos
animen a seguir caminando como peregrinos
de la esperanza hacia el Reino.
📖 Comentario
a las Lecturas
Primera Lectura – Hch 5,17-26
La
persecución no detiene a los apóstoles. A pesar de ser encarcelados por
anunciar a Jesús resucitado, un ángel los libera y les manda continuar su
misión: hablar al pueblo “de todo lo que se refiere a esta vida”. Esta vida es la vida nueva que
brota de Cristo resucitado. Nada, ni el encierro ni las amenazas, puede frenar
la esperanza pascual.
Salmo 34 (33)
“El ángel del Señor libra a los que temen a Dios”. Este salmo resuena
en perfecta sintonía con la lectura de los Hechos. Quien pone su confianza en
el Señor no queda defraudado. Dios escucha, salva, consuela, y acompaña.
Evangelio – Jn 3,16-21
Aquí
escuchamos uno de los versículos más luminosos del Evangelio: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a
su Hijo único”. Este amor no condena, sino que salva. Pero cada
persona debe decidir entre vivir en la luz o refugiarse en la oscuridad. La
Pascua nos llama a caminar en la verdad, dejando atrás nuestras sombras, con la
mirada puesta en el Resucitado.
✝️ Homilía
Queridos
hermanos y hermanas en Cristo:
La
Pascua no es una temporada de nostalgia sino un tiempo de misión. La
resurrección de Jesús ha desatado en el mundo una fuerza imparable: el Evangelio de la vida.
Los apóstoles, liberados de la prisión, no regresan a casa a esconderse.
Vuelven al templo, al corazón de Jerusalén, y siguen proclamando a Cristo. Esa
es la audacia de la fe que brota de la certeza de que el Señor vive.
Hoy,
al orar por el Papa Francisco, recordamos cómo él vivió y predicó esa misma
audacia evangélica. Con un corazón libre y una fe confiada, caminó entre
nosotros anunciando que Dios nunca se cansa de perdonarnos, que la Iglesia debe
ser hospital de campaña, y que en el centro está siempre el amor que salva.
En
este Año Jubilar,
con el lema “Peregrinos de
la Esperanza”, se nos recuerda que la esperanza cristiana no es
un optimismo superficial. Es la firme certeza de que Dios nos ama, camina con
nosotros, y nos conduce hacia una tierra prometida que no es un sueño, sino una
promesa: el cielo. Francisco nos mostró cómo ser peregrinos: con sencillez, con
apertura al Espíritu, con ternura, y con valentía.
El
Evangelio de hoy nos dice que ese amor divino no viene a condenar sino a
salvar. Dios no nos obliga, nos propone. No aplasta, sino que enciende. No
impone luz, sino que la ofrece. ¿La aceptamos o la rechazamos?
La
gran pregunta es: ¿amamos más nuestras oscuridades o nos atrevemos a exponernos
a la luz? A veces, como dice el Evangelio, preferimos las sombras porque
tememos que la verdad de Dios revele nuestras heridas. Pero sólo en la luz se
puede sanar. Sólo en la verdad se puede caminar.
El
testimonio del Papa Francisco es el de un hombre que eligió caminar en esa luz,
aún con fragilidad, pero con transparencia, humildad y esperanza.
🙏 Oración
de los Fieles (adaptada al contexto)
R. El Señor libra a los justos de sus angustias.
1.
Por
la Iglesia, para que guiada por el Espíritu Santo siga anunciando con valentía
la vida nueva en Cristo resucitado, oremos al Señor.
2.
Por
el eterno descanso del Papa Francisco: que el Buen Pastor le reciba en su
morada eterna, y su memoria sea semilla de renovación en la Iglesia, oremos al
Señor.
3.
Por
los misioneros, catequistas, y testigos del Evangelio en lugares difíciles, que
no se dejen vencer por el miedo sino que vivan como peregrinos de esperanza,
oremos al Señor.
4.
Por
todos los que caminan en oscuridad, los que sufren en el alma o en el cuerpo,
para que encuentren luz y consuelo en el amor de Cristo, oremos al Señor.
5.
Por
nosotros, que celebramos esta Eucaristía: que la Pascua renueve nuestra alegría
y nos haga discípulos que caminan hacia el Reino, oremos al Señor.
🕯️ Oración
final (tras la comunión o al final del novenario)
Señor Dios,
fuente de toda vida y esperanza:
te damos gracias por el testimonio del Papa Francisco,
por su vida entregada al Evangelio,
por su corazón de padre y pastor.
Concédele, por tu infinita misericordia,
gozar de la luz eterna que no conoce ocaso.
Y a
nosotros, sus hermanos en la fe,
ayúdanos a seguir caminando,
con paso firme y corazón abierto,
como verdaderos peregrinos
de la esperanza,
hasta encontrarnos contigo en la plenitud del Reino.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
“TANTO amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.”
Continuamos, hoy, leyendo la conversación que Jesús tuvo con Nicodemo, el fariseo que finalmente se convirtió y es venerado como uno de los primeros santos de la Iglesia. Recuerde que Jesús desafió a Nicodemo como una forma de ayudarlo a tomar la difícil decisión de rechazar la malicia de los otros fariseos y convertirse en su seguidor. Este pasaje de hoy proviene de la primera conversación de Nicodemo con Jesús y a menudo es citado por nuestros hermanos y hermanas evangélicos como un resumen de todo el Evangelio. Y de hecho lo es.
A lo largo del Capítulo 3 del Evangelio de Juan, Jesús enseña sobre la luz y las tinieblas, el nacimiento de arriba, la maldad, el pecado, la condenación, el Espíritu y mucho más. Pero de muchas maneras, todo lo que Jesús enseñó en este capítulo y a lo largo de Su ministerio público se puede resumir en esta breve y directa declaración: “TANTO amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna...Esta breve enseñanza se puede dividir en cinco verdades esenciales.
Primero, el amor del Padre por la humanidad, y específicamente, por ti, es un amor tan profundo que no hay forma de que entendamos por completo las profundidades de Su amor.
En segundo lugar, el amor que el Padre nos tiene lo obligó a darnos el mayor regalo que pudiéramos recibir y el mayor regalo que el Padre podría dar: Su propio Hijo divino. Este don debe meditarse en oración si queremos llegar a una comprensión más profunda de la infinita generosidad del Padre.
En tercer lugar, a medida que entramos en oración cada vez más profundamente en nuestra comprensión de este increíble regalo del Hijo, nuestra única respuesta apropiada es la fe. Debemos "creer en Él". Y nuestra fe debe profundizarse al igual que nuestra comprensión.
Cuarto, debemos darnos cuenta de que la muerte eterna siempre es posible. Es posible que eternamente "perezcamos". Darnos cuenta de ello nos dará una mayor comprensión del don del Hijo, ya que nos daremos cuenta de que el primer deber del Hijo es salvarnos de la separación eterna del Padre.
Por último, el don del Hijo del Padre no es solo para salvarnos, sino también para llevarnos a las alturas del cielo. Es decir, se nos da "vida eterna". Este don de la eternidad tiene una capacidad, valor, gloria y plenitud infinitos.
Reflexiona hoy sobre este resumen de todo el Evangelio: “TANTO amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna". Tómalo línea por línea, buscando en oración comprender las hermosas y transformadoras verdades que nuestro Señor nos reveló en esta santa conversación con Nicodemo. Trata de verte a ti mismo como Nicodemo, una buena persona que está tratando de entender a Jesús y sus enseñanzas con mayor claridad. Si puedes escuchar estas palabras con Nicodemo y aceptarlas profundamente con fe, entonces tú también compartirás la gloria eterna que estas palabras prometen.
Mi glorioso Señor, viniste a nosotros como el regalo más grande jamás imaginado. Eres el regalo del Padre Celestial. Fuiste enviado por amor con el propósito de salvarnos y llevarnos a la gloria de la eternidad. Ayúdame a comprender y creer todo lo que eres y a recibirte como el regalo salvador para la eternidad. Jesús, en Ti confío.
30 de
abril: San Pío V, Papa—Memoria libre
1504–1572 Santo
Patrono del Dicasterio para la Doctrina de la Fe Invocado para la reforma
y defensa de la Iglesia
Canonizado
por el Papa Clemente XI el 22 de mayo de 1712
Cita:
Desde el principio, al ser elevados al Apostolado Mayor, con gusto dedicamos
nuestra mente y energías, y dirigimos todos nuestros pensamientos a los asuntos
concernientes a la preservación de una liturgia pura, y nos esforzamos, con la
ayuda de Dios, por todos los medios a nuestro alcance, por lograr este
propósito. Pues, además de otros decretos del sagrado Concilio de Trento, se
nos dispuso la revisión y reedición de los libros sagrados: el Catecismo, el
Misal y el Breviario. Con el Catecismo publicado para la instrucción de los
fieles, con la ayuda de Dios, y el Breviario completamente revisado para la
digna alabanza de Dios… Consideramos necesario dedicar nuestra atención
inmediata a lo que aún quedaba por hacer, a saber, la reedición del Misal lo
antes posible…
~Promulgación de la Liturgia Tridentina, San Pío V
Reflexión:
En 1517, cuando Martín Lutero
publicó sus Noventa y cinco Tesis en Alemania, lo que dio inicio a la Reforma
Protestante, los reinos europeos enfrentaban numerosos desafíos y la Iglesia
necesitaba urgentemente una reforma.
Las relaciones entre la
Iglesia y el Estado eran constantemente tensas. Algunos gobernantes civiles
luchaban por mantener la fe católica en sus territorios, mientras que otros
luchaban por eliminarla. Muchos de estos reinos se enfrentaban entre sí, y
todos estaban bajo la amenaza constante de invasores musulmanes.
Dentro de la Iglesia, era
necesaria una reforma para abordar los abusos financieros, el nepotismo, la
formación deficiente del clero, la gobernanza deficiente, los debates
teológicos y la falta de un culto litúrgico uniforme. Fue en esta situación histórica
que nació el santo que hoy conocemos.
Antonio Ghislieri nació en
Bosco Marengo, en el noroeste de Italia.
De niño, Antonio era pobre y
trabajaba para ayudar a su familia. A los catorce años, adoptó el nombre de
Michele al ingresar en la orden dominica y recibió su educación de los frailes
de Vigevano, Bolonia y Génova.
A lo largo de su formación,
fue un estudiante excelente y aplicado, especialmente atraído por el estudio de
la Sagrada Escritura y las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino.
A los veinticuatro años, fue
ordenado sacerdote, y durante los dieciséis años siguientes enseñó teología y
filosofía, formó novicios dominicos y fue prior en varios conventos. Siendo un
joven sacerdote, el padre Michele continuó profundizando su vida de oración,
desarrolló una profunda devoción a la Santísima Virgen María y al Rosario,
hacía vigilias nocturnas, abrazó el carisma dominicano, ayunaba, hacía
penitencia, abrazaba la pobreza y practicaba el silencio interior, con el que
se esforzaba por mantenerse continuamente recogido, negándose a las
conversaciones ociosas.
En 1542, para hacer frente a
la amenaza constante que representaban los errores introducidos por la Reforma
Protestante, que se extendían lentamente por los estados italianos, el papa
Pablo III reorganizó la Inquisición Italiana. Poco después, el padre Michele
fue nombrado para servir en varias misiones inquisitoriales, lo que llevó a
cabo con inquebrantable determinación.
En 1556, el papa Pablo IV lo
nombró obispo de Sutri, una diócesis al norte de Roma, y un año después fue
nombrado cardenal.
Como obispo y luego cardenal,
continuó trabajando con celo, defendiendo vigorosamente la verdadera fe,
erradicando la herejía, corrigiendo abusos, fortaleciendo las estructuras
eclesiásticas y viviendo personalmente la vida de fe y moral a la que estaba llamado.
Llegó a ser tan respetado, y su valentía, claridad y celo fueron tan
beneficiosos para la Iglesia, que el Santo Padre lo nombró Gran Inquisidor de
toda la cristiandad.
En 1559, fue trasladado más al
norte, a la diócesis de Mondovì, pero era llamado regularmente a Roma para
consultar con el Papa. En Mondovì, se esforzó por reconstruir dicha diócesis
tras ser devastada por las guerras, alimentadas por la confusión teológica
causada por la Reforma Protestante.
El obispo Michele no era un
pusilánime, ni siquiera en lo que se refería al papa. Uno de los abusos
recurrentes dentro de la Iglesia en aquella época era el nepotismo, la práctica
de otorgar favores eclesiásticos a familiares. Cuando el papa Pablo IV anunció
a su corte que quería nombrar cardenal a su sobrino de catorce años, el obispo
Michele se opuso firmemente y detuvo el abuso. Si bien esto llevó al papa a
disminuir parte de la autoridad inquisitorial del obispo Michele, también
provocó la admiración de muchos cardenales. Como resultado, en 1566, el obispo
Michele fue elegido nuevo papa y adoptó el nombre de Pío V.
Tan solo tres años antes de la
elección papal de Pío V, el Concilio de Trento, que duró dieciocho años,
concluyó su última sesión. Este concilio marcó el inicio de la Contrarreforma
católica, que abordó directamente cuestiones teológicas y litúrgicas y buscó
eliminar diversos abusos dentro de la Iglesia. Solo quedaba por implementar los
decretos del concilio. No fue tarea fácil, pero el papa Pío V era, sin duda, el
hombre indicado para la tarea.
Desde el comienzo de su
pontificado, el Papa Pío V continuó siendo el hombre de Dios santo, devoto,
concienzudo y decidido que había sido desde su juventud. En lugar de actuar
como un rey, actuó como un siervo. Continuó vistiendo su hábito blanco dominico
(del que solo conservó uno), razón por la cual el Papa viste de blanco hoy en
día. Distribuyó el dinero reservado para los extravagantes banquetes papales
entre los pobres. Visitó a los enfermos, construyó hospitales, rezó dos veces
al día ante el Santísimo Sacramento y resistió las trampas que conllevan el
poder y la riqueza. Los Estados Pontificios, en particular, pronto se
convirtieron en un monasterio más que en un reino.
Para abordar las confusiones
teológicas que dividían a la Iglesia, promulgó un nuevo catecismo especialmente
para párrocos, instituyó clases de catequesis para jóvenes, introdujo las
enseñanzas de Santo Tomás de Aquino en las universidades y continuó la buena
labor del Santo Oficio de la Inquisición con celo pastoral.
Para abordar los problemas
eclesiásticos, denunció las inmoralidades dentro del clero, lo vinculó más
estrechamente a una sola diócesis, impuso el sistema de seminarios, reafirmó la
práctica del celibato, exhortó a los obispos a permanecer en su diócesis y
servirla como verdaderos pastores, y renovó la disciplina, cada vez más
debilitada, dentro de las casas religiosas.
Para atender las necesidades
espirituales de la Iglesia, difundió especialmente la devoción al Santo
Rosario, que él mismo rezaba íntegramente a diario, y promulgó un nuevo
Breviario y un Misal Romano.
En el ámbito político, no dudó
en reprender, e incluso penalizar, a los gobernantes desobedientes.
Defendió a Europa de los
invasores musulmanes trabajando con varios gobernantes para formar la Liga Santa,
un esfuerzo cooperativo de los reinos católicos de España e Italia, que incluía
la Orden de Malta.
A lo largo de la historia, la
Iglesia siempre ha necesitado una reforma interna. Aunque Cristo nunca abandona
a su Iglesia, quienes están a su cuidado son pecadores. Pero entre esos
pecadores, Dios siempre suscita santos para encaminar a la Iglesia y sus
instituciones por el buen camino. En el siglo XVI, uno de los santos más
notables que Dios usó para este propósito fue el papa San Pío V.
Al honrar a este santo papa,
reflexionen ustedes sobre su propio llamado a apoyar las necesidades de reforma
constantes en la Iglesia. Esas necesidades siempre estarán presentes. Aunque no
estén llamados a hacerlo desde la perspectiva del papado, sí están llamados a
hacerlo en el contexto de su propia vocación.
Reflexionen sobre cómo pueden
reformar su vida, su familia, su parroquia y su comunidad. Comprométanse a
someterse en oración a la voluntad de Dios y busquen el don de la valentía para
que Dios los use de maneras que están más allá de sus capacidades naturales.
Oración:
San Pío V, fuiste
inquebrantable en tu fe y tu valentía. Dios usó esas virtudes para ayudar a
defender y reformar a su Iglesia en un momento de gran sufrimiento. Por favor,
reza por mí, para que, mientras la Iglesia sigue necesitando renovación y el
Evangelio necesite ser proclamado, yo sea un instrumento santo en las manos de
Dios.
Que también sea valiente y
fiel hasta el final, cueste lo que cueste.
San Pío V, ruega por mí.
Jesús, confío en ti.
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