Santo del día:
San Marcos
Siglo I. A él se le atribuye
el segundo evangelio. Puso su casa a disposición de los primeros cristianos.
Acompañó a San Pablo y luego a San Pedro en sus viajes. Según la tradición,
murió mártir en Alejandría.
Siempre en torno a una comida
(Juan 21:1-14) ¿El
Resucitado apareció en Galilea (Marcos, Mateo) o en Jerusalén (Lucas)?
El cuarto evangelio combina
ambas tradiciones. En la narración poética del capítulo 21 del Evangelio de
Juan, donde Pedro desempeña un papel especial, se combinan así la pesca
milagrosa, que Lucas sitúa al inicio del ministerio, y una aparición.
Al igual que en Lucas, el
encuentro se desarrolla en torno a una comida (aquí preparada por el Maestro).
Jean-Marc Liautaud, Fondacio
(Juan 21, 1-14) Qué más natural, después de una desilusión, que buscar algún consuelo retomando las viejas actividades que uno amaba. Es un poco como lo que les sucede a estos pescadores que recuperan sus redes de pesca. Y aquí es donde el Resucitado se une a ellos.
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4,1-12):
EN aquellos días, mientras Pedro y Juan hablaban al pueblo, después de que el paralítico fuese sanado, se les presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos, indignados de que enseñaran al pueblo y anunciaran en Jesús la resurrección de los muertos. Los apresaron y los metieron en la cárcel hasta el día siguiente, pues ya era tarde. Muchos de los que habían oído el discurso creyeron; eran unos cinco mil hombres.
Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, junto con el sumo sacerdote Más, y con Caifás y Alejandro, y los demás que eran familia de sumos sacerdotes, Hicieron comparecer en medio de ellos a Pedro y a Juan y se pusieron a interrogarlos:
«¿Con qué poder o en nombre de quién habéis hecho eso vosotros?».
Entonces Pedro, lleno de Espíritu Santo, les dijo:
«Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros. Él es “la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular”; no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 117,1-2.4.22-24.25-27a
R/. La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R/.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día que hizo el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan (21,1-14):
EN aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice:
«Me voy a pescar».
Ellos contestan:
«Vamos también nosotros contigo».
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
«Muchachos, ¿tenéis pescado?».
Ellos contestaron:
«No».
Él les dice:
«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».
La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:
«Es el Señor».
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque rio distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice:
«Traed de los peces que acabáis de coger».
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
«Vamos, almorzad».
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor
1
🕊️ Comentarios
litúrgicos
Antífona de entrada:
Con
gozo pascual nos acercamos al altar, sabiendo que el Resucitado se manifiesta
en la fracción del pan. Hoy, mientras celebramos la memoria de San Marcos y
continuamos la Octava de Pascua, lo hacemos también con un corazón agradecido
por la vida y testimonio del Papa Francisco, cuya partida reciente nos llena de
esperanza, dolor y oración.
Acto penitencial (tinte pascual y penitencial):
Antes
de celebrar estos sagrados misterios, reconozcamos humildemente nuestros
pecados, especialmente nuestras resistencias a la esperanza y a la fe viva en
el Resucitado. Que este tiempo de Pascua no pase de largo sin transformar
nuestros corazones, sin despertar en nosotros el deseo sincero de conversión.
Oración
por los enfermos y los que sufren:
Hoy
queremos encomendar al Señor a tantos hermanos y hermanas que viven la cruz de
la enfermedad, de la soledad, de la guerra o del abandono. Que la luz del
Resucitado ilumine también sus noches oscuras y les dé esperanza.
✝️ Homilía: "Él estaba ya en la orilla..."
(Jn 21,4)
Queridos
hermanos y hermanas:
Estamos
concluyendo esta Octava de Pascua y la liturgia nos regala este bellísimo
pasaje del evangelio de Juan donde Jesús resucitado se manifiesta una vez más a
sus discípulos, ahora junto al lago de Tiberíades. Ellos, desanimados, han
vuelto a pescar… tal vez buscando sentido, tal vez escapando de su frustración.
Y, sin embargo, Jesús ya
estaba en la orilla, esperándolos.
1.
Jesús resucitado nos espera en la orilla de nuestras noches
El
texto dice que “no pescaron nada”. Y esa puede ser también nuestra experiencia:
tantos esfuerzos, tantos intentos, y sin fruto. Pero el Señor no se aleja. Como
en nuestra propia historia, Jesús espera
pacientemente, con fuego encendido y pan preparado, para
alimentar nuestras hambres más profundas.
Hoy,
como Iglesia, experimentamos una pérdida: el Papa Francisco ha sido llamado a
la casa del Padre. Su muerte, en medio del gozo pascual, nos recuerda que
incluso en la alegría de la Resurrección hay espacio para el duelo, para la
súplica, para la fe que se aferra a la esperanza.
Damos
gracias a Dios por el papa Francisco, testigo del Evangelio, peregrino de la
esperanza, servidor de la misericordia. Que su vida, su magisterio, su amor por
los pobres, por la creación y por los olvidados nos inspiren a vivir un
cristianismo más encarnado, más valiente.
2.
“En ningún otro hay salvación” (Hch 4,12)
Pedro,
lleno del Espíritu Santo, proclama que Jesús
es la única salvación. El mismo Pedro que había negado, ahora
proclama con valentía. Hay esperanza para nosotros también: el Resucitado
transforma el corazón cobarde en corazón misionero.
La
fe no es solo consuelo, es misión. Es salir a anunciar que Cristo vive y nos llama
a una vida nueva. En esta Pascua, ¿nos estamos dejando transformar? ¿O seguimos
escondidos, como los discípulos antes del encuentro con el Resucitado?
3.
El mensaje de San Marcos
Hoy,
además, celebramos a San
Marcos, evangelista que nos transmitió el testimonio de Pedro.
Marcos es discípulo misionero, que supo poner por escrito la Buena Noticia para
que no se pierda en el tiempo. Agradezcamos también hoy a los que nos han
transmitido la fe, y renovemos nuestro compromiso de evangelizar con alegría y
autenticidad.
4.
Tinte penitencial: hay tanto que sanar...
Sí,
Cristo ha resucitado. Pero aún hay heridas abiertas en nuestra Iglesia, en
nuestro país, en nuestras comunidades. Pascua
no es anestesia, es medicina: Cristo no suprime el dolor, lo
transforma. Por eso, desde esta Pascua oramos por los enfermos, por los que
sufren en cuerpo o espíritu, por los migrantes y desplazados, por quienes están
solos o sin esperanza.
Pedimos perdón
también por nuestras indiferencias, por la frialdad de nuestros corazones. Que
esta Pascua no nos deje igual.
🙏 Oración final
Señor Jesús,
Tú que estuviste en la orilla del lago esperando a tus discípulos,
quédate también en la orilla de nuestras noches oscuras.
Alimenta nuestras hambres con tu pan,
y danos el valor de echar las redes una vez más.
Te
encomendamos a tu servidor el Papa Francisco.
Recíbelo en tu paz, dale el descanso eterno,
y haz que su vida inspire a muchos a seguirte con fidelidad.
Te pedimos
también por los enfermos, por los que sufren, por Colombia herida.
Que tu Pascua nos haga constructores de paz,
y nos renueve en la fe, en la esperanza y en el amor.
Amén.
2
Jesús les dice:
«Vamos, almorzad».
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Juan 21: 12-14
Las apariciones de Jesús después de Su resurrección estuvieron envueltas de misterio. No es un misterio de confusión, sino un misterio de inmensa profundidad y asombro.
En esta tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos, Jesús les habló por primera vez desde la orilla después de que habían estado lanzando las redes toda la noche sin pescar nada. Les dijo que lo intentaran de nuevo y que lanzaran la red por el lado derecho del bote. Lo hicieron sin siquiera darse cuenta de que era Jesús quien les hablaba. Pero al atrapar más de lo que podían esperar, se dieron cuenta de que era el Señor.
El "misterio" presente en esta aparición de resurrección tiene muchos aspectos. ¿Por qué los discípulos no reconocieron a Jesús al principio? ¿Por qué Jesús les dijo que tiraran la red por el lado derecho de la barca? ¿Por qué se dio a conocer Jesús a través de esta captura de ciento cincuenta y tres peces grandes? ¿Por qué Jesús estaba preparando el desayuno para los discípulos en la orilla? ¿Y por qué Juan dijo que “ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle: '¿Quién eres tú?'”. Aunque todos estos misterios tienen respuestas que han sido ofrecidas a lo largo de los siglos por los santos y los grandes comentaristas de las Escrituras, también es útil simplemente reflexionar sobre el hecho que las apariciones de Jesús en la resurrección estaban, de hecho, envueltas en un misterio.
En una novela de misterio, el lector recibe varias pistas vagas para ayudarlo a tratar de descubrir el misterio y resolverlo. Las pistas son intencionalmente vagas para que la resolución sea más placentera y desafiante. Sin embargo, cuando se trata de un "misterio de fe", como el misterio de fe que rodea las apariciones de la resurrección de Jesús, el misterio es de un tipo completamente diferente. En estos casos, el misterio es de profundidad y amplitud y es algo que tiene el potencial de llevarnos cada vez más profundamente a la naturaleza infinita de Dios y Su acción salvadora.
Tomemos, por ejemplo, esta línea citada anteriormente: “Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era “, porque se dieron cuenta de que era el Señor ".
Parece que los discípulos se reunieron alrededor de Jesús mientras él preparaba el desayuno en la orilla y se sentaron allí, asombrados de verlo. Su silencioso temor por Él en esta aparición revela que las palabras no son suficientes. Normalmente, cuando vemos a alguien a quien nos alegra ver, lo saludamos y empezamos a hablar, a preguntarle cómo está, etc. Pero aquí, los discípulos permanecieron en este santo temor, escuchándolo, recibiendo esta comida y reflexionando sobre el misterio. de su presencia resucitada.
Reflexione hoy sobre las formas en que nuestro Señor viene a usted. Es fácil extrañarlo ya que Su presencia continua en nuestras vidas también es misteriosa. Imagínese si los discípulos hubieran ignorado el llamado de Jesús de «Echad la red a la derecha de la barca …” Si hubieran ignorado ese mandato, es posible que nunca se hubieran dado cuenta de que era el Señor.
Reflexione sobre las formas en que nuestro Señor le habla. ¿Responde? ¿Lo reconoce? ¿Se deja llevar por este santo asombro de Su divina presencia? Siga el ejemplo de los discípulos y esté atento a la presencia continua de nuestro Señor a su alrededor.
Mi divino Señor, estás constantemente presente para mí, día y noche, y sin embargo, muchas veces no te percibo ni te adoro. Ayúdame a ser más consciente de Tu presencia en mi vida. Mientras lo hago, ayúdame a adentrarme más profundamente en estos santos misterios con amor, devoción y asombro. Jesús, en Ti confío.
San Marcos Evangelista
c. Primer siglo
patrón de los leones, abogados, Venecia, intérpretes y prisioneros
Hizo una crónica de lo que presenció el primer Papa
El Evangelio de Juan ofrece al lector esta breve escena posterior a la Resurrección: “Simón Pedro les dijo: 'Voy a pescar'. Ellos le dijeron: 'Iremos contigo'. Salieron y subieron a la barca…” ( Jn 21,3 ).
El rebaño siguió por donde Pedro los guiaba. Con qué facilidad San Pedro pasa a primer plano en los Hechos de los Apóstoles. Con qué facilidad habla por toda la Comunidad de Fe. San Pedro deja incluso la dirección de la Iglesia en Jerusalén a Santiago para mostrar que no está ligado a una sola ciudad o comunidad. En cambio, Pedro camina hacia el horizonte más amplio de la evangelización, la capital del mundo: Roma. El traidor Pedro se convierte en el Papa Pedro.
Pedro era, por supuesto, un simple pescador. Es más interesante notar que no se quedó como un simple pescador. El Creció. Maduró. Dirigió. Y los líderes no tienen seguidores tanto como los que se unen.
San Marcos, a quien conmemoramos hoy, fue uno de los más significativos de los muchos ensambladores que se desarraigaron para acompañar a Pedro en su peligrosa aventura de fundar la Iglesia.
Nada se sabe con certeza sobre los orígenes de Marcos o su juventud. No se le menciona en el Evangelio que lleva su nombre y sólo es posible el más mínimo esbozo biográfico. Lo que sí se sabe es que Marcos dejó su patria en Palestina para seguir primero a San Pablo y luego a San Pedro.
Marcos navegó por mares peligrosos en barcos primitivos. Caminó largos trechos por tierras desoladas. Trató de convencer a los paganos empedernidos y a los romanos escépticos de que el mensaje del Evangelio era verdadero.
Las palabras de los Hechos de los Apóstoles, las cartas de San Pablo y la Primera Carta de San Pedro ponen puntos en el gran mapa de la vida de Marcos. Sin embargo, aún quedaban muchos espacios en blanco en el medio. Marcos está viajando con Pablo en Asia Menor, luego está con Bernabé en un bote aquí, luego está con alguien más allá, y luego desaparece por varios años. Sin embargo, la evidencia dispersa termina con un claro testimonio de que Marcos se unió a Pedro en Roma.
En la primera carta de Pedro, escrita desde la ciudad de su muerte a la Iglesia en Asia Menor, el Papa Pedro envía saludos de parte de Marcos y se refiere a él como “mi hijo” (1 Pedro 5:13 ).
San Marcos es, por supuesto, más conocido como el autor de un Evangelio. Al igual que San Lucas y San Pablo, él no fue uno de los Doce Apóstoles y probablemente nunca conoció a Jesucristo en persona. Los eruditos creen que el Evangelio de San Marcos relata las experiencias de San Pedro, el mentor de Marcos.
Cada Evangelio tiene sus propias fuentes, énfasis y audiencias únicas.
Marcos escribe para los no judíos que estarían más impresionados por los milagros de Cristo que por su cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento. Así que en el Evangelio de Marcos se encuentran ciertos detalles coloridos que sugieren que el escritor estaba relatando las palabras de un testigo.
Por ejemplo, en Marcos 5:41 , Jesús entra en la casa de Jairo, un líder de la sinagoga cuya hija yacía muerta. Cristo le dice: “Talitha koum”. Marcos luego le dice al lector que "Talitha koum" significa “A ti te te digo niña levántate”, presumiblemente porque sus lectores no hablaban arameo. Ningún otro Evangelio incluye este conmovedor detalle de las palabras no traducidas que salieron de la boca de Cristo ese día. Marcos también pone otras palabras arameas en los labios de Cristo: “ Ephatha ”, “ Abba ” y “ Hosanna. ”
Pedro estaba allí cuando sucedió. Pedro escuchó al Señor hablar. Y Pedro estaba envejeciendo, o estaba en la cárcel, o lo amenazaban de muerte. El Evangelio que había compartido y repetido verbalmente miles de veces tuvo que ser escrito para enviarlo a otros, para preservar la exactitud de la historia o para contradecir versiones falsificadas. Y así ocurrió lentamente la progresión natural de la historia oral a la escrita. El Evangelio fue una palabra hablada antes de ser un libro, y la palabra tiene primacía sobre el libro. San Marcos el evangelista preservó para siempre la Palabra de Dios, Jesucristo, al poner por escrito las palabras de Pedro, asegurando así que los relatos de la vida de Cristo, hablados por testigos oculares, no se fueran flotando en la brisa. Consagrada la Palabra en papiro, San Marcos había cumplido su misión por los siglos de los siglos.
San Marcos, fuiste amigo de los Apóstoles y compartiste su compromiso de difundir la fe. Desde tu hogar en el Cielo, que fortalezcas a todos aquellos que no tienen el coraje de vivir el mensaje del Evangelio en sus propias vidas para que puedan testimoniarlo a los demás.
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