31 de mayo del 2024: Fiesta de la Visitación de la Bienaventurada Virgen María


Un encuentro de encuentros


(Lucas 1, 39-56) La Visitación es un encuentro con múltiples protagonistas. María e Isabel no sólo ponen en contacto a Jesús y Juan Bautista, sino que también Zacarías está cerca y el Espíritu Santo anima las palabras y los gestos. Este último es incluso el actor principal que acompaña a María en el camino hacia la casa de su prima y quien inspira la ayuda que ella le brinda durante tres meses. Dejémonos habitar profundamente por el Espíritu del encuentro. ■

Nicolás Tarralle, sacerdote asuncionista

 


 

Primera lectura

Lectura de la profecía de Sofonías (3,14-18):

Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás. Aquel día dirán a Jerusalén: «No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva. Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta.» Apartaré de ti la amenaza, el oprobio que pesa sobre ti.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Is 12,2-3.4bcd.5-6

R/. Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel


El Señor es mi Dios y salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R/.

Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R/.

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.» R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,39-56):

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre.
Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Palabra del Señor

  

 


 

Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

 

Lucas 1:41b–43

 

Qué honor sería que nuestra Santísima Madre, la madre de Jesús, viniera a visitarnos. Isabel estaba muy consciente de este honor y, como resultado, gritó de manera inspirada al reconocer ese hecho.  

 

Aunque este fue un regalo único dado a Isabel, que la madre de su Señor viniera a ella, debemos entender que todos somos igualmente bendecidos por la oportunidad de invitar diariamente la presencia de la Madre de Dios a nuestras vidas.

 

La Madre María es la Reina de todos los Santos, pero también es la Reina de todos los pecadores y la Reina de los que luchan por la santidad. Ella es la Madre de Todos los Vivos y la Madre de la Iglesia. En la providencia de Dios, continúa desempeñando su papel único de visitar a los necesitados diariamente. Lo hace de una manera mucho más profunda y transformadora que en el caso de Isabel. Las visitas de la Madre María a nosotros, sus hijos, ahora se realizan en el orden de la gracia.

 

¿Qué significa cuando decimos que nuestra Santísima Madre nos visita en el orden de la gracia? Significa que nuestra relación con ella se basa en la voluntad divina y el plan de Dios. Significa que somos capaces de tener una relación con ella por la cual nos comunica innumerables misericordias de su Hijo. Significa que ella se convierte en la más poderosa mediadora de gracia para nosotros que el mundo jamás haya conocido. Significa que el efecto que ella tiene en nuestras vidas es profundo, transformador e íntimamente personal.

 

La parte difícil de una relación con nuestra Santísima Madre es que debe tener lugar a un nivel espiritual e interior más que a un nivel físico y exterior. Sin embargo, aunque así sea, no debemos pensar que esto significa que somos menos capaces de conocerla y amarla. De hecho, la relación que ahora podemos tener con nuestra Santísima Madre por gracia es mucho más profunda y profunda que la relación que Isabel pudo tener con ella a causa de la Visitación.  

 

Reflexione hoy sobre su relación con la Madre de Dios. Ella visitó a Isabel hace mucho tiempo y ahora desea visitar su alma para llevarle la gracia y la misericordia de su Hijo. Busque establecer esta hermosa relación con ella en el orden de la gracia. Invítela a entrar, escúchela, ábrase a la gracia que le trae y regocíjese con Isabel de que la madre de su Señor viniera a usted.

 

 

Queridísima Madre María, te amo y te consagro mi vida, confiando en tu cuidado y mediación maternal. Ayúdame, querida Madre, a estar abierto a todo lo que deseas traerme de tu Hijo, Jesús. Me siento honrado y humilde de que te preocupes por mí y desees traerme la misericordia del Corazón de tu Hijo Jesús. Madre María, ruega por nosotros. Jesús, en Ti confío.

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