miércoles, 30 de abril de 2025

Primero de mayo del 2025: jueves de la segunda semana de Pascua- Fiesta de San José Obrero

 

Testigo de la fe

San José, obrero

Muchos países celebran hoy el Día del Trabajador. Tomando el ejemplo del carpintero José, padre adoptivo de Jesús, la liturgia nos recuerda la nobleza y las miserias del trabajo humano, en un mundo desgarrado por la injusticia.


Humildemente se rebaja

(Juan 3:31-36) Juan Bautista es simplemente la voz que anuncia «aquel que viene de lo alto» y del que afirma dos veces que está «por encima de todos». Esta preeminencia hace prodigiosa su toma de carne, asumiendo la condición humana en toda su finitud. Dios se rebaja hasta nosotros y deja a cada uno la plena libertad de acogerlo o de rechazarlo. ¡Humildad de Juan, mayor humildad aún la del Altísimo!

Benedicta de la Cruz, cisterciense


(Hechos 5,27-33) Al igual que los apóstoles y los santos de todos los tiempos, nosotros estamos invitados a ver el Reino en marcha, más allá de las realidades terrestres. Ejercitemos nuestra mirada. Nosotros hemos recibido también el don del Espíritu Santo.

 


Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,27-33):

EN aquellos días, los apóstoles fueron conducidos a comparecer ante el Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó, diciendo:
«¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre».
Pedro y los apóstoles replicaron:
«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen».
Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos.


Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 33,2.9.17-18.19-20

R/.
 Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha


Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.

El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R/.

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor. R
/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (3,31-36):

EL que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.
El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

Palabra del Señor

 


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📖 COMENTARIOS A LAS LECTURAS

Hechos 5, 27-33

Pedro y los apóstoles, llenos del Espíritu, proclaman valientemente la resurrección de Jesús ante el Sanedrín, a pesar de las amenazas. “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” es la clave de su testimonio. Esta valentía pascual, nacida del encuentro con el Resucitado, sigue siendo el motor de la evangelización. También fue el principio silencioso que guio la vida de San José: una obediencia fiel, humilde y radical a la voluntad de Dios.

Salmo 34(33)

El salmista proclama la cercanía del Señor a los humildes y justos, y su poder para liberar de toda angustia. Este salmo resuena como plegaria del corazón de San José: trabajador silencioso, justo ante Dios, pobre a los ojos del mundo, pero rico en fe y confianza. Hoy lo rezamos también por el alma del Papa Francisco, quien vivió como pastor cercano a los pobres y servidor incansable de la paz.

Juan 3, 31-36

Jesús es presentado como el que viene de lo alto y da testimonio de lo que ha visto y oído. Su palabra es la del Padre. En un mundo saturado de voces humanas, solo la Palabra del Hijo trae vida eterna. Creer en Él es acoger la salvación. San José, aunque no haya pronunciado palabra en los Evangelios, creyó con una fe firme en el enviado de Dios, y colaboró silenciosamente con la misión salvífica.


🕊 HOMILÍA: San José Obrero, testigo silencioso del Evangelio en el corazón del Año Jubilar

Queridos hermanos y hermanas en el Señor:

Hoy, en medio del tiempo pascual y en el marco del Año Jubilar “Peregrinos de la Esperanza”, celebramos con gozo la memoria de San José Obrero, patrono de los trabajadores y modelo de vida cristiana sencilla, justa y fiel. Y lo hacemos también con el corazón recogido, al ofrecer esta Eucaristía por el Papa Francisco, en el sexto día de su novenario, pidiendo al Señor que le conceda el descanso eterno, y que su testimonio siga inspirando a la Iglesia en su misión evangelizadora.

La Palabra de Dios de hoy nos coloca en el dinamismo de la misión. Los apóstoles comparecen ante el Sanedrín sin temor. Han sido azotados, amenazados, encarcelados. Pero nada de eso los detiene. Han visto al Resucitado. Y eso cambia todo. Pedro habla con una libertad nueva: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. ¿No es esa también la fe de San José? No entendía todo, pero obedecía. No hablaba, pero actuaba. No predicó con palabras, pero fue un testigo viviente de la voluntad de Dios.

En este día del trabajo, encomendamos al Señor a todos los que se esfuerzan por llevar el pan a casa. Y pedimos por aquellos que no tienen trabajo o lo hacen en condiciones indignas. San José, obrero, conoció el cansancio de las manos, el silencio de los días y la dignidad del trabajo humilde. En su taller, transformaba la madera… pero sobre todo ofrecía su vida como oblación. Allí educó al Mesías, lo acompañó en su crecimiento humano y fue testigo de la presencia de Dios en lo cotidiano.

El Evangelio de Juan nos recuerda hoy que quien cree en el Hijo tiene vida eterna. Esa fe no es solo una idea, sino una adhesión vital a Cristo. San José creyó en el misterio que se le confiaba: que ese Niño que dormía bajo su techo era Dios-con-nosotros. Y creyó sin ver prodigios, sin escuchar grandes sermones. Lo reconoció en el silencio del hogar, en la pobreza del pesebre, en la fragilidad del niño.

Hoy, en este Año Jubilar, el Papa Francisco —ahora desde la eternidad— nos sigue recordando: “Peregrinos de la esperanza, caminemos con San José”. Porque José no vivió instalado: caminó a Belén, huyó a Egipto, volvió a Nazaret. Siempre disponible, siempre en marcha, siempre confiando. Que su ejemplo nos anime en la misión evangelizadora de la Iglesia, en la promoción de las vocaciones, en el servicio a los pobres, en la construcción de una humanidad más justa.

Hermanos, este jubileo no es solo para cruzar una puerta santa, sino para que dejemos que el Resucitado abra la puerta de nuestros corazones. Y San José nos muestra cómo: sin protagonismos, sin ruido, con fe, trabajo y entrega. Así vivió también el Papa Francisco: pobre, cercano, valiente, enamorado de Cristo y de la Iglesia.

Hoy, encomendémosle a él, al pueblo de Dios que peregrina con esperanza, a todos los trabajadores, y a quienes buscan su lugar en la Iglesia y en el mundo. Que el testimonio de San José y del Papa Francisco nos impulse a obedecer a Dios antes que a todo lo demás, a ser humildes colaboradores del Reino, a vivir con alegría pascual y esperanza firme.

 

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 El significado del amor

 

El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano.

 

Juan 3:35

 

 

Es interesante notar que las palabras del Evangelio de hoy parecen ser de San Juan Bautista, ya que entran en el contexto de su testimonio de Jesús. Algunos comentaristas, sin embargo, sugieren que son palabras que realmente fueron dichas por Jesús y que el evangelista las inserta aquí como continuación del testimonio del Bautista, atribuyéndolas a San Juan. Independientemente de quién haya dicho estas palabras, el pasaje citado anteriormente nos da mucho sobre qué reflexionar, ya que nos da una idea del significado y la práctica del amor verdadero.

 

¿Qué es el amor? ¿Es un sentimiento? ¿Una emoción? ¿Un impulso o un deseo por algo o alguien? Por supuesto, la comprensión secular o que da el mundo del amor es muy diferente a la comprensión divina del amor. A menudo, la visión secular del amor es más egocéntrica. “Amar” a alguien o algo es querer poseer a esa persona u objeto. El “amor” desde una perspectiva secular se centra en la atracción y el deseo. Pero el amor verdadero, desde una perspectiva divina, es muy diferente.

 

La línea citada arriba nos dice dos cosas: Primero, se nos dice que “El Padre ama al Hijo…” Pero luego se nos da una definición de ese amor. Se nos dice que el amor en este caso da como resultado que el Padre le entregue “todo” al Hijo. Cuando consideramos la palabra “todo” en este pasaje, queda claro que esto solo puede referirse al Padre entregándose al Hijo en su totalidad. Dentro de la vida del Padre, todo significa Su misma esencia, Su ser, Su personalidad, Su ser divino completo. El Padre no dice: "Quiero"; más bien, el Padre dice: "Yo doy". Y el Hijo recibe todo lo que el Padre es.

 

Aunque este es un lenguaje profundo y místico, se vuelve muy práctico para nuestras vidas cuando entendemos que el amor divino no se trata de querer, tomar, desear, sentir, etc. El amor divino se trata de dar. Se trata de entregarse a otro. Y no se trata solo de regalar algo de ti mismo, se trata de regalar “todo”.

 

Si el Padre le dio todo al Hijo, ¿significa eso que al Padre no le queda nada? Ciertamente no. La hermosa naturaleza del amor divino es que nunca termina. Cuanto más uno se dona, más tiene. Por tanto, el don de la vida del Padre al Hijo es infinito y eterno. El Padre nunca deja de dar y el Hijo nunca deja de recibir. Y cuanto más se da el Padre al Hijo, más se convierte el Padre en la esencia del amor mismo.


Lo mismo ocurre con nuestras vidas. Es fácil caer en la trampa de pensar que el amor solo debe llegar hasta cierto punto. Pero si vamos a esforzarnos por imitar y participar en el amor que el Padre tiene por el Hijo, entonces también debemos entender que en el amor se trata de dar, no de recibir, y que dar debe ser un regalo de todo, sin retener nada. Debemos entregarnos a los demás sin contar el costo y sin excepción.

 

Reflexiona hoy sobre tu visión del amor. Míralo desde una perspectiva práctica al pensar en las personas a las que estás especialmente llamado a amar con un amor divino. ¿Entiendes tu deber de entregarte completamente a ellos? ¿Te das cuenta de que darte a ti mismo no resultará en la pérdida de tu vida sino en el cumplimiento de ella? Reflexiona sobre el amor divino que el Padre tiene por el Hijo y haz hoy la elección radical y santa de esforzarte por imitar y participar de ese mismo amor.


 

Mi amado Señor, el Padre te lo ha dado todo, y tú, a tu vez, le has dado todo al Padre. El amor que compartes es infinito y eterno, y se desborda en la vida de todas tus criaturas. Llévame a ese amor divino, querido Señor, y ayúdame a imitar y compartir tu amor al dar mi vida por completo a los demás. Jesús, en Ti confío.



Fiesta de San José Obrero


Jesús vino a su pueblo natal y enseñaba a la gente en su sinagoga. Se asombraron y dijeron: “¿De dónde saca este hombre tanta sabiduría y proezas? ¿No es el hijo del carpintero?

Mateo 13:54–55

 


El 8 de diciembre de 2020, el Papa Francisco anunció el inicio de la celebración universal del “Año de San José”. Presentó este año con una Carta Apostólica titulada “Con Corazón de Padre”. En la introducción a esa carta, el Santo Padre dijo: “Cada uno de nosotros puede descubrir en José, el hombre que pasa desapercibido, una presencia diaria, discreta y escondida, un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de dificultad”.

El Evangelio anterior, tomado de las lecturas de este memorial, señala el hecho de que Jesús era “el hijo del carpintero”. José era un trabajador. Trabajó con sus manos como carpintero para proveer a las necesidades diarias de la Santísima Virgen María y del Hijo de Dios. Les proporcionó un hogar, comida y las demás necesidades diarias de la vida. José también los protegió a ambos siguiendo los diversos mensajes del ángel de Dios que le habló en sueños. José cumplió sus deberes en la vida de manera tranquila y oculta, sirviendo en su papel de padre, esposo y trabajador.

Aunque José es universalmente reconocido y honrado hoy en día dentro de nuestra Iglesia e incluso como una figura histórica mundial prominente, durante su vida habría sido un hombre que pasó desapercibido en gran medida. Habría sido visto como un hombre ordinario que cumplía con su deber ordinario. Pero en muchos sentidos, eso es lo que hace de San José un hombre ideal a imitar y una fuente de inspiración. Muy pocas personas están llamadas a servir a otros en el centro de atención. Muy pocas personas son elogiadas públicamente por sus deberes cotidianos. Los padres, especialmente, a menudo no son apreciados en gran medida. Por eso, la vida de san José, esta vida humilde y escondida vivida en Nazaret, sirve de inspiración a la mayoría de las personas para su propia vida cotidiana.

Si tu vida es algo monótona, oculta, poco apreciada por las masas, tediosa e incluso aburrida a veces, entonces busca inspiración en San José. El memorial de hoy honra especialmente a José como un hombre que trabajó. Y su trabajo era bastante ordinario. Pero la santidad se encuentra especialmente en las partes ordinarias de nuestra vida diaria. Elegir servir, día tras día, con pocos o ningún elogio terrenal, es un servicio de amor, una imitación de la vida de San José y una fuente de tu propia santidad en la vida. No subestimes la importancia de servir de estas y otras formas ordinarias y ocultas.

Reflexiona, hoy, sobre la vida cotidiana ordinaria y “ordinaria” de San José. Si encuentra que su vida es similar a lo que él habría experimentado como trabajador, cónyuge y padre, entonces regocíjese por ese hecho. Alegraos de que también vosotros estáis llamados a una vida de santidad extraordinaria a través de los deberes ordinarios de la vida diaria. Hazlos bien. Hazlos con amor. Y hacedlas por inspiración de san José y de su esposa, la santísima Virgen María, que habrían compartido esta cotidianidad ordinaria. Sabed que lo que hacéis cada día, cuando lo hacéis por amor y servicio a los demás, es para vosotros el camino más seguro hacia la santidad de vida.

Jesús mío, Hijo del carpintero, te doy gracias por el don y la inspiración de tu padre terrenal, San José. Te agradezco por su vida ordinaria vivida con gran amor y responsabilidad. Ayúdame a imitar su vida cumpliendo bien mis deberes diarios de trabajo y servicio. Que reconozca en la vida de San José, un modelo ideal para mi propia santidad de vida. San José Obrero, ruega por nosotros. Jesús, en Ti confío.

 

30 de abril del 2025: miércoles de la segunda semana de Pascua- San Pío V, papa-memoria opcional


Santo del día:

San Pío V, papa

Miguel Ghislieri nació en Italia en 1504 y entró en la Orden a los quince años tomando el nombre de Pío. Fue prior, inquisidor, obispo, cardenal y elegido Papa el 7 de enero de 1566. Res­tauró el culto cristiano y la disciplina eclesiástica, poniendo en práctica, sobre todo con su misma vida, las normas del concilio de Trento. 


La Luz vino al mundo

(Hechos 5,17-26, Juan 3,16-21) Dios es siempre más grande que nuestras faltas y miedos. Su bondad es un faro que nos guía y nos invita a caminar en la luz, en la confianza de que su amor nunca falla.

¿En qué situaciones encuentro caminos abiertos donde parecía no haber salida?

¿Me vence el miedo o confío en que Dios me sostiene para testimoniar su amor?

¿Estoy recibiendo el amor incondicional de Dios con confianza o con dudas?

¿Cuáles son esos obstáculos en mi corazón que me impiden vivir plenamente? ¿Estoy dispuesto a enfrentarlos y superarlos?

dominicos.org


(Juan 3, 16-21) Nosotros que buscamos hacer el bien y la verdad en nuestra vida no tengamos miedo de salir a la luz. Presentémonos al Señor como somos, sin vergüenza. Y reconozcamos nuestras buenas obras, así como son buenas las obras de Dios.



Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,17-26):

EN aquellos días, el sumo sacerdote y todos los suyos, que integran la secta de los saduceos, en un arrebato de celo, prendieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero, por la noche, el ángel del Señor les abrió las puertas de la cárcel y los sacó fuera, diciéndoles:
«Marchaos y, cuando lleguéis al templo, explicad al pueblo todas estas palabras de vida».
Entonces ellos, al oírlo, entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el sumo sacerdote con todos los suyos, convocaron el Sanedrín y el pleno de los ancianos de los hijos de Israel, y mandaron a la prisión para que los trajesen. Fueron los guardias, no los encontraron en la cárcel, y volvieron a informar, diciendo:
«Hemos encontrado la prisión cerrada con toda seguridad, y a los centinelas en pie a las puertas; pero, al abrir, no encontramos a nadie dentro».
Al oír estas palabras, ni el jefe de la guardia del templo ni los sumos sacerdotes atinaban a explicarse qué había pasado. Uno se presentó, avisando:
«Mirad, los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo».
Entonces el jefe salió con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por miedo a que el pueblo los apedrease.


Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/.
 Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha



Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (3,16-21):

TANTO amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.


Palabra del Señor

 

 

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1

 

🕊Monición Inicial

Queridos hermanos:

Celebramos hoy la Eucaristía en este tiempo de Pascua, iluminados por la Palabra del Señor que nos habla del poder de la luz frente a las tinieblas, del coraje de los apóstoles, y del amor sin medida de Dios por el mundo.

En este quinto día del novenario por el eterno descanso del Papa Francisco, pedimos al Señor que le conceda el premio prometido al siervo bueno y fiel que guio a la Iglesia con esperanza, misericordia y alegría. Que su testimonio de vida sencilla, su amor por los pobres, y su incansable impulso misionero, nos animen a seguir caminando como peregrinos de la esperanza hacia el Reino.

 

📖 Comentario a las Lecturas

Primera Lectura – Hch 5,17-26

La persecución no detiene a los apóstoles. A pesar de ser encarcelados por anunciar a Jesús resucitado, un ángel los libera y les manda continuar su misión: hablar al pueblo “de todo lo que se refiere a esta vida”. Esta vida es la vida nueva que brota de Cristo resucitado. Nada, ni el encierro ni las amenazas, puede frenar la esperanza pascual.

Salmo 34 (33)

“El ángel del Señor libra a los que temen a Dios”. Este salmo resuena en perfecta sintonía con la lectura de los Hechos. Quien pone su confianza en el Señor no queda defraudado. Dios escucha, salva, consuela, y acompaña.

Evangelio – Jn 3,16-21

Aquí escuchamos uno de los versículos más luminosos del Evangelio: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único”. Este amor no condena, sino que salva. Pero cada persona debe decidir entre vivir en la luz o refugiarse en la oscuridad. La Pascua nos llama a caminar en la verdad, dejando atrás nuestras sombras, con la mirada puesta en el Resucitado.

 

✝️ Homilía

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

La Pascua no es una temporada de nostalgia sino un tiempo de misión. La resurrección de Jesús ha desatado en el mundo una fuerza imparable: el Evangelio de la vida. Los apóstoles, liberados de la prisión, no regresan a casa a esconderse. Vuelven al templo, al corazón de Jerusalén, y siguen proclamando a Cristo. Esa es la audacia de la fe que brota de la certeza de que el Señor vive.

Hoy, al orar por el Papa Francisco, recordamos cómo él vivió y predicó esa misma audacia evangélica. Con un corazón libre y una fe confiada, caminó entre nosotros anunciando que Dios nunca se cansa de perdonarnos, que la Iglesia debe ser hospital de campaña, y que en el centro está siempre el amor que salva.

En este Año Jubilar, con el lema “Peregrinos de la Esperanza”, se nos recuerda que la esperanza cristiana no es un optimismo superficial. Es la firme certeza de que Dios nos ama, camina con nosotros, y nos conduce hacia una tierra prometida que no es un sueño, sino una promesa: el cielo. Francisco nos mostró cómo ser peregrinos: con sencillez, con apertura al Espíritu, con ternura, y con valentía.

El Evangelio de hoy nos dice que ese amor divino no viene a condenar sino a salvar. Dios no nos obliga, nos propone. No aplasta, sino que enciende. No impone luz, sino que la ofrece. ¿La aceptamos o la rechazamos?

La gran pregunta es: ¿amamos más nuestras oscuridades o nos atrevemos a exponernos a la luz? A veces, como dice el Evangelio, preferimos las sombras porque tememos que la verdad de Dios revele nuestras heridas. Pero sólo en la luz se puede sanar. Sólo en la verdad se puede caminar.

El testimonio del Papa Francisco es el de un hombre que eligió caminar en esa luz, aún con fragilidad, pero con transparencia, humildad y esperanza.

 

🙏 Oración de los Fieles (adaptada al contexto)

R. El Señor libra a los justos de sus angustias.

1.    Por la Iglesia, para que guiada por el Espíritu Santo siga anunciando con valentía la vida nueva en Cristo resucitado, oremos al Señor.

2.    Por el eterno descanso del Papa Francisco: que el Buen Pastor le reciba en su morada eterna, y su memoria sea semilla de renovación en la Iglesia, oremos al Señor.

3.    Por los misioneros, catequistas, y testigos del Evangelio en lugares difíciles, que no se dejen vencer por el miedo sino que vivan como peregrinos de esperanza, oremos al Señor.

4.    Por todos los que caminan en oscuridad, los que sufren en el alma o en el cuerpo, para que encuentren luz y consuelo en el amor de Cristo, oremos al Señor.

5.    Por nosotros, que celebramos esta Eucaristía: que la Pascua renueve nuestra alegría y nos haga discípulos que caminan hacia el Reino, oremos al Señor.

 

🕯Oración final (tras la comunión o al final del novenario)

Señor Dios, fuente de toda vida y esperanza:
te damos gracias por el testimonio del Papa Francisco,
por su vida entregada al Evangelio,
por su corazón de padre y pastor.
Concédele, por tu infinita misericordia,
gozar de la luz eterna que no conoce ocaso.

Y a nosotros, sus hermanos en la fe,
ayúdanos a seguir caminando,
con paso firme y corazón abierto,
como verdaderos peregrinos de la esperanza,
hasta encontrarnos contigo en la plenitud del Reino.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.


 2

Un resumen de claridad


“TANTO amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.”

 

Juan 3:16

 

 


Continuamos, hoy, leyendo la conversación que Jesús tuvo con Nicodemo, el fariseo que finalmente se convirtió y es venerado como uno de los primeros santos de la Iglesia. Recuerde que Jesús desafió a Nicodemo como una forma de ayudarlo a tomar la difícil decisión de rechazar la malicia de los otros fariseos y convertirse en su seguidor. Este pasaje de hoy  proviene de la primera conversación de Nicodemo con Jesús y a menudo es citado por nuestros hermanos y hermanas evangélicos como un resumen de todo el Evangelio. Y de hecho lo es.

 

A lo largo del Capítulo 3 del Evangelio de Juan, Jesús enseña sobre la luz y las tinieblas, el nacimiento de arriba, la maldad, el pecado, la condenación, el Espíritu y mucho más. Pero de muchas maneras, todo lo que Jesús enseñó en este capítulo y a lo largo de Su ministerio público se puede resumir en esta breve y directa declaración: TANTO amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna...Esta breve enseñanza se puede dividir en cinco verdades esenciales.

 

Primero, el amor del Padre por la humanidad, y específicamente, por ti, es un amor tan profundo que no hay forma de que entendamos por completo las profundidades de Su amor. 

 

En segundo lugar, el amor que el Padre nos tiene lo obligó a darnos el mayor regalo que pudiéramos recibir y el mayor regalo que el Padre podría dar: Su propio Hijo divino. Este don debe meditarse en oración si queremos llegar a una comprensión más profunda de la infinita generosidad del Padre.

 

En tercer lugar, a medida que entramos en oración cada vez más profundamente en nuestra comprensión de este increíble regalo del Hijo, nuestra única respuesta apropiada es la fe. Debemos "creer en Él". Y nuestra fe debe profundizarse al igual que nuestra comprensión.

 

Cuarto, debemos darnos cuenta de que la muerte eterna siempre es posible. Es posible que eternamente "perezcamos". Darnos cuenta de ello nos dará una mayor comprensión del don del Hijo, ya que nos daremos cuenta de que el primer deber del Hijo es salvarnos de la separación eterna del Padre.

 

Por último, el don del Hijo del Padre no es solo para salvarnos, sino también para llevarnos a las alturas del cielo. Es decir, se nos da "vida eterna". Este don de la eternidad tiene una capacidad, valor, gloria y plenitud infinitos.

 

Reflexiona hoy sobre este resumen de todo el Evangelio: TANTO amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna". Tómalo línea por línea, buscando en oración comprender las hermosas y transformadoras verdades que nuestro Señor nos reveló en esta santa conversación con Nicodemo. Trata de verte a ti mismo como Nicodemo, una buena persona que está tratando de entender a Jesús y sus enseñanzas con mayor claridad. Si puedes escuchar estas palabras con Nicodemo y aceptarlas profundamente con fe, entonces tú también compartirás la gloria eterna que estas palabras prometen.

 

Mi glorioso Señor, viniste a nosotros como el regalo más grande jamás imaginado. Eres el regalo del Padre Celestial. Fuiste enviado por amor con el propósito de salvarnos y llevarnos a la gloria de la eternidad. Ayúdame a comprender y creer todo lo que eres y a recibirte como el regalo salvador para la eternidad. Jesús, en Ti confío.



30 de abril: San Pío V, Papa—Memoria libre

1504–1572 Santo Patrono del Dicasterio para la Doctrina de la Fe Invocado para la reforma y defensa de la Iglesia 

Canonizado por el Papa Clemente XI el 22 de mayo de 1712 




Cita:


Desde el principio, al ser elevados al Apostolado Mayor, con gusto dedicamos nuestra mente y energías, y dirigimos todos nuestros pensamientos a los asuntos concernientes a la preservación de una liturgia pura, y nos esforzamos, con la ayuda de Dios, por todos los medios a nuestro alcance, por lograr este propósito. Pues, además de otros decretos del sagrado Concilio de Trento, se nos dispuso la revisión y reedición de los libros sagrados: el Catecismo, el Misal y el Breviario. Con el Catecismo publicado para la instrucción de los fieles, con la ayuda de Dios, y el Breviario completamente revisado para la digna alabanza de Dios… Consideramos necesario dedicar nuestra atención inmediata a lo que aún quedaba por hacer, a saber, la reedición del Misal lo antes posible…

~Promulgación de la Liturgia Tridentina, San Pío V

 

Reflexión: 

En 1517, cuando Martín Lutero publicó sus Noventa y cinco Tesis en Alemania, lo que dio inicio a la Reforma Protestante, los reinos europeos enfrentaban numerosos desafíos y la Iglesia necesitaba urgentemente una reforma.

Las relaciones entre la Iglesia y el Estado eran constantemente tensas. Algunos gobernantes civiles luchaban por mantener la fe católica en sus territorios, mientras que otros luchaban por eliminarla. Muchos de estos reinos se enfrentaban entre sí, y todos estaban bajo la amenaza constante de invasores musulmanes.

Dentro de la Iglesia, era necesaria una reforma para abordar los abusos financieros, el nepotismo, la formación deficiente del clero, la gobernanza deficiente, los debates teológicos y la falta de un culto litúrgico uniforme. Fue en esta situación histórica que nació el santo que hoy conocemos.

Antonio Ghislieri nació en Bosco Marengo, en el noroeste de Italia.

De niño, Antonio era pobre y trabajaba para ayudar a su familia. A los catorce años, adoptó el nombre de Michele al ingresar en la orden dominica y recibió su educación de los frailes de Vigevano, Bolonia y Génova.

A lo largo de su formación, fue un estudiante excelente y aplicado, especialmente atraído por el estudio de la Sagrada Escritura y las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino.

A los veinticuatro años, fue ordenado sacerdote, y durante los dieciséis años siguientes enseñó teología y filosofía, formó novicios dominicos y fue prior en varios conventos. Siendo un joven sacerdote, el padre Michele continuó profundizando su vida de oración, desarrolló una profunda devoción a la Santísima Virgen María y al Rosario, hacía vigilias nocturnas, abrazó el carisma dominicano, ayunaba, hacía penitencia, abrazaba la pobreza y practicaba el silencio interior, con el que se esforzaba por mantenerse continuamente recogido, negándose a las conversaciones ociosas.

En 1542, para hacer frente a la amenaza constante que representaban los errores introducidos por la Reforma Protestante, que se extendían lentamente por los estados italianos, el papa Pablo III reorganizó la Inquisición Italiana. Poco después, el padre Michele fue nombrado para servir en varias misiones inquisitoriales, lo que llevó a cabo con inquebrantable determinación.

En 1556, el papa Pablo IV lo nombró obispo de Sutri, una diócesis al norte de Roma, y ​​un año después fue nombrado cardenal.

Como obispo y luego cardenal, continuó trabajando con celo, defendiendo vigorosamente la verdadera fe, erradicando la herejía, corrigiendo abusos, fortaleciendo las estructuras eclesiásticas y viviendo personalmente la vida de fe y moral a la que estaba llamado. Llegó a ser tan respetado, y su valentía, claridad y celo fueron tan beneficiosos para la Iglesia, que el Santo Padre lo nombró Gran Inquisidor de toda la cristiandad.

En 1559, fue trasladado más al norte, a la diócesis de Mondovì, pero era llamado regularmente a Roma para consultar con el Papa. En Mondovì, se esforzó por reconstruir dicha diócesis tras ser devastada por las guerras, alimentadas por la confusión teológica causada por la Reforma Protestante.

El obispo Michele no era un pusilánime, ni siquiera en lo que se refería al papa. Uno de los abusos recurrentes dentro de la Iglesia en aquella época era el nepotismo, la práctica de otorgar favores eclesiásticos a familiares. Cuando el papa Pablo IV anunció a su corte que quería nombrar cardenal a su sobrino de catorce años, el obispo Michele se opuso firmemente y detuvo el abuso. Si bien esto llevó al papa a disminuir parte de la autoridad inquisitorial del obispo Michele, también provocó la admiración de muchos cardenales. Como resultado, en 1566, el obispo Michele fue elegido nuevo papa y adoptó el nombre de Pío V.

Tan solo tres años antes de la elección papal de Pío V, el Concilio de Trento, que duró dieciocho años, concluyó su última sesión. Este concilio marcó el inicio de la Contrarreforma católica, que abordó directamente cuestiones teológicas y litúrgicas y buscó eliminar diversos abusos dentro de la Iglesia. Solo quedaba por implementar los decretos del concilio. No fue tarea fácil, pero el papa Pío V era, sin duda, el hombre indicado para la tarea.

Desde el comienzo de su pontificado, el Papa Pío V continuó siendo el hombre de Dios santo, devoto, concienzudo y decidido que había sido desde su juventud. En lugar de actuar como un rey, actuó como un siervo. Continuó vistiendo su hábito blanco dominico (del que solo conservó uno), razón por la cual el Papa viste de blanco hoy en día. Distribuyó el dinero reservado para los extravagantes banquetes papales entre los pobres. Visitó a los enfermos, construyó hospitales, rezó dos veces al día ante el Santísimo Sacramento y resistió las trampas que conllevan el poder y la riqueza. Los Estados Pontificios, en particular, pronto se convirtieron en un monasterio más que en un reino.

Para abordar las confusiones teológicas que dividían a la Iglesia, promulgó un nuevo catecismo especialmente para párrocos, instituyó clases de catequesis para jóvenes, introdujo las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino en las universidades y continuó la buena labor del Santo Oficio de la Inquisición con celo pastoral.

Para abordar los problemas eclesiásticos, denunció las inmoralidades dentro del clero, lo vinculó más estrechamente a una sola diócesis, impuso el sistema de seminarios, reafirmó la práctica del celibato, exhortó a los obispos a permanecer en su diócesis y servirla como verdaderos pastores, y renovó la disciplina, cada vez más debilitada, dentro de las casas religiosas.

Para atender las necesidades espirituales de la Iglesia, difundió especialmente la devoción al Santo Rosario, que él mismo rezaba íntegramente a diario, y promulgó un nuevo Breviario y un Misal Romano.

En el ámbito político, no dudó en reprender, e incluso penalizar, a los gobernantes desobedientes.

Defendió a Europa de los invasores musulmanes trabajando con varios gobernantes para formar la Liga Santa, un esfuerzo cooperativo de los reinos católicos de España e Italia, que incluía la Orden de Malta.

A lo largo de la historia, la Iglesia siempre ha necesitado una reforma interna. Aunque Cristo nunca abandona a su Iglesia, quienes están a su cuidado son pecadores. Pero entre esos pecadores, Dios siempre suscita santos para encaminar a la Iglesia y sus instituciones por el buen camino. En el siglo XVI, uno de los santos más notables que Dios usó para este propósito fue el papa San Pío V.

Al honrar a este santo papa, reflexionen ustedes sobre su propio llamado a apoyar las necesidades de reforma constantes en la Iglesia. Esas necesidades siempre estarán presentes. Aunque no estén llamados a hacerlo desde la perspectiva del papado, sí están llamados a hacerlo en el contexto de su propia vocación.

Reflexionen sobre cómo pueden reformar su vida, su familia, su parroquia y su comunidad. Comprométanse a someterse en oración a la voluntad de Dios y busquen el don de la valentía para que Dios los use de maneras que están más allá de sus capacidades naturales.

Oración: 

San Pío V, fuiste inquebrantable en tu fe y tu valentía. Dios usó esas virtudes para ayudar a defender y reformar a su Iglesia en un momento de gran sufrimiento. Por favor, reza por mí, para que, mientras la Iglesia sigue necesitando renovación y el Evangelio necesite ser proclamado, yo sea un instrumento santo en las manos de Dios.

Que también sea valiente y fiel hasta el final, cueste lo que cueste.

San Pío V, ruega por mí. Jesús, confío en ti.

lunes, 28 de abril de 2025

29 de abril del 2025: martes de la segunda semana de Pascua- Santa Catalina de Siena


Santo del día

Santa Catalina de Siena

1347-1380

“Dios aborrece la soberbia y ama la humildad”, recordaba esta terciaria dominica, gran mística y mujer involucrada en los asuntos de su tiempo. Doctora de la Iglesia y copatrona de Europa.


Mensaje oculto

(Juan 3:7b-15) Procedente de una familia sencilla, Catalina de Siena fue instruida directamente por Cristo y su Madre.

Terciaria dominica y hoy doctora de la Iglesia, su audacia y su libertad de palabra surgieron de un amor apasionado por Jesús y su Iglesia.

Su celo por la unidad la llevaría a Aviñón para instar al Papa Gregorio XI a regresar a Roma.

Sí, lo que Dios ha escondido a los sabios y entendidos, lo revela a los niños.»

Benedicta de la Cruz, cisterciense 


(Hechos 4, 32-37 y Juan 3, 7b-15) Parece muy natural, cuando respondemos a la llamada de Cristo, buscar el apoyo de aquellos que, como nosotros, están tratando de dar sentido a sus vidas. Necesitamos que otros crean y crezcan en la fe.


Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4,32-37):

EL grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba.
José, a quien los apóstoles apellidaron Bernabé, que significa hijo de la consolación, que era levita y natural de Chipre, tenía un campo y lo vendió; llevó el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.


Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 92,1ab.1c-2.5



R/.
 El Señor reina, vestido de majestad

El Señor reina, vestido de majestad;
el Señor, vestido y ceñido de poder. R/.

Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. R/.

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (3,5a.7b-15):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».
Nicodemo le preguntó:
«¿Cómo puede suceder eso?».
Le contestó Jesús:
«¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna».

Palabra del Señor

 

 

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1

📖 Comentario breve a las Lecturas

1. Primera lectura: Hechos 4,32-37
La comunidad cristiana primitiva vive una profunda unidad: "un solo corazón y una sola alma". Esta unidad no es solo afectiva, sino concreta: comparten bienes, nadie pasa necesidad. Bernabé, “hijo de la consolación”, es presentado como ejemplo de generosidad. Es una imagen viva de la Iglesia como signo de esperanza y solidaridad.

2. Salmo 93(92)
El Señor reina y es fuerte. Su trono es firme, eterno. La fidelidad de Dios da estabilidad y sentido a la vida humana. En un mundo cambiante y frágil, el Señor es roca inamovible.

3. Evangelio: Juan 3,7b-15
Jesús, en diálogo con Nicodemo, explica el misterio de "nacer de lo alto". La fe en el Hijo elevado en la cruz da vida eterna. Aquí resuena ya el anuncio de la Pascua: la cruz es el verdadero árbol de vida, y la fe es el puente hacia la vida eterna.

 

🙏 Intención de oración sugerida

"Oremos hoy por nuestros seres queridos, amigos, familiares y benefactores, especialmente en este tiempo de Pascua, para que experimenten el consuelo y la fortaleza que brotan del Cristo Resucitado. Recordamos también con gratitud al papa Francisco, en el cuarto día de su novenario, pidiendo al Señor que lo reciba en su gloria. Que en este Año Jubilar seamos todos peregrinos de la esperanza, creciendo en unidad, generosidad y fe viva."

 

🕊 Homilía sugerida

Queridos hermanos:

En este martes de la segunda semana de Pascua, la Palabra de Dios nos invita a contemplar tres grandes realidades: unidad, fidelidad y vida nueva.

La primera comunidad cristiana, como nos narran los Hechos de los Apóstoles, no era perfecta, pero sí profundamente transformada por la Resurrección. No solo compartían la fe: compartían la vida misma. Sabían que todo bien recibido era don de Dios y por eso lo ponían en común, especialmente al servicio de los más necesitados. En esta unidad concreta y generosa se hacía visible la fuerza de Cristo Resucitado.

Hoy, en el marco del Año Jubilar y del novenario por el papa Francisco, resuena con más fuerza esta llamada a la comunión: ser una Iglesia donde nadie quede solo ni abandonado, donde la esperanza sea compartida y multiplicada.

El salmista proclama que el Señor reina, que su trono es eterno. Aunque en la historia humana veamos cambios, crisis y pérdidas, Dios sigue firme. También la muerte de nuestros seres queridos —como la reciente partida del papa Francisco— se ilumina con esta certeza: Dios reina, su trono no se tambalea, su misericordia no se agota.

Y en el Evangelio, Jesús nos habla de la necesidad de "nacer de lo alto". Nicodemo, hombre bueno pero temeroso, necesita entender que no basta con ser correcto: hace falta abrir el corazón a la acción del Espíritu. Así también nosotros, especialmente al recordar a quienes nos han amado y guiado, estamos invitados a una vida nueva: una vida que no se aferra a lo terreno, sino que mira y confía en el que fue elevado en la cruz y nos da vida eterna.

Hoy ofrecemos esta Eucaristía:

·        por nuestros seres queridos vivos, para que crezcan en fe y esperanza,

·        por nuestros difuntos, especialmente el papa Francisco, para que gocen del abrazo eterno del Señor,

·        por nosotros mismos, peregrinos de la esperanza, para que, naciendo de lo alto, seamos constructores de unidad y testigos de la vida nueva que Cristo nos regala.

Que María, Madre de la Iglesia y de la Esperanza, interceda por nosotros.
Amén.


 2

Un empujón sagrado


Nicodemo le preguntó:
«¿Cómo puede suceder eso?».
Le contestó Jesús:
«¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio.

 

Juan 3: 9-11

 

 

Como reflexionamos ayer, Nicodemo es uno de los únicos fariseos que finalmente se convirtió, se convirtió en un seguidor de Jesús y hoy es considerado un santo. Los únicos otros fariseos que fueron registrados por su nombre como conversos al cristianismo fueron San Pablo y Gamaliel. Hechos 15: 5 también indica que algunos otros fariseos finalmente se convirtieron.

 

Cuando consideramos en conjunto, los muchos encuentros entre Jesús y los fariseos, queda claro que hubo una gran resistencia entre ellos hacia Jesús y su enseñanza. Constantemente buscaban atraparlo y, por supuesto, en última instancia, fueron responsables de Su muerte, junto con otros líderes religiosos destacados del Sanedrín. Por esa razón, es fácil entender que debe haber habido una gran presión sobre todos los fariseos para que rechazaran a Jesús. Cada uno de ellos habría sentido el poder de la presión de sus compañeros para actuar de acuerdo con la visión general de la condenación de Jesús. Este es el contexto de este pasaje anterior en el que Nicodemo cuestiona a Jesús. Este pasaje continúa la conversación del Evangelio de ayer en la que Jesús le dice claramente a Nicodemo que el camino al cielo es "nacer de arriba". Nicodemo cuestiona cómo se puede “nacer de nuevo,

 

Es útil comprender que la crítica de Jesús no fue una condenación a Nicodemo. No estaba en el tono de Sus declaraciones normales de “Ay de ti ...”; más bien, fue un desafío suave pero muy directo a Nicodemo para moverlo de sus preguntas a la fe. Y esa es la clave. Nicodemo no vino a Jesús para atraparlo y condenarlo como lo hicieron los otros fariseos. Nicodemo vino porque estaba confundido. Y lo más probable es que estuviera confundido porque sintió una gran presión de sus compañeros fariseos para condenar a Jesús.

 

Entender este contexto debería ayudarnos a comprender no solo la bondad y el valor de Nicodemo, sino también la valentía amorosa de Jesús. Jesús sabía que Nicodemo estaba abierto. Sabía que Nicodemo podía ser conquistado. Pero Jesús también sabía que Nicodemo necesitaba ser desafiado de una manera directa y firme. Necesitaba un poco de “empujón santo” para entrar en el don de la fe. Por supuesto, el desafío de Jesús finalmente ganó a Nicodemo.

 

Reflexione hoy sobre cualquier forma en la que usted también necesite un “empujón santo” de nuestro Señor. ¿Qué forma de presión mundana experimenta en la vida? ¿Los amigos, vecinos, familiares o compañeros de trabajo le imponen de alguna manera una presión de grupo que es contraria a la vida de verdadera santidad? Si es así, reflexione sobre el valor supremo de Nicodemo, San Pablo y Gamaliel. Deje que su testimonio lo inspire y permita que nuestro Señor lo desafíe donde más lo necesite para que usted también reciba el “empujón santo” que necesita para ser un seguidor más fiel de Jesús.


 

Mi Señor fortísimo, eres inquebrantable en Tu determinación de desafiarme en el área que más lo necesito. Ayúdame a recibir tus suaves reprimendas de amor cuando esté débil para tener el valor y la fuerza que necesito para ser un fiel seguidor de Ti. Dame claridad y comprensión, querido Señor, y ayúdame a superar las presiones engañosas del mundo. Jesús, en Ti confío.

 


29 de abril: Santa Catalina de Siena,

Virgen y Doctora de la Iglesia—Memoria

 

1347–1380 Santa patrona de Europa, Italia, las enfermeras, los enfermos y los ridiculizados por su piedad

Invocada contra incendios, abortos y tentaciones

Canonizada por el Papa Pío II el 29 de junio de 1461

Proclamada Doctora de la Iglesia por el Papa Pablo VI en octubre 4, 1970

Proclamada Copatrona de Europa por el Papa Juan Pablo II el 1 de octubre de 1999

 

Cita:
¿No sabes, hija querida, que todos los sufrimientos que el alma soporta o puede soportar en esta vida, son insuficientes para castigar la más pequeña falta, porque la ofensa ha sido hecha a Mí, que soy el Bien Infinito?, exige una satisfacción infinita? Sin embargo, deseo que sepáis, que no todas las penas que se dan a los hombres en esta vida se dan como castigos, sino como correcciones, para castigar al hijo cuando ofende; aunque es verdad que tanto la culpa como la pena pueden ser expiadas por el deseo del alma, es decir, por la verdadera contrición, no por el dolor finito soportado, sino por el deseo infinito; porque Dios, que es infinito, desea un amor y un dolor infinitos

~El Diálogo de Santa Catalina de Siena

 

Reflexión:

Caterina di Jacopo di Benincasa (Catalina) fue la vigésimo tercera o vigésimo cuarta hija nacida de padres amorosos en la próspera ciudad de Siena, Italia. Su gemela, así como la mitad de sus veinticuatro hermanos, no sobrevivieron a la infancia. Cuando era niña, Catalina se destacó. Le pusieron el sobrenombre de "Euphrosyne", que significa "alegría", debido a su carácter gozoso y su profunda devoción a Dios desde una edad temprana. A los cinco años subía de rodillas las escaleras de su casa mientras rezaba el Ave María en cada escalón. A la edad de seis años, mientras caminaba con su hermano, tuvo la primera de muchas visiones. Vio a Jesús, sentado en un trono, coronado como Rey, rodeado de los santos Pedro, Pablo y Juan. Esta experiencia sobrenatural llevó a Catalina aún más profundamente a una vida de oración, penitencia y devoción infantil. Al cabo de un año, había hecho el voto personal de entregar toda su vida a Dios. Su vida de oración era tan evidente que sus padres le dieron un dormitorio en el sótano para que pudiera usarlo como su lugar personal de oración. Esta “celda” en la que vivió y rezó también estaba en su alma. Más tarde le contaría a su director espiritual que cuando estaba preocupada o tentada, construía una célula dentro de su mente, de la cual nunca podría huir. Su vida de oración también aumentó sus virtudes y trató a su padre como a Jesús, a su madre como a María y a sus hermanos como a los Apóstoles.

Cuando Catalina era una adolescente, se opuso firmemente al deseo de sus padres de que se casara. Quería dedicarse únicamente a Dios, por lo que comenzó a ayunar y orar. Incluso llegó a cortarse el pelo para ser menos atractiva para los hombres jóvenes. Finalmente, sus padres aceptaron su vocación.

En 1363, apenas tres días después de cumplir dieciséis años, Catalina se unió a la Tercera Orden de Santo Domingo. La Tercera Orden estaba formada por laicos que vestían hábito religioso pero vivían en casa y trabajaban en el mundo en lugar de en un claustro. Sirvieron a los pobres y enfermos y realizaron obras de caridad. Durante los primeros años como Dominica de la Tercera Orden, Catalina vivió principalmente una vida de reclusión y oración. Alrededor de los veintiún años, contrajo lo que más tarde se describiría como “matrimonio místico” con nuestro Señor. Mientras oraba, se le apareció Jesús, junto con la Virgen María y el rey David como arpista. Jesús le puso un anillo en el dedo y se fue. El anillo permaneció por el resto de su vida, aunque Catalina fue la única que pudo verlo.

Dos siglos después, la mística española Santa Teresa de Ávila describiría así el matrimonio místico en su clásico espiritual, Castillo Interior :

Cuando nuestro Señor se complace en apiadarse de los sufrimientos, tanto pasados ​​como presentes, soportados por su anhelo por Él por esta alma que Él ha tomado espiritualmente por Su esposa, Él, antes de consumar el matrimonio celestial, la trae a esta Su mansión o cámara de presencia. Esta es la séptima morada, porque así como tiene morada en el cielo, así también la tiene en el alma, donde nadie sino Él puede morar y que se puede llamar segundo cielo.

Santa Teresa continuó explicando que este matrimonio celestial, este segundo cielo, es un don permanente otorgado a un alma. Por Su divina presciencia, cuando Él es consciente de la santidad permanente de un alma, le otorga este don de unión divina. Catalina fue una de las que recibió este raro regalo.

Después de recibir el don del matrimonio espiritual, Catalina comenzó un ministerio más activo hacia los pobres, los enfermos y los encarcelados de Siena. Cuando la peste bubónica (“Peste Negra”) azotó Siena, Catalina y sus compañeros siguieron trabajando arduamente, atendiendo a los afectados. Catalina también comenzó a involucrarse en controversias que asolaban a la Iglesia y al Estado. Escribió cientos de cartas a reyes, reinas, noblezas, religiosos, sacerdotes e incluso al propio Papa. En ese momento, las divisiones en la Iglesia eran tan profundas que Catalina se dedicó a severas penitencias y oraciones. Por ejemplo, ya no comía ni bebía, vivía únicamente de la Sagrada Eucaristía que recibía todos los días. Mientras estaba en Pisa en 1375, Catalina se enteró de las rebeliones dentro de la Iglesia. Cayó en éxtasis y recibió el regalo de un estigma invisible, que apareció físicamente en su cuerpo sólo después de su muerte. Tuvo una visión de nuestro Señor crucificado y rayos de luz se extendieron desde el cuerpo de Jesús hasta el de ella, atravesándola.

Un tema dominante de sus cartas al Papa fue instarlo a regresar a Roma. En ese momento, el papado se había trasladado a Aviñón, Francia, lo que se convirtió en la causa de muchos conflictos internos de la Iglesia. Se eligieron antipapas y la confusión fue generalizada. Catalina sabía que el Santo Padre, “papá” como ella lo llamaba, necesitaba regresar a la Ciudad Eterna para poner fin al caos. Sus cartas, y más tarde sus conversaciones cara a cara, no sólo fueron dirigidas al Santo Padre con el afecto y la sinceridad de una amorosa hija espiritual, sino que también fueron firmes, directas y desafiantes. En una carta al Papa Gregorio XI, le escribió instándolo a regresar a Roma: “Te digo, padre en Cristo Jesús, ven pronto como un manso cordero. Responded al Espíritu Santo que os llama. Yo os digo: Venid, venid, venid, y no esperéis el tiempo, porque el tiempo no os espera”. El Papa escuchó y regresó a Roma en 1377. Los últimos años de la vida de Catalina los pasó escribiendo cartas, visitando ciudades que estaban en guerra contra el papado y consultando a dos papas, primero el Papa Gregorio XI y luego su sucesor el Papa Urbano VI. Ella unió al pueblo, ganó muchos seguidores, abordó los abusos políticos, culturales y morales y dio un testimonio continuo de Cristo crucificado a través de su vida penitencial.

Su último, y quizás el mayor, regalo a la Iglesia fue su libro titulado El Diálogo de la Divina Providencia. Se cree que este libro fue dictado por Catalina mientras permanecía en éxtasis. Es una conversación entre un alma y el Padre Celestial. Además de esta gran obra maestra espiritual, han sobrevivido 382 de sus cartas y veintiséis de sus oraciones.

Santa Catalina fue una de las santas más grandes e influyentes de la historia de la Iglesia. Durante su vida tuvo un poderoso impacto en aquellos con quienes se encontró, incluido el Papa. Con su muerte, sigue teniendo un profundo impacto en la Iglesia como Doctora de la Iglesia. Nada de eso hubiera sido posible si ella no se hubiera dedicado a fervientes oraciones y penitencias durante toda su vida. Reflexiona sobre tu propia vida de oración mientras honramos a Santa Catalina y esfuérzate por imitar su amor ardiente por su Señor, su Divino Esposo. Ese amor, alimentado por un deseo insaciable de Dios, se ve maravillosamente en la siguiente oración que ella misma escribió:

 

Oración:

Dios eterno, Trinidad eterna, Tú has hecho tan preciosa la Sangre de Cristo al compartir Tu naturaleza Divina. Eres un misterio tan profundo como el mar; cuanto más busco, más encuentro, y cuanto más encuentro, más te busco. Pero nunca podré estar satisfecha; Lo que recibo siempre me dejará deseando más. Cuando Tú llenas mi alma, tengo un hambre cada vez mayor y me siento más hambrienta de Tu luz. Deseo sobre todo verte a Ti, la verdadera Luz, tal como eres realmente. Amén. 

Santa Catalina de Siena, ruega por mí. Jesús, en Ti confío.

21 de julio del 2025: lunes de la decimosexta semana del tiempo ordinario-I- Memoria de San Lorenzo de Brindis, presbítero y doctor de la Iglesia

  Santo del día: San Lorenzo de Brindis 1559-1619 . Gracias a su talento políglota, este monje capuchino fue llevado a predicar por toda...