Un oído que escucha
Escuchar es una de las
acciones más simples y más complejas que podemos realizar.
La dificultad radica en que
escuchar no siempre se percibe como una "acción" en sí misma: da más
bien la impresión de no hacer nada, de estar pasivo, de esperar otra actividad.
Prueba de ello son muchas personas que ven series de televisión mientras
navegan distraídamente por los contenidos que les ofrece su smartphone como
actividad de ocio complementaria. Pero la vida espiritual se basa sobre todo en
la escucha, en su sentido más activo.
En Antioquía, Pablo y Bernabé
consiguen captar la atención de algunos, mientras otros se cierran
deliberadamente a su mensaje. Jesús, por su parte, insiste en que sus ovejas,
aquellas a las que les da la vida eterna, son precisamente aquellas que
escuchan su voz, la del Pastor y del Hijo único del Padre.
Es común llamarse creyente y
reducir la palabra de Dios a mero ruido de fondo. Lo escuchamos lo suficiente
para consolarnos en nuestra identidad como cristianos, pero nunca lo suficiente
como para sentirnos interpelados por sus exigencias de amor o sus llamadas a
una profunda conversión interior.
Pero la conversación que Dios
quiere tener con nosotros no es nada como música de fondo. Exige plena
atención, como escuchar atentamente a un querido amigo que viene a confiarnos
cosas importantes. Ponerse plenamente a disposición de esta escucha es entrar
en una relación de intimidad, de comunión con Dios, donde cada palabra puede
convertirse en fuente de vida y de renovación.
¿Qué hay en mi vida y que sea a menudo una distracción?
¿Qué lugar ocupa la palabra de Dios en mi vida diaria: ruido de fondo o
diálogo activo?
Jonathan Guilbault, director editorial de Prions en Église
Canada
Primera lectura
Hch
13,14.43-52
Sepan
que nos dedicamos a los gentiles
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
EN aquellos días, Pablo y Bernabé continuaron desde Perge y llegaron a
Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento.
Muchos judíos y prosélitos adoradores de Dios siguieron a Pablo y Bernabé, que
hablaban con ellos exhortándolos a perseverar fieles a la gracia de Dios.
El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra del Señor. Al
ver el gentío, los judíos se llenaron de envidia y respondían con blasfemias a
las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda valentía:
«Teníamos que anunciarles primero a ustedes la palabra de Dios; pero como la
rechazan y no se consideran dignos de la vida eterna, sepan que nos dedicamos a
los gentiles.
Así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te he puesto como luz de los gentiles, para
que lleves la salvación hasta el confín de la tierra”».
Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor;
y creyeron los que estaban destinados a la vida eterna.
La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos
incitaron a las señoras distinguidas, adoradoras de Dios, y a los principales
de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los
expulsaron de su territorio.
Estos sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se fueron a Iconio. Los
discípulos, por su parte, quedaban llenos de alegría y de Espíritu Santo.
Palabra de Dios.
Salmo
Sal
100(99),1-2.3.5 (R. 3c)
R. Nosotros
somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
O
bien:
R. Aleluya.
V. Aclama al Señor,
tierra entera,
sirvan al Señor con alegría,
entren en su presencia con vítores. R.
V. Sepan que el
Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R.
V. El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. R.
Segunda lectura
Ap
7,9. 14b-17
El
Cordero los apacentará y los conducirá hacía fuentes de aguas vivas
Lectura del libro del Apocalipsis
YO, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las
naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del
Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.
Y uno de los ancianos me dijo:
«Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus
vestiduras en la sangre del Cordero.
Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo.
El que se sienta en el trono acampará entre ellos.
Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el
Cordero que está delante del trono los apacentará y los conducirá hacia fuentes
de aguas vivas.
Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos».
Palabra de Dios.
Aclamación
R. Aleluya,
aleluya, aleluya.
V. Yo soy el
Buen Pastor-dice el Señor-, que conozco a mis ovejas, y las mías me conocen. R.
Evangelio
Jn
10,27-30
Yo
doy la vida eterna a mis ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
EN aquel tiempo, dijo Jesús:
«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy
la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.
Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar
nada de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre somos uno».
Palabra del Señor.
Reflexión y oración
Sabemos que la humildad es el
cimiento de la caridad.
Es imposible la caridad, sin
la humildad, Santa Teresa dirá que la humildad es andar en la verdad.
Sin humildad no hay oración.
El orgulloso tiene auténticas dificultades para abrirse a Dios, para dialogar
con Dios.
Ser humilde es reconocer que
todo nos viene dado, todo viene de Dios. En el corazón del humilde aflora
rápidamente la acción de gracias, la adoración. (Del Obispo Cases Deordal,
comentando a S. Agustín)
• Contemplo el breve relato que hoy he leído y me fijo en
la imagen de Jesús como Pastor que me conoce, nos conoce a cada uno de nosotros
y se ocupa de nosotros.
• Jesús ha arriesgado su vida por nosotros, siendo así el
mejor de los Pastores.
• Esta imagen de Jesús como Pastor y nosotros sus ovejas
define el papel de Jesús y nos sitúa a cada uno de nosotros en nuestro
auténtico lugar.
• En un clima de oración contemplo el pastoreo de Jesús en
el mundo y en la Iglesia.
• Me pregunto: ¿A quién tengo por pastor? ¿Qué voces son
las que orientan mi vida?
• ¿Qué podría hacer para que Jesús sea mi pastor? ¿Es Jesús
mi mejor y mi único Pastor?
• ¿Conozco su voz, sus prioridades, su manera de ser, su
proyecto? ¿Lo amo, le sigo, trato de ofrecerlo como a nuestro mejor pastor?
• Le doy gracias a Dios por darnos a Jesús como nuestro
único y mejor Pastor.
• Le pido a Dios que me ayude para que mantenga siempre en
mi vida a Jesús como a mi mejor y único Pastor.
• Le pido perdón a Dios porque a veces voy detrás de otros
pastores.
• Llamadas. Oro todo lo contemplado.
COMENTARIOS BÍBLICOS
1. Primera Lectura: Hechos 13,14.43-52
Pablo y Bernabé, fieles a su misión, anuncian la Buena Noticia primero a los
judíos, pero también con valentía a los paganos cuando son rechazados. La
comunidad se expande entre alegrías y persecuciones. La Palabra no se detiene.
La llamada del Buen Pastor llega también a “las ovejas que no son de este
redil”.
2. Salmo 100 (99)
Un canto jubiloso que celebra el amor y fidelidad del Señor. Nos recuerda que
somos su pueblo, el rebaño que Él mismo apacienta. “Él nos hizo y somos suyos”:
identidad pastoral que une vocación y pertenencia.
3. Segunda Lectura: Apocalipsis 7,9.14b-17
La visión de la multitud de los salvados, provenientes de todos los pueblos,
vestidos con túnicas blancas y palmas, es una imagen de esperanza. El Cordero
los pastorea y enjuga sus lágrimas. Es promesa de consuelo y de plenitud. El
Buen Pastor no abandona a su rebaño.
4. Evangelio: Juan 10,27-30
Jesús declara la relación íntima con sus ovejas: las conoce, las cuida, les da
vida eterna. Es promesa de seguridad, de amor sin fin. Nadie puede arrebatarlas
de su mano. Palabras que confortan, animan e inspiran confianza.
HOMILÍA DEL CUARTO DOMINGO DE PASCUA – CICLO C
Domingo del Buen Pastor – Jornada Mundial de Oración por
las Vocaciones – Día de la Madre
Queridos
hermanos y hermanas:
Nos
congregamos hoy, en este cuarto domingo de Pascua, conocido como el Domingo del Buen Pastor, con
un triple motivo de oración: la intercesión por las vocaciones, la acción de
gracias por nuestras madres, y la súplica confiada por nuestro nuevo Papa León
XIV, que con esperanza guía a la Iglesia en este nuevo tiempo.
Jesús
se presenta en el Evangelio como el Buen Pastor. Dice con ternura y firmeza:
“Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen…”. Es una de las
imágenes más bellas de la Escritura. No es un pastor lejano o indiferente, sino
cercano, conocedor de nuestras luchas, sanador de nuestras heridas. El pastor
que guía, acompaña y da la vida por su rebaño.
En
esta Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, pedimos al Señor que siga
suscitando en la Iglesia pastores según su corazón. Necesitamos sacerdotes y
consagrados que, como Pablo y Bernabé, anuncien el Evangelio con alegría,
incluso en medio de las dificultades. Que no teman las persecuciones, ni el
rechazo, sino que con mansedumbre y firmeza compartan la alegría del
Resucitado.
Pidamos
al Señor por nuestros seminaristas, por los jóvenes que sienten el llamado, y
también por aquellos que están en búsqueda. Que en nuestras comunidades sepamos
acompañar, discernir y sostener las vocaciones. El mundo necesita testigos
auténticos, no perfectos, pero sí apasionados por Cristo y su Evangelio.
Hoy
también oramos por el Papa León XIV, nuestro nuevo pastor universal. Le pedimos
al Buen Pastor que lo sostenga con su gracia, lo llene de sabiduría, y lo
proteja en esta misión de confirmar a los hermanos en la fe. Que sea un signo
de unidad, paz y esperanza en medio de un mundo herido por la división y la
indiferencia.
Y
cómo no elevar también una oración especial por nuestras madres. En muchos
países se celebra hoy el Día
de la Madre. Ellas, con su ternura, su entrega generosa, su fe
transmitida en lo cotidiano, son también reflejo del Buen Pastor. Cuidan,
interceden, corrigen y aman con una fidelidad que no claudica. Muchas veces, la
primera vez que oímos la voz del Buen Pastor, fue a través de la voz de
nuestras madres.
Oremos
por las que están vivas, para que el Señor les conceda salud, consuelo y
alegría. Y por las que han partido, que el Buen Pastor las haya recibido en el
gozo eterno, donde enjuga toda lágrima, como dice el libro del Apocalipsis. Que
estén en la gran multitud de los redimidos que cantan: “La salvación viene de
nuestro Dios”.
Queridos
hermanos: que este domingo nos anime a escuchar con más atención la voz del
Buen Pastor. Que no nos distraigan tanto ruido, tanta prisa. Él nos llama por
nuestro nombre. Conoce nuestros temores, nuestras heridas, nuestros anhelos. Y
nunca nos suelta de su mano.
Respondamos
con generosidad a su llamado. Seamos ovejas que confían, pero también
discípulos que anuncian. Encomendemos nuestras vidas, nuestras vocaciones y
nuestras familias a Él. Que María, la Madre del Buen Pastor y madre nuestra,
interceda por nosotros.
Amén.
Oración
por las madres
Oremos este día en especial por todas las
madres del mundo:
Señor te pedimos por las madres que ya partieron al cielo, que están en tu
gloria.
Por las madres que en éste preciso momento desean abortar, toca sus corazones
para que vean tu luz y experimenten el milagro más grande que es la vida.
Por las madres que luchan día a día al ser madre y padre a la vez.
Por las madres que están en prisión, dales esperanza.
Por las madres que han sido olvidadas, hazles compañía.
Por las madres enfermas, dales salud.
Por las madres que han sufrido el desamor de sus hijos, te pedimos dales todo
tu amor.
Por las madres irrespetadas, maltratadas, ultrajadas, eleva su autoestima para
salir adelante.
Por las madres que han sufrido la muerte de un hijo, consuela esos corazones
partidos.
Por las que desean ser madres y no pueden, dales esperanza.
Por las que son madres primerizas y no saben qué hacer, mándales tu Espíritu
Santo.
Por las que les toco ser madrastras, bendícelas por amar sin reserva.
Por las que son madres adoptivas, guárdales un lugar privilegiado en el cielo.
Por las madres que sufren las guerras, Señor
dales paz en su corazón.
Para todas las madres “mil usos”, abrázalas para que tengan descanso en ti.
Gracias Señor por tu Madre Bendita que consuela
todas las madres de la tierra, ayúdalas a ser más como ella.
¡Virgen María, intercede siempre por todas las madres del mundo!
¡Amén!
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