El pan de vida
(Juan 6:35-40) “Pan y
circo”, decían los romanos. “Pan y vida”, parece decirnos
Jesús, quien es “el pan de vida”.
El pan es el alimento de cada
día, la vida en su aspecto más ordinario y común; ¡Hay que comer bien! La vida,
en el sentido utilizado aquí por Jesús, evoca una plenitud, un desbordamiento,
un eterno brotar.
El pan de vida, la Eucaristía,
nos ofrece, bajo la apariencia de un humilde alimento, las primicias de una
vida constantemente renovada. A nosotros nos corresponde acogerlo con fe.
Bertrand Lesoing, sacerdote de la comunidad de San Martín
(Hechos 8, 1b-8) Saulo vacía casas y encarcela a la gente. Esteban y Felipe, como Jesús a quien proclaman, rompen las cadenas del mal y llenan los corazones de amor y paz. ¡Qué contraste!
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (8,1-8):
AQUEL día, se desató una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén; todos, menos los apóstoles, se dispersaron por Judea y Samaría.
Unos hombres piadosos enterraron a Esteban e hicieron gran duelo por él.
Saulo, por su parte, se ensañaba con la Iglesia, penetrando en las casas y arrastrando a la cárcel a hombres y mujeres.
Los que habían sido dispersados iban de un lugar a otro anunciando la Buena Nueva de la Palabra. Felipe bajó a la ciudad de Samaría y les predicaba a Cristo. El gentío unánimemente escuchaba con atención lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 65,1-3a.4-5.6-7a
R/. Aclamad al Señor, tierra entera
Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!». R/.
«Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre».
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. R/.
Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos en él,
que con su poder gobierna enteramente. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,35-40):
EN aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis.
Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día.
Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».
Palabra del Señor
*******************
1
🧠 Comentario bíblico y
espiritual
📘 Hechos 8, 1b-8 – La persecución que impulsa la misión
La
persecución tras el martirio de Esteban no destruye a la Iglesia, sino que la
impulsa hacia nuevos horizontes. Felipe desciende a Samaría —tierra de ruptura
y de diferencias históricas con los judíos— y lleva allí la Palabra, con signos
y curaciones. Lo que parece una desgracia (la persecución) se transforma en
oportunidad misionera: la
Iglesia es enviada y se expande bajo el fuego del Espíritu Santo.
Claves pastorales: La comunidad no se encierra en la
nostalgia de Jerusalén. ¡Sale! Como peregrinos
de la esperanza, se convierten en antorchas vivas de consuelo
para otros pueblos.
📘 Juan 6, 35-40 – Yo soy el Pan de la Vida
Jesús
se presenta como alimento
definitivo, no sólo para el cuerpo, sino para la sed profunda
de eternidad, de sentido, de comunión con Dios. El Hijo ha bajado del cielo con
una voluntad muy precisa: no
perder a ninguno de los que el Padre le ha confiado. Su promesa
es clara: “el que viene a
mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás.”
Claves cristológicas y eclesiales: En medio del dolor,
del exilio, de las divisiones o la inseguridad social, Cristo se ofrece como seguridad última,
como esperanza que no defrauda. La Pascua es el tiempo del alimento eterno que
sostiene al pueblo en marcha.
🙏 Intención especial de
oración: por
el Cónclave
En
esta etapa histórica de la Iglesia, oramos al Buen Pastor para que suscite un
nuevo Papa según su corazón: humilde,
misionero, defensor de la vida, guía firme y profeta de la esperanza.
Que el Espíritu Santo ilumine a los cardenales, para que su discernimiento esté
inspirado por el Evangelio, y no por intereses mundanos.
✝️ Homilía sugerida
Queridos hermanos en Cristo,
El
Evangelio de hoy nos trae una de las declaraciones más impactantes de Jesús: "Yo soy el Pan de la Vida".
Esta afirmación, que brota en el contexto de la multiplicación de los panes, va
más allá del milagro físico: nos señala a Jesús como alimento para el alma, sustento para el
corazón peregrino, y promesa segura de resurrección.
Y
hoy, mientras seguimos en este camino
pascual y en este Año
Jubilar, marcado por el lema “Peregrinos
de la Esperanza”, estas palabras adquieren un nuevo brillo. ¿Qué
significa para nosotros alimentarnos de este Pan de Vida? Significa dejarnos
sostener por Cristo cuando la realidad se torna dura, cuando la Iglesia parece
sacudida, cuando el mundo necesita signos auténticos de salvación.
En
la primera lectura, vemos cómo la persecución en Jerusalén no apaga el fuego de
la Iglesia naciente. Al contrario: lo esparce. Felipe, uno de los diáconos, baja a
Samaría, tierra marginal, y allí proclama
a Cristo con poder y alegría. Y el texto nos regala una frase
bellísima: “Y hubo una gran
alegría en aquella ciudad”. ¡Qué actual es esto para nuestra misión
hoy! Nosotros también somos enviados a los márgenes, a las periferias
existenciales y geográficas.
Y
en este día, elevamos una oración confiada por el Cónclave que se está
desarrollando. Oramos para que el Espíritu Santo inspire a los cardenales
reunidos, para que elijan no según la lógica del mundo, sino según el corazón
de Dios. Un pastor que
alimente con el Pan de Vida, que no deseche a nadie, que abrace la cruz, y que
conduzca a la Iglesia con fidelidad al Evangelio.
Que
sea un peregrino con
nosotros, no por encima del pueblo de Dios, sino en medio de él,
caminando con los que sufren, consolando a los desanimados, y guiándonos hacia
la Pascua eterna.
🕯️ Oración de los fieles
(intención especial)
Por la Iglesia, y en especial por el Cónclave que se celebra
en estos días:
para que el Espíritu Santo suscite un nuevo Papa según el corazón de Cristo,
pastor humilde, fiel al Evangelio y signo de esperanza en este Año Jubilar.
Roguemos al Señor.
2
Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».
¿Crees en Jesús? Sin duda, la respuesta es "Sí". Sin embargo, creer en nuestro Señor es algo que debe profundizarse cada día que pasa. Por lo tanto, si tienes fe en Jesús, también puedes admitir que no tienes suficiente fe. En este pasaje del Evangelio en el que continúa el “Discurso del Pan de Vida”, Jesús nos llama a hacer dos cosas. Primero, debemos verlo. En segundo lugar, debemos creer. Empecemos por el primero.
Cuando Jesús dijo por primera vez estas palabras a la multitud, ellos vieron su presencia física. Pero muchos de ellos no vieron más allá de la superficie. Vieron sus milagros, escucharon sus enseñanzas, pero muy pocos vieron la realidad más profunda de Jesús como el Hijo del Padre Eterno y el Salvador del mundo.
Si vas a creer en nuestro Señor y en todo lo que Él es, primero debes verlo. Una de las mejores formas de fomentar esta “santa visión” de nuestro Señor es mirarlo en la Santísima Eucaristía. Cuando asistes a Misa o pasas tiempo en adoración y contemplas la Santísima Eucaristía, ¿qué ves? ¿Ves al Hijo Eterno? ¿Ves Su santa divinidad? ¿Ves a tu Dios y al Señor de todo?
Mientras nos paramos o nos arrodillamos ante nuestro Señor, presente en la Santísima Eucaristía, es fácil distraerse. Es fácil permitir que nuestra mente divague hacia los muchos otros aspectos de nuestra vida diaria y no ver al Hijo eterno de Dios tal como está presente para nosotros.
Reflexiona hoy sobre la forma en que miras a nuestro Señor. Si deseas profundizar tu fe, tu creencia, comienza con la vista. Empieza por considerar cómo miras a Jesús, presente en la Santísima Eucaristía. Si tienes la bendición de estar con Él este día en la Santa Misa o en adoración, examina la forma de verlo. Míralo. Haz un acto intencional de fe en Su presencia divina. Reconoce Su Deidad, Su gloria, Su santidad y Su sagrada presencia. Si puedes mirar más allá de la superficie y levantar el velo que cubre Su gloria, entonces este santo don de la vista dará paso, también, al don de la fe profunda.
Mi omnipresente Señor, te agradezco profundamente la forma en que vienes a mí en la Santísima Eucaristía. Te doy gracias por Tu divina presencia y gloria. Ayúdame a ver más allá del velo de la apariencia del pan y el vino para que pueda ver más claramente Tu divinidad. Al ver Tu divina presencia, querido Señor, ayúdame a profesar mi fe en Ti con mayor certeza y fe. Jesús, en Ti confío.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por visitar mi blog, Deje sus comentarios que si son hechos con respeto y seriedad, contestaré con mucho gusto. Gracias. Bendiciones