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13 de mayo del 2025: martes de la cuarta semana de Pascua- Bienaventurada Virgen María de Fátima

 

Nuestra Señora de Fátima

En el año 1917, tres niños cuidaban un pequeño rebaño en la ciudad de Fátima (Portugal). Después de rezar el rosario al mediodía, Lucía, Francisco y Jacinta vieron una luz brillante; luego, en lo alto de una pequeña encina, una “Señora, más brillante que el sol”.

El mensaje de Nuestra Señora de Fátima es un llamado a la oración y a la penitencia.


Moldeados por la confianza

(Juan 10:22-30) El Evangelio nos invita a contemplar la unidad del Padre y del Hijo, en un contexto de cuestionamiento sobre la identidad de Jesús. Aprendemos que, como discípulos de Cristo y conocidos por Él, estamos en la “mano del Padre” de la que nadie nos puede apartar. Pero ¿cómo podemos conciliar esta afirmación de fe con el estado del mundo y la inseguridad que de él resulta?

¿Quizás dejando que la voz del Hijo forme en nosotros la confianza y la esperanza en aquello que aún no se ha realizado plenamente (cf. Rm 8,25)?

Emmanuelle Billoteau, ermitaña


(Hechos 11, 19-26) En los días de Bernabé y Pablo, el nombre o palabra “cristianos” evocaba el gozo de muchas conversiones, la gracia y el poder del Espíritu obrando en los corazones de sus contemporáneos  En nuestros días, ¿Qué está asociado al nombre cristiano? ¿Cómo redescubrir esta alegría original de creer en Jesucristo?




Primera lectura                                                                  
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (11,19-26):

EN aquellos días, los que se habían dispersado en la persecución provocada por lo de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin predicar la palabra más que a los judíos. Pero algunos, naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquía, se pusieron a hablar también a los griegos, anunciándoles la Buena Nueva del Señor Jesús. Como la mano del Señor estaba con ellos, gran número creyó y se convirtió al Señor.
Llegó la noticia a oídos de la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró y exhortaba a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño, porque era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe. Y una multitud considerable se adhirió al Señor.
Bernabé salió para Tarso en busca de Saulo; cuando lo encontró, se lo llevó a Antioquía. Durante todo un año estuvieron juntos en aquella Iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos fueron llamados cristianos.

Palabra de Dios



Salmo           
Sal 86,1-3.4-5.6-7

R/. Alabad al Señor, todas las naciones

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios! R/.

«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí».
Se dirá de Sión: «Uno por uno
odos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado». R/.

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí».
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti». R/.



Evangelio de hoy
Lectura del evangelio según san Juan (10,22-30):

SE celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».
Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

Palabra del Señor
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📜 Monición de entrada

Queridos hermanos y hermanas,
sean todos bienvenidos a esta celebración eucarística en el martes de la cuarta semana del tiempo pascual. La luz del Resucitado sigue iluminando nuestro caminar, y hoy, con especial alegría, recordamos a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de Fátima, quien vino como Mensajera de paz y esperanza para el mundo entero.

En este Año Jubilar, en el que el Papa nos invita a ser Peregrinos de la Esperanza, contemplamos a María como primera discípula y modelo de fe, que camina junto a nosotros en cada etapa de la vida. Su llamado a la conversión y a la oración resuena con fuerza también hoy, en medio de las pruebas que atraviesa nuestro mundo y nuestras comunidades.

Con el corazón abierto, y confiando en el amor fiel del Buen Pastor, iniciemos con alegría esta santa misa.

✝️ COMENTARIOS LITÚRGICOS

Primera lectura – Hechos 11,19-26:

La persecución desatada tras el martirio de Esteban no detuvo la misión, sino que la expandió. Los discípulos, dispersos, llevaron la Buena Noticia más allá de los confines judíos, llegando incluso a los griegos de Antioquía. Allí, surge una comunidad viva, animada por el Espíritu, donde por primera vez se llama "cristianos" a los discípulos. La esperanza del Evangelio se convierte en fermento de unidad y apertura, incluso en medio de la adversidad.

Salmo 87(86):

Este salmo canta la universalidad de la salvación. Todas las naciones, incluso aquellas consideradas extranjeras o enemigas, tienen su lugar en la ciudad de Dios. “El Señor escribe en el registro de los pueblos: ‘Este ha nacido allí’”. La esperanza no está limitada a unos pocos; Dios la siembra en cada corazón que se abre a Él.

Evangelio – Juan 10,22-30:

Jesús se presenta como el Buen Pastor que conoce a sus ovejas y les da vida eterna. Aunque los judíos le piden una respuesta clara, ellos no escuchan porque no son de sus ovejas. Las ovejas, en cambio, lo reconocen por su voz y le siguen. La fidelidad de Jesús es absoluta: nadie arrebatará a sus ovejas de su mano. Esta promesa es fuente de confianza y esperanza para el peregrino que camina con fe.


🕊HOMILÍA

Queridos hermanos y hermanas,

En este martes de la cuarta semana de Pascua, iluminados por la celebración de Nuestra Señora de Fátima, el Evangelio nos presenta a Jesús como el Buen Pastor que conoce, guarda y da vida a sus ovejas. En un mundo que a menudo vacila entre el ruido de las ideologías y la desesperanza de las guerras y crisis, la voz del Pastor resuena con claridad para quienes lo reconocen y le siguen.

Los habitantes de Jerusalén piden a Jesús una prueba, una señal definitiva. Pero la fe no nace de las pruebas, sino del encuentro. Jesús no convence con argumentos, sino con su presencia, con su voz, con su amor que da vida. “Mis ovejas escuchan mi voz... y yo les doy vida eterna”. La esperanza, entonces, brota de esta certeza: Él no nos abandona y nada ni nadie nos arrebatará de sus manos.

Hoy celebramos a la Virgen María en Fátima, una de las apariciones más significativas del siglo XX, donde ella vino a hablar no solo al corazón de tres pequeños pastores, sino al mundo entero. Su mensaje sigue siendo actual: llamado a la conversión, a la oración, a la paz. En tiempos oscuros —como el de las guerras mundiales o las tensiones actuales— María aparece como Madre de la Esperanza, peregrina con nosotros, señalando siempre hacia su Hijo.

Y en este Año Jubilar, en el que el Papa nos llama “Peregrinos de la Esperanza”, María camina a nuestro lado. Así como ella peregrinó a casa de Isabel, como cuidó con ternura cada paso de su Hijo, así también acompaña a la Iglesia, especialmente a aquellos que, como los primeros cristianos de Antioquía, se abren a una fe viva, universal y transformadora.

Queridos hermanos, que al celebrar hoy a Nuestra Señora de Fátima, miremos con esperanza nuestro caminar eclesial, especialmente en nuestras comunidades misioneras, en territorios como nuestro Vicariato de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, donde también el Evangelio ha echado raíces en medio de desafíos culturales y sociales. Que seamos, como Bernabé, “hombres y mujeres llenos de fe y del Espíritu Santo”, dispuestos a anunciar la alegría del Resucitado.

Con María, aprendamos a escuchar la voz del Pastor, a confiar en sus promesas, y a vivir como verdaderos peregrinos de la esperanza.


🙏 Oración final

Virgen de Fátima,
Madre de la Esperanza,
enséñanos a confiar sin reservas en el amor del Buen Pastor.
Guía nuestros pasos en este tiempo jubilar,
para que, como Iglesia en salida,
llevemos la luz del Evangelio
a todos los rincones sedientos de paz.
Amén.



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Cristianos contagiosos

Una de las constantes de los relatos pospascuales (sobre las experiencias de los primeros discípulos de Cristo, después de la Resurrección) es que vemos cómo el evangelio se extiende por todas partes a pesar de aquellos que se oponen a su dinámica y quieren ahogarlo.

La primera lectura que escuchamos hoy nos dice que en Antioquía, en Siria, una nueva Iglesia o pequeña comunidad-mejor- es fundada, y se caracteriza por ser multirracial, multiétnica, multicultural. Esta comunidad no se encierra en sí misma, sino que se abre a todas las personas…Y hay algo maravilloso, los miembros de esta comunidad, son creyentes que transmiten a otros las ganas de creer!  Contagian a Cristo cual enfermedad bendita. Aquí por la primera vez, se le da el nombre de cristianos a los que creen en Cristo.

En el Evangelio queda demostrado una vez más cómo los milagros de Jesús aunque sean evidentes, y susciten la fe en algunos, a otros los deja en la incertitud. Poco importa lo que Jesús dice una y otra vez, y  los milagros que hace. Se puede discutir, se puede tratar de probar lo que uno quiere, pero las cosas no funcionan así!





Los milagros son signos sólo para quienes creen. Ellos pueden fortalecer la fe pero no la pueden provocar.



3

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 Aprendiendo el lenguaje de Dios



Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».
Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, y no creéis…”

 

Juan 10: 24-25

 

 

¿Por qué estas personas no sabían que Jesús era el Cristo? Querían que Jesús les hablara “claramente”, pero Jesús los sorprende al decirles que Él ya respondió a su pregunta, pero ellos “no creen”. Este pasaje del Evangelio continúa la hermosa enseñanza acerca de que Jesús es el Buen Pastor. Es interesante que estas personas quieran que Jesús hable claramente sobre si Él es el Cristo o no, pero en cambio, Jesús habla claramente sobre el hecho de que no creen en Él porque no están escuchando. Han pasado por alto lo que Él ha dicho y quedan confusos.

 

Esto nos dice que Dios nos habla a su manera, no necesariamente de la manera que nos gustaría que hablara. Habla un lenguaje místico, profundo, dulce y oculto. Revela Sus misterios más profundos solo a aquellos que han venido a aprender Su idioma. Pero para aquellos que no entienden el lenguaje de Dios, se instala la confusión.

 

Si alguna vez te encuentras confundido en la vida, o confundido acerca del plan que Dios tiene para ti, entonces quizás sea el momento de examinar con qué atención escuchas la forma en que Dios habla. Podríamos rogarle a Dios, día y noche, que nos “hable claramente”, pero Él solo hablará de la manera que siempre ha hablado. ¿Y cuál es ese idioma? En el nivel más profundo, es el lenguaje de la oración infundida.

 

La oración, por supuesto, es diferente a solo decir rezos. La oración es, en última instancia, una relación de amor con Dios. Es una comunicación al nivel más profundo. La oración es un acto de Dios dentro de nuestra alma por el cual Dios nos invita a creer en Él, a seguirlo y a amarlo. Esta invitación se nos ofrece continuamente, pero con demasiada frecuencia no la escuchamos porque no oramos de verdad.

 

Gran parte del Evangelio de Juan, incluido el Capítulo Diez que leemos durante estos días, habla de manera mística. No es posible simplemente leerlo como una novela y comprender todo lo que Jesús dice con una sola lectura. La enseñanza de Jesús debe ser escuchada en tu alma, con oración, meditada y escuchada. Este enfoque abrirá los oídos de tu corazón a la certeza de la voz de Dios.

 

Reflexiona hoy sobre las misteriosas formas en que Dios se comunica contigo. Si no comprendes cómo habla, ese es un buen punto de partida. Dedica tiempo a este Evangelio, meditándolo en oración. Medita en las palabras de Jesús, escucha su voz. Aprende Su idioma a través de la oración silenciosa y permite que Sus santas palabras te atraigan hacia Él.


 

Mi misterioso y oculto Señor, me hablas día y noche y continuamente me revelas Tu amor. Ayúdame a aprender a escucharte para que pueda profundizar en la fe y llegar a ser verdaderamente Tu seguidor en todos los sentidos. Jesús, en Ti confío.




13 de mayo: Nuestra Señora de Fátima—Memoria opcional

1916–1917



Cita:
Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Sumergidos en este fuego había demonios y almas en forma humana, como brasas ardientes transparentes, todas de bronce ennegrecido o bruñido, flotando en la conflagración... Los demonios se podían distinguir por su aterradora y repulsiva semejanza con animales espantosos y desconocidos, todos negros y transparentes. . Esta visión duró sólo un instante. ¿Cómo podremos estar lo suficientemente agradecidos a nuestra bondadosa Madre celestial, que ya nos había preparado prometiéndonos, en la primera Aparición, llevarnos al cielo? De lo contrario, creo que hubiéramos muerto de miedo y terror.

~del Primer Secreto de Fátima

 

Reflexión: 

Tres niños pastores portugueses llamados Lúcia (nueve años), Francesco (ocho años) y Jacinta (seis años), recibieron tres apariciones del Ángel Custodio de Portugal en 1916 y seis apariciones de Nuestra Señora del Rosario en 1917. Lúcia Más tarde se convirtió en hermana religiosa y recibió varias apariciones más de Nuestra Señora y de Jesús mismo. Estas apariciones y sus mensajes se encuentran entre los eventos espirituales más inspiradores que han ocurrido en los tiempos modernos.

La primera aparición tuvo lugar en la primavera de 1916 mientras los niños cuidaban sus ovejas. Mientras se refugiaban en una cueva durante una tormenta, los niños almorzaron y rezaron el rosario. Estaban jugando cuando vieron un ángel con la forma de un niño sobre una nube, que era más blanco que la nieve, pero transparente y radiante con el sol. El ángel dijo: “¡No temáis! Yo soy el Ángel de la Paz. Oren conmigo”. Dicho esto, el ángel se postró en tierra con los niños y oró tres veces: “Dios mío, creo en Ti, te adoro, espero en Ti y te amo. Pido perdón por todos aquellos que no creen en Ti, no te adoran, no esperan en Ti y no te aman”, y luego desapareció.

Durante el verano de 1916, el ángel se les apareció de nuevo, casi reprendiéndolos, diciendo: “¿Qué estáis haciendo? ¡Rezad, rezad mucho! Los Sagrados Corazones de Jesús y de María tienen designios de misericordia para vosotros. Ofreced incesantemente oraciones y sacrificaos al Altísimo”. Cuando Lucía preguntó cómo debían sacrificarse, el ángel respondió: “Haz de todo lo que puedas un sacrificio y ofrécelo a Dios como acto de reparación por los pecados con que Él es ofendido, y en súplica por la conversión de los pecadores… "

Durante el otoño de 1916, el ángel apareció nuevamente, esta vez con un cáliz y el Santísimo Sacramento ante el cual se inclinó y oró: “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, la Sangre, el Alma y laDivinidad de Jesucristo, presente en los sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido. Y recurro a los infinitos méritos del Sacratísimo Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, para que Tú conviertas a los pobres pecadores”. Posteriormente, los tres niños recibieron la Sagrada Comunión de manos del ángel.

El 13 de mayo de 1917, los niños, nuevamente en el campo, recibieron la visita de una señora del Cielo. Ella conversó con ellos y les dijo que regresaran a ese lugar el día 13 de cada mes durante seis meses consecutivos. En su conversación ella preguntó: “¿Están dispuestos a ofrecerse a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quiera enviarles, como acto de reparación por los pecados con los que Él es ofendido y para la conversión de los pecadores?” A lo que los niños respondieron: “Sí”.

El 13 de junio de 1917 la señora apareció nuevamente, esta vez acompañada de una cincuentena más de personas del pueblo. Después de que todos rezaron el rosario, la señora se apareció a los niños como antes y conversó con ellos. En parte dijo: “Pronto llevaré a Jacinta y a Francisco, pero tú, Lúcia, te quedarás aquí un tiempo más. Jesús desea servirse de vosotros para hacerme conocido y amado. Quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. A quien abrace esta devoción, le prometo la salvación; esas almas serán apreciadas por Dios, como flores colocadas por mí para adornar Su trono”.

El 13 de julio de 1917, una multitud de unas 5.000 personas acompañó a los niños. Rezaron el rosario y apareció la señora como antes. Esta vez les dio a los niños una visión horrible del infierno y luego habló sobre la necesidad de oración y sacrificio para poner fin a la Primera Guerra Mundial. También advirtió que vendría una guerra peor si no se prestaba atención a su mensaje. Ella dijo: “Para evitar esto, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora los primeros sábados. Si se atienden mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, difundirá sus errores por el mundo, provocando guerras y persecuciones a la Iglesia”. Luego les pidió que añadieran esta oración a cada decena del rosario: “Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno. Conduce a todas las almas al Cielo, especialmente a aquellas que más necesitan de Tu misericordia”.

El 13 de agosto de 1917 se habían reunido unas 20.000 personas, pero ese mismo día los niños fueron arrestados, encarcelados durante unos días e interrogados sobre sus visiones. La multitud, sin embargo, vio un fenómeno en el cielo. El 19 de agosto, después de que los niños fueron liberados, la señora se les apareció una vez más en el campo.

El 13 de septiembre de 1917, ante una multitud de 30.000 personas, se apareció la señora y pidió a los niños que siguieran rezando el rosario. Prometió que si lo hacían, la guerra terminaría. Luego prometió: “En octubre haré un milagro para que todos crean”.

El 13 de octubre de 1917, unas 70.000 personas se reunieron bajo la lluvia torrencial. Esta vez la señora reveló su nombre diciendo: “Yo soy la Señora del Rosario”. Pidió que se construyera una iglesia en ese lugar y prometió que la guerra terminaría pronto si seguían rezando el rosario todos los días. Cuando dejó a los niños, todos en la multitud vieron el milagro prometido. El cielo se abrió y los reunidos pudieron mirar directamente al sol mientras brillaba y bailaba. Luego el sol cayó a la tierra, provocando pánico, pero volvió al cielo. De repente, todo, incluido el suelo y la ropa de todos, quedó completamente seco.

A los pocos años, Francisco y Jacinta murieron y fueron al Cielo como les había prometido la Señora del Rosario. Lucia entró en la vida religiosa y recibió una aparición en 1925 durante la cual Nuestra Señora cumplió su promesa de volver a pedir “la Comunión reparadora de los primeros sábados”. En 1929, Nuestra Señora se apareció nuevamente a Lucía y le dijo: “Ha llegado el momento en que Dios pide al Santo Padre que haga, en unión con todos los obispos del mundo, la consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón”.

Sobre todo, los mensajes de Fátima revelan la necesidad constante de reparar los pecados y sacrilegios cometidos contra los Sagrados e Inmaculados Corazones de Jesús y de María, y de rezar por la conversión de los pobres pecadores.

El sacrificio y la penitencia diarios, ofrecidos con oración y fe profunda, hacen más bien del que jamás podríamos imaginar. Mientras honramos estas gloriosas apariciones hoy, reflexiona sobre tu propia voluntad de reparar los pecados del mundo a través de tus sacrificios diarios. “Haced de todo lo que podáis sacrificio y ofrecédlo a Dios…” Hacerlo no sólo apaciguará la Justicia de Dios, sino que también traerá la salvación de muchas almas.

Oración: 

Nuestra Señora del Rosario, tú eres la Inmaculada Concepción, la Reina del Cielo y de la Tierra, y la Madre de Dios. Por favor orad por mí, para que preste atención a los mensajes que se revelaron en Fátima. Orad para que viva una vida de continuo sacrificio de oración, para reparar los pecados y sacrilegios cometidos contra vuestro Inmaculado Corazón y el Sagrado Corazón de vuestro divino Hijo. Nuestra Señora del Rosario, ruega por mí. Jesús, en Ti confío.

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