Santo del día
San Pascual Baylón
1540-1592.
Ingresó en el seno de los franciscanos como simple portero, este pastor español
destacó por su gran humildad, su obediencia y su gusto por la oración. Patrono de
las obras eucarísticas.
Impresionante
(Juan 14:7-14) Jesús
trastoca todas nuestras representaciones de Dios. Espontáneamente nos resulta
difícil imaginarlo como el siervo que lava los pies a sus discípulos o como el
crucificado que da su vida por amor.
“Quien me ha visto a mí, ha
visto al Padre”. Nunca comprenderemos ni viviremos plenamente
las implicaciones de tal revelación: en nuestra relación con Dios, con nosotros
mismos y con los demás. Basta invocar al Espíritu que es el único que puede
conducirnos a la verdad completa.
Emmanuelle Billoteau, ermitaña
(Hechos 13, 44-52) Pablo y Bernabé deciden dirigirse a los paganos debido a la negativa de la comunidad judía a aceptar el Evangelio. La palabra de Dios no puede permanecer encerrada. Nada podrá impedir que la luz de las naciones se extienda hasta los confines de la tierra.
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13,44-52):
EL sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra del Señor. Al ver el gentío, los judíos se llenaron de envidia y respondían con blasfemias a las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda valentía:
«Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la tierra”».
Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y creyeron los que estaban destinados a la vida eterna.
La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas, adoradoras de Dios, y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio.
Estos sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se fueron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaban llenos de alegría y de Espíritu Santo.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 97,1-2ab.2cd.3ab.3cd-4
R/. Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan (14,7-14):
«Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».
Palabra del Señor
1
“Ver a
Jesús es ver al Padre… y acoger a María es caminar con Él”
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
En este sábado del tiempo pascual, la Iglesia, con
sabiduría maternal, nos invita también a volver nuestra mirada a la Virgen
María, en cuya memoria celebramos cada sábado con especial devoción. Ella,
la Mujer Pascual por excelencia, nos enseña a contemplar el rostro de su Hijo
con los ojos de la fe, la esperanza y el amor fiel.
Hoy
el Evangelio de san Juan nos regala una de esas declaraciones de Jesús que
tocan el núcleo de nuestra fe: “Quien me ha visto a mí, ha visto al
Padre” (Jn 14,9). Jesús es el rostro visible del Dios invisible,
el Emmanuel, el Dios con nosotros. Conocerle, escucharle, seguirle, es entrar
en comunión con el misterio eterno de Dios Padre.
Felipe
representa a muchos de nosotros: deseamos ver a Dios, tener certezas,
experimentar su presencia. Y Jesús nos responde con ternura: “¿No
crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí?” En Él se nos ha
revelado plenamente el amor del Padre, su cercanía, su compasión. No
necesitamos más pruebas: Cristo es la prueba viva del amor de Dios.
La
primera lectura nos presenta a Pablo y Bernabé predicando con valentía. Aunque
son rechazados, no se desaniman: *“nos volvemos a los gentiles”, dicen. Y el
Espíritu Santo les colma de alegría. ¡Qué importante es esta lección pascual!
La fidelidad al Evangelio no garantiza popularidad, pero sí
plenitud y gozo en el Espíritu .
Luz
mariana para el camino
Y
es aquí donde María, la Madre del Resucitado, nos acompaña como estrella
luminosa. Ella, que conoció la oscuridad del Viernes Santo, fue
la primera en esperar la luz del Domingo de Pascua. Cuando los
discípulos estaban paralizados por el miedo, María perseveraba en la fe. Cuando
muchos dudaban, Ella mantenía la esperanza. Cuando la misión parecía
desvanecerse, María seguía confiando en las promesas de Dios.
Podemos
imaginar a la Virgen María como la primera que vivió profundamente esta palabra
de Jesús: “Quien
me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Porque Ella, al mirar a su
Hijo en la cuna, en la cruz, y luego resucitado, vio al Padre obrando
con misericordia en la historia de la humanidad.
Aplicaciones
pastorales
1.
Mirar a
Jesús con los ojos de María: que Ella nos enseñe a contemplar al
Hijo con una fe pura, confiada, perseverante, incluso en medio de las pruebas.
2.
Evangelizar
con Valentia: como los apóstoles y como María junto a ellos
en Pentecostés, seamos testigos alegres del Evangelio, incluso cuando
encontramos rechazo o indiferencia.
3.
Alegrarnos
en el Espíritu Santo: el cristiano no es alguien sin luchas, sino
alguien que, en medio de todo, mantiene la esperanza encendida
como María lo hizo.
4.
Vivir este
Año Jubilar como verdaderos Peregrinos de la Esperanza, con el
corazón mariano: Ella caminó, esperó, sostuvo y acompañó. Que también nosotros
lo hagamos en nuestras familias, comunidades y misión.
Conclusión
y oración final
Hermanos,
en este sábado mariano, le decimos a María:
Santa
María, Madre del Resucitado ,
enséñanos a reconocer a Jesús como el rostro del Padre,
a acoger su palabra con docilidad,
ya proclamarlo con valentía.
Guíanos por los caminos de la esperanza
y sé nuestro consuelo en las horas oscuras.
Como en Caná, intercede por nosotros,
para que nunca falte el vino de la fe,
ni el gozo pascual en nuestras vidas.
Amén.
2
Haciendo el trabajo más grande en la tierra
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».
¿Cómo es que estamos llamados a hacer obras mayores que las obras que hizo Jesús mismo? Por supuesto, es verdad. Este es nuestro llamado. Lo sabemos, porque esto es lo que nuestro Señor nos prometió. Esta verdad debería llenarnos de gratitud por haber sido usados tan poderosamente por Dios.
Entre las obras “mayores” de las que habla Jesús está, ante todo, el compartir el Evangelio hasta los confines de la tierra. Mientras Jesús caminó por la tierra, Su misión fue principalmente para el pueblo de Israel. Pero cuando ascendió al Cielo y envió el Espíritu Santo sobre la Iglesia, también capacitó a todos los que recibirían el Espíritu Santo para compartir el Evangelio hasta los confines de la tierra. Por lo tanto, la conversión de los corazones es la obra más grande en la que podemos cooperar.
¿Quieres hacer grandes cosas? La mayoría de los niños sueñan con hacerlo porque este deseo está escrito en nuestra naturaleza humana. Queremos hacer una diferencia. Queremos ser geniales. Pero con demasiada frecuencia nos confundimos acerca de la verdadera grandeza. Intentamos cumplir ese deseo innato a través de actos de grandeza mundana y pasajera. Buscamos reconocimiento, riqueza y otras recompensas pasajeras que se derivan de ambiciones egoístas. Ninguno de estos finalmente nos llena, incluso si fuéramos a lograrlos en la mayor medida. Por ejemplo, imagina que ganaste el Premio Nobel de la Paz, y te convertiste en el líder de una nación o te volviste la persona más rica del mundo. ¿Te llenaría el logro de una de estas metas? Sólo si fuera la voluntad de Dios. Si no, sería un acto vacío y sin sentido.
Comienza mirando hacia adentro. ¿Ves el deseo dentro de ti de hacer grandes cosas? Espero que lo hagas. A partir de ahí, recuerda que lo más grande que puedes hacer para cumplir el deseo que hay en ti es hacer lo que es la voluntad de Dios para tu vida. Jesús dice: “Si algo me pidiereis en mi nombre, lo haré”. Pedir en el nombre de Jesús significa pedir el cumplimiento de Su voluntad. Significa pedirle a Dios que te use para llevar Su gracia salvadora a otros de la manera que Él elija. Si le pides al Señor esta gracia, Él te la concederá.
Esta forma de oración requiere humildad y un completo desapego de nuestra propia voluntad. Requiere que le pidamos al Padre sólo lo que el Hijo le pide al Padre por nosotros. Pero la recompensa de una oración tan humilde es que Dios otorgará Su gracia y misericordia a los demás a través de nosotros. Esta es Su perfecta voluntad.
Reflexiona, hoy, sobre este alto llamado. Hazlo mirando el deseo de grandeza dentro de tu propia alma y luego une ese deseo con la voluntad de Dios como lo único que puede satisfacerte. Ora por este don cada día con humildad y desprendimiento y te convertirás en instrumento de actos que dan gloria eterna a Dios. En el Cielo, este será tu gozo eterno.
Mi providencial, Señor tu voluntad es perfecta y gloriosa. Por favor, ayúdame a humillarme ante Ti, todos los días, para que pueda comprender Tu voluntad para mi vida y elegirla siempre. Que pueda ser un instrumento de tu gracia salvadora para todos aquellos a quienes deseas tocar a través de mí. Jesús, en Ti confío.
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