22 de noviembre del 2020 Solemnidad de Cristo Rey del Universo (Ciclo A)
"Yo tenía hambre"
Hoy es la solemnidad de
Cristo, Rey del Universo. Este título quizás nos parezca de otra época, y
pensemos que es algo del pasado y que no combina o conviene mucho con la
identidad del Señor Jesús.
Los "grandes"
de su Reino son los hambrientos, los enfermos, los extranjeros con quienes se
identifica. Pidámosle al Señor que nos ayude a comprender este misterio y hacer
nuestros corazones sensibles y acordes con su sentimiento.
¡¡¡¡¡
Cristo, Rey del
Universo, ejerce su realeza de una manera única. Él juzgará todos los seres
humanos de acuerdo a lo que hayan hecho en favor de los más desfavorecidos. Los
grandes de su Reino, reiteramos, son los hambrientos, los enfermos, los
extranjeros, con quienes Él se identifica.
Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel
(34,11-12.15-17):
Así dice el Señor Dios: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear –oráculo del Señor Dios–. Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré como es debido. Y a vosotras, mis ovejas, así dice el Señor: Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío.»
Palabra de Dios
Así dice el Señor Dios: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear –oráculo del Señor Dios–. Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré como es debido. Y a vosotras, mis ovejas, así dice el Señor: Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 22,1-2a.2b-3.5.6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar. R/.
Me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R/.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar. R/.
Me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R/.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta de san
Pablo a los Corintios (15,20-26.28):
Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Y, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.
Palabra de Dios
Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Y, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san
Mateo (25,31-46)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»
Palabra del Señor
A guisa
de introducción:
Las
personas "difíciles" y sus vínculos con Jesús
1. Cuando
nosotros encontramos una persona, aquello que llama primero nuestra atención,
es su apariencia física. No es cierto? Enseguida nos fijamos en su aptitud o
capacidad mental, su situación social y económica.
Nosotros
tenemos tendencia a tomar o fijar nuestras distancias frente a esas personas que no tienen nada para aportarnos
pero si mucho para recibir.
Nosotros tendemos a formarnos prejuicios contra la gente que
viene a incomodarnos y sacudir nuestra tranquilidad. Y decimos que son pobres,
porque son perezosos; afirmamos que los inmigrantes o forasteros "roban
los trabajos o empleos" y que ellos deberían quedarse en su casa, en su
país. Gritamos bien fuerte que los enfermos están entre "las
manos del Estado o Gobierno", y que ellos deberían ir a quejarse solamente
a él.
También decimos y o pensamos que los prisioneros están en la
cárcel por su culpa y que ellos debieron comportarse mejor como todo el mundo;
en suma, decimos que ellos son peligrosos y no podemos frecuentarlos, son
indeseables.
Es fácil justificar nuestra manera de pensar y de juzgar, por
nuestro trabajo, nuestras ocupaciones personales, nuestra preocupación por la
ley y el buen orden. Preguntémonos: es que nosotros somos capaces de ver mucho
más lejos que los abusos y las travesías de personas y la sociedad, más allá de
nuestra manera de pensar y de juzgar?
2. Jesús dice que en el último día, no habrá más que los
buenos de un lado y los malvados o malos del otro. El problema, es que Él pone
en el buen lado a la gente que habría sido caritativa, y del otro pone las
personas que no lo hayan sido.
Si un día, esto va a ser así, quiere esto decir que
actualmente los buenos son siempre caritativos y los malos no lo son jamás? No
es tan simple. Los buenos deben mejorar (ellos todavía no son grandes santos) y
los malvados no son tan malos como se ve.
Uno no puede sentarse tranquilo sobre su bondad, su tranquilidad, su
indiferencia. Jesús podría decir: "Cada vez…todas las veces…en la
medida…mientras que…esta sea la costumbre, la práctica de ser caritativo…"
Me pregunto es que yo tengo el hábito de compartir, de la
disponibilidad, del voluntariado, del trabajo benévolo? Es que yo acostumbro
ser acogedor, tengo la costumbre de visitar los enfermos, comprenderlos (a
pesar que sean exigentes y poco amables)? Es que yo soy comprensivo con los
prisioneros? o bien yo estoy anclado, paralizado en la maldad, en la
indiferencia, en el egoísmo?
Es que yo me contento solo con sacar algunos billetes del
banco en el momento de las colectas especiales, y no hago nada por favorecer medidas más humanas en mi ambiente, con el fin de luchar para que no se pisotee
a aquellos que no son como todo el mundo A la mayoría de la gente les falta
oportunidades.
Sin embargo, hay eventos únicos en los cuales yo debo actuar:
si veo alguien en peligro (ahogándose, o un accidente) debo tratar de salvarlo
o si siento miedo llamar a los bomberos o a la policía…Lo que cuenta es el
momento presente.
3. El rey ante el cual yo me voy a presentar en el juicio es
un Rey pleno de bondad, que me ha dado muchas oportunidades y que me dará todavía más para perdonar , si
no soy perfecto, si yo he desperdiciado las ocasiones: Él me pondrá ante mi
vida y soy yo quien decidirá si merezco el Reino o no con Él…Yo puedo reconocerlo
en los trazos de los pequeños de este mundo, de los desfavorecidos, los sin
abrigo. El juicio final es la explicación de la parábola del trigo y de la
cizaña.
APROXIMACIÒN
PSICOLÓGICA AL TEXTO DEL EVANGELIO
Eso cambia alguna cosa…
“La
fe en el hombre está identificada aquí con la fe en Dios”. Este es un
comentario que años atrás habría chocado por su ambigüedad. Pero de hecho, hay
un paralelo admirable entre creer en la capacidad de Dios de surgir
progresivamente en la vida de todo hombre, hasta el día en que el Cristo
cósmico será “todo en todos”, y creer en la capacidad del hombre de surgir
progresivamente entre sus dificultades que lo aprisionan en un
nivel pre humano.
En
otras palabras, si creo que Dios existe y que Él está presente en el hombre, yo
creo al mismo tiempo que esta presencia llevará al hombre a deshacerse
(liberarse) de todo aquello que le destruye.
Si
yo no tengo fe en que alguien puede liberarse, salir adelante, de acuerdo a un
escenario que yo puedo prever (liberación económica, liberación social,
liberación psicológica…) o según un escenario que me es difícil de imaginar,
entonces yo lo abandono a su sin sentido, o bien yo le doy un vaso de agua, no
para aligerar (calmar) su situación (de él) sino para tranquilizar
mi conciencia.
Mas,
si yo voy a visitar alguien en su prisión, si yo acojo un extranjero, si yo le
doy de comer a alguien que tiene hambre, es porque yo creo, clara o
confusamente que él puede salir adelante, que hay para este hombre un “más
allá” de su prisión, de su separación de la comunidad, de su hambre. Y esto sin
importar el punto de la historia donde se situé ese “más allá”: más allá del
hambre, esto puede ser después que el hombre haya terminado de comer, si yo soy
pragmático, esta puede ubicarse después de la revolución, cuando la sociedad
habrá hecho estallar sus contradicciones, si yo soy socialista , o comunista
(marxista), o este podrá ser cuando el Reino llegará a su plenitud, si yo soy
cristiano. De otro lado, estas perspectivas están lejos de
excluirse las unas de las otras.
Es
necesario una FE, sin importar su contenido, para estar convencido que la
situación del hombre es mejor después del vaso de agua que antes,
para creer que mi intervención en la historia por insignificante que parezca a simple
vista, puede cambiar algo. Y al pensar bien con detenimiento, uno se da cuenta
que saciar un sediento, sonreír a un extranjero y militar en un partido de
trabajadores, esto tiene que ver con la misma apuesta, esto se desprende de la
misma opción: la fe en un mejor Estado después del vaso de agua o la sonrisa que
se brinda antes; fe en una sociedad mucho mejor que antes, después de la toma
de poder por el partido obrero . Y esta fe no está lejos
de aquella que Jesús nos demanda cuando nos dice: amen (pero verdaderamente) y
crean que todo el resto va venir: “busquen el Reino y la justicia de
Dios, y todo lo demás se les dará por añadidura” (Mateo 6,33):
apliquen los medios para amar verdaderamente, en actos y las cosas cambiaran
inevitablemente…
Esta
profecía es entonces eminentemente política, puesto que ella funda y llama al
compromiso del creyente (hombre y mujer de fe) en la historia. Jesús me dice
que eso cambia algo y lo que yo hago por mi hermano, cambia mucho más todavía,
puesto que Él es sensible ante cada una de mis intervenciones.
Es
solamente en la medida que nosotros aceptemos hacer lo que nos
corresponde como vamos a representar un real poder de transformación de la
cultura. Cuando nosotros obedecemos a Jesús, tenemos un impacto real
sobre los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Esto no genera la primicia de
los noticieros de televisión, pero su influencia es absolutamente real.
El
Reino de Dios no es un ideal sino una decisión histórica de Dios que Jesús
anuncia y sobre todo que el culmina (realiza) en su propia persona.
Reflexión Central:
1
Una experiencia universal de gracia y
de amor
Con la celebración de la solemnidad de Jesucristo,
Rey del universo, abrimos la última semana del Año litúrgico; esta celebración
nos invita a tomar consciencia del proyecto de Dios realizándose en nuestra
historia personal y comunitaria y a contemplar su culminación cuando la
victoria pascual de Cristo alcance la liberación de toda la creación que fue
sometida al pecado.
Visto así el
sentido de esta celebración, nos sentimos convocados a tomarnos en serio la
historia como lugar en donde se está realizando la salvación; tomarnos en serio
la historia implica trabajar decididamente por una mayor justicia en el mundo.
En el evangelio de
la misa de este domingo (Mateo 25, 31-46) diferenciamos dos partes, en la
primera tenemos una parábola que está en continuidad con el tema que venimos
siguiendo los últimos domingos en nuestra lectura del evangelio según san
Mateo, esto es, una serie de parábolas que nos invitan a prepararnos para el
retorno del Hijo del hombre. La segunda parte del evangelio de hoy nos devela a
qué viene el Hijo del hombre.
En la parábola de
la primera parte, el Hijo del hombre es presentado al principio como rey que se
sienta «en su trono glorioso» y luego como pastor «que separa las ovejas de las
cabras». La imagen de la salvación como elección de los justos la escuchamos en
la primera lectura: «Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho
cabrío» (Ezequiel 34, 17).
A su turno, la
segunda parte del evangelio de este domingo, nos revela a qué viene el Hijo del
hombre y está construida simétricamente por dos diálogos entre el Rey-juez y
los redimidos/condenados y por la declaración de la sentencia al final en cada
caso. Como si el texto tuviese la intención de que no nos olvidemos, la
descripción del juicio menciona cuatro veces las precariedades de los
necesitados con su correspondiente liberación.
Para llegar al
mensaje central del texto adentrémonos en él a través de la sorpresa tanto de
los redimidos como de los condenados ante la elección o el rechazo: «Señor, ¿cuándo
te vimos con hambre o con sed, desplazado o desnudo, enfermo o en la cárcel?»
Esta extrañeza nos lleva a considerar que se trata de personas que no pensaban
en la recompensa o en el castigo. Cuando se obra por la recompensa se está
asumiendo la caridad como mercancía, como un objeto de intercambio. El texto se
propone llevarnos a algo más profundo: la bondad como parte constitutiva del
hombre del Reino; más que hacer obras buenas, se espera del ciudadano del Reino
un hombre transformado por la gracia.
Al mismo tiempo
esta extrañeza aproxima el proyecto del Reino al ideal de otras religiones y de
otros caminos de humanismo en donde hombres y mujeres que ignoran a Cristo y el
Evangelio siguen en su actuar una ley inscrita en el corazón (véase Romanos 2,
12-16). Es desde esta perspectiva desde donde se comprende el alcance universal
de la redención obrada por Jesucristo, desde aquí podemos comprender el sentido
amplio de su reinado universal.
La universalidad
del reinado de Cristo se entiende así como la consumación de la encarnación; el
resultado de la obra del Emmanuel es un reino universal. El concilio Vaticano
II nos ha dicho que por el misterio de la encarnación, Dios de alguna forma se
ha unido a todo ser humano (véase Gaudium et spes, 22). Realmente Dios quiere
salvar a toda la humanidad y por su encarnación, Jesucristo se constituye en
salvador de todos pues en él el amor universal de Dios llega a cada ser humano
aunque esta experiencia de gracia y de amor no alcance a ser sistematizada en
forma explícitamente religiosa.
La encarnación, más
que un concepto, es realidad histórica de hambre, sed, desnudez, desplazamiento
forzado, enfermedad, prisión; Dios padece el dolor del mundo, el Rey-juez se
identifica y se deja amar en esta realidad humana de carencia; pero también el
Rey-juez por su misterio pascual renueva a la humanidad y concede su gracia a
todos.
La salvación es el
proyecto de Dios que se está cumpliendo ya en la vida de los hombres y mujeres,
este proyecto consiste en la transformación del ser humano para llevarlo a ser
en plenitud hijo de Dios como Jesucristo; de modo que la salvación es
acontecimiento histórico en la vida de cada ser humano y es allí precisamente
donde se manifiesta la gracia –el amor de Dios– que impulsa desde lo más íntimo
al hombre a obrar en bondad. Todo ser humano es objeto del amor de Dios en
Jesucristo y desde esta universalidad celebramos hoy a nuestro Señor
Jesucristo, Rey del universo.
2
Sin
ambición de poder:
En
la época de Jesús, los judíos esperaban la instauración del Reino de Dios. Y
por tanto él estaba ya presente ahí. Pero ellos no lo veían. El había tomado
otra forma distinta a la que esperaban. Jesús no vino para establecer un Reino
ordinario. Él mismo, en calidad de rey, no podía ser equiparado o puesto entre
los grandes de este mundo. El no buscó ensalzarse. El permaneció humilde entre
los humildes y los débiles. Esta ausencia de signo exterior de poder dejó una
grande impresión de que el Reino no estaba todavía allí presente. Y por tanto
él estaba ahí, como una realidad escondida en el corazón de un pequeño número
de individuos.
Dondequiera
que hombres y mujeres se arrepentían de sus pecados, ponían su confianza en
Jesús y le obedecían, el Reino se extendía un poco más.
Cuando
reflexionamos acerca del impacto de los
cristianos sobre la sociedad, es de capital importancia comenzar por recordar
que el Reino de Dios no tiene ni los medios ni las ambiciones de los
reinos de este mundo. Pero a pesar de su aparente fracaso porque no es visible,
sabemos que Cristo ha recibido de Dios todo poder en el cielo y en la tierra.
Cristo reina. El Reino de Dios es un hecho bien real! Pero, entonces, como
explicar por qué no se le percibe lo suficiente (de modo
aventajado) la existencia de este Reino en el mundo? Tenía Jesús realmente
la ambición de transformar la sociedad? Querría Él con la extensión del Reino,
cambiar el mundo?
Cambiar
la sociedad cambiando los corazones :
Leyendo
los evangelios de manera superficial, uno podría dudarlo. Así, Jesús no llamó
al pueblo judío a rebelarse contra la ocupación romana. El apóstol Pablo no
incitará tampoco los numerosos esclavos de su tiempo a sublevarse y rechazar la
autoridad de sus amos. La autoridad de Jesús no lleva a otra transformación que
la salvación del alma? El Reino no es más que Reino espiritual, sin ningún
efecto transformador sobre la sociedad? No! Pero Cristo concibe la
transformación de la sociedad distinta a como la concibe el mundo. En lugar de
proponer a los hombres una simple reorganización de la sociedad en sus
estructuras, Él invita a una transformación radical del corazón del ser humano.
EL
hace que los hombres estén atentos a las pasiones que forjan sus miserias. Él
llama a un cambio total de la persona humana para que nazca una sociedad nueva
a través de la cual Él pueda reinar.
Mostrarnos
distintos en nuestra manera de vivir :
Si
nosotros reconocemos a Jesús como nuestro rey, si El reina en nuestra vida,
tenemos entonces la responsabilidad de manifestar su carácter por nuestra
manera de vivir, Cuando la gente nos observa, que ellos puedan decir: “Es
un cristiano, yo puedo entonces confiar en él?” Es que el conjunto de la
población podría espontáneamente declarar que los cristianos del país son más
honestos en los asuntos de negocios, más conscientes y leales en sus
compromisos, más fieles a su conyugue, etc? Si los cristianos decepcionan
regularmente las esperanzas de la gente alrededor de ellos, la Iglesia tendrá
menos impacto sobre la sociedad…
De
otro lado, si reconocemos que Jesús es soberano sobre todo lo que existe,
entonces Él está también presente y vivo en el mundo. Es por ello que nosotros
estamos llamados a trabajar por la transformación de este mundo, sea anunciando
el evangelio sin vergüenza, manifestando el amor y la compasión hacia nuestro
prójimo (Jesús nunca disoció el anuncio del evangelio de la compasión), o
tomando de todo corazón el mandato cultural que Dios nos ha confiado; nosotros
somos en efecto, responsables de la manera cómo manejamos los
recursos naturales. También nosotros somos responsables del bienestar de todo
ser humano, ya sea o no creyente, ejerciendo todo tipo de
actividades de acuerdo con los valores y la visión cristianas que tenemos de la
vida.
San
Juan Crisóstomo hace la aclaración con mucha fineza al decir que el Señor pide
gestos bien modestos. No se dice que aquel que tiene hambre es saciado, que el
enfermo es sanado, que quien está en prisión es liberado. Lo importante y que
cuenta verdaderamente es hacer algo, así la acción sea pequeña o aparentemente
insignificante.
Durante
este encuentro con Cristo, Dios no nos juzgará. Nosotros mismos
nos juzgaremos a lo largo de toda nuestra vida. Dios no hará que
develar (descubrir) lo que estaba “escondido” en cada una de nuestras jornadas.
Aquel día, el Señor nos ayudara a verificar si hemos sido realmente humanos con
los otros.
De
hecho, el examen no producirá grandes sorpresas. Nosotros podemos conocer los
resultados de avance puesto que conocemos la materia del examen. El profesor
nos ha dado las preguntas y nos ha indicado las buenas respuestas.
Contrariamente a lo que ocurre cuando presentamos nuestros exámenes académicos,
los más inteligentes, los más estudiosos, los más favorecidos no tendrán
ventajas específicas. Todos pueden aprobar este examen final, sin
distinción de raza, de religión, de cociente intelectual, de estrato social.
Cristo no nos preguntará si tenemos diplomas de una universidad prestigiosa, si
hemos sobresalido en una brillante carrera, si hemos ganado mucho dinero, si
pertenecemos a una clase favorecida, si tenemos la carta de un determinado
partido político.
La
escena del juicio final no tiene por objetivo sembrar el miedo y el terror. Es
una invitación a preocuparnos del momento presente. Es ahora que comienza la
eternidad, es ahora que nosotros podemos dar de comer a aquellos y aquellas que
tienen hambre, visitar aquellos que viven en soledad, ayudar a nuestros vecinos
que tienen necesidad de nuestra ayuda, consolar aquellos que están de luto
(haciendo duelo). Es ahora que podemos asegurar nuestra amistad con Dios.
« Cada
vez que ustedes le hicieron una obra de caridad a uno de estos
pequeños, es a mí que ustedes la hicieron »
Oración-contemplación
Te alabamos y te damos gracias,
Dios Padre nuestro,
por habernos dado nuestro rey
en la persona de Jesús tu Hijo.
Él es nuestro rey y por tanto por
siempre nuestro hermano.
Él es nuestro rey y está presente en los pobres.
Él es nuestro rey y reina
con el solo poder del amor.
Te alabamos y te damos gracias,
Dios Padre Nuestro,
por darnos, prepararnos un lugar
en el reino inaugurado por Jesús,
reino de verdad, de paz y de
justicia.
Te alabamos y te damos gracias,
Dios Padre Nuestro,
por revelarnos nuestra dignidad
y manifestarnos
tanta confianza
invitándonos a colaborar
en el advenimiento
del reino de Jesús,
Señor y Rey del universo.
OBJETIVOS A VIVIR DURANTE LA
SEMANA
Al
volver a leer el evangelio, hago la lista de personas que conozco y que viven
situaciones de honda tristeza.
¿Qué
gestos podría yo hacer por ellos?
¿Qué
acciones o gestos puedo realizar con otros, en mi parroquia o comunidad
eclesial, en mi barrio o mi país para transformar lo que amerita ser cambiado?
¿Qué
puedo hacer para cambiar las “estructuras de pecado” de las cuales el Papa Juan
Pablo II evocaba y o decía que existían?
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
1. Pequeño Misal
“prions en église”, versión quebequense.
2. HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.
4.
http://elcatolicismo.com.co/es/noticias/13501-liturgia-noviembre-26-una-experiencia-universal-de-gracia-y-de-amor.html
5. Diversas fuentes
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