sábado, 25 de noviembre de 2023

22 de noviembre del 2020 Solemnidad de Cristo Rey del Universo (Ciclo A)



"Yo tenía hambre"

Hoy es la solemnidad de Cristo, Rey del Universo. Este título quizás nos parezca de otra época, y pensemos que es algo del pasado y que no combina o conviene mucho con la identidad del Señor Jesús.
Los "grandes" de su Reino son los hambrientos, los enfermos, los extranjeros con quienes se identifica. Pidámosle al Señor que nos ayude a comprender este misterio y hacer nuestros corazones sensibles y acordes con su sentimiento.

¡¡¡¡¡

Cristo, Rey del Universo, ejerce su realeza de una manera única. Él juzgará todos los seres humanos de acuerdo a lo que hayan hecho en favor de los más desfavorecidos. Los grandes de su Reino, reiteramos, son los hambrientos, los enfermos, los extranjeros, con quienes Él se identifica.



Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (34,11-12.15-17):

Así dice el Señor Dios: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear –oráculo del Señor Dios–. Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré como es debido. Y a vosotras, mis ovejas, así dice el Señor: Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 22,1-2a.2b-3.5.6

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar. R/.

Me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R/.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.




Segunda lectura
Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios (15,20-26.28):

Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Y, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.

Palabra de Dios



Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,31-46)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»

Palabra del Señor




A guisa de introducción:


Las personas "difíciles" y sus vínculos con Jesús



1. Cuando nosotros encontramos una persona, aquello que llama primero nuestra atención, es su apariencia física. No es cierto? Enseguida nos fijamos en su aptitud o capacidad mental, su situación social y económica.

Nosotros tenemos tendencia a tomar o fijar nuestras distancias frente a esas  personas que no tienen nada para aportarnos pero si mucho para recibir.

Nosotros tendemos a formarnos prejuicios contra la gente que viene a incomodarnos y sacudir nuestra tranquilidad. Y decimos que son pobres, porque son perezosos; afirmamos que los inmigrantes o forasteros "roban los trabajos o empleos" y que ellos deberían quedarse en su casa, en su país.  Gritamos bien  fuerte que los enfermos están entre "las manos del Estado o Gobierno", y que ellos deberían ir a quejarse solamente a él.

También decimos y o pensamos que los prisioneros están en la cárcel por su culpa y que ellos debieron comportarse mejor como todo el mundo; en suma, decimos que ellos son peligrosos y no podemos frecuentarlos, son indeseables.

Es fácil justificar nuestra manera de pensar y de juzgar, por nuestro trabajo, nuestras ocupaciones personales, nuestra preocupación por la ley y el buen orden. Preguntémonos: es que nosotros somos capaces de ver mucho más lejos que los abusos y las travesías de personas y la sociedad, más allá de nuestra manera de pensar y de juzgar?

2. Jesús dice que en el último día, no habrá más que los buenos de un lado y los malvados o malos del otro. El problema, es que Él pone en el buen lado a la gente que habría sido caritativa, y del otro pone las personas que no lo hayan sido.
Si un día, esto va a ser así, quiere esto decir que actualmente los buenos son siempre caritativos y los malos no lo son jamás? No es tan simple. Los buenos deben mejorar (ellos todavía no son grandes santos) y los malvados no son tan malos como se ve.  Uno no puede sentarse tranquilo sobre su bondad, su tranquilidad, su indiferencia. Jesús podría decir: "Cada vez…todas las veces…en la medida…mientras que…esta sea la costumbre, la práctica de ser caritativo…"

Me pregunto es que yo tengo el hábito de compartir, de la disponibilidad, del voluntariado, del trabajo benévolo? Es que yo acostumbro ser acogedor, tengo la costumbre de visitar los enfermos, comprenderlos (a pesar que sean exigentes y poco amables)? Es que yo soy comprensivo con los prisioneros? o bien yo estoy anclado, paralizado en la maldad, en la indiferencia, en el egoísmo?

Es que yo me contento solo con sacar algunos billetes del banco en el momento de las colectas especiales, y no hago nada por favorecer medidas más humanas en mi ambiente, con el fin de luchar para que no se pisotee a aquellos que no son como todo el mundo A la mayoría de la gente les falta oportunidades.

Sin embargo, hay eventos únicos en los cuales yo debo actuar: si veo alguien en peligro (ahogándose, o un accidente) debo tratar de salvarlo o si siento miedo llamar a los bomberos o a la policía…Lo que cuenta es el momento presente.

3. El rey ante el cual yo me voy a presentar en el juicio es un Rey pleno de bondad, que me ha dado muchas oportunidades  y que me dará todavía más para perdonar , si no soy perfecto, si yo he desperdiciado las ocasiones: Él me pondrá ante mi vida y soy yo quien decidirá si merezco el Reino o no con Él…Yo puedo reconocerlo en los trazos de los pequeños de este mundo, de los desfavorecidos, los sin abrigo. El juicio final es la explicación de la parábola del trigo y de la cizaña.




APROXIMACIÒN PSICOLÓGICA AL TEXTO DEL EVANGELIO

Eso  cambia alguna cosa…


 “La fe en el hombre está identificada aquí con la fe en Dios”. Este es un comentario que años atrás habría chocado por su ambigüedad. Pero de hecho, hay un paralelo admirable entre creer en la capacidad de Dios de surgir progresivamente en la vida de todo hombre, hasta el día en que el Cristo cósmico será “todo en todos”, y creer en la capacidad del hombre de surgir progresivamente entre sus dificultades que lo aprisionan en un nivel  pre humano.

En otras palabras, si creo que Dios existe y que Él está presente en el hombre, yo creo al mismo tiempo que esta presencia llevará al hombre a deshacerse (liberarse) de todo aquello que le destruye.

Si yo no tengo fe en que alguien puede liberarse, salir adelante, de acuerdo a un escenario que yo puedo prever (liberación económica, liberación social, liberación psicológica…) o según un escenario que me es difícil de imaginar, entonces yo lo abandono a su sin sentido, o bien yo le doy un vaso de agua, no para aligerar (calmar)  su situación (de él) sino para tranquilizar mi conciencia.

Mas, si yo voy a visitar alguien en su prisión, si yo acojo un extranjero, si yo le doy de comer a alguien que tiene hambre, es porque yo creo, clara o confusamente que él puede salir adelante, que hay para este hombre un “más allá” de su prisión, de su separación de la comunidad, de su hambre. Y esto sin importar el punto de la historia donde se situé ese “más allá”: más allá del hambre, esto puede ser después que el hombre haya terminado de comer, si yo soy pragmático, esta puede ubicarse después de la revolución, cuando la sociedad habrá hecho estallar sus contradicciones, si yo soy socialista , o comunista (marxista), o este podrá ser cuando el Reino llegará a su plenitud, si yo soy cristiano. De otro lado, estas perspectivas están lejos de excluirse  las unas de las otras.

Es necesario una FE, sin importar su contenido, para estar convencido que la situación del hombre es mejor después del vaso de agua  que antes, para creer que mi intervención en la historia por insignificante que parezca a simple vista, puede cambiar algo. Y al pensar bien con detenimiento, uno se da cuenta que saciar un sediento, sonreír a un extranjero y militar en un partido de trabajadores, esto tiene que ver con la misma apuesta, esto se desprende de la misma opción: la fe en un mejor Estado después del vaso de agua o la sonrisa que se brinda antes; fe en una sociedad mucho mejor que antes, después de la toma de poder  por el partido obrero  . Y esta fe no está lejos de aquella que Jesús nos demanda cuando nos dice: amen (pero verdaderamente) y crean que todo el resto va venir: “busquen el Reino y la justicia de Dios, y todo lo demás se les dará por añadidura” (Mateo 6,33): apliquen los medios para amar verdaderamente, en actos y las cosas cambiaran inevitablemente…

Esta profecía es entonces eminentemente política, puesto que ella funda y llama al compromiso del creyente (hombre y mujer de fe) en la historia. Jesús me dice que eso cambia algo y lo que yo hago por mi hermano, cambia mucho más todavía, puesto que Él es sensible ante cada una de mis intervenciones.

Es solamente en la medida que nosotros  aceptemos hacer lo que nos corresponde como vamos a representar un real poder de transformación de la cultura. Cuando nosotros obedecemos a Jesús,  tenemos un impacto real sobre los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Esto no genera la primicia de los noticieros de televisión, pero su influencia es absolutamente real.

El Reino de Dios no es un ideal sino una decisión histórica de Dios que Jesús anuncia y sobre todo que el culmina (realiza) en su propia persona.



Reflexión Central:

1

Una experiencia universal de gracia y de amor


 Con la celebración de la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo, abrimos la última semana del Año litúrgico; esta celebración nos invita a tomar consciencia del proyecto de Dios realizándose en nuestra historia personal y comunitaria y a contemplar su culminación cuando la victoria pascual de Cristo alcance la liberación de toda la creación que fue sometida al pecado.

Visto así el sentido de esta celebración, nos sentimos convocados a tomarnos en serio la historia como lugar en donde se está realizando la salvación; tomarnos en serio la historia implica trabajar decididamente por una mayor justicia en el mundo.
En el evangelio de la misa de este domingo (Mateo 25, 31-46) diferenciamos dos partes, en la primera tenemos una parábola que está en continuidad con el tema que venimos siguiendo los últimos domingos en nuestra lectura del evangelio según san Mateo, esto es, una serie de parábolas que nos invitan a prepararnos para el retorno del Hijo del hombre. La segunda parte del evangelio de hoy nos devela a qué viene el Hijo del hombre.
En la parábola de la primera parte, el Hijo del hombre es presentado al principio como rey que se sienta «en su trono glorioso» y luego como pastor «que separa las ovejas de las cabras». La imagen de la salvación como elección de los justos la escuchamos en la primera lectura: «Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío» (Ezequiel 34, 17).
A su turno, la segunda parte del evangelio de este domingo, nos revela a qué viene el Hijo del hombre y está construida simétricamente por dos diálogos entre el Rey-juez y los redimidos/condenados y por la declaración de la sentencia al final en cada caso. Como si el texto tuviese la intención de que no nos olvidemos, la descripción del juicio menciona cuatro veces las precariedades de los necesitados con su correspondiente liberación.
Para llegar al mensaje central del texto adentrémonos en él a través de la sorpresa tanto de los redimidos como de los condenados ante la elección o el rechazo: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, desplazado o desnudo, enfermo o en la cárcel?» Esta extrañeza nos lleva a considerar que se trata de personas que no pensaban en la recompensa o en el castigo. Cuando se obra por la recompensa se está asumiendo la caridad como mercancía, como un objeto de intercambio. El texto se propone llevarnos a algo más profundo: la bondad como parte constitutiva del hombre del Reino; más que hacer obras buenas, se espera del ciudadano del Reino un hombre transformado por la gracia.
Al mismo tiempo esta extrañeza aproxima el proyecto del Reino al ideal de otras religiones y de otros caminos de humanismo en donde hombres y mujeres que ignoran a Cristo y el Evangelio siguen en su actuar una ley inscrita en el corazón (véase Romanos 2, 12-16). Es desde esta perspectiva desde donde se comprende el alcance universal de la redención obrada por Jesucristo, desde aquí podemos comprender el sentido amplio de su reinado universal.
La universalidad del reinado de Cristo se entiende así como la consumación de la encarnación; el resultado de la obra del Emmanuel es un reino universal. El concilio Vaticano II nos ha dicho que por el misterio de la encarnación, Dios de alguna forma se ha unido a todo ser humano (véase Gaudium et spes, 22). Realmente Dios quiere salvar a toda la humanidad y por su encarnación, Jesucristo se constituye en salvador de todos pues en él el amor universal de Dios llega a cada ser humano aunque esta experiencia de gracia y de amor no alcance a ser sistematizada en forma explícitamente religiosa.
La encarnación, más que un concepto, es realidad histórica de hambre, sed, desnudez, desplazamiento forzado, enfermedad, prisión; Dios padece el dolor del mundo, el Rey-juez se identifica y se deja amar en esta realidad humana de carencia; pero también el Rey-juez por su misterio pascual renueva a la humanidad y concede su gracia a todos.
La salvación es el proyecto de Dios que se está cumpliendo ya en la vida de los hombres y mujeres, este proyecto consiste en la transformación del ser humano para llevarlo a ser en plenitud hijo de Dios como Jesucristo; de modo que la salvación es acontecimiento histórico en la vida de cada ser humano y es allí precisamente donde se manifiesta la gracia –el amor de Dios– que impulsa desde lo más íntimo al hombre a obrar en bondad. Todo ser humano es objeto del amor de Dios en Jesucristo y desde esta universalidad celebramos hoy a nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo.





2

Sin ambición de poder:


En la época de Jesús, los judíos esperaban la instauración del Reino de Dios. Y por tanto él estaba ya presente ahí. Pero ellos no lo veían. El había tomado otra forma distinta a la que esperaban. Jesús no vino para establecer un Reino ordinario. Él mismo, en calidad de rey, no podía ser equiparado o puesto entre los grandes de este mundo. El no buscó ensalzarse. El permaneció humilde entre los humildes y los débiles. Esta ausencia de signo exterior de poder dejó una grande impresión de que el Reino no estaba todavía allí presente. Y por tanto él estaba ahí, como una realidad escondida en el corazón de un pequeño número de individuos.

Dondequiera que hombres y mujeres se arrepentían de sus pecados, ponían su confianza en Jesús y le obedecían, el Reino se extendía un poco más.

Cuando reflexionamos acerca  del impacto de los cristianos sobre la sociedad, es de capital importancia comenzar por recordar que el Reino de Dios no tiene ni  los medios ni las ambiciones de los reinos de este mundo. Pero a pesar de su aparente fracaso porque no es visible, sabemos que Cristo ha recibido de Dios todo poder en el cielo y en la tierra. Cristo reina. El Reino de Dios es un hecho bien real! Pero, entonces, como explicar por qué no se le percibe lo suficiente (de modo aventajado)  la existencia de este Reino en el mundo? Tenía Jesús realmente la ambición de transformar la sociedad? Querría Él con la extensión del Reino, cambiar el mundo?

Cambiar la sociedad cambiando los corazones :

Leyendo los evangelios de manera superficial, uno podría dudarlo. Así, Jesús no llamó al pueblo judío a rebelarse contra la ocupación romana. El apóstol Pablo no incitará tampoco los numerosos esclavos de su tiempo a sublevarse y rechazar la autoridad de sus amos. La autoridad de Jesús no lleva a otra transformación que la salvación del alma? El Reino no es más que Reino espiritual, sin ningún efecto transformador sobre la sociedad? No! Pero Cristo concibe  la transformación de la sociedad distinta a como la concibe el mundo. En lugar de proponer a los hombres una simple reorganización de la sociedad en sus estructuras, Él invita a una transformación radical del corazón del ser humano.
EL hace que los hombres estén atentos a las pasiones que forjan sus miserias. Él llama a un cambio total de la persona humana para que nazca una sociedad nueva a través de la cual Él pueda reinar.

Mostrarnos distintos  en nuestra manera de vivir :

Si nosotros reconocemos a Jesús como nuestro rey, si El reina en nuestra vida, tenemos entonces la responsabilidad de manifestar su carácter por nuestra manera de vivir, Cuando la gente nos observa, que ellos puedan decir: “Es un cristiano, yo puedo entonces confiar en él?” Es que el conjunto de la población podría espontáneamente declarar que los cristianos del país son más honestos en los asuntos de negocios, más conscientes y leales en sus compromisos, más fieles a su conyugue, etc? Si los cristianos decepcionan regularmente las esperanzas de la gente alrededor de ellos, la Iglesia tendrá menos impacto sobre la sociedad…

De otro lado, si reconocemos que Jesús es soberano sobre todo lo que existe, entonces Él está también presente y vivo en el mundo. Es por ello que nosotros estamos llamados a trabajar por la transformación de este mundo, sea anunciando el evangelio sin vergüenza, manifestando el amor y la compasión hacia nuestro prójimo (Jesús nunca disoció el anuncio del evangelio de la compasión), o tomando de todo corazón el mandato cultural que Dios nos ha confiado; nosotros somos en efecto, responsables de la manera cómo manejamos  los recursos naturales. También nosotros somos responsables del bienestar de todo ser humano,  ya sea o no  creyente, ejerciendo todo tipo de actividades de acuerdo con los valores y la visión cristianas que tenemos de la vida.

San Juan Crisóstomo hace la aclaración con mucha fineza al decir que el Señor pide gestos bien modestos. No se dice que aquel que tiene hambre es saciado, que el enfermo es sanado, que quien está en prisión es liberado. Lo importante y que cuenta verdaderamente es hacer algo, así la acción sea pequeña o aparentemente insignificante.

Durante este encuentro con Cristo, Dios no nos juzgará. Nosotros mismos nos  juzgaremos a lo largo de toda nuestra vida. Dios no hará que develar (descubrir) lo que estaba “escondido” en cada una de nuestras jornadas. Aquel día, el Señor nos ayudara a verificar si hemos sido realmente humanos con los otros.

De hecho, el examen no producirá grandes sorpresas. Nosotros podemos conocer los resultados de avance puesto que conocemos la materia del examen. El profesor nos ha dado las preguntas y nos ha indicado las buenas respuestas. Contrariamente a lo que ocurre cuando presentamos nuestros exámenes académicos, los más inteligentes, los más estudiosos, los más favorecidos no tendrán ventajas específicas. Todos pueden aprobar este examen final, sin distinción de raza, de religión, de cociente intelectual, de estrato social. Cristo no nos preguntará si tenemos diplomas de una universidad prestigiosa, si hemos sobresalido en una brillante carrera, si hemos ganado mucho dinero, si pertenecemos a una clase favorecida, si tenemos la carta de un determinado partido político.

La escena del juicio final no tiene por objetivo sembrar el miedo y el terror. Es una invitación a preocuparnos del momento presente. Es ahora que comienza la eternidad, es ahora que nosotros podemos dar de comer a aquellos y aquellas que tienen hambre, visitar aquellos que viven en soledad, ayudar a nuestros vecinos que tienen necesidad de nuestra ayuda, consolar aquellos que están de luto (haciendo duelo). Es ahora que podemos asegurar nuestra amistad con Dios.

« Cada vez que ustedes  le hicieron una obra de caridad a uno de estos pequeños, es a mí que ustedes la  hicieron »



Oración-contemplación

Te alabamos y te damos gracias,
Dios Padre nuestro,
por habernos dado nuestro rey
en la persona de Jesús tu Hijo.

Él es nuestro rey y por tanto por siempre nuestro hermano.
Él es nuestro rey  y está presente en los pobres.
Él es nuestro rey  y reina
con el solo poder del amor.

Te alabamos y te damos gracias,
Dios Padre Nuestro,
por darnos, prepararnos  un lugar
en el reino inaugurado por Jesús,
reino de verdad, de paz y de justicia.

Te alabamos y te damos gracias,
Dios Padre Nuestro,
por revelarnos nuestra dignidad
y manifestarnos tanta confianza
invitándonos a colaborar
en el advenimiento
del reino de Jesús,
Señor y Rey del universo.





OBJETIVOS A VIVIR DURANTE LA SEMANA


Al volver a leer el evangelio, hago la lista de personas que conozco y que viven situaciones de honda tristeza.

¿Qué gestos podría yo hacer por ellos?

¿Qué acciones o gestos puedo realizar con otros, en mi parroquia o comunidad eclesial, en mi barrio o mi país para transformar lo que amerita ser cambiado?

¿Qué puedo hacer para cambiar las “estructuras de pecado” de las cuales el Papa Juan Pablo II evocaba y o decía que existían?





REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:


1.     Pequeño Misal “prions en église”, versión quebequense.

2.     HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

3.     www.cursillos.ca

4.
   http://elcatolicismo.com.co/es/noticias/13501-liturgia-noviembre-26-una-experiencia-universal-de-gracia-y-de-amor.html


5.      Diversas fuentes

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