lunes, 27 de noviembre de 2023

28 de noviembre del 2023: martes de la trigésima cuarta semana del tiempo ordinario

 

La tormenta

 

(Lucas 21, 5-11) Sucede que la barca de nuestra vida o de nuestra Iglesia se balancea y se llena de agua por todos lados. Entonces podemos sentirnos tentados a ceder a las sirenas del desaliento o del cinismo, buscando respuestas a nuestras preguntas en callejones sin salida. “Cuidado con que nadie os engañe…”, nos dice Jesús hoy. Los elementos pueden desatarse, ocurren “fenómenos aterradores”. Pero pase lo que pase, el Señor está con nosotros en la tormenta. ¡Él no nos abandonará! ■

Bertrand Lesoing, sacerdote de la comunidad de Saint-Martin

 

(Lucas 21, 5-11) Aquello que nos parece estable, al final vemos que es perecedero, es finito. Volvamos entonces nuestra mirada hacia el Nuevo Templo que es Cristo Resucitado. 


(Lucas 21, 5-11) Me gustaría predecir todo y saber todo lo que sucederá en mi vida. Sin embargo, Jesús me pide no ceder al miedo y me invita a poner toda mi confianza en Él.


Primera lectura

Lectura de la profecía de Daniel (2,31-45):

En aquellos días, dijo Daniel a Nabucodonosor: «Tú, rey, viste una visión: una estatua majestuosa, una estatua gigantesca y de un brillo extraordinario; su aspecto era impresionante. Tenla la cabeza de oro fino, el pecho y los brazos de plata, el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro y los pies de hierro mezclado con barro. En tu visión, una piedra se desprendió sin intervención humana, chocó con los pies de hierro y barro de la estatua y la hizo pedazos. Del golpe, se hicieron pedazos el hierro y el barro, el bronce, la plata y el oro, triturados como tamo de una era en verano, que el viento arrebata y desaparece sin dejar rastro. Y la piedra que deshizo la estatua creció hasta convertirse en una montaña enorme que ocupaba toda la tierra. Éste era el sueño; ahora explicaremos al rey su sentido: Tú, majestad, rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha concedido el reino y el poder, el dominio y la gloria, a quien ha dado poder sobre los hombres, dondequiera que vivan, sobre las bestias del campo y las aves del cielo, para que reines sobre ellos, tú eres la cabeza de oro. Te sucederá un reino de plata, menos poderoso. Después un tercer reino, de bronce, que dominará todo el orbe. Vendrá después un cuarto reino, fuerte como el hierro. Como el hierro destroza y machaca todo, así destrozará y triturará a todos. Los pies y los dedos que viste, de hierro mezclado con barro de alfarero, representan un reino dividido; conservará algo del vigor del hierro, porque viste hierro mezclado con arcilla. Los dedos de los pies, de hierro y barro, son un reino a la vez poderoso y débil. Como viste el hierro mezclado con la arcilla, así se mezclarán los linajes, pero no llegarán a fundirse, lo mismo que no se puede alear el hierro con el barro. Durante ese reinado, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido ni su dominio pasará a otro, sino que destruirá y acabará con todos los demás reinos, pero él durará por siempre; eso significa la piedra que viste desprendida del monte sin intervención humana y que destrozó el barro, el hierro, el bronce, la plata y el oro. Éste es el destino que el Dios poderoso comunica a su majestad. El sueño tiene sentido, la interpretación es cierta.»

Palabra de Dios

 

 

 

Salmo

Dn 3,57.58.59.60.61

R/.
 Ensalzadlo con himnos por los siglos

Criaturas todas del Señor,
bendecid al Señor. R/.

Ángeles del Señor,
bendecid al Señor. R/.

Cielos, bendecid al Señor. R/.

Aguas del espacio,
bendecid al Señor. R/.

Ejércitos del Señor,
bendecid al Señor. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,5-11):

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos.
Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?»
Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.»
Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.»

Palabra del Señor

 

1

 

Imperios apilados

 

 En un tiempo como el nuestro, de inquietud y cierto malestar en la Iglesia, con nuestra búsqueda por vivir nuestra fe de un modo renovado, las lecturas de hoy nos traen un mensaje de confianza y esperanza. 

Daniel identifica la estatua del sueño del rey Nabucodonosor, constituida de 4 partes: cabeza, pecho y brazos, vientre y muslos, piernas y pies. También identifica las materias de que están hechas: oro puro, plata, bronce, hierro y barro. Estas materias representan el poder y la extensión de los grandes imperios. El orden de posicionamiento de la cabeza a los pies, corresponden a la sucesión de estos imperios, en la historia. En la Antigüedad, encontramos o vemos que  grandes imperios se han sucedido casi como en la  interpretación del sueño de Daniel: al imperio babilonio, sucedió el medo-persa, luego vino el griego y finalmente el romano.

Estos imperios son pulverizados, pues la piedra que destruye la estatua representa el Reino eterno de Dios. Contrariamente a los imperios terrestres, este Reino no tendrá fin. Esta sucesión de los eventos históricos supera lo que el hombre pueda conocer posiblemente. Nabucodonosor tiene el beneficio y el favor de Dios, al mostrarle lo que sucederá en el futuro.

 En conclusión, los reinos construidos sin Dios se desmoronarán, se destruirán unos a otros, y serán finalmente reemplazados por Dios, el Señor de la historia, con el reino indestructible de Dios  --  Este es el mensaje del Libro de Daniel a los judíos perseguidos.

 

 

¿Y apoyarse…sobre qué?

 

En el Evangelio vemos, cómo el templo que es el orgullo de Jerusalén aparentemente está construido para ser eterno. Uno se admira de las bellas piedras, pero Jesús ve el carácter efímero de las construcciones humanas. Él denuncia también la fragilidad de nuestras estructuras sociales, políticas y económicas. La comunidad de los creyentes, ella misma no está exenta o libre de persecuciones. Se trata más que todo de perseverar en la fidelidad. Dios da la fuerza a aquellos que se apoyan en Él.

 

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En el siglo XXI, el lenguaje apocalíptico es extraño y confuso, pero éste fue fruto del testimonio de fe de los primeros cristianos, que a pesar de las persecuciones y lo que veían, siempre creyeron que Dios estaba con ellos y ese era el proyecto de Dios en el camino de la historia del Pueblo de Dios, desde la época de Jesús hasta el fin de los tiempos.

 

Ante las señales precursoras del fin dadas por Jesús no puede dominarlo a uno el miedo y la angustia, pues se deben ver como oportunidades de Salvación, para reafirmar la fe en Jesucristo y de vivir firmemente a Él, deseando vivir lograr el encuentro definitivo en la Vida Eterna con Dios: ¡Jesús en ti confío!



 

Oración


Señor Dios nuestro:
Nuestra fe no es una serena posesión
de la verdad y de ritos religiosos que nos dan seguridad.
Haz que nos percatemos de que la fe sufre pruebas
y de que tú nos llamas
para que seamos testigos creíbles
--en nuestro tiempo y en nuestra situación--
de la pasión y resurrección de tu Hijo.
Danos tu Santo Espíritu para que nos guíe
y para que guarde viva nuestra fe y esperanza
de que Jesucristo es Señor nuestro
y tú nuestro Padre Dios
por los siglos de los siglos.

 

 

Permanecer en paz en todas las cosas

 

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»


Lucas 21: 5–6

 

De manera literal, esta profecía de nuestro Señor se hizo realidad. En el año 70 d.C., el Templo sobre el que estaban comentando fue destruido. Después de profetizar esto, Jesús continúa advirtiendo a los discípulos que vendrán muchas confusiones. Habrá falsos profetas, guerras e insurrecciones, terremotos poderosos, hambrunas, plagas, "y del cielo vendrán visiones espantosas y señales poderosas". ¿Por qué Jesús profetiza todas estas cosas?

La respuesta fue simple. No estaba tratando de asustarlos. No estaba simplemente tratando de satisfacer su curiosidad. En cambio, les estaba advirtiendo y preparándonos a todos para que no nos engañen o nos aterroricemos cuando lleguen. Él dice: «Cuidado con que nadie os engañe “ y “no tengáis pánico”.

Como dice el viejo refrán, "La vida no es un cuenco de cerezas". Mientras vivamos en este mundo caído, el caos, la confusión, el engaño, el abuso, el escándalo, el conflicto y cosas por el estilo estarán a nuestro alrededor. Y cuando nos enfrentamos cara a cara con tal dificultad, existe la tentación del miedo, la ira y la desesperación. Ya sean conflictos familiares, disturbios civiles o incluso divisiones dentro de la Iglesia misma, Dios quiere que permanezcamos en paz y que confiemos en Él siempre.

Tome la propia vida de Jesús como ejemplo. Fue detenido, acusado falsamente, condenado a muerte y crucificado. Y a pesar de todo, permaneció en paz, sabiendo que su sufrimiento se convertiría en la fuente misma de una nueva vida. Dios puede usar todas las cosas para bien para aquellos que lo aman y lo sirven.

Reflexione hoy sobre el hecho innegable de que su vida implicará dificultades. A veces, esa dificultad es autoimpuesta como resultado de su pecado, y otras veces se impone injustamente a causa del pecado de otro. A decir verdad, solo debemos preocuparnos por nuestro propio pecado. Si se le presentan otros desafíos que están fuera de su control, utilice esos desafíos como oportunidades para confiar. 

Encomiende todas las cosas a Dios, cada sufrimiento, cada persecución, cada tragedia, cada lucha, todo. Si Dios el Padre pudo lograr el mayor bien jamás conocido a través del brutal asesinato de Su propio divino Hijo, entonces ciertamente puede hacer lo mismo con todo lo que usted le ofrezca en confianza. 

Confíe en todo momento y en todas las circunstancias, y nuestro Señor todopoderoso traerá el bien de todo.

 

Mi más poderoso Señor, Tú nos advertiste de las muchas dificultades que vendrían en nuestro camino antes de Tu glorioso regreso. Lo hiciste para ayudarnos a prepararnos y fortalecernos en esos momentos de prueba. Por favor, dame la gracia que necesito para confiar siempre en Ti y entregarme a cada cruz que llevo. Creo, querido Señor, que puedes sacar el bien de todo, incluso de las cosas más difíciles de la vida. Jesús, en Ti confío.

 

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