19 de noviembre del 2023: trigésimo tercer domingo del tiempo ordinario : Ciclo A

 

Comprometámonos!

Comprometámonos con energía y creatividad como la mujer perfecta de la primera lectura, o con audacia, como los servidores primero y segundo del Evangelio…Con lo que tenemos, hagamos lo mejor que podamos…

Dios nos acoge como somos, con nuestras capacidades reales y nuestras limitaciones. Superemos nuestros miedos. Dejemos que Dios ilumine la ruta de nuestro servicio valiente y entusiasta.



Perfecta entre todas las mujeres

 

¡La primera lectura es sobre una mujer que realmente nos gustaría conocer! Se nos da la oportunidad este domingo de tomarnos el tiempo para abrir el libro de Proverbios y leer el pasaje en su totalidad (Pr 31:10-31). 

Descubriremos a una mujer sabia que, en todo lo que conforma su vida, escudriña, discierne, elige lo que contribuirá a la felicidad de una casa abierta a los pobres y a los desafortunados. 

Una mujer digna de confianza, reconocida y admirada por su duro trabajo día y noche, por su forma de ser: “Vestida de fuerza y ​​esplendor, sonríe al futuro. Su boca habla con sabiduría y su lengua enseña bondad.»

Esta mujer, atravesada por una fuerza silenciosa, unificada en su manera de ser, de hablar, de actuar, es reconocida digna de ser elogiada y celebrada por su sabiduría. ¿De dónde viene esta sabiduría? El libro de Proverbios afirma: “Sólo la mujer que teme al Señor merece alabanza.» El respeto y la confianza en Dios son como la fuente de esta fuerza silenciosa. Lejos de guardarse el reconocimiento y la alabanza, esta mujer desvía nuestra mirada de ella misma y la dirige hacia el Señor, fuente de esta sabiduría.

 Apoyándose en la confianza del Señor, imbuida de la sabiduría de Dios, se revela figura de quien es reflejo de la sabiduría de Dios. ¿Quién mejor que la Virgen María puede encarnar esta figura de mujer perfecta?

¿Mi relación con Dios se basa en la confianza que él me brinda a través del don de talentos para explotar, para mi bien y el de los demás?
¿Sé alegrarme y alabar los dones admirados en los demás? 

Anne Da, Javiera



PRIMERA LECTURA

LECTURA DEL LIBRO DE LOS PROVERBIOS 31, 10-13. 19-20. 30-31

 

Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Vale mucho más que las perlas. Su marido se fía de ella, y no le faltan riquezas. Le trae ganancias y no pérdidas todos los días de su vida. Adquiere lana y lino, los trabaja con la destreza de sus manos. Extiende la mano hacia el huso, y sostiene con la palma la rueca. Abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre. Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura, la que teme al Señor merece alabanza. Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza.

Palabra de Dios

 

 

SALMO RESPONSORIAL

SALMO 127

R.- DICHOSO EL QUE TEME AL SEÑOR.

 

¡Dichoso el que teme al Señor

y sigue sus caminos!

Comerás del fruto de tu trabajo,

serás dichoso, te irá bien. R.-

 

Tu mujer, como parra fecunda,

en medio de tu casa; tus hijos,

como renuevos de olivo,

alrededor de tu mesa. R.-

 

Ésta es la bendición del hombre

que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,

que veas la prosperidad de Jerusalén

todos los días de tu vida. R.-

 

 

SEGUNDA LECTURA

LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS TESALONICENSES 5, 1-6

 

Hermanos:

En lo referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis que os escriba. Sabéis perfectamente que el Día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: "paz y seguridad", entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar. Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados.

Palabra de Dios.

 

 

ALELUYA Jn 15, 4a. 5b

 

Permaneced en mi, y yo en vosotros --dice el Señor--, el que permanece en mí da mucho fruto.

 

 

EVANGELIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 25, 14-15.19-21

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

--Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.

Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira he ganado otros dos." Su Señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."

Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que eras exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco para que al volver yo pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al quien tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes”.

 Palabra del Señor.

 

1

Hacer bien las pequeñas cosas

 

dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

--Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.

Mateo 25:14–15

 

Mucha gente sueña con hacer grandes cosas en esta vida. Quien practica deporte sueña con ganar el campeonato. Quienes están en el negocio sueñan con hacer crecer su negocio. Los artistas y actores sueñan con darse a conocer. En casi todo lo que hacemos, soñamos con sobresalir. Este impulso es parte de los deseos naturales que Dios nos ha dado.

Cuando se trata de la parte más importante de nuestras vidas, también debemos esforzarnos por sobresalir. ¿Cuál es la parte más importante de nuestras vidas? Es el llamado que hemos recibido para servir la voluntad de Dios. Por lo tanto, debemos esforzarnos por unir nuestro deseo natural de excelencia con nuestra fe para que seamos impulsados ​​a cumplir la gloriosa misión que Dios nos ha confiado a cada uno de nosotros.

Cada habilidad natural que tenemos debe ser vista como un regalo que Dios nos ha dado con el propósito de glorificarlo y promover Su Reino en la tierra. 

En nuestra parábola de hoy, el hombre que se fue de viaje confió a cada uno de sus siervos una gran suma de dinero. A uno le confió cinco talentos; a otros dos; a un tercero, uno. Un talento era una medida de metales preciosos como la plata o el oro. En el valor actual, un talento de plata valdría unos 30.000 dólares. Es mucho dinero confiado a cada uno de estos servidores. Sin embargo, cuando el maestro regresó, se refirió a este regalo inicial para cada uno como una pequeña cantidad y luego prometió confiar una gran cantidad a los dos sirvientes que usaran bien los talentos.

Desde una perspectiva humana, deberíamos ver los dones naturales que Dios nos ha dado como una cantidad enorme. Desde una perspectiva divina, debemos ver cada don natural de Dios como sólo el comienzo. Dios tiene mucho más que desea otorgarnos. Para obtener esas riquezas de la gracia, primero debemos usar bien lo que se nos ha dado para la gloria de Dios y para el avance de Su Reino.

¿Qué te ha confiado nuestro Señor? ¿Qué dones y talentos tienes? Al pensar en tus talentos naturales, considera qué tan bien los usas para el servicio de Dios. Usar tus habilidades naturales sólo para ti mismo es lo mismo que negarte a usarlas para Dios. Al hombre a quien se le confió un talento y no hizo nada con él, el maestro le dijo: “¡Siervo malvado y perezoso!” Luego tomó el talento y se lo dio al que tenía diez, que era responsable del dinero del amo. Entonces en nuestras vidas, si no dedicamos nuestras habilidades naturales al servicio de Dios, perderemos hasta lo poco que tenemos. Pero si unimos nuestro deseo natural de grandeza con el llamado a servir la voluntad de Dios, entonces no habrá límite para las riquezas de la gracia que Dios otorgará.

Reflexiona hoy sobre cuán diligente eres en tu impulso para cumplir la voluntad de Dios en tu vida. Si sientes que no puedes hacer una gran diferencia, intenta disipar esa idea. Intenta hacer bien las pequeñas cosas. Trabaja para perfeccionar tu caridad en tu vida diaria. Comprométete a la oración diaria. Esfuérzate por eliminar todo pecado de tu vida. Haz bien las pequeñas cosas y Dios sonreirá sobre estas pequeñas ofrendas y las transformará en sobreabundancia de gracia.

 

Mi generoso Señor, me has confiado una misión particular en la vida. Que pueda trabajar para sobresalir en esa misión, aunque parezca pequeña e insignificante. Mientras lo hago, por favor derrama Tus abundantes bendiciones de gracia para que sobresalga en darte la mayor gloria posible y sea un mayor instrumento de la venida de Tu Reino a la tierra. Jesús, en Ti confío.

 

2

Buena capacidad gestora


Domingo XXXIII del Tiempo ordinario, Ciclo A


Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

Sitio Web

 

 

“Un hombre que se iba al extranjero dejó a sus empleados encargados de sus bienes, a cada uno según su capacidad. Y luego se marchó”. 

San Mateo, cap. 25.



“Dios mío: ¿Qué haría yo sin mí?”. Una frase de Mafalda, que compendia una autoestima indispensable para vivir equilibradamente y avanzar. 

Y esta valoración nace espontáneamente del conocimiento de nuestras cualidades. Lástima que una pedagogía anterior no insistió de modo suficiente en el valor de cada persona. Más bien trató de opacarnos, en aras según decían, de una obligatoria humildad. Pero hoy hemos verificado que “Dios no fabrica basura”. 

Al identificar quiénes somos, podremos motivarnos a administrar los talentos recibidos del Señor, según enseña esta parábola. 

El Maestro nos habla de un hombre adinerado, que se marchó a lejanas tierras. Por lógica, un viajero de aquellos tiempos y de ahora, sólo lleva el dinero necesario. Pero dejar inactivas sus riquezas, podría perjudicar su hacienda. Por lo cual dejó a sus empleados el encargo de negociar con ellas. 

La parábola le pone cifras al dinero que aquel hombre confía a sus dependientes. A uno le encomienda cinco talentos, dos a otro, uno a un tercero. Y el texto explica: “Según su habilidad”. Hoy diríamos, de acuerdo a su capacidad gestora.

En la antigüedad, la palabra talento significó una notable suma, respaldada por 30 o 40 kilos de plata, según las regiones. Más adelante, el término llegó hasta nuestro idioma para señalar las dotes personales, en cualquier área del quehacer humano. 

Con estas fortunas entregadas a cada uno de los empleados podrían hacerse jugosos negocios. Aunque no sabemos qué tipo de inversiones realizaron, ni cuánto tiempo se mantuvo ausente su señor. Pero mientras dos de ellos se dedicaron a multiplicar los talentos, el tercero se llenó de temores.

Al parecer era un empleado perezoso que prefirió su cómoda pobreza al riesgo de invertir. La propia seguridad, frente a la severidad de su amo. Y es pintoresca su argumentación, cuando le piden cuentas: “Sabía yo que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”. San Lucas, al ponderar la inutilidad de este hombre, apunta que guardó el dinero en un pañuelo. 

Jesús explica de un modo figurado, la recompensa de Dios para quienes duplican sus talentos: “Te daré un cargo importante. Pasa al banquete de su Señor”. Hay aquí un detalle muy propio de la literatura bíblica: Compartir el banquete significa adquirir la condición de hijos. De todos modos, es generoso el premio que aquel hombre rico entrega a quienes le duplicaron sus bienes. Por el contrario, al empleado negligente lo despojan aún del talento recibido.

La parábola nos motiva a revisar nuestras cuentas de “haber y debe” delante del Señor. Ojalá, al final de nuestra vida, podamos asegurar: “Me confiaste, Señor, cinco talentos. Te he ganado otros cinco”. Construí una familia integrada en el amor, la madurez, el equilibrio. Puse toda mi ciencia al servicio de los demás. Creé una, o varias empresas. Con mi cabeza y con mi corazón enseñé a muchos a vivir. Atesoré con abundancia en la alcancía de los pobres. Todo cuanto me diste lo invertí, día a día, para embellecer el universo.

 

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