viernes, 17 de noviembre de 2023

18 de noviembre del 2023: sábado de la trigésima segunda semana del tiempo ordinario


Acuse de recibo


(Lucas 18, 1-8) A menudo somos como la viuda que llama a una puerta que parece no abrirse nunca. Desanimados por el silencio de Dios. ¡Nuestra oración es como un correo electrónico que el remitente, en su afán por una respuesta instantánea, envía con una solicitud de acuse de recibo para asegurarse de que ha llegado al destinatario! La oración es una fe humilde y obstinada en la justicia de Dios. ¿Encontrará fe el Hijo del Hombre en la tierra? ■

Colette Hamza, Javiera 


(Lucas 18, 1-8) La constancia es una regla de oro en muchas áreas: en la actividad física, la alimentación, la amistad, la educación infantil ... Ella también es esencial para la oración. Esta no requiere grados especiales ni una gran elocuencia: es suficiente con uno detenerse en presencia de Dios, día tras día.


Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría (18,14-16;19,6-9):

Un silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu palabra todopoderosa se abalanzó, como paladín inexorable, desde el trono real de los cielos al país condenado; llevaba la espada afilada de tu orden terminante; se detuvo y lo llenó todo de muerte; pisaba la tierra y tocaba el cielo. Porque la creación entera, cumpliendo tus órdenes, cambió radicalmente de naturaleza, para guardar incólumes a tus hijos. Se vio la nube dando sombra al campamento, la tierra firme emergiendo donde había antes agua, el mar Rojo convertido en camino practicable y el violento oleaje hecho una vega verde; por allí pasaron, en formación compacta, los que iban protegidos por tu mano, presenciando prodigios asombrosos. Retozaban como potros y triscaban como corderos, alabándote a ti, Señor, su libertador.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 104,2-3.36-37.42-43

R/. Recordad las maravillas que hizo el Señor


Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas;
gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor. R/.

Hirió de muerte a los primogénitos del país,
primicias de su virilidad.
Sacó a su pueblo cargado de oro y plata,
y entre sus tribus nadie tropezaba. R/.

Porque se acordaba de la palabra sagrada
que había dado a su siervo Abrahán,
sacó a su pueblo con alegría,
a sus escogidos con gritos de triunfo. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8):

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."»
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»

Palabra del Señor

 

 

Orando por la Voluntad de Dios

 

Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar.

 

Lucas 18: 6–8

 

Es interesante que Jesús use el ejemplo de un juez deshonesto para ilustrar la importancia de orar a Dios, llamándole día y noche pidiendo justicia. Según cuenta la parábola, a este juez le importaba poco una viuda de su pueblo que continuamente acudía a él para pedirle una decisión justa. Sintió como si ella lo estuviera molestando continuamente. Debido a que ella fue tan persistente, el juez pensó para sí mismo, “como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."».

 La conclusión de Jesús de esta parábola se cita arriba.

 

La lección simple que debemos aprender de esta parábola es que debemos ser persistentes en la oración. Dios siempre responderá a nuestras oraciones, asegurándose de que “se haga justicia” rápidamente. Pero muchas personas rezan y oran por alguna situación, rezan incluso por justicia, y parece que Dios no responde a su oración. Por lo tanto, algunos pueden cuestionar la promesa de Jesús de que la oración persistente siempre será respondida y siempre se hará justicia.

 

Si esta es tu experiencia, es fundamental que recuerdes dos cosas. Primero, las palabras de Jesús son verdaderas. Cuando perseveramos en la oración y confiamos en Dios, Él nos escucha y responde. Esta es la promesa inquebrantable de nuestro Señor. 

 

Pero, en segundo lugar, la "justicia" que Dios ofrece a menudo puede ser diferente de la justicia que esperamos. Puede ser que queramos que alguien pague por un daño que nos hizo, pero después de orar fervientemente, nuestro Señor no cumple con nuestras expectativas. Por esta razón, es esencial que sepamos que Dios responde cada oración que oramos, pero de acuerdo con Su perfecta voluntad y sabiduría. Por lo tanto, la visión de la justicia de Dios a veces puede ser muy diferente a la nuestra. A veces, su justicia se satisface con la invitación que nos hace a mostrar misericordia en abundancia. La verdadera misericordia siempre satisface a la justicia.

 

Tomemos, por ejemplo, el caso de alguien que te habla de manera grosera. Si le ofreces esa situación a nuestro Señor, Él entrará y te proporcionará Su gracia para que la enfrentes de acuerdo con Su voluntad. Quizás Él ablande el corazón de la otra persona para que se disculpe, o quizás, si no se disculpa y su corazón no se ablanda, entonces la respuesta de Dios a tu oración será darte la gracia de la humildad para que puedas amar a esa persona, a pesar de su falta de arrepentimiento. 

 

Independientemente de la forma en que nuestro Señor intervenga, el hecho es que Él intervendrá y le permitirá cumplir Su perfecta voluntad. Sin embargo, si tu oración es que la persona rinda cuentas y sea condenada, entonces es que estás tratando de decirle a Dios lo que debe hacer y Él no accederá a tu pedido.

 

Reflexiona hoy sobre cuán completamente confías en Dios. ¿Sabes, con certeza, que Él responderá a cada oración que ores fervientemente con fe de acuerdo con Su divina voluntad? Creer esto te libera y te permite vivir más plenamente en unión con Él. 

 

Si hay algún problema con el que luchas en este momento, incluso alguna aparente injusticia, entonces confíalo a nuestro Señor, día y noche sin cesar, y debes saber que Su gracia te guiará mientras te responde de acuerdo con Su voluntad.

 

 

Mi todopoderoso Señor, tu voluntad es perfecta en todas las cosas, y siempre me concedes tu gracia cuando oro sin cesar. Por favor, dame un Corazón confiado, querido Señor, para que nunca vacile en mi esperanza de que siempre responderás a mis oraciones de acuerdo con Tu voluntad. Jesús, en Ti confío.

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