17 de noviembre del 2023: viernes de la trigésima segunda semana del tiempo ordinario
Quien pierde gana
(Sabiduría
13, 1-9; Lucas 17, 26-37) “Necios
son estos hombres que ignoraron a Dios”, nos dice el libro de la
Sabiduría. ¿Y el evangelio? ¿Nos dice que los que se casan, plantan,
construyen... perecerán? San Agustín comenta: no, sino los que presumen de
estas cosas, los que las ponen delante de Dios. ¿Tiene Dios un lugar en el
corazón de las mil ocupaciones de nuestra vida? ¿Qué las dirige, las
orienta, les da significado? Perder nuestra vida en él. ■
Colette Hamza, Javiera
(Lucas 17, 26-37) Tomémonos el tiempo para relajarnos, meditar, la oración permite volvernos a centrar. Por lo tanto, así no dejamos de lado lo esencial de la vida: la relación con los demás y con Dios…
Primera lectura
Lectura del libro de la
Sabiduría (13,1-9):
Eran naturalmente vanos todos los hombres que ignoraban a Dios y fueron
incapaces de conocer al que es, partiendo de las cosas buenas que están a la
vista, y no reconocieron al Artífice, fijándose en sus obras, sino que tuvieron
por dioses al fuego, al viento, al aire leve, a las órbitas astrales, al agua
impetuosa, a las lumbreras celestes, regidoras del mundo. Si, fascinados por su
hermosura, los creyeron dioses, sepan cuánto los aventaja su Dueño, pues los
creó el autor de la belleza; y si los asombró su poder y actividad, calculen
cuánto más poderoso es quien los hizo; pues, por la magnitud y belleza de las
criaturas, se descubre por analogía el que les dio el ser. Con todo, a éstos
poco se les puede echar en cara, pues tal vez andan extraviados, buscando a
Dios y queriéndolo encontrar; en efecto, dan vueltas a sus obras, las exploran,
y su apariencia los subyuga, porque es bello lo que ven. Pero ni siquiera éstos
son perdonables, porque, si lograron saber tanto que fueron capaces de
averiguar el principio del cosmos, ¿cómo no encontraron antes a su Dueño?
Palabra de Dios
Salmo
Sal 18,2-3.4-5
R/. El cielo proclama
la gloria de Dios
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R/.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los limites del orbe su lenguaje. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Lucas (17,26-37):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como sucedió en los días de
Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se
casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y
acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban,
vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió
fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se
manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus
cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva.
Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el
que la pierda la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama:
a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una
se la llevarán y a la otra la dejarán.»
Ellos le preguntaron: «¿Dónde, Señor?»
Él contestó: «Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo.»
Palabra del Señor
1
El Evangelio de este día trata
sobre las palabras de Jesús acerca de los tiempos finales y la venida del Reino
de Dios.
Jesús advierte sobre la
importancia de estar preparados para su regreso. Compara los días finales con
los tiempos de Noé y Lot, donde la gente estaba ocupada con sus asuntos
diarios, sin darse cuenta de la importancia de estar en sintonía con la
voluntad de Dios. El mensaje es claro: en medio de nuestras actividades
cotidianas, no debemos descuidar nuestra relación con Dios ni ignorar su
llamado a vivir de acuerdo con sus enseñanzas.
El pasaje también destaca la
importancia de la decisión personal y la responsabilidad individual. Se
menciona cómo dos personas pueden estar juntas en un lugar, pero una será
llevada y la otra dejada. Esto enfatiza que, aunque vivimos en comunidad, cada persona
tiene la responsabilidad de su propia relación con Dios.
Jesús utiliza imágenes fuertes
para describir su retorno, hablando sobre la repentina separación y la
importancia de estar vigilantes. Nos insta a estar preparados en todo momento,
ya que su venida será inesperada.
En resumen, la enseñanza
central de este pasaje es la llamada a la vigilancia, la preparación constante
y la atención a nuestras vidas espirituales en medio de las ocupaciones
diarias. Nos recuerda que, en última instancia, somos responsables de nuestra respuesta
a la llamada de Dios y de vivir de acuerdo con su voluntad.
2
Abrazando
el momento presente
dijo
Jesús a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en
los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé
entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos.
Al
entrar en las últimas semanas del año litúrgico, comenzamos a prestar atención
a la venida final de Cristo.
En
el evangelio de hoy, Jesús nos da el ejemplo de Noé y Lot. En ambas
historias, la gente comía, bebía, se casaba, compraba, vendía, plantaba y
edificaba, hasta el mismo día en que las inundaciones vinieron a destruir la
tierra en la época de Noé y llovió fuego del cielo en el momento de
Lot. Tanto Noé como Lot se salvaron, pero muchos otros que estaban vivos
en ese momento se encontraron con una destrucción repentina e inesperada.
Jesús
dice que los "días del Hijo del Hombre" serán similares a estos dos
eventos anteriores. En un momento inesperado, Jesús regresará a la tierra
y sobrevendrá el Juicio Final. Entonces Su mensaje es claro: Has de estar
preparado en todo momento.
Aunque
estamos familiarizados con esta enseñanza de nuestro Señor, citada muchas veces
y de diversas formas en los Evangelios, muchas personas no prestan atención al
mensaje. Es fácil creer que siempre tienes el mañana para cambiar, por lo
que hoy cedes a la tentación. Y luego llega el mañana, y la tentación te
abraza una vez más con el pensamiento de que trabajarás en ello mañana y en
adelante. Podemos seguir perpetuando fácilmente nuestros pecados y abrazar
nuestras tentaciones mientras tenemos la buena intención de cambiar
mañana. Este es un error por dos razones.
En
primer lugar, siempre existe la posibilidad de que nuestro Señor venga hoy y
que hoy sea verdaderamente el fin del mundo. O, siempre queda una clara
posibilidad de que tu vida llegue a su fin hoy, repentina e
inesperadamente. Si eso sucediera, ¿estarías completamente listo para
comparecer ante el tribunal de Cristo? La mayoría de la gente no lo
estaría, al menos no del todo preparada. Por lo tanto, esto debería ser
suficiente motivación para trabajar incansablemente hoy para estar preparados
ahora y en cada momento en el futuro.
Pero
también deberíamos ver que esta profecía de nuestro Señor se aplica a cada
momento presente de cada día. Jesús siempre viene a nosotros, de repente y
sin previo aviso, invitándonos a servirle por gracia. Este pasaje del
Evangelio dice que “El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la
pierda la recobrará”. Esto se aplica al final de nuestras vidas y al
fin del mundo, pero también se aplica a cada momento presente de cada
día. Si continuamente buscamos perder nuestras vidas, es decir, elegir las
realidades celestiales en lugar de las indulgencias terrenales temporales con
las que somos tentados diariamente, entonces también experimentaremos
diariamente la gracia de la salvación, aquí y ahora, en cada momento presente
de nuestras vidas.
Reflexiona
hoy sobre si buscas o no perder la vida con regularidad por causa del Reino de
Dios. ¿Eliges continuamente la gracia, la misericordia, el cielo, la
obediencia, el amor, el autosacrificio, la compasión, el perdón y cosas por el
estilo, en cada momento de cada día de tu vida? Si es así, entonces
nuestro Señor continuamente te otorgará el regalo de Su gracia salvadora aquí y
ahora, preparándote para el momento final del juicio. Si no, entonces
serás más como la gente de la época de Noé y Lot que se encontró con una
destrucción repentina cuando menos la esperaban. Vive para Dios ahora,
hoy, en este momento, y estarás eternamente agradecido por haberlo hecho.
Mi
omnipresente Señor, siempre vienes a mí, repentina e inesperadamente, y muchas
veces no te escucho ni percibo tu presencia. Ayúdame a vivir continuamente
para Ti y por Tu gracia, eligiendo las realidades celestiales sobre las
indulgencias temporales. Que pueda vivir así siempre, encontrándome
contigo en cada momento de mi vida y anticipando ese glorioso encuentro final
contigo en el momento del juicio. Jesús, en Ti confío.
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