16 de noviembre del 2023: jueves de la trigésima segunda semana del tiempo ordinario
Percibiendo
el Reino de Dios
(Lucas 17, 20-25) ¡El reino de Dios está dentro de nosotros! No corramos de aquí para allá, no nos dejemos llevar por los mercaderes de sueños. Humilde y escondido, él está ahí, en los días ordinarios. En el acompañamiento al moribundo hasta el final, en la acogida del extraño, en la fidelidad en los momentos de prueba, en el compartir, en la justicia, en el respeto a todos, en la sonrisa, en la mano tendida... Estemos atentos a sus signos.
Colette Hamza, Javiera
Percibiendo el Reino de Dios
A
unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios, Jesús
les contestó: «El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que
está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.»
¿Por
qué los fariseos le hicieron esta pregunta a Jesús? ¿Por qué querían saber
cuándo vendría el Reino de Dios?
Para
responder a esta pregunta, primero debemos mirar el contexto completo de las
diversas comunicaciones entre Jesús y los fariseos.
Cuando
hacemos esto y vemos las muchas formas en que los fariseos intentaron atrapar a
Jesús en el hablar y las veces en que nuestro Señor los reprendió firmemente,
parece claro que ellos no le hicieron a Jesús esta pregunta con inocencia y
franqueza. En cambio, una vez más intentaron atraparlo. Hicieron una
pregunta mediante la cual dieron la apariencia de creer en las enseñanzas de
Jesús de que el Reino de Dios se acercaba, pero no preguntaron con fe sino con
burla y en un intento de hacerle tropezar en su respuesta.
La
respuesta de Jesús es misteriosa. Deja poco espacio para que los fariseos
usen el discurso en su contra. Quizás los fariseos esperaban que Jesús
dijera que el Reino vendría pronto, o el próximo mes, o dentro de un
año. Pero la respuesta de Jesús los deja confundidos ante este misterio de
que "el Reino de Dios está dentro de vosotros".
Mucho
de lo que dice Jesús solo puede entenderse completamente a través de la
fe. A menudo habla en un lenguaje velado intencionalmente, porque la única
manera de levantar el velo para percibir el significado de Sus enseñanzas es
confiar en el don inspirado de la fe. La fe es como una llave para
descubrir los secretos de los misterios de Dios. La fe se convierte en una
lupa a través de la cual se comprende cada parábola, cada forma de hablar y
cada misterio enseñado por nuestro Señor. Pero sin este don inspirado de
la fe, las enseñanzas de Jesús siguen siendo misteriosas e incomprensibles.
Cuando
meditas en estas palabras de que “el Reino de Dios está dentro
vosotros”, ¿qué entiendes? ¿Puedes utilizar el don de la fe para
descubrir el significado de esta sagrada enseñanza? Curiosamente, leer las
palabras de Jesús, dichas de manera velada, nos ofrece la oportunidad de probar
nuestra propia fe. Si leemos sus palabras y nos quedamos confundidos,
entonces esta es una clara señal de que debemos orar y estar abiertos al don de
la fe. Pero si leemos las misteriosas enseñanzas de Jesús y se nos da la
luz del entendimiento, entonces esta es una razón clara para regocijarnos, ya que
esta comprensión solo es posible a través del don de la fe.
Reflexiona
hoy sobre esta sagrada enseñanza de nuestro Señor: "El Reino de Dios
está dentro de vosotros". Medita en esas palabras y ora para
tener conocimiento y comprensión. Las palabras de Jesús son
verdaderas. Su Reino verdaderamente está en todas partes, a nuestro
alrededor y dentro de nosotros. Está vivo y coleando. ¿Lo ves? ¿Lo
percibes? ¿Ves tu papel en su construcción? Usa estas preguntas como
una prueba de tu propio nivel de fe y has de saber que Dios quiere revelarte
estos misterios que solo pueden ser comprendidos por Su gracia.
Mi
misterioso Señor, Tu Reino está en todas partes, a nuestro alrededor y dentro
de nosotros. Yo creo. Dame los ojos de la fe para que pueda percibir
continuamente Tu mano en acción. Que esté siempre atento a todo lo que
deseas revelarme y abierto al significado profundo de los misterios que me
revelas. Aumenta mi fe, querido Señor, para que pueda conocerte y unirme a
la edificación de Tu glorioso Reino. Jesús, en Ti confío.
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