lunes, 20 de noviembre de 2023

21 de noviembre del 2023: Presentación de La Virgen María.- Martes de la 33a semana del tiempo ordinario

 

La Presentación de La Virgen María


(Mateo 12, 46-50) La presentación de María en el Templo no tiene base en las Escrituras. Es el protoevangelio de Santiago, un escrito llamado “apócrifo”, ​​que nos habla de ello. Una forma de significar la consagración exclusiva de María a Dios y la preparación para su futuro papel como madre del Mesías. En este sentido, el evangelio está en consonancia con este tiempo de retraimiento, que apunta hacia la interioridad y la oración de María en su confrontación con la realidad. Ella que “se acordó de todos estos acontecimientos y los meditó en su corazón” (cf. Lc 2,51). ■

Emmanuelle Billoteau, ermitaña



(Lucas 19, 1-10) Hoy nos encontramos con el Señor Jesús en la celebración eucarística y la oración. Es una llamada a dejarnos transformar desde dentro como Zaqueo para vivir en el amor y la justicia verdaderos.


Primera lectura

Lectura del segundo libro de los Macabeos (6,18-31):

En aquellos días, a Eleazar, uno de los principales escribas, hombre de edad avanzada y semblante muy digno, le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo. Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida. Los que presidían aquel sacrificio ilegal, viejos amigos de Eleazar, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera, haciendo como que comía la carne del sacrificio ordenado por el rey, para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con consideración.
Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la Ley santa dada por Dios, respondió todo seguido: «iEnviadme al sepulcro! Que no es digno de mi edad ese engaño. Van a creer muchos jóvenes que Eleazar, a los noventa años, ha apostatado, y, si miento por un poco de vida que me queda, se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso seria manchar e infamar mi vejez. Y, aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no escaparía de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable Ley.»
Dicho esto, se dirigió en seguida al suplicio. Los que lo llevaban, poco antes deferentes con él, se endurecieron, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar.
Él, a punto de morir a fuerza de golpes, dijo entre suspiros: «Bien sabe el Señor, que posee la santa sabiduría, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y los sufro con gusto en mi alma por respeto a él.»
Así terminó su vida, dejando, no sólo a los jóvenes, sino a toda la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.


Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 3,2-3.4-5.6-7

R/.
 El Señor me sostiene

Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí: «Ya no lo protege Dios.» R/.

Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo. R/.

Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,1-10):

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.»
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»
Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»

Palabra del Señor

 


 El profundo deseo del corazón


En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.

Lucas 19: 1-3

 

Una vez más, nuestro Señor se acerca a alguien que viene a Él con humildad y necesidad. Zaqueo era un hombre rico, materialmente hablando. Pero interiormente era pobre y necesitado. Y fue esta pobreza espiritual que estaba experimentando lo que lo llevó a buscar a Jesús con mucha determinación.

 

Probablemente Zaqueo nunca imaginó ese día que Jesús se ofrecería a ir a su casa. Claramente, se subió al árbol para ver a Jesús porque sentía un fuerte deseo de conocer a nuestro Señor. Dado que era materialmente rico, parece claro que ya no estaba satisfecho en la vida simplemente por su cómodo estilo de vida.  Algo faltaba y no pudo evitar saber que Jesús tenía la respuesta. De modo que Zaqueo hizo lo que algunos pudieron haber considerado inusual. Se subió a un árbol para poder ver al Maestro.

 

¿Por qué Jesús se detuvo, miró a Zaqueo y lo llamó, diciéndole que se iba a quedar en su casa? Es porque Jesús pudo sentir la necesidad en el corazón de Zaqueo. Los corazones pobres, necesitados y abiertos son muy atractivos para Jesús. Él nunca pierde la oportunidad de venir a almas humildes como esta.

 

Zaqueo responde a nuestro Señor inmediatamente prometiendo corregir los errores que ha cometido en el pasado. Promete regalar la mitad de sus posesiones y devolver cuatro veces a quien haya extorsionado. Esto revela la autenticidad del corazón de Zaqueo. 

 

Cuando Jesús pasa a tu lado, ¿qué sientes? ¿Se siente atraído por tu corazón? ¿Se siente atraído hacia ti por tu disposición interior de humildad y necesidad? Es fácil para nosotros pasar por la vida actuando como si lo tuviéramos todo, y no necesitáramos nada. Podemos poner una fachada que refleje una actitud de fuerza y ​​éxito. Pero Jesús rara vez llega al alma que expresa poca necesidad. Si queremos atraer a Jesús hacia nosotros, entonces debemos reconocer la pobreza dentro de nosotros mismos, incluso si somos ricos materialmente y tenemos éxito en el mundo. Todos debemos humillarnos como Zaqueo sabiendo que Jesús es la única respuesta en la vida.

 

Reflexiona hoy sobre el hecho de que tú y nadie más que tú tiene la capacidad de atraer a Jesús hacia ti mismo. Puedes hacer esto mirando tu necesidad de Él. No la escondas. Sube al árbol figurativo por el cual podrás buscar a Jesús y, lo que es más importante, por el cual Jesús puede ver tu deseo manifiesto por Él. 

 

Al expresar tu necesidad de Él, has de saber que Él se verá obligado, por Su inquebrantable amor y misericordia, a venir a ti y quedarse contigo en la casa de tu alma. Y cuando lo haga, has de estar listo y dispuesto a abandonar todo lo que ha sido un obstáculo para tu encuentro con Cristo en el pasado.

 

 

Mi atento Señor, siempre estás consciente de todo corazón que te anhela. Nunca ignoras a aquellos que te desean en su vida. Ayúdame a ver mis propias necesidades y luchas interiores y a verte como la única fuente de satisfacción en la vida. Me comprometo a buscarte, querido Señor. Y cuando vengas a mí, me comprometo a abandonar todo lo que me ha alejado de ti en el pasado. Jesús, en Ti confío.

 

21 de noviembre: Presentación de la Santísima Virgen María—Memorial

 

Y tenía la niña tres años, y Joaquín dijo: Invita a las hijas de los hebreos que sean inmaculadas, y que tome cada una, una lámpara, y que estén con las lámparas encendidas, para que la niña no vuelva atrás, y su corazón ser arrebatado del templo del Señor. Y así hicieron hasta que subieron al templo del Señor. Y el sacerdote la recibió, la besó y la bendijo, diciendo: El Señor ha engrandecido tu nombre en todas las generaciones. En ti, en el último de los días, el Señor manifestará su redención a los hijos de Israel. Y la sentó en el tercer escalón del altar, y el Señor Dios envió gracia sobre ella; y danzaba con sus pies, y toda la casa de Israel la amaba. Y sus padres descendieron maravillados y alabando al Señor Dios, porque la niña no había vuelto atrás. Y María estaba en el templo del Señor como si fuera una paloma que habitaba allí, y recibió alimento de mano de un ángel. 

~Protoevangelio de Santiago

 

Hay tres “evangelios” que se cree, han influido mucho en el memorial de hoy: el Protoevangelio de Santiago, el Evangelio de Pseudo-Mateo y el Evangelio de la Natividad de María. 

El primero de estos escritos fue el Protoevangelio de Santiago (también llamado “Evangelio apócrifo de Santiago”), que probablemente fue escrito en algún momento del siglo II. No se considera parte de la palabra inspirada de Dios, es decir, el canon de las Escrituras, porque en realidad no parece haber sido escrita por el apóstol Santiago. No obstante, como muchos documentos cristianos primitivos, este evangelio apócrifo tuvo una gran influencia en la Iglesia primitiva. Es de este escrito que la Iglesia toma los nombres tradicionales de los padres de la Santísima Virgen María, los santos Joaquín y Ana, ya que ese es el único registro de sus nombres que tenemos.

El Protoevangelio de Santiago ofrece un relato detallado de la vida de la Santísima Virgen María. Detalla su Inmaculada Concepción, nacimiento, presentación en el Templo y su vida en el Templo donde oró continuamente y fue ministrada por ángeles hasta los doce años. La historia continúa con su matrimonio milagrosamente concertado con San José, el nacimiento de Jesús, el encuentro de Herodes con los Magos, la matanza de los Santos Inocentes y el martirio de Zacarías, el padre de San Juan Bautista. Aunque el evangelio apócrifo de Santiago no contradice nada de los evangelios canónicos, se añaden muchos más detalles que podrían ser ciertos.

En el momento del nacimiento de la Santísima Virgen María, no era raro que algunos niños fueran presentados en el Templo a una edad temprana, criados allí y entrando a servir en el Templo. Ayudaban a los sacerdotes y actuaban como servidores de la caridad. Aunque cada primogénito era presentado ritualmente al sacerdote en el Templo ocho días después de su nacimiento para ser consagrado a Dios, a veces también se presentaban niñas, pero con el propósito de entrar al servicio del Templo. San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia del siglo XVIII que escribió extensamente sobre la Santísima Virgen María, ofrece esta descripción de su presentación en el Templo, que refleja los relatos evangélicos apócrifos antes mencionados:

Apenas cumplidos los tres años, la santa niña María suplicó a sus padres que la colocaran en el templo según la promesa que le habían hecho. Llegado el día señalado, la joven Virgen inmaculada salió de Nazaret con San Joaquín y Santa Ana, acompañada por una hueste de ángeles que atendían a aquella santa niña destinada a convertirse en la madre de su Creador... A su llegada al templo de Jerusalén, La santa niña se volvió hacia sus padres. Arrodillándose, besó sus manos, pidió su bendición y luego, sin mirar atrás, subió las escaleras del templo. Allí, renunciando al mundo y a todo lo que éste podía ofrecerle, se ofreció y consagró totalmente a Dios. A partir de entonces, la vida de María en el templo fue un continuo ejercicio de amor, ofreciendo todo su ser a su Señor… Como joven virgen en el templo, María no hizo más que orar, deseando ser sierva de la Santísima Virgen elegida para ser la madre de Dios

( Glorias de María , En la Fiesta de la Presentación de María).

 

Se cree que esta fiesta se originó en la liturgia bizantina oriental alrededor del siglo VI, cuando el emperador romano bizantino Justiniano I construyó una iglesia en Jerusalén cerca de las ruinas del Templo llamada Basílica de Santa María la Nueva. En el siglo IX, varios monasterios de la Iglesia latina comenzaron a observar esta fiesta, y se añadió al calendario de la Iglesia Universal en el siglo XV. 

En 1953, el Papa Pío XII vinculó este memorial de la Presentación de María a una conmemoración anual de la Jornada Mundial de la Vida de Clausura. Lo hizo por la creencia de que la Santísima Virgen María no sólo fue presentada en el Templo cuando era niña, sino que luego vivió su infancia en constante oración y soledad, convirtiéndose en el modelo más excelente para los del claustro.

En 1974, el Papa San Pablo VI escribió una hermosa exhortación apostólica, Marialis Cultus (Para el correcto ordenamiento y desarrollo de la devoción a la Santísima Virgen María) , en la que habla del desarrollo de la devoción mariana en la vida de la Iglesia. Respecto a fiestas como la actual, que nos llegan en parte de fuentes apócrifas, dice: “Hay aún otras [fiestas] que, aparte de su contenido apócrifo, presentan valores elevados y ejemplares y mantienen tradiciones venerables que tienen su origen especialmente en el Este."

Al celebrar la memoria litúrgica de la Presentación de María en el Templo, honramos especialmente el hecho de que, independientemente de la falta de certeza de los detalles históricos, la Santísima Virgen María vivió una vida de profunda oración y contemplación desde sus primeros años y continuó haciéndolo durante toda su vida. Ella siempre ha sido y sigue siendo la Inmaculada, la Esposa sin pecado del Espíritu Santo, la primera contemplativa y la que dedicó toda su vida al servicio de la voluntad de Dios. Incluso si el relato de su presentación y servicio infantil en el Templo no está representado con precisión en estas primeras fuentes, la realidad espiritual de su total dedicación a la voluntad de Dios a lo largo de su vida es un dogma indiscutible de nuestra fe.

Mientras reflexionamos sobre los primeros años de vida y la dedicación de la Santísima Virgen María a la voluntad de Dios hoy, reflexionemos sobre el hecho de que cada niño es capaz de tener una fe profunda y un compromiso con la voluntad de Dios. Para aquellos a quienes se les ha confiado la tutela y crianza de los niños, permitan que su reflexión orante sobre la vida santa de María Santísima cuando era niña los inspire a ayudar a todos los jóvenes a imitar su profunda fe y santidad.

 

Santísima e Inmaculada Virgen María, fuiste concebida sin pecado y permaneciste sin pecado durante toda tu vida. Con la perfección de cada virtud y gracia, amaste y serviste a Dios desde pequeño. Por favor, orad por mí, mientras ayudo a inspirar a los jóvenes en los caminos de la santidad, para que nunca tenga miedo de señalarte como modelo y mediadora de la gracia de Dios. Santísima Virgen María, ruega por mí. Jesús, en Ti confío.


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