viernes, 3 de noviembre de 2023

4 de noviembre del 2017 sábado de la 30a semana del TO o San Carlos Borromeo


(Lucas 14, 1.7-11) Vaya que es bien difícil resistir ante la presión social. Todo me invita a destacarme, a buscar poder, a avistar el primer puesto. Yo debo buscar sin cesar mi justo lugar en medio de los otros y ante Dios.



Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (11,1-2a.11-12.25-29):

¿Habrá Dios desechado a su pueblo? De ningún modo. También yo soy israelita, descendiente de Abrahán, de la tribu de Benjamín. Dios no ha desechado al pueblo que él eligió. Pregunto ahora: ¿Han caído para no levantarse? Por supuesto que no. Por haber caído ellos, la salvación ha pasado a los gentiles, para dar envidia a Israel. Por otra parte, si su caída es riqueza para el mundo, es decir, si su devaluación es la riqueza de los gentiles, ¿qué será cuando alcancen su pleno valor? Hay aquí una profunda verdad, hermanos, y, para evitar pretensiones entre vosotros, no quiero que la ignoréis: el endurecimiento de una parte de Israel durará hasta que entren todos los pueblos; entonces todo Israel se salvará, según el texto de la Escritura: «Llegará de Sión el Libertador, para alejar los crímenes de Jacob; así será la alianza que haré con ellos cuando perdone sus pecados.» Considerando el Evangelio, son enemigos, y ha sido para vuestro bien; pero considerando la elección, Dios los ama en atención a los patriarcas, pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 93,12-13a.14-15.17-18

R/.
 El Señor no rechaza a su pueblo

Dichoso el hombre a quien tú educas,
al que enseñas tu ley,
dándole descanso tras los años duros. R/.

Porque el Señor no rechaza a su pueblo,
ni abandona su heredad:
el justo obtendrá su derecho,
y un porvenir los rectos de corazón. R/.

Si el Señor no me hubiera auxiliado,
ya estaría yo habitando en el silencio.
Cuando me parece que voy a tropezar,
tu misericordia, Señor, me sostiene. R/.


Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,1.7-11):

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

Palabra del Señor


//////

Permanecer fiel a mis convicciones

El santo de hoy, Carlos Borromeo, encarna y personaliza la renovación de la Iglesia. Aunque gracias a los abusos de su tiempo, por ser sobrino del Papa llegó a ser cardenal, secretario de Estado y arzobispo de Milán, todo esto cuando solo tenía 22 años. Él era muy capaz y no se dejó corromper. Jugó un papel muy importante en las etapas finales del Concilio de Trento. Finalmente, siendo obispo de Milán, puso en práctica la renovación de la Iglesia mandada por el Concilio; se esforzó con eficacia en esa tarea reformando las estructuras diocesanas, fundando seminarios para la formación del clero, haciendo frecuentes visitas pastorales a las parroquias, dando generosamente todo lo que tenía, incluyendo su ropa de cama durante una epidemia de peste. Murió muy joven, a los 46 años, consumido por el amor y celo de Cristo.

Evangelio:

Después dijo al que lo había invitado: "Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa.
 Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.  ¡Feliz eres tú, porque ellos no tienen cómo retribuirtey así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!".

Esto es todo un despropósito en nuestros días. Es seguro que muy pocos o casi nadie cumple al pie de la letra esta sugerencia de Jesús. Mismo en las culturas y los medios más pobres que la clase media occidental esto es una utopía (hablo por ejemplo en etnias africanas), pues siempre en las fiestas convocamos a la familia, los amigos, vecinos cercanos, de buena reputación o que tienen algo para darnos a cambio. Seguramente que ustedes como yo, cuando hemos sido anfitriones o nos han invitado a una prestigiosa fiesta hemos recordado este pasaje y nos  hemos sentido interpelados, cuestionados y bastante incómodos…pero la ventaja es que la preocupación pasa rápido en cuanto se pega la primera mordida al suculento pernil de pollo puesto sobre nuestro plato.

Lo que quiere decir en el fondo Jesús es que así seamos invitados a comer en un ambiente de ricos, de aristócratas y bien acomodados, no podemos dejarnos influir por las ideas injustas, egoístas (y con las cuales se asocia por tradición bíblica a los ricos. Por ejemplo el mensaje del profeta Oseas de cara a los ricos y a la riqueza es que toda riqueza es injusta, y que esta es amasada muchas veces a costa del sufrimiento y explotación de los pobres).

Jesús que estuvo sentado en la misma mesa con Nicodemo, Zaqueo, Simón el fariseo, y con el “patrón o anfitrión” al cual se alude en este pasaje…no se dejó influenciar ni moldear por ellos…Jesús asume su contacto con los ricos (encuentros, comidas, discusiones) sin dejarse contaminar por su visión de las cosas, sino al contrario permaneciendo en situación de ruptura ética con ellos.

El presente pasaje aparece como una magnifica ilustración de este fenómeno. Jesús está presto, listo a dejarse invitar, pero no a dejarse “embaucar” o comprometer” e ir en contra de sus principios. Si entra en cualquier parte, por más impresionantes que sean los lugares en cuanto al lujo y la brillantez y el prestigio de quienes lo acogen, Él no deja sus convicciones en la puerta. De una manera que aparece, con todo, civilizada, Jesús llega cuestionar  en el antro del establishment (grupo dominante, élite visible  que ostenta la autoridad)  como aquí (Él está acá  “En casa de uno de los jefes de los fariseos”!- v.1

Ciertas promociones, y  es triste reconocerlo!, son al mismo tiempo llamados a apoyar el pedal suave en las convicciones personales y las solidaridades sociales. Para avanzar, muy a menudo, es necesario consentir que se vuelva  simple la sal de mis convicciones, y poner bajo el celemín algunos de mis valores. Pero Jesús, por el contrario, no recula ni un ápice en eso que Él evalúa como sus solidaridades esenciales: los pobres, los estropeados, los cojos, los ciegos. Es como si Él dijera a su anfitrión: si tú me invitas, prepárate a invitarlos a ellos: yo no avanzo sin ellos!

Hay entonces aquí algo más que una exhortación moral al compartir. Tenemos el testimonio de un hombre que permanece siendo fiel a Él mismo en medio de personas que no piensan como Él, y que critica (se opone) claramente a ciertas prácticas de compartir egoísta en nombre de sus solidaridades primeras.


El cristiano no es aquel que privilegia vagamente ciertos valores teóricos, sino que es Aquel que permanece de pie-   muy a menudo, solo – en medio de personas que no ven las cosas como Él.

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