26 de noviembre del 2023: Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo
La alegría de servir
En 1925, Pío XI instituyó la
solemnidad de Cristo Rey del universo para denunciar el secularismo propio de
este período de la historia. El Papa pretende así renovar el ardor
misionero de los fieles de la época. Para ello, los exhorta a profundizar
la expectativa del regreso de Cristo; redescubrir el gusto por anunciar la
Buena Nueva; reconciliar a las personas con Dios.
Casi 100 años después, las
intuiciones detrás de la creación de esta Fiesta no han envejecido ni un
ápice. Revitalizar el deseo de misión y dejar germinar la creatividad del
Espíritu siguen siendo llamadas contemporáneas.
La liturgia de este domingo nos invita a escuchar la parábola a menudo llamada "el juicio final". Como señala la biblista Marie-Noëlle Thabut, esta parábola habla primero del vínculo esencial de Cristo con quien tiene hambre, sed, frío, herido... antes de enviarnos de nuevo al juicio de Dios.
Por tanto, captar a Cristo en lo más mínimo profundiza nuestra esperanza, porque tiene sentido ponerse al servicio de quien sufre.
Con ellos esperamos el regreso de Cristo en gloria.
Con estas mujeres y hombres inventamos las palabras del Evangelio para hoy.
Con estas hermanas y hermanos concretamos
nuestros intentos de reconciliación: Cristo es Rey y, en su reino, la alegría
es un don que nace del servicio, de la generosidad y del deseo de esperar
juntos.
¿Qué significa para mí la Fiesta de Cristo Rey?
¿Qué atractivos extraigo de esta parábola del regreso de Cristo?
Karem Bustica, editora jefe de
"Prions en Église"
"Yo tenía hambre"
Hoy es la solemnidad de Cristo,
Rey del Universo. Este título quizás nos parezca de otra época, y pensemos que
es algo del pasado y que no combina o conviene mucho con la identidad del Señor
Jesús.
Los "grandes" de su
Reino son los hambrientos, los enfermos, los extranjeros con quienes se
identifica. Pidámosle al Señor que nos ayude a comprender este misterio y hacer
nuestros corazones sensibles y acordes con su sentimiento.
Cristo, Rey del Universo, ejerce
su realeza de una manera única. Él juzgará todos los seres humanos de acuerdo
con lo que hayan hecho en favor de los más desfavorecidos. Los grandes de su
Reino, reiteramos, son los hambrientos, los enfermos, los extranjeros, con
quienes Él se identifica.
Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel
(34,11-12.15-17):
Así dice el Señor Dios: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo
su rastro. Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le
dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de
todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones.
Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear –oráculo del Señor
Dios–. Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las
heridas; curaré a las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y las
apacentaré como es debido. Y a vosotras, mis ovejas, así dice el Señor: Voy a
juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 22,1-2a.2b-3.5.6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar. R/.
Me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R/.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta de san Pablo a los
Corintios (15,20-26.28):
Cristo resucitó de entre los
muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha
venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a
la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después,
cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando
Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado,
poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos
estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Y, cuando
todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo
había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Mateo
(25,31-46)
En aquel tiempo, dijo Jesús a
sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los
ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él
todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las
ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su
izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros,
benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la
creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me
disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me
vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme."
Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y
te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te
hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y
fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo
hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis."
Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al
fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me
disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me
hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me
visitasteis. Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos
con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te
asistirnos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo
hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y
éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»
Palabra del Señor
dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se
sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y
pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
¡Feliz Solemnidad de
Jesucristo, Rey del Universo! El año litúrgico de la Iglesia está
organizado de tal manera que reflexionamos sobre toda la vida de Cristo en
diferentes estaciones y en diferentes momentos. El Adviento es una
preparación para la celebración de la primera venida de Cristo que también se
centra en la venida final. La Navidad es un tiempo para celebrar la
Encarnación cuando el Hijo de Dios se manifestó al mundo a través de Su
nacimiento. La Cuaresma y la Pascua se centran en la pasión, muerte y
resurrección de Jesús, y el Tiempo Ordinario nos presenta las muchas lecciones
y milagros del ministerio público de Jesús. Además, hay muchos memoriales,
fiestas y solemnidades especiales mediante las cuales nos concentramos
intensamente en alguna persona o aspecto particular de nuestra fe. Cada
fiesta y estación está destinada a ayudarnos a profundizar más en el misterio
de fe que celebramos.
Este es el último domingo de
nuestro año eclesial. Nuestro enfoque hoy es el fin de los tiempos cuando
Jesús regresará nuevamente para juzgar a los vivos y a los muertos y establecer
Su Reino permanente y glorioso, visible para todos. El Catecismo de
la Iglesia Católica describe este momento de esta manera:
El Juicio Final vendrá cuando
Cristo regrese en gloria. Sólo el Padre sabe el día y la hora; sólo
él determina el momento de su venida. Luego, a través de su Hijo
Jesucristo, pronunciará la última palabra sobre toda la historia. Conoceremos
el sentido último de toda la obra de la creación y de toda la economía de la
salvación y comprenderemos los caminos maravillosos por los que su Providencia
condujo todo hacia su fin último. El Juicio Final revelará que la justicia
de Dios triunfa sobre todas las injusticias cometidas por sus criaturas y que
el amor de Dios es más fuerte que la muerte (#1040).
Dios es verdaderamente un
misterio. Él es el mayor de los misterios. Como misterio, Dios es
siempre lo desconocido en el sentido de que es infinito y eterno. Él se ha
revelado a nosotros, pero siempre profundizaremos en nuestro conocimiento de Él
debido a Su naturaleza infinita e interminable. Es importante entender
esto porque cuando contemplamos los muchos misterios que Dios ha revelado,
debemos abordarlos como conocidos y desconocidos. Nuestra solemnidad de
hoy es uno de esos misterios.
De este gran momento en el
tiempo, sabemos que el Hijo de Dios regresará a la tierra para emitir Su juicio
final sobre todos los vivos y los muertos. Será el momento final del
tiempo tal como lo conocemos ahora. Los muertos resucitarán y nuestros
cuerpos y almas se reunirán. Los justos entrarán a los gloriosos Cielos y
Tierra Nuevos. Los que estén en pecado mortal serán condenados por la
eternidad. El mundo ya no será un mundo caído. Toda enfermedad y
desorden en la naturaleza será eliminado. Sobrevendrá la paz y se
establecerá un orden perfecto. Dios será el Rey universal y gobernará este
nuevo mundo para siempre.
Al celebrar este glorioso
misterio de nuestra fe, debemos aceptar y creer todo lo que sabemos al
respecto. Pero al hacerlo, también debemos abordarlo con profunda
humildad, admitiendo ante nosotros mismos que nunca comprenderemos
completamente la maravilla de ese día hasta que llegue. Ningún concepto
terrenal podrá jamás acercarse a describir completamente ese momento en el
tiempo, pero debemos adherirnos a nuestra creencia en él con una fe profunda e
inquebrantable.
Reflexione hoy, con profunda
fe, sobre este momento glorioso y definitivo en el tiempo que está por
venir. Ese día, lo único que importará es cuán fiel usted haya sido a la
voluntad de Dios. Su caridad se convertirá en un libro abierto para que
todos lo vean, y las recompensas por su caridad permanecerán con usted para
siempre. Mientras piensa en ese día con fe, permítase animarse a hacer
todo lo que pueda hoy para prepararse para el Juicio Final. Cuando llegue
ese día, será demasiado tarde para cambiar. Prepárese hoy y mañana y todos
los días de su vida para que cuando Jesús regrese en toda Su gloria, sea el día
más glorioso de su vida.
Glorioso y universal Rey del
Universo, creo y profeso con fe firme que Tú volverás nuevamente para juzgar a
vivos y muertos y establecerás Tu glorioso Reino que nunca tendrá fin. Por
favor, ayúdame a comprender la grandeza de ese momento y a hacer todo lo que
pueda, cada día de mi vida, para prepararme para que sea, de hecho, el comienzo
del mejor día de mi vida. Jesús, en Ti confío.
Oración-contemplación
Te alabamos y te damos gracias,
Dios Padre nuestro,
por habernos dado nuestro rey
en la persona de Jesús tu Hijo.
Él es nuestro rey y por tanto por siempre nuestro
hermano.
Él es nuestro rey y está presente en los pobres.
Él es nuestro rey y reina
con el solo poder del amor.
Te alabamos y te damos gracias,
Dios Padre Nuestro,
por darnos, prepararnos un lugar
en el reino inaugurado por Jesús,
reino de verdad, de paz y de justicia.
Te alabamos y te damos gracias,
Dios Padre Nuestro,
por revelarnos nuestra dignidad
y manifestarnos tanta confianza
invitándonos a colaborar
en el advenimiento
del reino de Jesús,
Señor y Rey del universo.
OBJETIVOS PARA VIVIR DURANTE LA SEMANA
Al volver a leer el evangelio, hago la lista de personas que conozco y que viven situaciones de honda tristeza.
¿Qué gestos podría yo hacer por
ellos?
¿Qué acciones o gestos puedo realizar con otros, en mi parroquia o comunidad eclesial, en mi barrio o mi país para transformar lo que amerita ser cambiado?
¿Qué puedo hacer para cambiar las “estructuras de pecado” de las cuales el Papa Juan Pablo II evocaba y o decía que existían?
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS:
4. Diversas fuentes
Aquí otras reflexiones apropiadas para este domingo:
https://padregusqui.blogspot.com/2017/11/26-de-noviembre-del-2017-solemnidad-de.html
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