lunes, 1 de julio de 2024

2 de julio del 2024: martes de la decimotercera semana del tiempo ordinario (año II)

  El significado de la confianza

 

(Salmo 5) El salmista confiesa que Dios no es “amigo del mal”, de ahí su confianza. ¿No es esto lo que constituye la base de su oración y de su certeza de ser escuchado? ¿Qué significado tendría de otro modo, sin esta convicción de que puede “comprender” todas las quejas? Su forma de dirigirse al Señor muestra verdadera ternura: “Rey mío y Dios mío” (Sal 5,3). El adjetivo posesivo remite a la Alianza, a esa conciencia de pertenencia mutua que celebra, entre otros, el Cantar de los Cantares. ■

Emmanuelle Billoteau, ermitaña


(Amós  3, 1-8; 4, 11-12)  Esta imagen de los dos compañeros de viaje significa que Dios quiere caminar con nosotros. Pero antes de salir de viaje quiere que estemos bien informados, que demos nuestro consentimiento. Y, en caso de olvidar su alianza, nos recuerda su amor inagotable por nosotros a lo largo del camino que recorreremos juntos.



Primera lectura

 

Lectura de la profecía de Amós (3,1-8;4,11-12):

Escuchad esta palabra que dice el Señor, hijos de Israel, a todas las familias que saqué de Egipto:
«A vosotros solos os escogí, entre todas las familias de la tierra; por eso os tomaré cuentas por vuestros pecados. ¿Caminan juntos dos que no se conocen? ¿Ruge el león en la espesura sin tener presa? ¿Alza su voz el cachorro en la guarida sin haber cazado? ¿Cae el pájaro por tierra si no hay una trampa? ¿Salta la trampa del suelo sin haber atrapado? ¿Suena la trompeta en la ciudad sin que el pueblo se alarme? ¿Sucede una desgracia en la ciudad que no la mande el Señor? Que no hará cosa el Señor sin revelar su plan a sus siervos, los profetas. Ruge el león, ¿quién no teme? Habla el Señor, ¿quién no profetiza? Os envié una catástrofe como la de Sodoma y Gomorra, y fuisteis como tizón salvado del incendio, pero no os convertisteis a mí –oráculo del Señor–. Por eso, así te voy a tratar, Israel, y, porque así te voy a tratar, prepárate a encararte con tu Dios.»

Palabra de Dios

 


Salmo

 

Salmo 5,5-8

R/. Señor, guíame con tu justicia


Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huésped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia. R/.

Detestas a los malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor. R/.

Pero yo, por tu gran bondad,
entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo santo
con toda reverencia. R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,23-27):


En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía.
Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!»
Él les dijo: «¡Cobardes! ¡Qué poca fe!»
Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma.
Ellos se preguntaban admirados: «¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!»

Palabra del Señor

 

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La calma en medio de la tormenta


“Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!»
Él les dijo: «¡Cobardes! ¡Qué poca fe!»
Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma.”

 Mateo 8: 25-26


Imagina que estuvieras en el mar con los Apóstoles. Fuiste pescador y pasaste incontables horas en el mar a lo largo de tu vida. Algunos días el mar estaba excepcionalmente tranquilo y otros días había grandes olas. Pero este día fue único. Estas olas eran enormes y se estrellaban contra la embarcación y temías que las cosas no terminaran bien. Entonces, con los otros en el bote, despertaste a Jesús con pánico esperando que Él te salvara.

¿Qué hubiera sido lo mejor para los Apóstoles en esta situación? Lo más probable es que le hubieran permitido a Jesús permanecer dormido. Idealmente, habrían enfrentado la feroz tormenta con confianza y esperanza. Las "tormentas" que parecen abrumadoras pueden ser raras, pero podemos estar seguros de que vendrán. Vendrán y nos sentiremos abrumados.

Si los apóstoles no hubieran entrado en pánico y hubieran permitido que Jesús durmiera, es posible que hayan tenido que soportar la tormenta un poco más. Pero eventualmente se habría calmado y todo habría estado tranquilo.

Jesús, en su gran compasión, está de acuerdo con que clamemos a Él en nuestra necesidad como lo hicieron los apóstoles en el bote. Él está bien con que nos volvamos a Él en nuestro miedo y busquemos su ayuda. Cuando lo hagamos, Él estará allí como un padre está allí para un niño que se despierta durante la noche con miedo. Pero idealmente enfrentaremos la tormenta con confianza y esperanza. Idealmente sabremos que esto también pasará y que simplemente debemos confiar y mantenernos fuertes. Esta parece ser la lección más ideal que podemos aprender de esta historia.

Reflexiona, hoy, sobre cómo reaccionas ante las dificultades y los problemas en tu vida. Ya sean grandes o pequeños, ¿los enfrentas con la confianza, la calma y la esperanza que Jesús quiere que tengas? La vida es demasiado corta para estar llena de temor. Ten confianza en el Señor, no importa lo que enfrentes cada día. Si parece estar dormido, permítele permanecer dormido. Él sabe lo que está haciendo y puedes estar seguro de que nunca te permitirá soportar más de lo que puedes soportar.


Señor, lo que sea que se presente en mi camino, confío en ti. Sé que siempre estás ahí y nunca me darás más de lo que puedo soportar.  Jesús, confío en ti.


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