29 de julio del 2024: Santos Marta, María y Lázaro o lunes de la 17a semana del tiempo ordinario- año II
Testigos de la fe
Santa Marta y María, y San Lázaro
Un decreto del 26 de enero de 2021 instituyó una nueva memoria obligatoria para el 29 de julio, en sustitución de la de Santa Marta. Se trata ahora del recuerdo de la misma familia, la de Marta, María y Lázaro, a quienes Jesús contó entre sus amigos y que supieron acogerlo entre sus visitas apostólicas.
(Lucas 10, 38-42) Al honrar a estos hermanos juntos, se nos recuerda especialmente la importancia de permanecer cerca de la familia e invitar a Jesús a nuestra familia. Marta, María y Lázaro vivieron juntos y compartieron una vida común de amor. Invitaron a Jesús a su vida familiar y Él aceptó su oferta.
Amor divino
(1 Juan 4, 7-16) "Ágape". Es la palabra, bastante rara en griego, que los traductores de la Biblia hebrea y los autores del Nuevo Testamento han elegido para expresar el amor que caracteriza a Dios. Amor de solicitud y de ternura que espera un retorno pero no lo impone, el divino "ágape" es el motor de la Alianza: se compromete con la vida del otro al mismo tiempo que suscita, respeta y cuestiona su libertad . ■
Jean-Marc Liautaud, Fundador
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.
Palabra de Dios
R/. Bendigo al Señor en todo momento
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias. R/.
El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.
Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que le temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada. R/.
En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»
Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»
Palabra del Señor
1
Una familia santa e imperfecta
Muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
El memorial de hoy es relativamente nuevo dentro de nuestra Iglesia.
En el año 2021, el Papa Francisco reemplazó el Memorial de Santa Marta por este memorial en honor a los tres hermanos: Marta, María y Lázaro.
Al comentar el motivo de este nuevo memorial, la Congregación para el Culto Divino afirmó: “Marta generosamente le ofreció hospitalidad, María escuchó atentamente sus palabras, y Lázaro salió prontamente de la tumba por mandato de Aquel que humilló a la muerte”.
Además, estos tres hermanos nos dieron un testimonio evangélico a todos nosotros. Nos modelan cómo ser cristianos dentro de nuestras imperfecciones. Lo hicieron acogiendo a Jesús en su casa, escuchándolo con atención y creyendo que Él es la Resurrección y la Vida.
Estos tres hermanos tenían cada uno su propia personalidad única y amaban a Jesús a su manera. Aunque no se dice mucho sobre las interacciones personales de Lázaro con Jesús, tenemos algunas ideas útiles sobre Marta y María.
En una de las historias del Evangelio, recordemos, Marta se quejó con Jesús de que su hermana la dejaba sola para cocinar. Jesús la corrigió suavemente. María, en cambio, dio testimonio de profunda oración y amor a Jesús sentándose a sus pies escuchándolo. Sin embargo, en la historia de la resurrección de Lázaro de entre los muertos, hay una inversión de papeles. Marta es la que sale corriendo al encuentro de Jesús y expresa su profunda fe en Él. María, en cambio, escuchó que Jesús venía y pareció quedarse en casa porque estaba molesta.
Quizás la forma más útil de reflexionar sobre estos hermanos es reconocer dos cosas.
Primero, ahora son santos en el Cielo disfrutando de la gloria y la bienaventuranza eternas.
Segundo, en la tierra eran personas de fe y amor, pero también eran claramente imperfectos. Por tanto, el testimonio que nos dan debe ser doble. Esperamos compartir la gloria que ellos ahora comparten, y confiamos en que esto sucederá si también nos hacemos amigos de nuestro Señor y lo recibimos en nuestros hogares, por imperfectos que seamos.
Reflexiona, hoy, sobre esta familia santa pero imperfecta. Las imperfecciones y debilidades manifiestas de estos tres hermanos deben animarnos a seguir adelante en nuestra práctica de la fe cuando las cosas tampoco van perfectas en nuestra vida.
Hay muchas razones por las que podemos desanimarnos o tener ganas de dudar o darnos por vencidos a veces. Tal vez las cosas no sean perfectas dentro de la Iglesia, o en la iglesia en particular a la que asistes.
Quizás estés luchando por amar a alguien en tu familia.
Tal vez estés luchando con un problema emocional.
Quizás hay algún pecado que pareces incapaz de vencer.
Tal vez luchas con una dolencia física y te preguntas por qué Dios permitió que sucediera.
Si puedes relacionarte con alguno de estos casos, o con cualquier otra forma de imperfección, inspírate en esta familia de Marta, María y Lázaro. Invita a Jesús al hogar de tu corazón, el hogar de tu familia y dondequiera que vayas. Él vendrá, te corregirá suavemente cuando sea necesario y te dará el regalo de una nueva vida, levantándote de tus pecados y debilidades.
Señor, te hiciste amigo de esta familia común de Marta, María y Lázaro. Visitaste su hogar, recibiste su hospitalidad, los corregiste gentilmente cuando fue necesario y eventualmente los elevaste a la nueva vida de gloria eterna. Que yo también te acoja en el hogar de mi alma, dentro de mi familia y en cada aspecto de mi vida. Por favor, ven a mí y levántame a la novedad de la vida de la gracia. Jesús, en Ti confío.
Liturgia de la 17a semana del tiempo ordinario- Año II
Así me dijo el Señor: «Vete y cómprate un cinturón de lino, y rodéate con él la cintura; pero que no toque el agua.»
Me compré el cinturón, según me lo mandó el Señor, y me lo ceñí.
Me volvió a hablar el Señor: «Torna el cinturón que has comprado y llevas ceñido, levántate y ve al río Éufrates, y escóndelo allí, entre las hendiduras de las piedras.»
Fui y lo escondí en el Éufrates, según me había mandado el Señor.
Pasados muchos días, me dijo el Señor: «Levántate, vete al río Éufrates y recoge el cinturón que te mandé esconder allí.»
Fui al Éufrates, cavé, y recogí el cinturón del sitio donde lo había escondido: estaba estropeado, no servía para nada.
Entonces me vino la siguiente palabra del Señor: «Así dice el Señor: De este modo consumiré la soberbia de Judá, la gran soberbia de Jerusalén. Este pueblo malvado que se niega a escuchar mis palabras, que se comporta con corazón obstinado y sigue a dioses extranjeros, para rendirles culto y adoración, será como ese cinturón, que ya no sirve para nada. Como se adhiere el cinturón a la cintura del hombre, así me adherí la casa de Judá y la casa de Israel –oráculo del Señor–, para que ellas fueran mi pueblo, mi fama, mi alabanza, mi ornamento; pero no me escucharon.»
Palabra de Dios
R/. Despreciaste a la Roca que te engendró
Despreciaste a la Roca que te engendró,
y olvidaste al Dios que te dio a luz.
Lo vio el Señor, e irritado
rechazó a sus hijos e hijas. R/.
Pensando: «Les esconderé mi rostro
y veré en qué acaban,
porque son una generación depravada,
unos hijos desleales.» R/.
«Ellos me han dado celos con un dios ilusorio,
me han irritado con ídolos vacíos;
pues yo les daré celos con un pueblo ilusorio,
los irritaré con una nación fatua.» R/.
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.»
Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.»
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.»
Palabra del Señor
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