sábado, 6 de julio de 2024

7 de julio del 2024: decimocuarto domingo del tiempo ordinario (Ciclo B)

 

Profetas hoy


Tanto para Ezequiel como para Jesús, el anuncio profético suscita verdaderas resistencias.

Dirigirse al pueblo de Israel recordándole su vocación única en el corazón de la historia humana cuesta caro a los profetas de ayer y de hoy.

Asimismo, cuando Jesús proclama una enseñanza e invita a un cambio de vida a través de la curación interior, apenas es escuchado por quienes están cerca de él.

Finalmente, las confidencias de Pablo sobre la espina (o el aguijón) que le impide creerse por encima de todos confirman lo que nos dicen Ezequiel y Marcos sobre el combate profético.

De hecho, es en lo profundo de cada uno de nosotros, así como en la Iglesia, donde encontramos la resistencia más fuerte a la novedad del Evangelio.

Ciertamente, hay muchas Iglesias que sufren persecución en nuestro planeta. Y, en nuestras sociedades democráticas y liberales, vemos claramente que nuestro propio testimonio está hecho añicos sobre las rocas de la indiferencia, del confinamiento en el consumo o de la auto referencialidad.

Sabemos, sin embargo, que al acoger la Palabra hecha carne en el corazón de nuestras vidas turbulentas, somos enviados al corazón de una sociedad renuente, como testigos de Cristo vivo. Y, como cada vez que nos acercamos a la comunión eucarística, se nos recuerda con fuerza que nunca somos dignos de ella, aunque siempre estemos invitados a ella. ¡Que Dios termine lo que empezó!

¿Cómo puedo ser un profeta creíble hoy?
¿A favor de qué comunidad perseguida hoy rezaré, informaré, mostraré mi solidaridad, ayudaré a nivel material?
 

Luc Forestier, sacerdote del Oratorio




Primera Lectura

Lectura de la profecía de Ezequiel (2,2-5):

En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie, y oí que me decía: «Hijo de Adán, yo te envío a los israelitas, a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día. También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envío para que les digas: «Esto dice el Señor.» Ellos, te hagan caso o no te hagan caso, pues son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 122

R/. Nuestros ojos están en el Señor,
esperando su misericordia


A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores. R/.

Como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia. R/.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos. R/.

Segunda Lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12,7b-10):

Para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad.» Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.


EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 6, 1-6

En aquel tiempo fue Jesús a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que le oía se preguntaba asombrada: "¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? ¿Y sus hermanas no viven con nosotros aquí?" Y desconfiaban de él. Jesús les decía:
-- No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.
No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos del contorno enseñando.

Palabra del Señor



1

Análisis Psicológico al texto del Evangelio

 



1. Identidad y Percepción Social**:

   - **Conflicto de Identidad**: Los habitantes de Nazaret perciben a Jesús bajo el lente de su identidad pasada como carpintero y vecino, lo que les impide aceptar su nueva identidad como maestro y profeta. Este conflicto de identidad resalta cómo las percepciones sociales y las expectativas pueden limitar el reconocimiento del cambio y crecimiento en una persona.

   - **Teoría de la Disonancia Cognitiva**: La reacción de los habitantes puede explicarse mediante la disonancia cognitiva, que ocurre cuando hay una incongruencia entre las creencias y la realidad. Los nazarenos tienen una imagen fija de Jesús, y su nueva identidad provoca una incomodidad que ellos resuelven rechazándolo.

 

2. **Resistencia al Cambio y Nuevas Ideas**:

   - **Miedo al Desconocido**: La enseñanza y milagros de Jesús son percibidos como amenazantes porque desafían las creencias establecidas y el statu quo. El miedo al cambio y a lo desconocido puede llevar a la resistencia y al rechazo de nuevas ideas, incluso si son beneficiosas.

   - **Efecto del Contacto Familiar**: La familiaridad puede disminuir la percepción de autoridad y competencia. Los nazarenos, al conocer a Jesús desde su infancia, tienen dificultad para reconciliar su imagen de él con la de un profeta.

 

3. **Incredulidad y Sus Consecuencias**:

   - **Profecía Autocumplida**: La falta de fe de los nazarenos en Jesús afecta directamente su capacidad para realizar milagros allí. La incredulidad puede crear un ambiente donde el potencial de una persona es limitado no por su capacidad, sino por la falta de apoyo y reconocimiento de los demás.

   - **Impacto en la Autoestima y Motivación**: El rechazo de su propio pueblo pudo haber impactado emocionalmente a Jesús, sin embargo, su continua misión en otras aldeas muestra resiliencia y una fuerte motivación intrínseca.

 

4. **Psicología de Grupo y Exclusión**:

   - **Dinámica de Grupo**: La reacción de los nazarenos también puede ser vista como una dinámica de grupo donde la conformidad y la presión social influyen en la incredulidad colectiva. La tendencia a seguir la opinión del grupo puede reforzar actitudes negativas.

   - **Exclusión Social**: Jesús experimenta la exclusión social en su propia tierra, lo que subraya los desafíos de la aceptación social y el apoyo dentro de un grupo de referencia.

 

5. **Lecciones sobre el Potencial Humano**:

   - **Resiliencia**: La respuesta de Jesús al rechazo muestra una resiliencia notable, continuando su misión a pesar de la oposición.

   - **Autenticidad**: Jesús mantiene su autenticidad y propósito a pesar de la desaprobación, enseñando la importancia de ser fiel a uno mismo y a su misión personal.

 

### Reflexión Final

 

La reacción de los habitantes de Nazaret hacia Jesús ofrece una rica perspectiva psicológica sobre cómo las percepciones sociales, el miedo al cambio, y las dinámicas de grupo pueden influir en la aceptación o rechazo de las nuevas ideas y personas. A través de la resistencia y la incredulidad de sus compatriotas, se destaca la importancia de la fe, la apertura al cambio y la resiliencia frente a la adversidad.

(ChatGPT)


2

Enviados como profetas


Los textos bíblicos de este domingo nos hablan de estos hombres que escucharon el llamado de Dios. Primero tenemos el testimonio del profeta Ezequiel; es enviado a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra Dios. Sabe que no será escuchado porque enfrentará la dureza de los corazones. Pero nada debe detenerlo: lo escuchemos o no, la palabra de Dios debe ser proclamada. Pensemos en la pequeña Bernardita de Lourdes que decía: “No soy responsable de hacerte creer sino de decirte.» Así es como Dios llama a los pequeños para transmitirnos los mensajes más importantes. Nos ofrece convertirnos y redescubrir la amistad perdida.

En la segunda carta a los Corintios tenemos el testimonio del apóstol Pablo. Nos describe las verdaderas condiciones de su apostolado; ha recibido revelaciones extraordinarias, pero está abrumado por dificultades y humillaciones: insultos, debilidades, limitaciones, persecuciones, situaciones angustiosas. También enfrenta graves problemas de salud. Pidió al Señor que lo liberara. Pero el Señor le respondió: “Te basta mi gracia”. Pablo descubre que Dios actúa en su debilidad. El apóstol no está solo en su misión. La obra principal es Dios que la hace en el corazón de quienes pone en el camino del apóstol.

En el Evangelio encontramos a Jesús en Nazaret. Su predicación podría haber sido un éxito. En toda Galilea todos se regocijaban por sus palabras y sus milagros. Pero la gente de Nazaret sólo lo ve como el carpintero del pueblo. Lo que se le reprocha es decir la palabra de Dios sin estar capacitado para ello; no estudió para rabino; es un simple laico.

Aquí entonces se impide a Cristo ser reconocido como Mesías: “vino a los suyos y los suyos no le recibieron…” No tenemos que juzgarlos; Muchas veces somos rebeldes cuando alguien viene a hablarnos de parte de Dios. Pero nada ni nadie podrá detener el anuncio de la buena nueva. Ante esta negativa, Jesús partió hacia los pueblos vecinos. Los misioneros del Evangelio no deben desanimarse si nos negamos a acogerlos; como Jesús, deben ir a proclamar el Evangelio porque todos deben escucharlo.

El problema con los oyentes de Jesús era que estaban encerrados en sus certezas y tradiciones. Esto también suele ser cierto para nosotros; Creemos que sabemos mucho acerca de Dios. Pero lo que podamos decir al respecto siempre será insignificante comparado con lo que realmente es. Nunca dejaremos de hacernos la pregunta: ¿quién es Jesús para nosotros? Esta pregunta la encontramos a lo largo del Evangelio de San Marcos. Y la respuesta nos la dará un centurión pagano al pie de la cruz: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.»

Como el profeta y como Pablo, somos conscientes de nuestra pobreza y de nuestras debilidades. Pero el Señor cuenta con nosotros para que seamos sus portavoces. El bautismo nos hace un pueblo de profetas, marcados por el Espíritu Santo, llamados y enviados. Dios conoce las circunstancias de la misión. Él sabe mejor que nosotros que esto corre el riesgo de resultar pesado y desanimarnos. A quienes llamó prometió su presencia y asistencia.

Por supuesto, como todos los profetas de la antigüedad, nosotros también podemos experimentar dificultades. Nos enfrentamos a la incredulidad, el agnosticismo, el ateísmo, y la indiferencia. En todo el mundo, muchos cristianos son perseguidos y ejecutados. E incluso dentro de la Iglesia somos testigos de anti-testimonios que duelen. Esta Iglesia de Jesucristo sigue siendo un pueblo de pecadores. Podemos sentirnos tentados a criticarlo, a decir lo que pensamos. Pero un niño no puede romper el vínculo vital que lo une a su madre.

Nuestro apego a Cristo debe ser más fuerte que la tentación de rompernos. Dios no elige a los enviados entre los mejores sino muy a menudo entre los pobres, entre los pecadores. No olvidemos que los grandes testigos de la fe son pecadores perdonados. Pensemos en Pedro que negó a Cristo porque tenía miedo. Pero al acoger el perdón de Cristo, recibió de él la misión de ser pastor de su pueblo.

Al celebrar esta Eucaristía, demos gracias por la confianza que Dios deposita en nosotros al asociarnos a su misión. Discípulos-misioneros, levantemos la mirada para poner en sus manos nuestras fragilidades. Que hoy se cumplan para nosotros sus palabras: “Mi gracia os basta”.


(Traducción del francés, De dimancheprochain.org)


3


 

 

La fe y los milagros

 

Jesús les decía:

-- “No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.”

No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe.

 

Marcos 6:4-6

 

¿Por qué Jesús no pudo hacer ningún milagro en su ciudad natal, Nazaret? Porque la gente que lo conocía desde que era joven no tenía fe en Él.

Pero ¿por qué no iba Jesús a realizar milagros asombrosos con la esperanza de ganarse su confianza? ¿Por qué no trataba de convencerlos resucitando a alguien de entre los muertos o revelando su gloria transfigurada a sus parientes, como hizo en el Monte de la Transfiguración a tres de sus discípulos? La respuesta está en el corazón de la obra de la fe en cada alma.

El objetivo de Jesús en su ciudad natal no era convencer a la gente de que Él era el Hijo de Dios, el Mesías. Fácilmente podría haberlos convencido de ello mediante el más increíble de los milagros y haberles demostrado quién era Él, pero al hacerlo habría socavado el motivo por el que había venido. Vino a encender la fe auténtica en los corazones de las personas, no a convencerlas mediante razonamientos ingeniosos o mediante la prueba de milagros. Los milagros se ofrecían a quienes ya tenían fe, para aumentar su fe y mostrarles misericordia. Pero cuando a uno le faltaba fe, un milagro no podía aumentar la que le faltaba. Podría haberlos convencido a un nivel racional, o al menos impresionado mucho, pero esa no es fe verdadera.

Por analogía, supongamos que su cónyuge le dice: “Te amo” y su respuesta es “Demuéstramelo”. ¿Cómo lo haría? ¿Qué podría hacer para demostrar que realmente lo ama? Tal vez podría mostrar caridad, bondad, compasión y cosas por el estilo. Estas cualidades son, sin duda, manifestaciones del amor auténtico. Pero en el fondo, nadie puede demostrar que ama a otra persona. En cambio, el amor debe ofrecerse y recibirse de manera espiritual. Cuando eso sucede, cada persona, de alguna manera, simplemente sabe que ama y es amada. Este es el misterio del amor espiritual y auténtico.

Lo mismo sucede con la fe. La fe no se puede demostrar ni analizar racionalmente. Hay que abrazarla y vivirla.

Si la gente del pueblo de Jesús hubiera tenido fe en Él, este don de la fe habría comenzado en sus propias almas. Lo hubieran mirado y lo habrían escuchado. Por su apertura y una revelación personal especial de Dios, habrían llegado a conocer y creer Quién era Él.

La fe surge primero desde dentro, cuando Dios se comunica con el corazón.

Reflexiona hoy sobre tu propio nivel de fe en Jesús.

Cuando mira usted dentro de su propia alma, ¿qué ve? ¿Ve un corazón que reconoce a Cristo Jesús como su Señor? ¿Ha descubierto la presencia de Dios dentro de usted, que le habla, que se le revela? ¿O busca principalmente señales y pruebas externas de la presencia y el amor de Dios?

Mire dentro de su alma hoy y reflexione sobre la profundidad de la fe que descubre allí. Cuando descubra este don, mírelo con amor, porque estará viendo la revelación que Dios le hace de Sí mismo.

 

Mi Señor, Tú me hablas continuamente en lo más profundo de mi corazón, revelándome tu divina presencia y tu amor. Dame un corazón que esté verdaderamente abierto a Ti en lo más profundo, para que mi fe crezca y conozca con certeza tu divino amor. Jesús, en Ti confío.


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