26 de julio del 2024: San Joaquín y santa Ana, padres de la Virgen María- memoria obligatoria
Testigos de la fe
Santa Ana y San Joaquín
Siglo I. La Iglesia celebra en este día a los abuelos de Jesús, Joaquín y Ana, cuyos nombres se mencionan por primera vez en un escrito del siglo II, atribuido a Santiago el Menor.
Sin hijos durante mucho tiempo, estos piadosos judíos lograron, después de veinte años de oración, dar a luz a una niña prometida a un destino excepcional: la Virgen María.
Robo
(Mateo 13, 18-23) Se ha
cometido un robo.
El autor de la fechoría: aquel
a quien Jesús llama “el Malo”.
El lugar donde se produjo el
allanamiento: el corazón, es decir el santuario más íntimo de la persona.
Los objetos robados: la
palabra de Dios, la alegría, la paz, la esperanza, tantos tesoros que siempre
permanecen sujetos a muchas amenazas, como el cansancio, la fría indiferencia o
el individualismo.
¡No nos dejemos robar estos
tesoros que el Señor ha sembrado en nosotros!
Bertrand Lesoing, sacerdote de la comunidad de Saint-Martin
(Mateo13, 18-23) No basta con oír la Palabra, también es necesario abrirse a ella, comprenderla y ponerla en práctica. En conclusión, le corresponde a cada uno dar los frutos según sus capacidades y de acuerdo al papel y a la vocación que tiene en la Iglesia y la sociedad.
Volved, hijos apóstatas –oráculo del Señor–, que yo soy vuestro dueño; cogeré a uno de cada ciudad, a dos de cada tribu, y os traeré a Sión; os daré pastores a mi gusto que os apacienten con saber y acierto; entonces, cuando crezcáis y os multipliquéis en el país –oráculo del Señor–, ya no se nombrará el arca de la alianza del Señor, no se recordará ni mencionará, no se echará de menos ni se hará otra. En aquel tiempo, llamarán a Jerusalén «Trono del Señor», acudirán a ella todos los paganos, porque Jerusalén llevará el nombre del Señor, y ya no seguirán la maldad de su corazón obstinado.
Palabra de Dios
R/. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño.» R/.
«Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.»
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor. R/.
Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas. R/.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno.»
Palabra del Señor
Santos Joaquín y Ana
Finales del siglo I a.C.-principios del siglo I d.C.
Patronos de los abuelos y de Canadá (Ana)
Dios tiene un árbol genealógico, como todos los hombres.
Muchos padres piensan que su hijo es perfecto. Solo dos parejas de padres en la historia han tenido razón. Santa María y San José tuvieron un hijo por gracia y criaron a ese perfecto hijo hasta la edad adulta.
Los padres de Santa María concibieron a su hija a la manera humana normal, pero sin la mancha del pecado original. Así que su hija fue superior a ellos desde el principio, pero no tenía nada que ver con la arrogancia.
La fiesta de hoy celebra a esos humildes padres de María conocidos por una larga tradición como los santos Joaquín y Ana, aunque no se mencionan en las Escrituras.
La primera mención de Ana y Joaquín en la tradición cristiana está en un texto apócrifo del siglo II que los primeros estudiosos de las Escrituras consideraron fraudulento.
El Corán musulmán se refiere a Santa Ana en árabe como Hannah, dice que ella concibió en su vejez, esperando un varón, pero se le dio una hija y la llamó María. Honramos a los santos Ana y Joaquín porque criaron a la niña perfecta y fueron los abuelos del Hijo de Dios.
Es natural que la Iglesia exalte los orígenes terrenales de Jesús de Nazaret. Comunica algo importante: que todos venimos de algún lugar y de alguien, incluso el hijo de Dios.
El Jesús histórico planta una bandera en el suelo de cierto lugar, cierto tiempo y cierta familia. Nadie es de todas partes. No tiene tanta razón Facundo Cabral al cantar “Ni soy de aquí ni soy de allá” …Nadie es de todas partes. Nadie es ciudadano del mundo, real y verdaderamente. Todos tienen una mamá, un papá y cuatro abuelos.
Existe una poderosa tendencia moderna a espiritualizar a Jesús de Nazaret, al afirmar que lo más importante es lo que Él fue, no quién fue o qué fue. Lo que hizo.
Esta espiritualización ve a Jesús como la manifestación humana más alta de un ideal, un concepto o un principio religioso, pero no necesariamente como un hombre real. Tal pensamiento acepta fácilmente que lo divino está en la gran amplitud del tiempo, en los caprichos universales expresados por el karma, el trascendentalismo, el chi, el tao, la naturaleza y el atrapa sueños. Este enfoque ve implícitamente la realidad material como una máscara y el entorno natural como una cortina que debe correrse hacia un lado para revelar las realidades más verdaderas y ocultas del mundo basado en el espíritu que invisiblemente gobierna la tierra.
Hay muchos problemas con tal visión del mundo. Más significativamente, rechaza, a priori, que Dios se comunique a nosotros en formas externas, tangibles e históricas.
El cristianismo no es un pastiche de preocupaciones ambientales, emociones, perogrulladas morales y amor suave.
La Iglesia no es una gran manta eléctrica que cubre todo el mundo. Ella no existe para hacernos sentir cómodos. Dios viene a nosotros a través de las formas históricas más externas de una institución jerárquica, a través del agua, el pan, el vino y el aceite de los sacramentos, a través de las palabras, los acontecimientos y las personas. Dios puede hablarnos desde dentro, desde el espíritu, desde la quietud del corazón. Sí. Pero Él viene a nosotros principalmente, de una manera protegida de la mala interpretación subjetiva, en la exterioridad, en el tiempo y en las estructuras.
El Ser Supremo no sólo sustenta la historia, sino que se encuentra en un punto determinado dentro de la historia. La historia, para el cristiano, no se limita a retroceder más y más hacia el pasado. Siempre es presente porque Dios está siempre presente para nosotros.
Para la salvación de un solo hombre no haría falta la Iglesia, ni la encarnación, ni la cruz. Pero nadie existe por sí mismo, por lo que nadie puede salvarse por sí mismo. Nunca hay un solo hombre. Todos provienen de otros dos. El cuerpo implica descendencia de otros de una manera que no lo hace un espíritu. Jesucristo nos dio Su Cuerpo y Sangre en la Sagrada Eucaristía, no un tratado de elevados ideales. No repartió biblias en la Última Cena, miró a los Apóstoles a los ojos y dijo: “Hagan esto en memoria mía”. Cuando nos da Su cuerpo, nos da el ADN de María, Ana y Joaquín. Tocamos a Dios. Comemos a Dios. Digerimos a Dios. Dios se vuelve parte de nosotros. Su cuerpo se convierte en nuestro cuerpo. Y ese Cuerpo, esa carne y esa sangre, descendió a través de Sus abuelos, Santos Joaquín y Ana.
Santos Joaquín y Ana, que sus roles silenciosos y ocultos en el plan Divino inspiren a todos los que hacen el trabajo de la Iglesia entre bastidores y a la vista de todos, a perseverar en el apoyo a la misión salvadora de la Iglesia.
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