domingo, 30 de junio de 2024

1o de julio del 2024: lunes de la decimotercera semana del tiempo ordinario - año par


Unifica tu vida

 

(Salmo 49 (50) ¿Por qué recitas mis preceptos, [...] tú que detestas [...] mi enseñanza?» Esta afirmación que el salmista pone en boca de Dios revela una disociación de la persona que es bastante común. De hecho, podemos pretender pertenecer a Dios con convicción y vivir muy lejos de lo que Él desea en términos concretos: el respeto a los demás en nuestras palabras y en nuestras acciones. ¡Una invitación a unificarnos, a estar atentos a la coherencia entre nuestra fe y nuestra forma de ser!

Emmanuelle Billoteau, ermitaña


( Mateo 8, 18-22)  ¿Hay que hacerse, pues, itinerante para seguir a Jesús? En cualquier caso, esto requiere avanzar y aceptar lo inesperado. Es aprender a atreverse a vivir delante de Dios y para el mundo.

 


Primera lectura

Lectura de la profecía de Amós (2,6-10.13-16):

Así dice el Señor: «A Israel, por tres delitos y por el cuarto, no le perdonaré: porque venden al inocente por dinero y al pobre por un par de sandalias; revuelcan en el polvo al desvalido y tuercen el proceso del indigente. Padre e hijo van juntos a una mujer, profanando mi santo nombre; se acuestan sobre ropas dejadas en fianza, junto a cualquier altar, beben vino de multas en el templo de su Dios. Yo destruí a los amorreos al llegar ellos; eran altos como cedros, fuertes como encinas; destruí arriba el fruto, abajo la raíz. Yo os saqué de Egipto, os conduje por el desierto cuarenta años, para que conquistarais el país amorreo. Pues mirad, yo os aplastaré en el suelo, como un carro cargado de gavillas; el más veloz no logrará huir, el más fuerte no sacará fuerzas, el soldado no salvará la vida; el arquero no resistirá, el más ágil no se salvará, el jinete no salvará la vida; el más valiente entre los soldados huirá desnudo aquel día.» Oráculo del Señor.

Palabra de Dios

 

 

Salmo

Sal 49

R/. Atención, los que olvidáis a Dios


«¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?» R/.

«Cuando ves un ladrón, corres con él;
te mezclas con los adúlteros;
sueltas tu lengua para el mal,
tu boca urde el engaño.» R/.

«Te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre;
esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.» R/.

«Atención, los que olvidáis a Dios,
no sea que os destroce sin remedio.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.» R/.

 

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,18-22):

En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla. Se le acercó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.»
Otro, que era discípulo, le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.»
Jesús le replicó: «Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos.»


Palabra del Señor


 

A donde quiera que Dios nos lleve

 

Se le acercó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.»




No está claro en este pasaje por qué Jesús respondió a este escriba de la manera en que lo hizo. Al principio, la declaración del escriba parece muy devota: "Maestro, te seguiré adonde vayas". Pero muchos de los Padres de la Iglesia, en sus reflexiones sobre esta conversación entre Jesús y el escriba, ofrecen ideas útiles.

 

En primer lugar, tenga en cuenta que Jesús ni acepta la propuesta del escriba de ser su seguidor ni la rechaza. Más bien, Jesús simplemente hace una declaración que aclara lo que implica ser Su seguidor. Algunos Padres de la Iglesia sugieren que este escriba deseaba seguir a Jesús porque pensó que se le daría una gran recompensa al hacerlo. Después de todo, Jesús era un hacedor de milagros, se estaba volviendo bastante popular y mostraba potencial para ser un gran líder. Por tanto, la motivación interior de este escriba para seguir a Jesús a donde quiera que fuera era una motivación cuestionable. ¿Quería seguir a Jesús porque pensó que lo beneficiaría de alguna manera mundana?

 

La respuesta de Jesús a este escriba hace dos cosas. Primero, elimina todos los conceptos erróneos de lo que significa seguir a Jesús. Si el escriba quería seguir a Jesús, entonces tenía que estar preparado para seguirlo en la pobreza y la falta de vivienda, en lugar de riquezas y posesiones. Jesús quería que le quedara claro al escriba lo que estaba eligiendo. En segundo lugar, la respuesta de Jesús fue ciertamente una invitación al escriba a seguirlo, pero solo a la luz de este nuevo conocimiento. En otras palabras, Jesús estaba diciendo: “Sí, ven y sígueme. Pero ten en cuenta lo que eso significa. Seguirme no dará como resultado tener riquezas terrenales, sino pobreza terrenal ".

 

¿Por qué sigues a Jesús? A veces, es importante que consideres tus motivaciones. Algunos eligen seguir a Jesús porque esta fue simplemente la forma en que fueron criados. Otros lo hacen porque les hace sentir mejor hacerlo. Y otros lo hacen porque creen que mejorará sus vidas de diversas formas. Pero ¿cuál es la motivación ideal para seguir a nuestro Señor? La motivación ideal para seguir a Jesús de forma total e inquebrantable es muy sencilla. Lo seguimos porque es el Hijo de Dios y el Salvador del mundo. Él vino a llamarnos a Él y nos ha invitado a vivir en unión con Él a través de la fe. Entonces, idealmente, seguiremos a Jesús simplemente porque es lo correcto. No lo haremos por los supuestos beneficios. El amor, en su forma más pura, no ama al otro por lo que sacamos de él. El amor puro es un regalo que se le da a otro porque es digno de nuestro amor. Y con Jesús, Él es digno de nuestro amor y adoración simplemente por ser Quién es.

 

Reflexiona hoy en Jesús invitándote a seguirlo en la pobreza, en el desprendimiento de todo, a la sencillez de vida y, en última instancia, al sacrificio de toda tu vida. ¿Entiendes lo que significa ser un seguidor de Cristo Jesús? ¿Entiendes que seguir a Jesús no se puede hacer por razones egoístas? ¿Te das cuenta de que decir "Sí" a nuestro Señor es decir "Sí" a Su Cruz? 


Reflexiona sobre la vida de Jesús y reflexiona sobre si estás o no dispuesto a seguirlo hasta la pobreza de la Cruz. 

 

Si puedes tomar la decisión de seguir a nuestro Señor, sabiendo muy bien a qué le estás diciendo “Sí”, entonces el resultado final también será una participación gloriosa en Su vida resucitada.


 

Mi glorioso Señor, caminaste por este mundo en pobreza, rechazo y sufrimiento. No tenías un hogar terrenal propio, pero ahora vives en las riquezas del cielo. Ayúdame a seguirte, querido Señor, dondequiera que me lleves en esta vida. Si me conduces a la pobreza y el sufrimiento mundanos, te doy las gracias. Te agradezco y elijo seguirte pase lo que pase. Dame la gracia que necesito para seguirte puramente por amor a Ti, porque Tú eres Dios y eres digno de toda mi alabanza y adoración. Jesús, en Ti confío.


viernes, 28 de junio de 2024

29 de junio del 2024: Solemnidad del martirio de los santos Apóstoles San Pedro y San Pablo

 Testigos de la fe

Santos Pedro y Pablo

Al celebrar el mismo día a los grandes apóstoles que son los pilares de la Iglesia, la liturgia nos invita a meditar sobre nuestro papel en la salvación traída por Jesús. Pedro, pescador sencillo e íntegro, fue uno de los primeros discípulos del Maestro y testigo de su vida, de su muerte y de su resurrección. Pablo, fariseo erudito y austero, fue herido por el Señor en el camino de Damasco, y se entregó totalmente al cuidado del Reino.


Un llamado a testificar

(Mateo 16, 13-19) La fe es una realidad eminentemente personal. Personal, y no individual ni enroscada en sí misma, porque la fe está siempre ligada a una misión y a un envío. Así ocurre con Simón, que profesa su fe y al mismo tiempo está llamado a ser piedra de la Iglesia. Así es para cada uno de nosotros: la fe no es nuestro jardín secreto; es un llamado a dar testimonio de lo que hemos visto y oído. ■

Bertrand Lesoing, sacerdote de la comunidad de Saint-Martin


( 2 Timoteo  4, 6-8.17-18)  Pablo habla de su vida en términos de correr y ganar. En estos días en que la competencia es desenfrenada, la imagen puede dejarnos perplejos. Pero el apóstol dice claramente que toda la gloria es para Dios. Así, nuestra gratitud al Señor se une a la suya.



(Mateo 16, 13-19Nuestra filiación a la Iglesia no está inspirada por la institución, sino ante todo por Jesús, el Hijo de Dios. Lo que funda la Iglesia no es otra cosa que la fe tenaz de Pedro, de Pablo y de la multitud innumerable de fieles que la componen después de sus inicios hasta nuestros días. 
Juntos somos las piedras vivas del Reino.







Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12,1-11):

En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.
La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor y se iluminó la celda.
Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: «Date prisa, levántate.»
Las cadenas se le cayeron de las manos y el ángel añadió: «Ponte el cinturón y las sandalias.»
Obedeció y el ángel le dijo: «Échate el manto y sígueme.»
Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel.
Pedro recapacitó y dijo: «Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.»

Palabra de Dios



( Salmo 33) Escuchar la bondad amorosa del Señor es bueno; experimentarlo en la propia vida es otra cosa. Le pido al Señor que me ayude a abrirme a su presencia para aprender a saborear todos sus beneficios.



Salmo
Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/. El Señor me libró de todas mis ansias

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.


Segunda lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4,6-8.17-18):

Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios


Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-19):

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Palabra del Señor



1

Hoy celebramos con gran alegría y solemnidad la fiesta de los Santos Pedro y Pablo, dos pilares fundamentales de la Iglesia. En sus vidas, vemos el poder transformador de la gracia de Dios y cómo, a pesar de sus debilidades humanas, fueron instrumentos esenciales en la construcción de nuestra fe.

San Pedro: Un Hombre Transformado por el Amor y la Misericordia

Simón Pedro, a quien Jesús llamó "Piedra" sobre la cual edificaría su Iglesia, es un testimonio viviente de la misericordia y el perdón de Dios. Pedro, el pescador impetuoso, que a menudo actuaba antes de pensar, tuvo momentos de debilidad y duda, como cuando negó a Jesús tres veces. Sin embargo, fue en su encuentro con el Cristo resucitado donde Pedro experimentó la profundidad del amor y el perdón divino, siendo reafirmado en su misión: "Apacienta mis ovejas" (Juan 21, 17).

Pedro nos enseña que no importa cuán grandes sean nuestras faltas, la misericordia de Dios siempre está disponible para nosotros. Nos muestra que podemos ser transformados por el amor de Dios y que, con humildad y arrepentimiento, podemos ser usados para grandes propósitos en el Reino de Dios.

San Pablo: El Apóstol de los Gentiles y el Poder del Encuentro con Cristo

Saulo de Tarso, conocido después como Pablo, comenzó como un perseguidor feroz de los cristianos. Su vida cambió radicalmente tras su encuentro con Cristo en el camino a Damasco. Esta experiencia transformadora lo convirtió en uno de los más grandes evangelizadores de todos los tiempos, llevando el mensaje de Cristo a los gentiles y fundando comunidades cristianas por todo el mundo conocido.

Pablo nos muestra que un encuentro personal con Cristo tiene el poder de transformar nuestras vidas radicalmente. Su dedicación, pasión y valentía en la proclamación del Evangelio, a pesar de las innumerables dificultades y persecuciones, nos invitan a vivir nuestra fe con autenticidad y fervor.

Primera Lectura: Hechos de los Apóstoles 12, 1-11

En la primera lectura, vemos a Pedro encarcelado por orden de Herodes. La situación parecía desesperada, pero Dios intervino de manera milagrosa, enviando a un ángel para liberarlo. Esta liberación milagrosa nos muestra varias verdades importantes:

1.   La Providencia de Dios: No importa cuán oscuras o difíciles sean nuestras circunstancias, Dios está siempre presente y su providencia nos guía y protege. Pedro estaba en una situación aparentemente sin salida, pero Dios intervino en el momento justo.

2.   El Poder de la Oración: La comunidad cristiana estaba orando fervientemente por Pedro. La oración comunitaria tiene un poder inmenso y puede mover montañas. Nos recuerda la importancia de interceder unos por otros y confiar en el poder de la oración.

3.   La Libertad en Cristo: La liberación de Pedro simboliza la libertad que encontramos en Cristo. No importa las cadenas que nos atan – sean estas el miedo, el pecado o las dificultades de la vida – en Cristo encontramos verdadera libertad y liberación.

Segunda Lectura: 2 Timoteo 4, 6-8. 17-18

En la segunda lectura, Pablo, al final de su vida, reflexiona sobre su misión y su inminente partida. Nos ofrece una visión poderosa de lo que significa vivir y morir en Cristo:

1.   El Buen Combate: Pablo compara su vida con una carrera y una batalla, diciendo: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe.” Nos invita a perseverar en nuestra fe, a luchar el buen combate, y a mantenernos firmes hasta el final.

2.   La Corono de Justicia: Pablo habla de la corona de justicia que le espera, no solo a él, sino a todos los que aman la venida del Señor. Esto nos recuerda la recompensa eterna que nos espera si permanecemos fieles a nuestra misión y a nuestra fe.

3.   La Presencia del Señor: Pablo reconoce que, a pesar de sus dificultades, el Señor estuvo siempre a su lado, dándole fuerzas. Esta presencia constante de Cristo es un consuelo y una fortaleza para todos nosotros, recordándonos que nunca estamos solos.


Reflexión Psicológica y Espiritual

Desde una perspectiva psicológica, ambos apóstoles nos enseñan valiosas lecciones sobre el crecimiento y la transformación personal. Pedro, a través de su humildad y capacidad de reconocer sus errores, y Pablo, mediante su apertura a un cambio radical tras un encuentro significativo.

Podemos aprender de Pedro la importancia de la resiliencia y la capacidad de levantarnos después de las caídas, confiando siempre en la misericordia de Dios. De Pablo, aprendemos la importancia de ser abiertos a nuevas experiencias y encuentros que pueden transformar nuestra vida y darle un nuevo propósito.

En nuestra vida cotidiana, podemos enfrentarnos a situaciones que nos desafían y nos llevan a nuestras propias "Damasco" o "Gólgota". Estos momentos, aunque difíciles, son oportunidades para experimentar la gracia transformadora de Dios.

Conclusión

Hoy, al celebrar la solemnidad de San Pedro y San Pablo, pidamos su intercesión para que podamos vivir nuestra fe con la misma dedicación y valentía. Que el ejemplo de su vida y su testimonio nos inspire a ser instrumentos de la gracia de Dios en el mundo, siempre dispuestos a ser transformados por su amor y a llevar ese amor a los demás.

Que Dios nos bendiga y que los Santos Pedro y Pablo nos guíen en nuestro camino de fe. Amén.

¡Feliz fiesta de los Santos Pedro y Pablo!


2

Proclamar el Evangelio

" Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará."





La Iglesia, a lo largo de los siglos, ha sido odiada, malentendida, calumniada, ridiculizada e incluso atacada. Aunque a veces el ridículo y la reprimenda surgen como resultado de las faltas personales de sus miembros, la Iglesia ha sido y continúa siendo perseguida con mayor frecuencia porque se nos ha dado la misión de proclamar de manera clara, compasiva, firme y autoritaria, con la voz de Cristo mismo, la verdad que libera y libera a todas las personas para vivir en unidad como hijos de Dios. 

Irónicamente y tristemente, hay muchos en este mundo que se niegan a aceptar la Verdad. Hay muchos que en cambio crecen en ira y amargura a medida que la Iglesia vive su misión divina. 

¿Cuál es esta misión divina de la Iglesia? Su misión es enseñar con claridad y autoridad, derramar la gracia y la misericordia de Dios en los sacramentos, y pastorear al pueblo de Dios para llevarlo al Cielo. Es Dios quien le dio a la Iglesia esta misión y Dios quien le permite a la Iglesia y a sus ministros llevarla a cabo con valentía, arrojo y fidelidad. 

La solemnidad de hoy es una ocasión muy apropiada para reflexionar sobre esta sagrada misión. Los santos Pedro y Pablo no son solo dos de los mejores ejemplos de la misión de la Iglesia, sino que también son el fundamento real sobre el cual Cristo estableció esta misión. 

Primero, Jesús mismo en el Evangelio de hoy le dijo a Pedro: “Y así te digo que eres Pedro, y sobre esta Roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del inframundo no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos. Lo que ates en la tierra estará atado en el cielo; todo lo que desates en la tierra se desatará en el cielo ". 

En este pasaje evangélico, "las llaves del reino de los cielos" se le dan al primer papa de la Iglesia. San Pedro, el encargado de la dirección divina de la Iglesia en la Tierra, y quien tiene la autoridad para enseñarnos todo lo que necesitamos saber para alcanzar el Cielo. Está claro desde los primeros días de la Iglesia, que Pedro pasó estas "Llaves del Reino", esta "capacidad de atar y desatar con autoridad", este don divino que hoy se llama infalibilidad, a su sucesor, y él a su sucesor y este a los demás hasta hoy. 

Hay muchos que se enojan con la Iglesia por proclamar con claridad, confianza y autoridad la verdad liberadora del Evangelio. Esto es especialmente cierto en el área de la moralidad. A menudo, cuando se proclaman estas verdades, la Iglesia es atacada y llamada con todo tipo de nombres difamatorios que se puedan hallar en el diccionario
La razón principal de que esto sea tan triste no es tanto que la Iglesia sea atacada, Cristo siempre nos dará la gracia que necesitamos para soportar la persecución. La razón principal por la que esto es tan triste es que la mayoría de las personas que están más enojadas son, de hecho, las que más necesitan saber la verdad liberadora. Todos necesitamos la libertad que viene solo en Cristo Jesús y la verdad del Evangelio plena e inalterada que ya nos ha confiado en las Escrituras y que nos sigue aclarando a través de Pedro en la persona del Papa. Además, el Evangelio nunca cambia, lo único que cambia es nuestra comprensión cada vez más profunda y clara de este Evangelio.

 Demos hoy gracias a Dios por Pedro y por todos sus sucesores que sirven a la Iglesia en este papel esencial. 

San Pablo, el otro apóstol que honramos hoy, no recibió las llaves de Pedro, sino que fue llamado por Cristo y fortalecido por su ordenación para ser apóstol de los gentiles. San Pablo, con mucho coraje, viajó por todo el Mediterráneo para llevar el mensaje a todos los que conoció. 

En la Segunda Lectura de hoy, San Pablo dijo de sus viajes: "El Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas, para que a través de mí la proclamación se completara y todos los gentiles pudieran escuchar " el Evangelio. Y aunque sufrió, fue golpeado, encarcelado, ridiculizado, incomprendido y odiado por muchos, también fue un instrumento de verdadera libertad para muchos. 

Muchas personas respondieron positivamente a sus palabras y ejemplo, entregando radicalmente sus vidas a Cristo. Debemos a los incansables esfuerzos de San Pablo, el llamado apóstol de los gentiles, el establecimiento de muchas comunidades cristianas nuevas. Al enfrentar la oposición del mundo, Pablo dice en la epístola de hoy: “Fui rescatado de la boca del león. El Señor me rescatará de toda amenaza maligna y me llevará a salvo a su reino celestial ". 

Tanto San Pablo como San Pedro pagaron por su fidelidad a sus misiones con sus vidas. La primera lectura hablaba del encarcelamiento de Pedro; Las epístolas revelan las dificultades de Pablo. Al final, ambos se convirtieron en mártires. El martirio no es malo si es por el Evangelio que eres martirizado. 

Jesús dice en el Evangelio: "No temas al que puede atarte la mano y el pie, sino el que puede arrojarte a Gehenna". Y el único que puede arrojarte a la Gehenna eres tú mismo debido a las elecciones libres que haces. Todo lo que finalmente debemos temer es desviarnos de la verdad del Evangelio en nuestras palabras y hechos. 

La verdad debe ser proclamada en amor y compasión; pero el amor no es amor ni la compasión es compasiva si la verdad de la vida de la fe y la moral no está presente. 

Que, en esta fiesta de los santos Pedro y Pablo, Cristo nos dé a todos nosotros, y a toda la Iglesia, el coraje, la caridad y la sabiduría que necesitamos para seguir siendo los instrumentos que liberan al mundo.


Señor, te agradezco por el don de tu Iglesia y el Evangelio liberador que predica. Ayúdame a ser siempre fiel a las verdades que proclamas a través de tu Iglesia. Y ayúdame a ser un instrumento de esa verdad para todos los que la necesitan. Jesús, confío en ti.



3

Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

 

Mateo 16: 17-19

 

A los santos Pedro y Pablo a menudo se les llama los dos grandes "Pilares de la Iglesia". 


Cada uno de ellos desempeñó un papel increíblemente esencial en el establecimiento de la Iglesia primitiva. Y aunque cada uno de sus roles fue esencial y fundamental, sus roles fueron tan diferentes como diferentes fueron como personas.

 

Pedro era un hombre de familia, un pescador campesino, sin educación y bastante sencillo. Por lo que sabemos de él antes de ser llamado por Jesús, no había nada que lo calificara de manera única para convertirse en uno de los pilares de la nueva Iglesia que establecerá el Hijo de Dios. Jesús simplemente lo llamó y él respondió. Jesús subió a la barca de Pedro, le ordenó que echara las redes y sacó una gran cantidad de peces. Cuando Pedro vio este milagro, se postró a los pies de Jesús y reconoció que era “un hombre pecador” que no era digno de estar en la presencia de Jesús (ver Lucas 5: 8 ). Pero Jesús le informó a Pedro que de ahora en adelante estaría atrapando hombres. Pedro inmediatamente dejó todo atrás y siguió a Jesús.

 

Pablo se describe a sí mismo como “un judío, nacido en Tarso en Cilicia, pero criado en esta ciudad a los pies de Gamaliel, educado según la forma estricta de la ley de nuestros padres, siendo celoso de Dios como todos ustedes son hoy”Hechos 22: 3 ). 

Pablo estaba bien educado en la interpretación más estricta de la ley judía, entendía la filosofía y era bastante celoso cuando era joven. Recuerde, también, que antes de convertirse al cristianismo, él “persiguió violentamente a la iglesia de Dios y trató de destruirla” ( Gálatas 1:13 ). En muchos sentidos, Pablo habría sido visto como la persona más improbable para ser elegido para ser un pilar de la Iglesia, porque al principio se opuso tan enérgicamente. Incluso apoyó el asesinato de San Esteban, el primer mártir cristiano.


Aunque cada uno de estos hombres habría sido considerado por muchos como fundadores poco probables de la Iglesia cristiana, esto es exactamente en lo que se convirtieron. Pablo, después de su conversión, viajó por todas partes para predicar el Evangelio, fundando varias iglesias nuevas en Asia Menor y Europa. Finalmente fue arrestado en Jerusalén, llevado a Roma para ser juzgado y decapitado. Más de la mitad de los libros del Nuevo Testamento se atribuyen a Pablo y la mitad de los Hechos de los Apóstoles detallan los viajes misioneros de Pablo. Pablo es especialmente conocido por su actividad misionera con los gentiles, aquellos que no eran judíos.

 

El papel de Pedro fue verdaderamente único. Jesús cambió su nombre de "Simón" a "Pedro". Recuerde a Jesús diciendo: “Y yo te digo, Tú eres Pedro ( Petros ), y sobre esta piedra ( petra ) edificaré mi iglesia… ( Mateo 16:18 ). "Pedro" en griego es Petros, que significa una sola piedra que se puede mover. Sin embargo, la palabra griega petra significa una roca como una formación sólida que es fija, inamovible y duradera. Por lo tanto, Jesús eligió hacer de Pedro, esta única piedra, un fundamento sólido de roca inamovible sobre el cual se construiría la Iglesia.

 

Tú también has sido llamado por nuestro Señor a una misión única dentro de la Iglesia que no ha sido confiada a nadie más. A tu manera, Dios quiere usarte para llegar a ciertas personas con el Evangelio como lo hizo con San Pablo. Y como San Pedro, Dios quiere continuar estableciendo Su Iglesia sobre ti y tu fe.

 

Reflexiona hoy sobre estos dos santos y singulares pilares de nuestra Iglesia. Mientras lo haces, reflexiona sobre cómo Dios puede querer usarte para continuar su misión en este mundo. Aunque los santos Pedro y Pablo se encuentran entre los cristianos más grandes y trascendentes de nuestro mundo, su misión debe continuar, y tú estás entre los instrumentos que Dios quiere usar. Comprométete a esta misión para que la predicación del Evangelio y la base de roca de nuestra Iglesia permanezcan fuertes en nuestros días, como lo fue en la antigüedad.


 

San Pedro, fuiste elegido de manera única para ser un fundamento de fe sobre el que se estableció la Iglesia. San Pablo, saliste a predicar esta fe por todas partes, estableciendo muchas nuevas comunidades de fe. Por favor úsame, querido Señor, para continuar la misión de Tu Iglesia para que la fe pueda estar firmemente plantada en las mentes y corazones de todo Tu pueblo en todo el mundo. Jesús, en Ti confío.

29 de junio del 2014: Solemnidad del martirio de San Pedro y San Pablo


La fuerza de la fe

Enviados para seguir los pasos de Pedro y Pablo, AL IGUAL QUE ELLOS  nosotros encontramos nuestra fuerza únicamente en la FE.



Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-19):

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» 
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» 
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» 
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»


Palabra del Señor


A guisa de introducción:


En nuestros días, las maneras de comunicarnos se han diversificado: teléfono, blogs, sms (mensajes de texto), correos y sitios de internet, no son que algunos ejemplos.

Las oportunidades de tomar la palabra, de compartir nuestra opinión y lo que nos hace vivir o anima, no habían sido nunca tan numerosas.

Por lo tanto, no es simple o fácil tomar la palabra cuando uno se pone a reflexionar sobre las repercusiones de este acto, es decir, cuando uno es consciente de la gravedad que va a decir, expresarse no es nada sencillo.

Cuando se presenta la necesidad de afirmar una verdad, esto llega a ser una tarea muy delicada. Y sobre todo cuando nuestro interlocutor es una persona con la que tenemos una relación afectivamente estrecha…A veces caminamos como sobre huevos, como loro en tunal…midiendo nuestras palabras para que el mensaje sea bien acogido o al menos bien comprendido.

Un ejemplo para nosotros sacerdotes: nuestra tarea de predicadores es bastante exigente: esta implica conocer bien nuestros interlocutores, su nivel de comprensión, sus preocupaciones, sus esperanzas, sus utopías. Como decía el recordado Padre Calixto “no reganemos a los pocos que vienen  a la misa”. Hoy más que nunca sabemos que los discursos moralistas, condenadores, las homilías que solo ven la paja en el ojo ajeno están ya para recoger y mejorar. Y cuando se trata de denuncia o profecía (porque es necesario y en caso de que eso se quisiera), entonces hay que hablar con voz más fuerte, sin lugar a dudas…Por ello, es esencial conocer  los contextos, el público al que nos dirigimos… y sabemos que a la Iglesia difícilmente vienen quienes necesitan escuchar aquellos sermones…

En el evangelio de hoy, Pedro toma la palabra para afirmar lo que era evidente hasta ese momento y que parecía escondido a los ojos de todos.

Declarar que Jesús es “el Mesías, el Hijo del Dios viviente”, podría cambiar la imagen de Jesús entre los discípulos, chocarles y finalmente dividirlos.

Pero enseguida, Jesús confirma la afirmación del jefe de los doce, descubriéndoles el origen de esta revelación: El Padre que está en los cielos.

Tomar la Palabra se constituye a veces en un acto de valentía, en particular cuando se trata de nuestras convicciones profundas que todo el mundo no podrá aceptar ni tampoco comprender.

Al ejemplo de Pedro, seamos de aquellos que osan tomar la palabra para compartir su fe y proponer la presencia de Dios en un mundo que parece más sugerir su ausencia.


Aproximación psicológica: (1)


De la selva densa a la roca solida

 En el espacio de 3 versículos se nos exponen 3 expresiones de gran complejidad a saber: EL HIJO DEL HOMBRE, CRISTO y EL HIJO DE DIOS. Estas expresiones llamadas títulos mesiánicos, corresponden a maneras bien precisas con las cuales los primeros cristianos comprendieron y expresaron su fe en Jesús.

Los exegetas continúan discutiendo entre ellos la cuestión de saber si Jesús se aplicó esto títulos a sí mismo, y la respuesta aun no es bien clara.

Una cosa cierta es que estos títulos estaban estrechamente ligados al contexto religioso judío, y desaparecieron cuando la fe fue trasladada al mundo grecorromano. Así, nosotros los conocemos hoy más bajo la forma de nombres propios: El Mesías, Jesucristo.

En verdad, no hay nada que lamentar en esta evolución, ya que estos títulos logran bastante mal expresar la identidad de Jesús, a dar una buena concepción o toma de significado  sobre su misterio.

Jesús se opone en alguna parte  a “dar signos” de su autoridad (Mt 12,38-39), dejando a sus oyentes la tarea de evaluar por ellos mismos el conjunto de su acción (su práctica).  Se podría hablar de igual manera de su rechazo a dar definiciones teológicas de su identidad, rechazo que llevaría a sus contemporáneos a descubrir por ellos mismos quien era Él.

Esto no significa de ninguna manera que todo nos resbale entre los dedos, y que Jesús  quede  para siempre como  una figura fugitiva e inalcanzable. Pero la crítica textual y el análisis teológico de los títulos mesiánicos es representada como una selva densa en la cual se perderían de modo seguro los mas pequeños (Mt 11,25). Ahora, Jesús declara que justamente son estos últimos quienes tienen acceso a su misterio.

Es menester entonces decir que tenemos acceso directo a lo que importa saber sobre Jesús, y esto tiene dentro algunas convicciones de fondo, que toda persona sincera puede  tener después de una lectura atenta del evangelio.

Ante todo, Jesús se muestra convencido de que Dios se ha acercado a todo ser humano, y que Él está presente como un Padre en su vida de cada día.

Enseguida, Él está plenamente convencido de estar en una causa común con Dios, y él deja entender que la actitud que se asuma de cara él  (Jesús) es la misma actitud que se asume ante Dios mismo. Finalmente, él está convencido que los pobres y los oprimidos son los primeros en recibir la ternura de Dios, que la fiesta que viene será ante todo su fiesta, y que es con ellos que es necesario construir nuestras primeras solidaridades.

He aquí algunas de las convicciones de Jesús. Es reflexionando sobre ellas y acerca de la manera como Jesús vivió toda su vida en conformidad con ellas, que nosotros podremos comprometernos en una búsqueda espiritual auténtica.

Construir (formar) sobre la roca un grupo comprometido

Jesús un día decide dejar su trabajo de carpintero ordinario para llegar a ser constructor de hombres, y el agrupa pescadores ordinarios con el objetivo de hacerlos pescadores de hombres. Acá rencontramos el mismo paralelo entre la actividad de Jesús y la de sus discípulos: Jesús construirá su comunidad, su gran asamblea, y sus discípulos, representados por Pedro, se comprometerán ellos mismos en la realización de este proyecto.

Notemos acá que Jesús entiende quedar como el actor principal. Puesto que Él no dice a los discípulos: construyan ustedes una iglesia. Si Él les dona poderes, es únicamente para que sus discípulos realicen su proyecto (suyo), con la misma apertura y la misma libertad de cara a  las instituciones y al poder.

Este famoso poder de las llaves confiado a los apóstoles no debe ser comprendido como el poder que es a veces arbitrariamente ejercido sobre las conciencias por ciertos eclesiásticos “puntillosos”.

Un comentador de las escrituras remarca sobre esto, que en la lengua semítica (lengua original de la biblia) “se emplea grupos de dos palabras opuestas para indicar la totalidad”. De tal modo que el acento no se pone sobre el ejercicio del juicio, mas sobre la capacidad (y la misión!) de desatar los seres humanos, de liberarlos de todas sus ataduras (obstáculos, lo que les estorba y no les deja ser libres).

De otro lado,  esta manera de comprender el versículo 19,  va en la línea de la comprensión  que Jesús tenia de su propia misión. “El hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”, y no perder (atar) lo que estaba salvado o lo que no estaba perdido (cf. Luc 19,10).

Al construir su comunidad sobre la piedra (o roca) (ver el juego de palabras del versículo 18), Jesús evoca su parábola de la casa construida sobre la roca (Mt 7,24-27). Se trataba en aquella parábola de fundar su experiencia espiritual sobre la piedra, es decir, sobre la puesta en práctica de  la Palabra de Dios. La solidez que es prometida a la comunidad eclesial reenvía entonces a la exigencia de una práctica seria y fiel del evangelio.

Vemos aquí entonces el encadenamiento de textos reveladores en este sentido: “las puertas del infierno no prevalecerán contra mi iglesia”: el mal no tendrá la última palabra con los miembros de mi grupo: el infierno no podrá retener prisioneros los miembros de mi iglesia: “mis ovejas no perecerán nunca y nadie podrá arrancarlas de mi mano” (Jn 10,28); pero, cómo se llega a ser oveja, como se llega a ser discípulo?  “no es diciendo Señor, Señor (…) sino haciendo la voluntad de mi Padre” (Mt 7,21).

Así pues,  pertenencia a la Iglesia, solidez de la Iglesia y práctica eficaz de la Palabra  liberadora de Dios, son 3 realidades que aparecen íntimamente unidas entre ellas. Más que una prueba de la solidez de la institución, este pasaje contiene entonces en filigrana este compromiso en la acción que es propio y característica de toda palabra de Jesús.


Aproximación psicológica (2)

Armonizar los opuestos


Un icono ortodoxo muestra a los apóstoles Pedro y Pablo mejilla contra mejilla, puesto que ellos se encuentran en el mismo amor por Cristo Jesús. Pero si miramos atentamente la pintura, remarcamos sus rostros adustos, malhumorados, puesto que se trata de recordar que ellos también “se enfrentaron abiertamente” (Carta a los Gálatas 2,11).

En efecto, todo parecía oponerles. El primero es un simple pescador, sin gran instrucción, un hombre generoso y sencillo, pero también de una prudencia muy campesina y en ocasiones vacilante. El segundo, Pablo es un intelectual, también versado en las letras griegas como en las escrituras rabínicas, activista y audaz. Uno es rural, otro es citadino, ciudadano romano de nacimiento. Pedro es un temeroso que vence el miedo; Pablo es un orgulloso que se corrige. Mas siempre quedará en uno las huellas del relajado que él ha sido, y en el otro las huellas del orgulloso que ha tenido necesidad de cambiar, de hacerse humilde por la dura experiencia en el camino de Damasco.

Si Pedro era casado, Pablo era célibe o sin duda, siguiendo la opinión generalizada de los exegetas actuales, viudo o separado de su mujer. Sus encuentros mutuos son raros y muchas veces estuvieron en conflicto. Sus caminos se cruzan poco, Pedro habitando en Jerusalen y en Roma, Pablo recorriendo en todos los sentidos el Noroeste de la península mediterránea.

Y por lo tanto sus vidas tienen puntos en común. Un gran amor por Jesús, ante todo. Ciertamente, este amor se muestra según su temperamento, “la gracia no anula la naturaleza” se complacía en decir la Eda Media. Pedro crecerá con altos y bajos y mismo renegará 3 veces  a Jesús, antes de entregarse totalmente: “Señor tu sabes todo, tu sabes bien que yo te amo” (Juan 21, 17). Pablo repentinamente abrazará su conversión, cambiando repentinamente y no volverá jamás atrás, después de su vida de perseguidor. Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.(Carta a los Gálatas 2,20). Pero este mismo amor por Jesús los conducirá ambos, prácticamente al mismo tiempo, a seguir a su amigo en su pasión y en su muerte.
Después, sus vidas, si divergentes aparentemente, manifiestan sin cesar la presencia actual del Resucitado. Es Cristo quien actúa cuando Pedro es liberado de la cárcel o cuando cura el paralitico en la puerta del templo.

Es Jesús quien está a la obra en las correrías de Pablo a través del Asia Menor y Grecia, donde nacen por sus pasos tantas comunidades de paganos convertidos.

Pedro, por su origen y su cultura se dirigió preferencialmente hacia los judíos convertidos al cristianismo y se dedicó a organizar y unificar las primeras comunidades. Él era la roca sobre la cual se había fundado la Iglesia. Por el contrario, Pablo,  llega a ser “por orden del Señor”  el ardiente evangelizador de los paganos, haciendo autónoma a la Iglesia naciente en comparación con el judaísmo. Él está lleno de la flama y del soplo del Espíritu. Tanto el uno como el otro, fueron en sus tensiones, indispensables y complementarios.

La organización de las comunidades y el carisma misionero son todos los dos necesarios para la edificación de la Iglesia.
Que podemos concluir para nosotros hoy?

·         No dramatizar las tensiones en nuestras comunidades: las oposiciones pueden armonizarse en la comunión. Es el pluralismo que forja la verdadera unidad.
·         Sabernos aceptar: Es a partir de nuestras naturalezas diversas, y mismo de nuestras fragilidades o debilidades aceptadas en la humildad confiada, como el Señor modela al santo, al santo que quiere hacer de nosotros.

·         En conclusión y sobretodo, recibamos sin cansarnos la fuerza de amar hasta al final al Señor Jesús por la fidelidad a la oración y a la Eucaristía.

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OTRA REFLEXIÓN  (2)


Después de la muerte de Juan el bautista, Jesús ha dejado la tierra de Galilea.  Ahora elude  las multitudes y se consagra por entero a sus apóstoles a quienes va revelarles el misterio de su pasión. El Mesías sufriente, humillado llega a ser el punto central de su predicación.

Jesús sabe lo que se piensa de él. Pero con todo, el lanza la pregunta: “De acuerdo a lo que se dice, se rumora qué dice la gente quién es el hijo del hombre? “  Las respuestas son variadas: Juan Bautista resucitado, Elías de quien se esperaba su retorno, Jeremías, uno de los grandes profetas…Y los doce no se atreven a recordarle lo que dicen los jefes religiosos a propósito de él: un hereje, un poseído, un seductor de masas, un glotón, un borracho.

Y entonces es cuando enseguida Cristo les hace la pregunta muy personal: ¿“pero, y ustedes quien dicen que soy yo?”

Y es Pedro quien responde en nombre de los 12: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”.  Es evidente que esta respuesta no ha sido suficientemente comprendida por Pedro y por los apóstoles que después de la Resurrección, mismo si el evangelista la utiliza aquí, antes de la entrada a Jerusalén. En el cuarto evangelio (San Juan)  se menciona otra profesión de fe de Pedro. Cuando los discípulos en gran cantidad,  abandonan el Señor, y éste demanda a sus apóstoles: “ustedes también quieren irse (abandonarme?)” Y Pedro responde:  ¿“A quien iremos Señor?, solo tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6,67).

Pedro es quien a menudo habla en nombre de los otros. Es un impulsivo y comete a menudo errores (“mete la pata”, “se equivoca”). Pero a pesar de todas sus lagunas ama a Cristo y es escogido para ser el fundamento de la Iglesia. Es necesario recordar acá que Jesús es el constructor de la Iglesia, y no Pedro: “Tu eres Pedro, y sobre esta piedra, yo construiré mi Iglesia”. Jesús promete al jefe de los apóstoles un carisma especial: “Yo he orado por ti para que tu fe no desfallezca. Tú, entonces, cuando vuelvas, asegura la fe, la confianza de tus hermanos” (Luc 22,32).

La autoridad conferida a Pedro no es una autoridad de poder sino una autoridad de servicio. Es para expresar este tipo de autoridad que Jesús insiste en lavarle los pies la tarde del jueves santo, y esto a pesar de las reticencias del pescador galileo. Pedro y los apóstoles reciben las llaves del Reino para que ellos abran las puertas a todos.

Recordemos que Cristo había acusado los escribas y a los fariseos de cerrar la entrada del Reino de Dios: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque cierran el Reino de los cielos delante de los hombres; que ni ustedes entran, ni a los que están entrando dejan entrar” (Mt 23,13).

Jesús no quiere que hagamos lo mismo que los escribas y fariseos en su Iglesia.

El rol (papel) de Pedro es el de ser también un símbolo de unidad en la Iglesia. Miremos lo que sucedió en el Primer Concilio de Jerusalén, cuando cuatro o cinco grupos experimentan ideas diferentes sobre la adhesión de los no judíos al cristianismo.
Es Pedro quien supo religar Pablo el liberal, Santiago el conservador, los griegos de la izquierda, y los fariseos cristianos de la derecha. Todos se pusieron de acuerdo alrededor de Pedro que ha explicado lo que le había sucedido en casa del centurión romano: “Lo que Dios ha purificado, no lo llames tú impuro”  (Hechos 11,9).

Pedro, es entonces, Aquel , alrededor de cual los cristianos forman unidad.  A través de los siglos, no ha sido siempre  el caso  con los sucesores de Pedro, pero hoy los gestos de unidad y de reconciliación se multiplican: Pablo VI y Juan Pablo II con los ortodoxos, los protestantes y los líderes de otras religiones, Benedicto XVI en la sinagoga de Colonia. El papel principal del Papa es promover la unidad: primero, al interior de la Iglesia (entre los partidarios de la derecha y los partidarios de la izquierda), enseguida, con aquellos que se han alejado de Roma (los protestantes y los ortodoxos), y con los miembros de otras religiones.

La unidad es importante, puesto que juntos participamos en la vida del Reino. El Concilio vaticano II definió la Iglesia como “el pueblo de Dios”. Es imposible ser cristiano y de tener la fe, vivenciarla solo. La no-práctica religiosa, el alejamiento de la comunidad cristiana provocan continuamente la atrofia y la desaparición de la fe. Cuando algunos  dicen , que ellos son cristianos practicantes , quieren decir por lo regular que ellos van a la misa el domingo. Pero ser “cristiano practicante”, es mucho más que asistir a la liturgia dominical, es practicar también la justicia, la fraternidad, la hospitalidad, el respeto de los otros, actuar con justicia en los asuntos y negocios, perdonar las ofensas, amar sus enemigos, ser promotores de paz, rechazar la violencia, ser tolerante…

Dietrich Bonhoeffer (1906-1945) un gran teólogo  y  pastor polaco –alemán muy conocido, llevado a la horca por los nazis debido a sus ideas religiosas y por su defensa de los judíos, preguntaba un día  a sus feligreses parroquianos  de Berlín: “Si hoy se les acusara a ustedes de ser cristianos, es que se encontrarían suficientes pruebas para condenarles?”. Bonhoeffer sabía la importancia de la fidelidad a las exigencias del evangelio.

El abad Pierre, el apóstol de los pobres, afirmaba: “Cuando lleguemos al final de nuestra vida, no se nos preguntara si hemos sido creyentes, sino más bien si hemos sido creíbles”, es decir, si nuestras acciones corresponden a nuestra profesión de fe! “No son aquellos que dicen: Señor, Señor, que entraran en el Reino de los Cielos, sino más bien aquellos que hacen la voluntad de mi Padre”.

El cristianismo es una gran esperanza, pero ella tienes sus exigencias evangélicas.  Debemos constantemente verificar nuestra práctica religiosa y nuestra adhesión a Cristo a la luz del evangelio. La respuesta a la pregunta de Cristo: Para ustedes, quien soy yo? determinará el tipo o clase de cristiano que nosotros somos.


Referencias Bibliograficas

 - http://vieliturgique.ca

- Pequeño Misal "Prions en Église", edicion quebequense, 2011- 2014

- HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

-http://cursillos.ca



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