9 de junio del 2024: décimo domingo del tiempo ordinario (ciclo B)

 

Creer en la bondad

 

“…expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios».

 Una observación: efectivamente expulsa los demonios. Una interpretación: lo hace el jefe de los demonios.

Esta es una constante en el Evangelio: la realidad de los milagros nunca se cuestiona. Ni siquiera la resurrección de Lázaro.

 A Jesús nunca se le llama charlatán o embaucador. Siempre es la interpretación la que plantea un problema. ¿Con qué poder actúa Jesús? Esta cuestión de interpretación plantea otras dos: ¿cómo es que somos tan rápidos en malinterpretar las acciones de los demás? ¿Cómo es que la benevolencia está tan lejos del corazón del hombre pecador? Pero la segunda está ligada a la primera: ¿cómo es posible que los escribas tengan tantas dificultades para comprender simplemente que si el hombre está libre del pecado es porque Dios actúa?

La ausencia de benevolencia en nuestro corazón puede impedirnos creer en la bondad de Dios y en su acción benevolente para con el hombre. Esta falta de bondad se vuelve contra nosotros mismos. Satanás es el acusador. Si nos falta bondad para con nosotros, tampoco la tendremos para con los demás. Entonces nos convertiremos en nuestros propios acusadores y “no podremos sostenernos en pie”, para usar la expresión de Jesús.

Sólo el único Benevolente puede revelar en nosotros lo que está bajo el control del diablo y sólo él podrá librarnos de ello.

¿Qué contenido pongo o en qué pienso en la última petición del Padre nuestro: “Líbranos del mal”?
¿Cómo es que yo invoco sin detenerme al Espíritu Santo en la guerra espiritual?
 

Emmanuel Schwab, rector del santuario de Lisieux


Primera Lectura

Lectura del libro del Génesis. [Gén 39-15]

CUANDO Adán comió del árbol, el Señor Dios lo llamó y le dijo:
«¿Dónde estás?».
Él contestó:
«Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí».
El Señor Dios le replicó:
«¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».
Adán respondió:
«La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí».
El Señor Dios dijo a la mujer:
«¿Qué has hecho?».
La mujer respondió:
«La serpiente me sedujo y comí».
El Señor Dios dijo a la serpiente:
«Por haber hecho eso, maldita tú
entre todo el ganado y todas las fieras del campo;
te arrastrarás sobre el vientre
y comerás polvo toda tu vida;
pongo hostilidad entre ti y la mujer,
entre tu descendencia y su descendencia;
esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón».

Palabra de Dios.

 

 

Salmo

Salmo responsorial: Sal 129, 1b-2. 3-4. 5-7ab. 7cd-8 (R/.: 7cd)

R/. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

V/. Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi Voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.

V/. Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor. R/.

V/. Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R/.

V/. Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R/.

 

Segunda Lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios. [2 Cor 4, 13 — 5, 1]

HERMANOS:
Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él.
Pues todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios.
Por eso, no nos acobardamos, sino que, aun cuando nuestro hombre exterior se vaya desmoronando, nuestro hombre interior se va renovando día a día.
Pues la leve tribulación presente nos proporciona una inmensa e incalculable carga de gloria, ya que no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; en efecto, lo que se ve es transitorio; lo que no se ve es eterno.
Porque sabemos que si se destruye esta nuestra morada terrena, tenemos un sólido edificio que viene de Dios, una morada que no ha sido construida por manos humanas, es eterna y está en los cielos.

Palabra de Dios.

 

Lectura del santo Evangelio según san Marcos. [Mc 3, 20-35]

EN aquel tiempo, Jesús llegó a casa con sus discípulos y de nuevo se juntó tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí.
Y los escribas que habían bajado de Jerusalén decían:
«Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios».
El los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas:
«¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa.
En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre».
Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.
Llegan su madre y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dice:
«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».
Él les pregunta:
«Quiénes son mi madre y mis hermanos?».
Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».

Palabra del Señor.




1

Tema Central: Las lecturas de este domingo nos invitan a reflexionar sobre la relación del ser humano con Dios, el poder del pecado y la redención, y la verdadera familia de Cristo.

Primera Lectura: En la primera lectura del libro del Génesis, encontramos el relato del pecado original. Adán y Eva, al desobedecer a Dios, descubren su desnudez y sienten vergüenza. Dios busca a Adán y le pregunta: "¿Dónde estás?" Esta pregunta no es solo para Adán, sino para cada uno de nosotros. Dios nos llama a reflexionar sobre nuestra vida, nuestra relación con Él, y cómo el pecado nos aleja de Su amor. La desobediencia de Adán y Eva trae consecuencias, pero también se vislumbra una promesa de redención cuando Dios anuncia que la descendencia de la mujer aplastará la cabeza de la serpiente.

Salmo Responsorial: El Salmo 129 es un canto de confianza y súplica a Dios, un grito desde las profundidades del sufrimiento. Nos recuerda que, aunque el pecado nos hunde en la oscuridad, en Dios siempre hay perdón y misericordia. Es un llamado a la esperanza y a la confianza en la infinita bondad de Dios, que está siempre dispuesto a levantarnos y perdonarnos.

Segunda Lectura: San Pablo, en su segunda carta a los Corintios, nos habla del poder de la fe y de la esperanza en la resurrección. Aunque nuestras vidas terrenales estén llenas de dificultades y sufrimientos, no nos desanimamos. San Pablo nos recuerda que nuestra verdadera morada está en el cielo, y que lo visible es temporal, mientras que lo invisible es eterno. Este pasaje nos invita a vivir con los ojos puestos en la eternidad, confiando en la promesa de vida nueva en Cristo.

Evangelio: El Evangelio de Marcos nos presenta un episodio donde la familia de Jesús intenta llevarlo de regreso a casa porque piensan que ha perdido el juicio. En este contexto, Jesús redefine el concepto de familia. Cuando le dicen que su madre y sus hermanos están afuera buscándolo, Él responde: "¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?" Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dice: "Aquí están mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre."

Jesús nos enseña que la verdadera familia no está definida por la sangre, sino por la obediencia a la voluntad de Dios. Nos invita a formar parte de Su familia viviendo conforme a los mandamientos y siguiendo Su ejemplo de amor y servicio.

Reflexión: Hoy, las lecturas nos desafían a examinar nuestra vida y nuestra relación con Dios. Nos recuerdan que el pecado nos separa de Él, pero también que Su misericordia es más grande que cualquier falta. Somos llamados a vivir con fe y esperanza en la promesa de la resurrección y la vida eterna.

Jesús nos invita a ser parte de Su familia, a vivir como hermanos y hermanas haciendo la voluntad del Padre. Esta llamada es un desafío a vivir nuestra fe de manera auténtica, a amar y servir a los demás, y a buscar siempre la voluntad de Dios en nuestras vidas.

En este 10º Domingo del Tiempo Ordinario, pidamos al Señor la gracia de reconocer nuestras debilidades y confiar en Su infinita misericordia. Que seamos verdaderos discípulos, viviendo como miembros de la familia de Cristo, haciendo la voluntad de Dios en todo momento. Amén.


2

Arrepentimiento sincero

 

En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre». Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.". 

 

Marcos 3:28–30

 

Jesús dijo estas palabras a la multitud que se habían reunido alrededor de su casa en Cafarnaúm porque dos grupos de personas acababan de hablar muy críticamente de él en público.

Primero, algunos miembros de su familia llegaron y dijeron a todos: “Está fuera de sí”. Y entonces algunos de los escribas de Jerusalén dijeron: "tiene dentro a Belzebú". Por lo tanto, Jesús afirma claramente que su blasfemia es un pecado contra el Espíritu Santo y tendrá consecuencias eternas.

¿Por qué ciertos pecados nunca serán perdonados? ¿Qué es exactamente un pecado contra el Espíritu Santo?

Tradicionalmente, nuestra Iglesia ha identificado este pecado de dos maneras.

En primer lugar, es un pecado de impenitencia final, es decir, el pecado de persistir obstinadamente en un pecado grave. La obstinación, o la negativa a arrepentirse, es un pecado que no puede ser perdonado, simplemente porque la persona que la comete nunca busca el perdón. Se atrincheran tanto en su pecado que se niegan a cambiar. Por tanto, la misericordia de Dios es incapaz de entrar en ellos.

En segundo lugar, también se ha identificado como presunción, es decir, una persona peca mientras espera que Dios le perdone. La presunción es más sutil; sin embargo, también tiene el efecto de impedir que la persona se arrepienta sinceramente y mirar qué se necesita para recibir el perdón. La persona presuntuosa nunca se arrepiente del todo y no corrige su vida mientras permanece en su pecado.

De todos los muchos pecados con los que usted lucha o con los que podría luchar en el futuro, preste especial atención a los pecados contra el Espíritu Santo. Aunque nunca debemos pensar que tenemos derecho al perdón de Dios, siempre debemos creer que la misericordia de Dios es tan grande que en el momento en que reconocemos humildemente nuestro pecado y nos arrepentimos sinceramente de él, Dios nos perdonará. Pero la clave es la "sinceridad". Para ser perdonados, el arrepentimiento dentro de nosotros debe ser sincero, auténtico, real y completo. No podemos engañar a Dios. Ciertamente podemos engañarnos a nosotros mismos, pero no a Dios.

Una de las mejores maneras de estar seguro regularmente de que no somos culpables de ningún pecado contra el Espíritu Santo es acudir al Sacramento de la Confesión y confesar los pecados con franqueza, minuciosidad y humildad. Sea responsable, dueño de su pecado. Reconózcalo. Experimente pena por ello. Decídase a cambiar. Luego confiéselo y confíe en la misericordia de Dios.

Reflexione hoy sobre cualquier forma en la que le falte sinceridad y minuciosidad en su arrepentimiento del pecado. ¿Es usted honesto consigo mismo acerca de los pecados que ha cometido? ¿Se ha adueñado o responsabilizado de esos pecados? Si es así, ¿también las ha confesado a Dios y ha decidido firmemente no volver a cometerlas nunca más? Tome en serio el arrepentimiento para que nunca comience a caer por la pendiente resbaladiza que conduce a cualquier pecado contra el Espíritu Santo.

 

Señor misericordioso, ofreces perdón a todos los que acuden a Ti con humildad y sincero dolor. Por favor lléname con estas virtudes y dame la determinación de cambiar mientras me abro a Tu insondable misericordia. Jesús, en Ti confío.

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