10 de junio del 2024: lunes de la décima semana del tiempo ordinario (año par)

 

Dios es gentil

 

(Mateo 5, 1-12) La recompensa mencionada por Mateo no es el premio que se le otorgaría a un buen estudiante, ni un objetivo al que se pueda aspirar estratégicamente. Es la culminación de la relación que establecen con el Padre quienes se dejan seducir por el estilo de Jesús. Dios mismo es gentil, pacientemente completa su creación en justicia y nos invita a su plenitud. ■

Jean-Marc Liautaud, Fondacio



(Mateo 5: 1-12) ¿Sabe usted cómo ser amable? ¿A veces está triste por los demás? ¿Tiene hambre y sed de justicia? ¿Es usted un artesano, un pacificador? Si respondió “sí" a una o más de estas preguntas, entonces ¡feliz, feliz está!






Primera lectura
Lectura del primer libro de los Reyes (17,1-6):

En aquellos días, Elías, el tesbita, de Tisbé de Galaad, dijo a Ajab: «¡Vive el Señor, Dios de Israel, a quien sirvo! En estos años no caerá rocío ni lluvia si yo no lo mando.»
Luego el Señor le dirigió la palabra: «Vete de aquí hacia el oriente y escóndete junto al torrente Carit, que queda cerca del Jordán. Bebe del torrente y yo mandaré a los cuervos que te lleven allí la comida.»
Elías hizo lo que le mandó el Señor, y fue a vivir junto al torrente Carit, que queda cerca del Jordán. Los cuervos le llevaban pan por la mañana y carne por la tarde, y bebía del torrente.


Palabra de Dios


Salmo
Sal 120

R/.
 Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra


Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R/.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel. R/.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche. R/.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre. R/.


Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12):

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»

Palabra del Señor




Las alturas de la santidad

 

Al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. 

Mateo 5:1–3


Hoy se nos invita a reflexionar sobre el increíblemente alto llamado de las Bienaventuranzas. Jesús enseñó estas lecciones en una colina justo al norte del mar de Galilea. Muchos acudían a Jesús para escucharle predicar y presenciar sus muchos milagros. Acudieron en masa a Él en este lugar remoto, y Jesús los hizo recostarse mientras predicaba lo que ahora se conoce como “El Sermón del Monte”. Este sermón se encuentra en los capítulos 5 al 7 del Evangelio de Mateo y tiene lugar poco después de que Jesús comenzara su ministerio público.

¡Qué manera de comenzar Su ministerio público! Esta enseñanza de Jesús era completamente nueva y debe haber dejado a mucha gente admirada. Jesús ya no enseñó sólo los preceptos del Antiguo Testamento, como los Diez Mandamientos; Ahora elevó la ley moral a un nivel nunca concebido.

Mientras la gente escuchaba a este nuevo maestro hablar con nueva autoridad y sabiduría, es posible que se sintieran emocionados y confundidos al mismo tiempo. Se podría haber aceptado tener hambre y sed de justicia, ser misericordioso y limpio de corazón y ser pacificador. Pero ¿por qué ser pobre, triste y manso se consideraba una bendición? Y aún más desafiante, ¿por qué era bueno ser perseguido por causa de la justicia o insultado y acusado falsamente por causa de Jesús?

Cuando se comprende claramente la nueva y radical enseñanza de Jesús, no son sólo sus primeros discípulos los que pueden haberse sentido confundidos y emocionados al mismo tiempo. Usted también, si realmente escucha Sus enseñanzas y entiende lo que Él quiere decir, descubrirá que puede ser desafiado hasta lo más profundo de su ser. Las enseñanzas de Jesús deben abrazarse plenamente y sin vacilación.

Las Bienaventuranzas son nuestro llamado a la perfección. Nos trazan el camino por el cual viajaremos hacia las alturas de la santidad y obtendremos la gloria del Cielo. Son nuestra hoja de ruta afinada y detallada hacia la plenitud de la felicidad y la alegría. Pero también nos llaman a una transformación radical de nuestra mente y de nuestras acciones. No son “fáciles” de aceptar, en el sentido de que requieren que abandonemos toda tendencia egoísta que tenemos y elijamos vivir libres de toda tentación, apego y pecado terrenales. La perfección espera a quienes escuchan, comprenden y abrazan las Bienaventuranzas.

Reflexione hoy sobre el comienzo de este desafiante Sermón del Monte. Intente encontrar tiempo para llevar cada Bienaventuranza a la oración. Sólo a través de la oración y la meditación se comprenderá el pleno significado de cada una de estas invitaciones a la santidad. Comience con la llamada a la pobreza interior de espíritu. Esta Bienaventuranza nos llama a un desapego total de todo lo que no forma parte de la voluntad de Dios. A partir de ahí, considere la importancia de llorar su pecado, de buscar la pureza de corazón y la humildad en todas las cosas. Reflexione sobre cada bienaventuranza y dedique tiempo a la que le resulte más desafiante. Nuestro Señor tiene mucho que decirle a través de este sermón. No dude en permitir que Él lo lleve a las alturas de la santidad a través de él.

 

Señor de toda santidad, eres perfecto en todo. Viviste cada virtud y bienaventuranza a la perfección. Dame la gracia de abrirme a Ti para escucharte llamarme a la perfección de vida y para responder generosamente con toda mi vida. Hazme santo, querido Señor, para que encuentre la felicidad y la plenitud que deseas concederme. Jesús, en Ti confío.


2

Queridos hermanos y hermanas en la fe,

En el Evangelio de hoy, Jesús nos presenta las Bienaventuranzas, una enseñanza fundamental y revolucionaria que desafía nuestra comprensión habitual de la felicidad y el éxito. Este pasaje del Sermón de la Montaña es un llamado a vivir de una manera que refleje los valores del Reino de Dios.

Jesús comienza cada bienaventuranza con la palabra "bienaventurados", que significa "felices" o "bendecidos". Sin embargo, las situaciones que describe no son las que normalmente asociamos con la felicidad: ser pobres de espíritu, llorar, ser mansos, tener hambre y sed de justicia, ser misericordiosos, tener el corazón limpio, trabajar por la paz, y ser perseguidos por causa de la justicia.

Estas bienaventuranzas nos invitan a ver más allá de las apariencias y a descubrir la bendición de Dios en situaciones de sufrimiento, humildad y servicio. Nos desafían a buscar una felicidad más profunda y duradera, basada en nuestra relación con Dios y en vivir conforme a su voluntad.

En la primera lectura de hoy, del libro de los Reyes, vemos al profeta Elías confiando plenamente en Dios en medio de la sequía. Dios provee para él a través de los cuervos, que le traen pan y carne. Este relato nos recuerda que Dios cuida de aquellos que confían en Él y obedecen su palabra. Elías, al igual que las personas descritas en las bienaventuranzas, encuentra su bendición en la dependencia total de Dios.

El Salmo 120 también refuerza esta confianza en la providencia divina: "El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra". En momentos de dificultad y prueba, somos llamados a elevar nuestra mirada hacia el Señor, sabiendo que Él está con nosotros y nos sostendrá.

Las Bienaventuranzas son un camino hacia una vida plena y auténtica. Nos llaman a vivir con humildad, compasión, y justicia, a pesar de las dificultades y persecuciones que podamos enfrentar. Al hacerlo, descubrimos la verdadera bendición y alegría que vienen de vivir en comunión con Dios.


Que en este día podamos meditar en estas enseñanzas de Jesús y pedirle la gracia de vivirlas en nuestra vida diaria. Que busquemos la verdadera felicidad en la entrega a Dios y al prójimo, y confiemos siempre en su amor y providencia.

Amén.

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